El día 14 de noviembre, cuando salga esta edición, se habrá cumplido 75 años de la primer y única campeonización de un equipo de fútbol representativo de cualquier universidad pública o privada en la máxima categoría de la disciplina costarricense.
Cerca de tres años después de la creación de la institución, y dos años después del surgimiento de su club de fútbol, ambos vía decreto presidencial de Rafael Ángel Calderón Guardia, la entonces llamada Universidad Nacional, luego renombrada Universidad de Costa Rica, logró una temporada en 1943 que pasó a la historia, pues este club ganó; luego de 12 cotejos, de los cuales ganó ocho, empató uno y perdió tres, para un total de 17 puntos sobre 24 posibles.
Sin embargo, ese 14 de noviembre no dependió por entero del equipo celeste, sino que estaba supeditado al resultado de la última fecha entre Orión y Alajuelense, de cuyo desenlace dependía todo. De ganar los rojinegros, eran campeones, con un empate forzaban a dos o tres juegos de desempate entre ellos y los universitarios, y con una victoria orionista, tal como pasó, el título pasaba a manos del cuadro de la Alma Máter.
Aunque fue uno de los dos equipos menos goleadores (solo hizo 30 anotaciones), lo compensó con un buen bloque defensivo que le ayudó a alzarse con el cetro, ya que apenas permitió 25 goles, un número óptimo en ese entonces, aunque hoy en día, con la profesionalización y el mayor énfasis en los procesos defensivos, permitir 25 goles en 12 juegos sería un número muy malo. Pero en ese momento no se tenían las nociones defensivas ni había tiempo suficiente para trabajarlas, porque el fútbol era completamente aficionado y se debía trabajar en otras actividades ajenas a eso.
Aquella generación la integraban Rafael Ángel Cardona, Víctor Manuel Pérez, Álvaro Bonilla, Fernando Solano, Jorge Eduardo Umaña, José Alberto Granados, Fernando Ruiz, Mario Ruiz, Numa Ruiz, Alfredo Ruiz, Jorge Saborío, Fernando Saborío, Eduardo Cabalceta, Edgar Esquivel, Ramón Arroyo, Fernando Camacho, Víctor Julio Víquez, Tomás Alfaro, Manuel Vargas, Arnoldo Madriz y Alfredo García. Ya todos fallecieron y Granados fue el último a inicios de 2016.
Con el fin de conmemorar esta gesta, la actual Junta Directiva, encabezada por su presidente, Víctor Manuel García, planea realizar la Semana del Club de Fútbol de la Universidad de Costa Rica, la cual incluye foros, conversatorios y exhibiciones de las medallas y trofeos del club de esa época en el vestíbulo del Edificio Administrativo principal, del 12 al 16 de noviembre. Además, habrá convivios, un partido entre funcionarios y el equipo juvenil o de Alto Rendimiento del club, y un concierto de cierre con el cantante Erick León.
De acuerdo con el secretario, Rodman Romero, el objetivo de la iniciativa es realzar el sentido de pertenencia de la comunidad universitaria con el club. “Queremos ayudar a recuperar la imagen del Club y su identidad con la comunidad universitaria, tan venida a menos en los últimos años”, expresó por correo electrónico. Al consultarle sobre los invitados a los foros y conversatorios, el lugar de las exhibiciones y otros detalles logísticos, Romero explicó que las exhibiciones se realizarían en el vestíbulo del Edificio Administrativo A, o Registro, y que habría convivios con los exjugadores de 1973, un juego entre funcionarios y el equipo juvenil o de Alto Rendimiento, así como un concierto de cierre con Erick León en la Plaza de la Libertad de Expresión.
Cómo se recuerda
Jorge Granados, hijo del último sobreviviente de esa generación, no había nacido en ese entonces. Sin embargo, a partir de los relatos de su padre, aseguró que en aquel momento se había hecho un reclutamiento con quienes querían estudiar en la Universidad, y posteriormente, formar el equipo que ganó por única vez en la historia un campeonato nacional de fútbol de Primera División para una universidad costarricense. “Esta generación (la de 1943) tuvo 7 seleccionados nacionales de la UCR. Hubo jugadores de Cartago, entre ellos papi, y algunos se fueron a estudiar Farmacia o Derecho, que eran las dos únicas carreras que había en ese tiempo. Después, por algunas razones, no sé qué pasó, pero ese equipo se desintegró en uno o dos años. Papá volvió a Cartago, donde jugaba; algunos se fueron a trabajar, otros dejaron los estudios”, manifestó.
Para él, la Universidad, con una población de aproximadamente 35.000 alumnos, sin contar exalumnos, debería tener un sentido de pertenencia mucho mayor que el que existe, el cual en la mayor parte de los casos solo se circunscribe a estudiar, encontrar trabajo en otro lugar e irse. Además, negó que los malos resultados recientes o el intento de desafiliación de la Rectoría al club hayan disminuido este aspecto, pues asegura que nunca lo hubo y responsabilizó por ello a la Rectoría. “No le han afectado a Cartago 75 u 80 años de no ser campeón; el cartago es muy conservador, es un mercado muy conservador, y si usted tiene un producto y lo pega ahí, lo pega en todo el país. Ese cordón umbilical no ha existido en la Universidad, y es responsabilidad de la Rectoría de encontrarlo, pero, vea qué contradictorio, tienen toda la razón de querer rescindir los convenios con el club porque no hicieron su trabajo. Hay mucha corrupción ahí adentro, todo es querer cuidar el statu quo, querer cuidar el puesto. Es un ambiente muy mediocre donde, hasta cierto punto, a la Universidad no le interesa el deporte universitario”, aseveró.
Y, al referirse a las condiciones en las que se entrenaba y se jugaba en ese entonces, Granados aseguró que en más de una oportunidad los equipos debían estar buscando dónde entrenar y jugar, pues casi ningún equipo tenía estadios para eso. Sin embargo, tres cuartos de siglo después, esta realidad no ha desaparecido del todo, y menos para la UCR FC. “En 1943 todos los partidos eran en el Estadio Nacional. En ese tiempo todo era puro corazón, no había gradería en varios sectores. Usted ve fotos del estadio viejo y muchas de las cosas que están en él no las había en ese entonces, pero sí había jugadores muy buenos, que sabían jugar fútbol. En Europa estaba gente como Alejandro Morera Soto, que fue a España; algunos otros jugadores pudieron irse a estudiar a Chile, El Salvador, Colombia, México. Mi papá tuvo una oferta de México, pero vino una fractura y se truncó ese lado. Todo era rústico, elemental. (…) No sé dónde está la Universidad ahora, hoy en 2018 sin el apoyo de la Rectoría, pero es una situación parecida”.
Presente negro
Hoy, a 75 años de ese hecho, el presente es otro. Económicamente, y a pesar de que ya tuvieron que desalojar las oficinas que ocupaban junto con otras dependencias universitarias como el Centro Centroamericano de Población, Metics y Cátedras Internacionales, y de que su taquilla recaudada total (sin contar los juegos ante Limón y San Carlos) era de poco más de ₡6 millones, ya no han vuelto a trascender noticias de retrasos salariales desde la asunción de la nueva administración.
Pero, en lo deportivo, el Apertura 2018 fue un torneo muy malo para el equipo universitario; tanto, que se dejó todos los títulos deshonrosos: luego de los 22 partidos básicos, fue el equipo de menos triunfos (2), el de más derrotas (16), el que anotó menos goles (23) y el que más permitió (52), lo cual le deparó un paupérrimo puntaje de 10 puntos, diferencia que le lleva el rival más cercano. Por si fuera poco, el domingo impuso un récord de partidos sin ganar, con 18 (4 empates y 14 derrotas). Esto les forzará a hacer un Clausura 2019 muchísimo mejor si quieren evitar su cuarto descenso en la historia, tras los de 1955, 1977 y 2011.