La participación de Costa Rica en los recientes Juegos Paralímpicos Tokio 2020 pasó a la historia como la mejor que se haya hecho en las siete ediciones a las que se ha asistido.
Además de tener la delegación más grande de la historia, con nueve deportistas, y por primera vez lograr que hubiera dos mujeres, el hecho más sobresaliente vino con las dos primeras medallas de la historia paralímpica, ambas obtenidas por el paravelocista Sherman Güity en los 100 y 200 metros planos T64, plata y oro, respectivamente.
Previamente solo se habían obtenido dos diplomas paralímpicos, uno con el ciclista Dax Jaikel en Londres 2012 en la prueba de contrarreloj, y el otro con la nadadora Camila Haase en Río de Janeiro 2016; en ambos casos tras terminar en octavo lugar de sus pruebas.
“El mensaje para todos los atletas y para cualquier persona es que para cualquier cosa que hagan, con esfuerzo y dedicación todo se puede”, Sherman Güity
Ahora, en Tokio, la ondina y arquitecta alajuelense obtuvo su mejor resultado en una prueba que no era su especialidad principal, los 100 metros dorso. Además de quedar a un puesto de obtener otro diploma paralímpico, pudo bajar su tiempo a registros que no hacía desde hace años. “Estoy bastante contenta, no es mi marca personal, pero hace tres años no bajaba del tiempo que tenía registrado, entonces estoy bastante feliz. (…) Hemos tenido bastante apoyo en los juegos, y gracias a todo el equipo institucional que están ahí siempre pendientes de uno y se los agradezco bastante”, fueron sus palabras tras esta prueba. Además, la abanderada de la inauguración obtuvo un 13° puesto en su prueba principal, 100 metros pecho; y fue descalificada en 200 metros combinado.
Sherman Güity regresó con medallas de oro y plata al país.
Güity: “Con esfuerzo todo se puede”.
Tras convertirse en el primer medallista paralímpico de la historia costarricense, y el primer hombre en colgarse una presea olímpica o paralímpica, Güity describió cómo fue la preparación de una serie de carreras perfectamente ejecutadas. “En lo único que estaba pensando era dar todo, ya había hablado con mi entrenador, y teníamos menos de un día para mejorar la salida, y trabajamos en eso. Pude salir un poco mejor, pude agarrar unas centésimas valiosas para la carrera, después fue cerrar con todo. Fue increíble cuando vi mi nombre en el medallero”.
El limonense de 25 años aprovechó para utilizar su ejemplo como una muestra de que no existen los imposibles cuando hay empeño y compromiso con una meta. “El mensaje para todos los atletas y para cualquier persona es que para cualquier cosa que hagan, con esfuerzo y dedicación todo se puede”.
Récord de diplomas paralímpicos
Además, la delegación nacional solo en esta edición se dejó cinco diplomas paralímpicos, pues aparte de los dos de Güity, el taekwondista Andrés Molina sumó otro en la categoría de +75 kilogramos K44, al quedar en el quinto lugar, luego de ganar tres de los cinco combates.
El taekwondista tico Andrés Molina solo cayó ante los ranqueados número uno y dos del planeta.
Molina logró un quinto lugar tras ganarle al kazajo Nyshan Omirali en octavos de final, caer contra el iraní Asghar Aziziaghdam en los cuartos, reponerse luego ante el arubano Eliot Loonstra y el libio Mohamed Abidar por los repechajes, y caer en su pelea por el bronce ante el estadounidense Evan Medell. Mediante un vídeo de agradecimiento, el paraiseño dio rienda suelta a su euforia tras las ocho horas y media en las cuales peleó sus cinco batallas. “Agradecerles a todos ese apoyo increíble al seguir este largo pero el mejor día de mi vida (…) Me sentí grande hoy gracias a ustedes (afición costarricense que vio sus peleas), estuve en una llave perrona (complicada), contra los más grandes del mundo, donde no me conocían. Llegué y les enseñé quién es Costa Rica, quiénes son cada uno de sus habitantes y ahí están ustedes apoyándome detrás. ¡Lo hicimos!”
Ernesto Fonseca obtuvo dos diplomas paralímpicos.
El exmotociclista y hoy atleta Ernesto Fonseca se anexó los restantes dos diplomas en las categorías de 100 y 200 metros T51. Fonseca obtuvo un octavo lugar en los 100 metros, y un séptimo en los 200. Haber empezado directamente en la final por la baja cantidad de atletas inscritos en esas categorías (8 y 7, respectivamente) no demerita en nada lo logrado por el herediano, quien a sus 40 años ya cosecha tantos éxitos sobre la pista y el asfalto como los que hizo sobre la motocicleta. Sin embargo, al hacer su balance, se mostró autocrítico con su desempeño en los 200 metros. “Contento con mi último resultado (los 100 metros), no me fue tan bien en los 200 metros. Ahora hay que revisar el vídeo y ver en qué se puede mejorar, y aprender para hacerlo mejor la próxima vez. En estos 100 estuve bastante bien, al final quedé de octavo, pero igual hay que ver el vídeo y los detalles en los cuales podemos mejorar, y agradecer por el apoyo a todo el deporte paralímpico costarricense”.
Este mismo tono autocrítico lo tuvieron el tenista José Pablo Gil y el tenismesista Steven Román al valorar que, si bien es cierto, saben que han progresado mucho al estar ahí, todavía necesitan mejorar para llegar más lejos. “Cambié un poquito la táctica, porque es un jugador que juega muy profundo. En el segundo set me empecé a meter en el juego de él (…). Siento que estoy en un nivel muy grande, el mismo contrincante me lo dijo; que he mejorado en los últimos meses. Salgo muy contento, pero ‘con sangre en el ojo’ de haber perdido en esa ronda”, explicó el herediano tras perder en tres sets su único juego ante el malayo Abu Samah Borhan.
“Aprendo mucho de los mejores del mundo y veo cosas que tengo que mejorar para un futuro porque quiero estar en el lugar de ellos algún día, luchando por una medalla. Creo que lo puedo lograr, tengo mucho que dar aún y espero en París sacar un mejor papel y obtener una medalla”, fueron las palabras del abanderado norteño tras su eliminación contra el ucraniano Maksym Nikolenko y el húngaro Andras Csonka.
Por su parte, el ciclista Henry Raabe obtuvo un decimotercer lugar en la contrarreloj y un 23° en ruta; pero lo destacado no fue eso, sino el ir a Juegos Olímpicos y Paralímpicos y, además, en una misma disciplina, algo que el veterano ciclista cartaginés de 39 años ha sido el único en lograr. “Siempre ha sido un orgullo para mí representar a Costa Rica, y ya tuve la bendición de estar en unos Olímpicos y ahora vuelvo a tener esta oportunidad (…). Es un trabajo bastante grande en equipo y cada persona tiene un nivel muy importante. Uno solamente ve al atleta, pero hay varias personas que están detrás de cada atleta, le ayudaron en distintas áreas y son igual de importantes”.
Por otro lado, el también veterano Diego Quesada, además de convertirse en el primer arquero nacional de la historia en llegar a unos juegos Paralímpicos a sus 45 años, agrandó su leyenda con letras doradas al eliminar en treintaidosavos de final al campeón panamericano, el mexicano Omar Echeverría, 131-139. Esto fue posible porque en el ranking clasificatorio Quesada había sido 32° y Echeverría, 33° entre 36 arqueros que estuvieron. Con esto el coronadeño se había convertido en el primer arquero costarricense en ganar un duelo de muerte súbita, ya sea olímpico o paralímpico. Además, había logrado su puntaje más alto en la temporada en una muerte súbita.
Luego de esa gesta le tocó volver a tirar cinco horas después por los dieciseisavos de final contra el chino Zihao He, el gran favorito desde la fase clasificatoria. Pese a que el oriental cumpliría con los pronósticos al ganar el duelo y luego ser campeón, Quesada mejoró su puntaje al obtener 140 unidades sobre un máximo de 150, con lo cual salió muy orgulloso mostrando su blanco con varios huecos en la zona de los dieces y unos cuantos nueves, luego de empezar con dos sietes.
La paratleta Melissa Calvo también describió su estancia en tierras japonesas como un sueño de niña, más allá de obtener la 18° posición en 100 metros plano T13 y ser descalificada en el cuádruple de la distancia. “Es algo que uno ha luchado, que ha tenido que dejar de lado muchas cosas (…) realmente significa todo, porque tanto tiempo de preparación, tantas sufridas, tantas lloradas por estrés, por tal vez tener un mal día, o algo por el estilo, y ya después la satisfacción de saber que usted lo logró, al menos yo cuando lo supe no podía dejar de llorar, temblaba de la emoción, y literalmente no me lo podía creer; todavía no he podido terminar de creerlo”, describió la alajuelense.