Cultura

Un rayo de luz para recordar el esplendor del Liceo de Costa Rica  

Una exposición en la Biblioteca Nacional repasa la trayectoria de ese mítico colegio público a lo largo de 132 años de historia, entre los cuales ha tenido épocas sufridas, como las vividas en el último lustro.  

Aunque hoy el Liceo de Costa Rica está lejos de lo que fue en sus años gloriosos, que comenzaron un 6 de febrero de 1887, y se extendieron hasta entrado el siglo XX,  una exposición en la Biblioteca Nacional pretende mantener una luz encendida para recordar la excelencia y esa influencia europea en la educación costarricense.

Libros, revistas, artículos y objetos que hacen un recorrido por los 132 años de la institución, pueden apreciarse en la exhibición que estará disponible de forma gratuita durante el mes de febrero.

La iniciativa es de la Biblioteca Nacional y contó con el apoyo de la Fundación del Liceo, así como de egresados de ese colegio público, en el que, como dijo el historiador Raúl Arias Sánchez en la reseña que efectuó durante el acto inaugural, los alumnos salían con el manejo riguroso del inglés y del francés, lo que les abría las puertas de las universidades europeas sin ninguna dificultad de por medio.

La Costa Rica de finales del XIX y comienzos del XX queda aquí retratada en esta foto de la exposición en la Biblioteca Nacional sobre el Liceo de Costa Rica. (Foto: Katya Alvarado).

El Liceo de Costa Rica fue creado en el mismo año que el Colegio de Señoritas y durante largo tiempo ambos representaron un liderazgo en la educación nacional, lo que hacía que el ingreso a esta institución fuera un verdadero reto para los estudiantes.

Roger Mora, uno de los exalumnos del Liceo que más documentos aportó para la exposición, así como uno de los impulsores de la banda de egresados, dijo que la muestra tiene una gran relevancia, porque permite un acercamiento y un recorrido por lo que ha significado este colegio para el país.

El Liceo de Costa Rica fue declarado Benemérito de la Cultura Costarricense con base en el acuerdo 2510 del 6 de febrero de 1987; es decir, cuando cumplió un siglo de existencia.

“Es muy importante el tributo que le hace la Biblioteca Nacional al Liceo por lo que este ha representado a lo largo de la historia”, expresó Mora, quien también reconoce que en los últimos cinco años esa casa de enseñanza sufrió una terrible crisis de la que apenas empieza a recuperarse.

En su criterio, “el Liceo tiene un lugar en la historia de la educación costarricense que nadie le puede quitar”.

La crisis referida obedeció a la pérdida de la calidad de la enseñanza, generada por la baja calidad de los profesores, lo que repercutió en una disminución en la matrícula.

“Hubo un momento en que en el Liceo de Costa Rica ocurrían asaltos casi a diario, y eso era dentro de la institución, y los profesores veían esa situación y miraban para otro lado. De eso costó mucho salir, por eso creo que la actual junta directiva y el director Marco Vinicio Naranjo, que ya tiene más de un año en el puesto, han hecho un gran esfuerzo”.

Hoy, ante la disminución de la matrícula, el Liceo ha tenido que reclutar estudiantes de zonas capitalinas de la periferia, como Pavas y Los Guido.

Mora recordó un famoso ensayo del poeta Isaac Felipe Azofeifa que se titulaba “El viejo Liceo”, en el que sostenía que la creación de la Universidad de Costa Rica (UCR) fue para el Liceo un golpe del que nunca más se repuso, y explicaba el poeta que la fuga de profesores que se dio en ese entonces resultó determinante para que disminuyera la calidad.

UNA ÉPOCA

Arias destacó en su reseña sobre el Liceo de Costa Rica que esta institución responde a una época en que los liberales gobernaban el país y tenían una concepción del progreso en el que la educación jugaba una función clave.

Fue el Secretario de Instrucción Pública, Mauro Fernández, que había estudiado en Inglaterra, quien se trajo el plan de estudios vigente en ese país, con el fin de adaptarlo a Costa Rica, recordó el historiador.

Detalló que en ese entonces el cierre de la Universidad de Santo Tomás se dio porque había un vacío en la secundaria, lo que hacía que los alumnos estuvieran tres años en la enseñanza media y luego de inmediato pasaban a estudiar durante tres años sus respectivas carreras. Para ejemplificar lo que ocurría, contó que “la Universidad de Santo Tomás graduó a solo un médico en un período de 50 años”. Al notar Fernández esos vacíos, optó por reforzar la secundaria con el Liceo de Costa Rica para varones y el Colegio de Señoritas.

De esa época en la que los liberales estaban fomentando la idea de nación en que surgen también el héroe Juan Santamaría y ya se había pasado, desde luego, de la concepción del Estado al de República con José María Castro Madriz, y todo ello se confabuló para el surgimiento del Liceo de Costa Rica.

Es la etapa, también, en la que el país vivía sus mejores momentos con las exportaciones de café en Europa y se enviaba medio millón de quintales por año.

“Aunque no soy del Liceo de Costa Rica, creo que todos nos sentimos liceístas, en el sentido de que estamos muy agradecidos con lo que esta institución ha representado para la educación pública costarricense”, expresó Arias.

El Liceo, también, arrancó en el marco en el que la oligarquía erigía su Teatro Nacional, como símbolo de que miraba a lo mejor de Europa.

De esa época, además, surgió toda una arquitectura que precisamente recoge el calendario del Instituto de Sitios y Monumentos (Icomos), en el que prevalece el Neoclasicismo en San José y en la cabeceras de las provincias como Heredia y Alajuela.

“Para tener una idea de cómo era la exigencia en el Liceo hay que recordar que se hacían dos exámenes al año. Uno a medio período y otro al final, y este último era oral y los profesores podían preguntar en español, francés o inglés”.

Arias precisa que a partir de la Constitución Política de 1949, cuando ya hay una mayor población en el país y surgen nuevas situaciones en la educación, el Liceo empieza un período difícil en cuanto a la calidad de su enseñanza.

En ello coincide con Mora, quien a pesar de ser un liceísta de arraigo, no niega que para levantar la imagen y recobrar ese brillo que por muchos años tuvo su querida casa de enseñanza, es necesario un esfuerzo muy grande, que empieza por contratar profesores de gran nivel.

El director José Fidel Tristán (izquierda al frente) con sus alumnos en la década del 20. (Foto: Katya Alvarado)

NOMBRES ILUSTRES

Tanto directores como profesores y exalumnos han logrado cuotas de alta excelencia en su trayectoria como liceístas. Uno de ellos fue precisamente su primer director, el suizo

Luis Schönau, quien logró darle un brillo y un rigor a la institución que perduró por muchos años, más allá de los siete que estuvo en el cargo.

Carlos Gagini fue otro de los directores que le dieron un sello al Liceo, en cuya silla de dirección también se sentaron Luis Dobles Segreda, Napoleón Quesada y Alejandro Aguilar Machado.

Uno de los profesores que hizo historia por la calidad de su poesía y por su compromiso con la educación costarricense fue el ya citado Isaac Felipe Azofeifa.

Existe una anécdota narrada en el suplemento Forja del Semanario UNIVERSIDAD en la edición de marzo de 1989, con motivo de los 80 años del poeta.

“Como Isaac Felipe manifestaba mucho interés por la lectura y era buen estudiante, sus maestros de la escuela de Santo Domingo recomendaron a don Rubén (padre del niño) que lo matriculara en el Liceo de Costa Rica. Isaac Felipe viajó todo el año de 1921 desde Santo Domingo, a pie, hasta el Liceo de Costa Rica”.

Alfredo González Flores, quien fuera presidente entre 1914 y 1917, hasta que fue derrocado por los Tinoco, se graduó del Liceo en 1886 y posteriormente obtuvo su título de abogado.

José Basileo Acuña, poeta y ensayista, Premio Magón en 1983, es otro de los destacados exalumnos del Liceo, quien tuvo la oportunidad de  escuchar las enseñanzas de Brenes Mesén, al que evoca de esta manera en el libro Poesías de Roberto Brenes Mesén, publicado por la editorial Costa Rica en 1975: “En el año 1912 recibí con él los cursos de Filología Castellana, Obras Literarias, Psicología y Lógica. En el año 1913, los cursos de Literatura General, Lógica y Debate”.

Entonces, recuerda Acuña, que Brenes Mesén además de dar clases en el Liceo era el Secretario de Instrucción Pública del gobierno de Ricardo Jiménez.

A esa lista de personalidades destacadas se une Daniel Oduber Quirós, quien más allá de sus contratiempos en sus años finales, siempre fue considerado por miembros del Partido Liberación Nacional (PLN) y opositores como un político con una formación privilegiada  y  con una brillantez innegable.

El Liceo llegó a tener tanta fama que incluso el propio José Figueres Ferrer estuvo un año en él.

En su libro El espíritu del 48, escrito con el auxilio del periodista Guillermo Villegas Hoffmaister y el padre Benjamín Núñez, que fuera a su vez capellán del Ejército de Liberación Nacional, don Pepe asegura que se graduó del Liceo.

“Terminé mis estudios secundarios en el Liceo de Costa Rica” dice en el primer párrafo de  la página 29 y líneas más abajo, remata: “Tan fuerte llegó a ser mi malestar (con la educación), que cuando obtuve el bachillerato no retiré el diploma correspondiente. Por mí que lo botaran”.

En el libro del centenario del Liceo, publicado en 1987, don Pepe no aparece mencionado como egresado de dicho centro educativo.

MIRADA INSTROSPECTIVA

La exposición que recorre la ya larga vida del Liceo en el ámbito de la educación pública costarricense es una oportunidad para que esa institución mire hacia adentro y hurgue en su pasado.

El propio Mora ha sido uno de quienes más se ha preocupado por evitar que esa memoria quede en el olvido y, por ese motivo, cuando se realizó la remodelación del edificio hace cinco años, estuvo muy pendiente de que documentos de un gran valor no se perdieran.

Luego de permanecer los archivos por varios años en una bodega, ya fueron devueltos a la casa museo; sin embargo, ahora falta el proceso de clasificación y ordenamiento. Existe interés entre las autoridades del Liceo de habilitar ese espacio, pero no cuentan con fecha establecida para su reapertura.

Gracias al interés por conservar la historia de su colegio, la actual exposición cuenta con un aporte de gran valía de Mora, quien es uno de los más entusiasta con que se acerque al público nacional a esta institución benemérita de la cultura.

En un país con una frágil tradición por conservar su memoria colectiva y material, cada vez que una iniciativa busca resaltar el pasado para alumbrar el presente, como lo es la exhibición sobre el Liceo de Costa Rica, enciende una pequeña llama sobre la relevancia de que nadie olvide de dónde viene y menos todavía si se trata de un recorrido por 132 años de historia.

FOTO01: El actual edificio del Liceo de Costa Rica evoca la grandeza y esplendor que tuvo este colegio público durante al menos 60 años. (Foto: Katya Alvarado).

FOTO02: La Costa Rica de finales y comienzos del siglo queda aquí retratada en esta foto de la exposición en la Biblioteca Nacional sobre el Liceo de  Costa Rica. (Foto: Katya Alvarado).

FOTO03: El director José Fidel Tristán (izquierda al frente) con sus alumnos en la década del 20. Foto: Katya Alvarado).

FOTO04: Dos exalumnos del Liceo visitaron la exposición el jueves 7 de febrero. Foto: Katya Alvarado).

FOTO05: La exposición recoge una faceta en la que el Liceo también brilló: su equipo de baloncesto, hoy desaparecido. (Foto: Katya Alvarado).

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