Cultura Premios ACAM 2024

Tres pájaros en la voz de Berenice

La artista Berenice fue galardonada con seis premios ACAM 2024 por su producción discográfica Nido. El álbum está dedicado a tres pájaros que hacen sus nidos de diversos y singulares modos: el guardabarranco o bobo, el carpintero y el pecho amarillo.

Compositora y cantante prolífica, activista, amorosa y con voz de tres pájaros: el bobo o guardabarranco, el carpintero y el pecho amarillo. Así se podría describir a la artista costarricense Berenice Jiménez, quien tejió su álbum debut Nido, y dos años después le sobrevino una avalancha de seis premios de la Asociación de Compositores y Autores Musicales de Costa Rica (ACAM) 2024, anunciados recientemente.

Nido es una creación colaborativa con 12 canciones, autoría de Berenice y arreglos en conjunto con los españoles Los Locos Descalzos, grupo que acompaña a Pedro Pastor en su proyecto.

Nido es una creación discográfica colaborativa que contiene 12 canciones autoría de Berenice y arreglos en conjunto con los españoles Los Locos Descalzos.

La alineación musical de Los Locos Descalzos es Nico Martos (bajo y voz), Álvaro Navarro (guitarra, tres cubano, kalimba, flauta travesera y voz) y Alan Denis de la Sierra (batería, percusión y voz).

Según la biografía en Spotify tienen una trayectoria de más de 14 años y se consolidan al acompañar como banda a Pedro Pastor (cantautor de Rivas Vaciamadrid), en un concierto de Fito y Fitipaldis en Tenerife en 2015.

El disco Nido de Berenice ganó en las categorías Álbum del año, Canción del año (por el sencillo “Espirales”), Ingeniero de sonido (Daniel Solano, Eri Román y Alan Denis de la Sierra), Artista Revelación y Nueva canción.

No es que Berenice sea una artista “nueva” en sentido estricto, ya que desde hace unos 12 años forja su carrera artística; sin embargo, Nido sí es su primer disco.

“Me dieron el reconocimiento como Artista Revelación también pensando en que es una categoría que destaca un proyecto artístico que tiene potencial de crecer rápido; el mío es el primer disco que hago producido en estudio”, explicó Berenice.

En conversación con la multipremiada cantautora, cuenta que Nido vino potenciado por la pandemia del COVID.

Fue un periodo en que no solo los pájaros cantaron más por la quietud humana, sino que la voz pajarera de Berenice fue intensamente creativa y cristalizó, posteriormente, en el proyecto que hoy en día le deparó varios galardones.

Para 2022, Berenice viajó a España. En Phantom Studio, ubicado en Rivas Vaciamadrid, y junto a sus amigos Los Locos Descalzos, realizó la grabación de Nido. (Foto: Camila Cartondo)

El inicio de este camino discográfico fue en 2019, año que Berenice produjo la presentación en Costa Rica de Pedro Pastor y Los Locos Descalzos, cuyos conciertos ella misma abrió.

El 31 de diciembre, luego de dicha gira local, los colegas del grupo y ella estaban siendo mecidos por las olas del mar en Montezuma cuando ocurrió la serendipia musical: Berenice les enviaría canciones a España y ellos las arreglarían.

Por esta razón, a Los Locos Descalzos les llegó a España “Mudar de piel” y luego “Espirales”, “que habíamos tocado juntos aquí cuando le abrimos el concierto a Pedro Pastor; es una pieza que está llena percusión corporal”, agregó.

Para Berenice fue una contradicción —o quizá una paradoja— que la pandemia desmejorara la economía pero a la vez promoviera que los músicos que se quedaran en sus casas tuvieran la posibilidad de “juntarse” para crear virtualmente.

“‘Espirales’ fue una hija de ese momento de quietud y obtuvo el premio a Nueva Canción”, se alegró.

Para 2022, Berenice viajó a España. En Phantom Studio ubicado en Rivas Vaciamadrid, junto a sus amigos desquiciados y sin zapatos, terminó de escribir las demás canciones y realizó la grabación de Nido.

El disco fue estrenado en Teatro a Mediodía del Teatro Nacional en junio de 2023, y también fue preestrenado tanto en España, como en México y Argentina en el marco de una gira.

“Me parece importante tejer lazos con los y las colegas que conozco por esos lados. Ha sido muy bonito, porque el disco en sí mismo ha sido un homenaje a pájaros en todo sentido, pájaros viajeros, pájaros latinoamericanos, que nos ha llevado a compartir con un montón de personas”.

A continuación un extracto de una conversación de más de una hora con Berenice, mientras la lluvia y la conexión con Internet interrumpían el diálogo (que finalmente se estabilizó).

¿Compusiste las piezas en qué momento y cómo fue ese proceso creativo?

—Algunas canciones fueron compuestas previamente y varias se terminaron de componer en el viaje a España. En términos de composición abarcan desde 2017 hasta 2022, que es cuando grabamos este disco. Igualmente hubo cosas que mover, que arreglar, que volver a mirar para garantizar más o menos una estética que correspondiera con el resto de material grabado ya creado, a partir del calor de los ensayos en el estudio durante un mes seguido y el otro mes lo dedicamos a grabar el material que fue grabado en dos semanas. Hubo una propuesta tangible de cada músico y mi propuesta como autora y artista, como directora del proyecto, fue siempre una apertura creativa para Álvaro, Alan y Nico, que han tenido acercamientos a muchísimos estilos de música porque desde muy niños hacían música juntos en la calle. Esta es la primera vez que colaboran con otra artista que no sea Pedro Pastor y fue interesante que fuera conmigo porque soy de un país pequeño, en donde hay otro tipo de ritmo, otro tipo de industria y fue lindo que confiaran en mí también y que al final se convirtiera toda esta experiencia en un intercambio cultural.

¿Cómo hicieron clic Los Locos Descalzos y vos?, ¿cómo surgió la idea de colaborar?

—Yo hice la producción de Pedro Pastor las primeras dos veces que vino porque soy productora independiente. Había conocido a Pedro Pastor en el Festival Internacional de Cantautores en  2017 en el que yo había quedado en el tercer lugar representando a Costa Rica. Luego acompañé a Pedro en la gira con Los Locos Descalzos en 2019. En ese marco, Pedro me invita a hacer la apertura del concierto y ahí conozco a los chicos de la banda de Pedro Pastor y hacemos clic y nos acompañamos. Se quedaron bastantes semanas acá y nos fuimos a la playa, donde en el mar nos dejamos llevar por las olas. Estábamos ahí flotando, las olas nos llevaban y nos traían, mientras atardecía. Para todos fue una locura. Ellos no estaban acostumbrados a ver ese movimiento en las olas y yo decía “esto es potencialmente peligroso”, pero sentía que el mar nos estaba dando un mensaje, yo sentí el mundo poético ahí, y pensaba que hay que aprender a soltar. Curioso ese mensaje. Después de eso, apoyé a Guadalupe Urbina en la gestión del Festival Madre Monte de 2020 que fue el último antes de la pandemia. En ese momento hice la canción “Mudar de piel” sobre esa experiencia, sobre aprender a soltar y honrar a las personas campesinas. De pronto cae la pandemia y me devuelvo a San José y le envío “Mudar de piel” a Alan de Los Locos Descalzos. Yo estaba ahorrando para irme a España y grabar un disco. Empezamos a trabajar en diferido, a conversar acerca de la música. Parecía lejano la idea de ir allá a grabar este disco juntos.

¿Fue un tejido que se fue creando poco a poco?

—Qué lindo lo del tejido porque el disco es un homenaje a tres pájaros que tejen nidos distintos: El bobo o guardabarranco, que lo hace en la tierra de un barranco, el carpintero, que lo construye en un árbol, y el pecho amarillo, que hace un tejido de lado. Yo he cantado toda mi vida, hice ensayos de canciones y luego me dediqué a estudiar poesía. Cuando estudié psicología me dedicaba un poco más a escribir de esta manera, estuve haciendo coros con Miriam Jarquín y después conocí a Víctor Pérez, con quien hicimos el dúo Lapislázuli y grabamos un disco en 2017. Yo he hecho canciones desde 2013 y me empecé a presentar en escenarios. Cuando conocí a Los Locos Descalzos, mi carrera tenía como unos cinco o seis años de irse curtiendo, de ir investigando. A mí la música me ha pasado muy cercana. Estudié violín de niña, mi abuelo era violinista, mi abuela cantaba, mi mamá, que se hizo cargo de nosotras como madre soltera casi toda mi vida, se acompañó mucho del apoyo de mis abuelos, entonces yo estuve muy llena de música, especialmente música clásica. La música siempre fue parte de mi vida y luego en la universidad me dediqué a hacer canciones. Cuando me encuentro con Los Locos Descalzos yo tenía un montón de canciones que en realidad no estaba pensando en hacer un disco, no entendía muy bien de qué iba el asunto de hacer discos y tocaba mucho en vivo y el escenario me cautivó. Fue un lugar muy precioso para hacer encuentro humano, y hablar desde la poesía, desde lo que implica hacer canciones, empezar a generar un contenido estético con la colectiva Viajo sola, por ejemplo. Empecé a cantar sobre ciertos temas y a hacer la voz que acompaña movimientos sociales, como la toma estudiantil.

“Fue lindo que Los Locos Descalzos confiaran en mí y al final se convirtiera toda esta experiencia en un intercambio cultural”. (Foto: Laura Ángel)

 ¿En tus composiciones vos creás la melodía y pensás en los arreglos?

—Debo decir que es un proceso único para cada artista, no hay fórmulas y, por lo general, la gente trabaja creando sus canciones que pueden tener unos arreglos, o artistas que se las dan a un productor que decide quién va a ser los arreglos. Ahora como no dependemos exclusivamente de los estudios de grabación, sino que podemos hacer maquetas por el acceso a la tecnología, entonces los procesos se diversifican un montón. En este disco yo hice la mayoría de las ideas de los arreglos con la voz. Las maquetas previas eran mi voz principal con una guitarra y de pronto alguna percusión y un montón de melodías que algunas quedaron al final tocadas por instrumentos. Eso era lo que le mandaba a Alan Dennis. Trabajamos estos arreglos que eran las primeras ideas creativas y el resto los trabajamos en los ensayos. Para mí siempre fue una decisión estética. Yo pude haber mandado hacer a alguien los arreglos y que Los Locos Descalzos solamente los tocaran, pero a mí me interesaba como artista que fuera un disco de colaboración en sí mismo, y también que los músicos y las personas en general implicadas en el proyecto tuvieran libertad creativa. Todas las personas que pusieron ahí su propuesta tuvieron libertad creativa, e incentivé y dirigí esa libertad creativa para que también las ideas en su inicio tuvieran un desarrollo.

¿De alguna manera es una creación colectiva?

—Exacto, sí. Es una creación colectiva partiendo de mis composiciones y las ideas conceptuales del disco. Todo surge tanto a partir de la experiencia artística, y esa idea artística se lleva a cabo a partir de estas colaboraciones.

¿Cómo describirías la música del disco en su diversidad estilística y temática?

—El disco representa un amanecer con las densidades que esto tiene. Muchas veces he visto el amanecer desde diferentes lugares y hay este momento en que todo está quieto antes de que salga el sol, hace frío, no pasan animales ni vientos ni nada y de pronto sale el sol, y hay un boom de pájaros y lluvia, y de sonidos. Es un retrato de ese momento. La diversidad de las canciones en términos de estilo musical entra en la nueva canción latinoamericana que no propone un género ni prioriza un tipo de música, sino que pasa por un montón de ritmos iberoamericanos. Nido es un disco en el que podés escuchar distintas herencia de ritmos, es un tornasol donde hay una especie de reggae, murga o cumbia, o hay música de 6 x 8 con mucho tambor, mucho cuero. Se pueden escuchar canciones tranquilas y que tienen que ver con la sutileza de la voz pues mi trabajo está muy enfocado en la voz cantada y en cómo esa voz te puede transportar a otros mundos.

Tu propuesta de letrista ¿cómo la expresás?

—En la canción es interdependiente la letra de la música, de la puesta en escena, de los arreglos. No existe la una sin la otra. Siempre he sentido que las canciones son espíritus que llegan y se manifiestan a través del cuerpo de una, por lo tanto cada canción es distinta, y llega en un momento distinto. No quiere decir que una está esperando a que le llegue la canción, sino que tiene mucho que ver con la práctica creativa. Tenés que tener un compromiso con tu práctica, con la hoja en blanco y con el juego del presente, porque la creatividad es un juego con las herramientas que tenés a disposición en ese momento, pero esas herramientas las tenés que invocar cada vez que estás ahí, y tenés que estarlo haciendo constantemente para que también se vayan dibujando posibilidades. Siempre es un trabajo de apuntar algo nuevo. Por ejemplo, “Espirales” la escribí cuando estaba muy triste, la escribí para llamar a la alegría de los giros de la vida. Las canciones en mi vida han tenido la intención de acompañar mis procesos emocionales. Para mí están muy ligadas a la parte emocional y son cosas que a mí me gusta como cantarle a las personas que me acompañan y que escuchan estas obras y crear espacios estéticos artísticos para poder elaborar procesos emocionales.

Tu voz en Nido me mantiene en un estado de suspensión y no de resolución, ¿qué pensás del canto y su capacidad de potenciar estados emocionales, de acompañar, incluso de generar dopamina, como ha descubierto la neurociencia?

—Un disco te puede llevar a conectar un día con la letra, otro día con ciertos sonidos de los instrumentos, otro día con la voz; la voz cantada te puede llevar a un montón de experiencias estéticas. Me gusta un montón esa forma en la que sentís esta propuesta musical porque me hace pensar en que he dicho varias veces que no me interesa  demasiado plantearme una pregunta y que se responda, sino que me gusta mucho plantear en el escenario y en un disco, en las canciones, preguntas que luego se acompañan de otras preguntas. Qué linda la parte de la investigación en ciencias sociales en la universidad, por ejemplo, que nos mantiene siempre en ese mundo muy necesario de las preguntas. En ciertas ciencias nos quieren dar respuestas y certezas todo el tiempo, cuando al final el mismo método científico es parte de la experiencia de lo empírico y de una prueba y error constante. Entonces me gusta un montón que la voz o la propuesta musical te deje en esa expectativa porque justamente creo que eso es lo que te dejan los procesos de la vida.

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