Cultura Grupo proveniente de la Universidad cree que este oficio puede llegar a ser rentable

Un teatro para todo público

Son un colectivo independiente que involucra en sus montajes al espectador.

Hay un juego fascinante en el que un grupo de actores se presenta sobre un escenario a crear ante unos espectadores un mundo, una historia. El juego se llama teatro y para que funcione actores y público deben participar juntos en una fuerte complicidad.

De la preocupación por ese diálogo, esa construcción entre actores, mundo planteado y espectadores surge la inquietud en siete actores provenientes de la Escuela de Artes Dramáticas de la Universidad de Costa Rica, por crear un colectivo donde sus propuestas le hablen al público, directamente, donde se les tome en cuenta. Por esa necesidad nace a finales del 2014 el grupo Teatro del público.

Todo comenzó a raíz de un ejercicio que varios de sus integrantes desarrollaron en un examen de actuación con la obra El público de García Lorca, este proceso les generó una inquietud por seguir trabajando juntos y de paso dio los primeros tintes del nombre que llevaría el grupo más tarde.

Para Fanny Vargas, integrante del grupo, la obra de Lorca los identificó porque es una propuesta que se desarrolla bajo la arena, un teatro que no se ve en todo lado, que tiene que tocar al público, un tipo de teatro que no es complaciente y que revuelca, como el tipo de trabajo que ellos buscan hacer.

Ana Ulate, quien comenzó como actriz invitada y luego se unió al colectivo, comenta que el espectador va más allá de lo que se conoce como un público pasivo en los trabajos que han venido desarrollando. Con esta premisa sienten cada vez más la magia del nombre y de la conexión que se quiere hacer con las obras y con la idea de tener personas activas que participen, que tengan una experiencia nueva.

En sus montajes, la cuarta pared y la distancia casi sagrada entre espectador y actor no es un juego que les guste, ellos prefieren arriesgarse e invitar a jugar a ese otro “ojo externo” que permanece observando todo.

“Cuando leo una obra pienso en que la gente cuando la vea la monte en sus cabezas, cuando leo algo busco esa redondez que da el público, creo que es por la consigna que tenemos ya”, comenta Ulate.

La mayoría de los integrantes son egresados y piensan que venir de una academia no les asegura un tipo específico de espectador ni es lo que buscan, pero sí afirman que la institución ha sido un hombro importante como espacio para crear.

Para la actriz Madelaine Garita, las instituciones de este país que forman profesionales en teatro no tienen un público cautivo.

Llevar personas a ver espectáculos siempre es una tarea compleja –apunta Garita- en el caso de ellos es más difícil por las temáticas sociales que han abarcado; sin embargo, sí ven una variedad en cuanto a personas que asisten a ver su montajes.

“Vemos rostros diferentes, recibimos mensajes en el Facebook de otras personas que antes no veíamos. La temática ha atraído a otro público que incluso no veíamos cuando éramos estudiantes. Sin embargo, este tema no deja de ser un reto”, asegura Garita.

La chispa que genera este Teatro del público se da por la comunicación entre ellos. Ha sido fundamental la relación que tienen para después saber cómo comunicar los mensajes a esas personas que pagan el boleto y acompañan sus historias.

Y como si fuera una retribución del mismo público, han ganado este año por segunda vez consecutiva el premio a mejor actuación. En el 2016 Melvin Jiménez recibe el reconocimiento por Ñaque, o de piojos y actores y este 2017 lo recibe Ana por la Ciudad Sitiada.

Melvin expresa que el grupo no trabaja pensando en obtener premios, pero sí considera que estos reconocimientos funcionan en cuanto incentivan al colectivo a seguir creando, para ellos es una motivación más.

Según Ulate, este tema personalmente lo trata con cuidado porque también reconoce que hay muchos actores haciendo trabajos que son muy importantes. Como miembro del grupo piensa que estos premios refuerzan el trabajo que están haciendo, por lo tanto le emociona que se reconozca.

También está de acuerdo en que no es una situación que influya en la forma en cómo trabajan, pero sí son conscientes que estos reconocimientos generan más oportunidades, incluso para competir como grupo en otros lugares fuera del país.

Actualmente cuentan con cuatro montajes, dos obras para adultos Ñaque, o de piojos y actores y Ciudad Sitiada, y dos espectáculos de teatro infantil El poeta y la mariposa y La niña que riega la albahaca y el príncipe preguntón de Lorca. Cada montaje los hace más conscientes del espectador.

El público infantil

Estos actores no solo se han dado a la tarea de retarse en términos de dialogar de distinta forma con quienes llegan a ver sus espectáculos, sino que también se han extendido al público infantil.

En este género del teatro, lo que buscan es no asumir que es un público al que hay que darle todo servido. El trabajo que producen hace que los niños cuestionen al tema o al personaje, muchos de ellos tienen la libertad de participar e influyen en el final de sus espectáculos, siguiendo la línea de completar con sus espectadores.

Para ellos, el teatro en sí es un gusto adquirido, por lo tanto trabajar con niños de alguna manera contribuye a educar futuros espectadores.

La motivación para seguir creando la toman de los temas que le hablan a la sociedad, temas que provocan y motivan. Están haciendo lo que les gusta, sin embargo reconocen que la labor de grupo independiente siempre será una labor de aplaudir, ya que saben que los recursos son pocos y el trabajo es mucho.

Fanny Vargas señala que actualmente hay cambios en cómo funciona un grupo independiente, ya que ahora los grupos no son de una persona “reconocida” sino que se reconoce más el esfuerzo en conjunto.

El aumento de grupos independientes y de espacios puede ser una señal de que más personas están asistiendo y consumiendo productos nacionales escénicos, y que por lo tanto queda mucho más de este teatro por y para el público.

 

 

 

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