Enciclopedia recoge en 34 volúmenes más de cinco siglos de pensamiento y es uno de los proyectos más ambiciosos para ahondar en quiénes somos y de dónde venimos.
En el prólogo a Historia de Cristo, del italiano Giovanny Papini, Victorino Capánaga afirma que dicho autor se propuso escribir una enciclopedia en la que se resumiera el saber y la cultura de todos los tiempos de la humanidad.
La tarea, por demás está decirlo, se quedó en una maravillosa utopía, lo que no sucedió con la Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía que alguna vez soñaron Fernando Salmerón, León Olivé, Javier Maguerza, Oswaldo Guariglia y Reyes Mate, entre otros, porque tras 30 años de trabajos intensos, a finales de junio se publicó en 34 tomos de la magna empresa, que incluye el aporte de filósofos de Brasil y Portugal.
El desafío enciclopedista, a contracorriente de los tiempos actuales, dominados por los tuits y los comentarios superficiales en los ya famosos e imprescindibles muros de Facebook, contó con la participación de 500 autores en un recorrido extraordinario que hace un recuento y evoca la visión de Bartolomé de las Casas, Francisco de Vitoria y, desde luego, de las culturas que ya llevaban siglos adorando a sus dioses cuando Cristóbal Colón y los suyos irrumpieron en América.
La obra, afirmaba Luis Villoro, poco antes de morir, revisa una serie de períodos con el fin de dar una visión de conjunto. El esfuerzo de publicación corresponde a la Editorial Trotta, y al Instituto de Investigaciones Científicas de España.
“La Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía ofrece, en sus 33 volúmenes ya publicados (uno de ellos doble), una imprescindible visión de conjunto de la producción filosófica en los países de lengua española y portuguesa. Obedece a un empeño de integración, tanto en el sentido de la interdisciplinariedad como de la internacionalidad en el tratamiento de los temas, que pone de manifiesto la existencia de una comunidad filosófica vigorosa, con un creciente grado de originalidad, autonomía y nivel científico”, destaca la editorial.
Y añade en su presentación de la obra: “Este enfoque ha llevado a un modelo específico de obra colectiva. No se trata de un diccionario de conceptos filosóficos ni de una enciclopedia ordenada alfabéticamente, sino de una enciclopedia de cuestiones monográficas selectas. La monografía temática permite un estudio diversificado, como diverso es el mundo de los filósofos que piensan y escriben en español. El resultado no es solo una útil herramienta de consulta, que viene a llenar un vacío editorial, sino una genuina contribución al pensamiento filosófico”.
El tratamiento monográfico, precisamente, aleja a la obra de lo que en su momento fueron los diccionarios filosóficos y lleva el tema a aguas más profundas, porque el formato permite la amplitud del asunto en cuestión.
De esta manera, el lector se encontrará con títulos como “Filosofía americana en la época del encuentro; Concepciones de la ética; Filosofía de la historia; Religión; Del Renacimiento a la Ilustración; La mente humana; Filosofía de la cultura; Historia de la filosofía antigua y Filosofía del Lenguaje I (Semántica) y Filosofía del lenguaje II (Pragmática), entre otros.
La profusión de la obra es tal, que de acuerdo con sus autores, permite a quien la recorra salir con una visión de conjunto de lo que ha sido y cómo se ha incrustado el pensamiento iberoamericano dentro del pensamiento universal.
En la titánica labor, además de los 500 autores involucrados, participaron un total de 39 editores, que con la minuciosidad y la paciencia que requiere una obra de tal calibre, fueron apuntalando aquí y allá los textos, para obtener una obra de un alcance intelectual incalculable y en sí una obra impresa de gran belleza y calidad.
LARGA TAREA
De los gestores con que con tanto entusiasmo emprendieron el reto de ordenar, clasificar y exponer el pensamiento iberoamericano en una enciclopedia que guardara unidad, muchos de ellos no vieron culminados sus empeños, interrumpidos por la muerte cuando el proyecto se encontraba a mitad de camino o próximo a su fin.
Entre ellos, justamente están Salmerón, que fue uno de los más comprometidos con la causa de reordenar ese vasto pensamiento iberoamericano, y cuya tarea en un principio parecía solo una quimera; no obstante, su tenacidad, así como la de sus cómplices en esta gran aventura intelectual, permitieron que la obra culminara con un trabajo de altos quilates y que pusiera en perspectiva el saber de este continente americano tan saqueado, vilipendiado e incomprendido por siglos. Salmerón murió en el 97, cuando apenas dos volúmenes habían sido publicados.
En 2016 fallecía León Olivé, quien fue de los primeros en apoyar la idea del Salmerón, fallecía sin que el punto final a la magnífica obra estuviera listo.
Y ya en el 2017 moría otro de estos héroes anónimos a favor de la cultura, como lo fue el argentino Olivé. Pese a ello, este pensador ya sabía que aquella idea que habían barajado tras un congreso de filosofía en México, había pasado del ámbito de los sueños al de la realidad, y que el legado que esa vez intuyeron, tenía sólidas raíces y estaría al alcance de los lectores en 34 volúmenes.
En realidad de los ocho filósofos que comenzaron el proyecto, cinco ya están muertos.
Entre los diferentes tomos que conforman la Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía se desgrana la visión de los mayas, los aztecas y los incas, porque los autores pretenden dar una visión de conjunto del pensar y del hacer en estas tierras.
Detrás de esta obra global, parece escucharse el eco de que aquella defensa histórica y extraordinaria que en su momento hiciera Leopoldo Zea, quien reclamaba con tanto ahínco una filosofía propia del ser americano, condición que por mucho tiempo se negó.
Ya antes, también José Martí, en su vasta producción, había defendido la filosofía americana, la universidad americana y la riqueza del mestizaje. Célebre es su alegato Nuestra América, un texto programático que, en efecto, marcó los derroteros de la América mestiza en contra de la otra América, la hoy América de Donald Trump, que se yergue sobre el horizonte como el gigante de las siete leguas, contra el que tanto prevenía el gran poeta y pensador cubano.
También debe recordarse que en los años 70 un grupo de intelectuales encabezados por Alfonso Reyes publicó la colección Clásicos, en tapa dura verde, en la que se incluyeron pensadores y escritores que habían enriquecido el pensamiento universal.
No era estrictamente iberoamericana, porque usted se podía encontrar con Heródoto y sus Nueve libros de la Historia, pero era una aspiración a dar, también, una visión de conjunto sobre el pensamiento.
De forma tal, que siempre ha habido, e incluso ahora en los tiempos de Internet, una preocupación por dar una visión de conjunto que permita ordenar ideas, pensamientos y corrientes filosóficas.
Esta tarea de ordenar a partir de una visión crítica se vuelve cada vez más imprescindible en una era en la que el conocimiento, en apariencia, está a la distancia de un clic.
Al respecto, así razonaba el filósofo y escritor Arnoldo Mora en una amplia entrevista con UNIVERSIDAD, sobre lo que ocurre en la actualidad con el conocimiento y la información: “Cómo sabemos discernir, entre todo este montón de cosas, cuáles valen y cuáles no. Hay que tener una formación para evaluar y digerir la información. Sin formación, no hay información. No hay criterio. Todo se vale”.
Al reunir la visión iberoamericana desde la filosofía, la cultura y la historia del pensamiento, la Enciclopedia de Filosofía Iberoamericana aspira a ordenar, en parte, el caos que prevalece en los tiempos actuales.