En la tercera semana de noviembre de 1971, Víctor Jara visitó Costa Rica como parte de una gira latinoamericana y en el país realizó dos conciertos en la Universidad de Costa Rica y uno en la zona sur, donde el cantautor recibiría una fuerte impresión por las condiciones en que laboraban los trabajadores de la bananera.
Este es uno de los hallazgos de la investigación realizada por el músico e investigador chileno Esteban González Seguel, quien rescata en sus indagaciones la importancia que tuvo esa conexión de Jara con Costa Rica, a donde llegó invitado por el partido Vanguardia Popular.

Se estima que el artista pasó unos cuatro días en el país —la cantidad exacta no se tiene confirmada— y que además efectuó un par de presentaciones más: una en la sede de Vanguardia Popular y otra en Barrio Cuba, sitio al que lo llevaron para que conociera cómo vivía un sector de los pobladores de la capital.
Algunos de los que acompañaron a Víctor Jara a la zona sur de Costa Rica me contaron que quedó hondamente impresionado por lo que vio allí. Y eso me llamó la atención, porque hay que tomar en consideración que él venía de presentarse en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en Chapultepec y en el Palacio de Bellas Artes y que se viera especialmente atraído por lo que sucedía en la zona sur con los trabajadores de la bananera es un elemento relevante”, Esteban González Seguel.
González tiene indicios de que en esa visita, Jara pudo encontrarse con el bolerista nacional Gilberto Hernández y, dado que el cantautor chileno era un gran bailarín, es posible que disfrutara y bailara el swing criollo.
Como parte de la investigación que efectuó, González presentó, el martes 11 de julio en la biblioteca pública de Heredia, la conferencia: “Música y diplomacia cultural durante la Unidad Popular. Víctor Jara en Costa Rica (1971)».
Seguir la ruta de Jara en Costa Rica no ha sido fácil, reconoció González, por lo que tuvo que asumir las estrategias y las herramientas de un verdadero detective e ir llenando los vacíos hasta completar la historia, en la cual pretende no solo acercarse al personaje mítico en que se convirtió Jara, tras su asesinato el 16 de septiembre de 1973 en el Estadio Chile, hoy rebautizado Estadio Nacional Víctor Jara, sino al lado más humano y la interacción que tuvo con la juventud vanguardista costarricense de la época.
El 11 de septiembre de 2023, justamente, se cumplirán 50 años del golpe militar de Augusto Pinochet, que acabó con las aspiraciones de miles de chilenos que seguían la evolución del gobierno de Salvador Allende y de la Unidad Popular.
“Algunos de los que acompañaron a Víctor Jara a la zona sur de Costa Rica me contaron que quedó hondamente impresionado por lo que vio allí. Y eso me llamó la atención, porque hay que tomar en consideración que él venía de presentarse en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en Chapultepec y en el Palacio de Bellas Artes y que se viera especialmente atraído por lo que sucedía en la zona sur con los trabajadores de la bananera es un elemento relevante”, comentó.
En México, Jara estuvo 12 días, llegó el 5 de noviembre y efectuó cuatro presentaciones, gracias a los oficios de Rubén Ortiz, quien en ese entonces formaba parte del grupo Los Folkloristas, de acuerdo con una publicación de Jorge Leiva difundida por la Fundación Víctor Jara.
De hecho, Ortiz, en declaraciones posteriores expresó que todo había sido muy rápido y que buena parte de la organización la tuvieron que improvisar. En el libro La guitarra y el poncho de Víctor Jara, del periodista soviético Leonard Kosichev, declaró: “Todo se realizó con el apresuramiento e improvisación que caracteriza a los latinoamericanos: una carta y una llamada telefónica, a tan sólo quince días de su arribo, no permitieron organizar las cosas como hubiese sido deseable”.

De sus presentaciones en México surgió el disco Víctor Jara en vivo, grabado en la Ciudad Universitaria de la UNAM.
Posteriormente, la Fundación Víctor Jara lo reeditó en 2001. La grabación, disponible también en Youtube, permite escuchar a un Jara distendido y realizando introducciones a las canciones que iba a interpretar.
Luego de su estancia en México, el cantautor viajó a Costa Rica y continuó la gira por Venezuela, Colombia y Argentina en 1971.
En Costa Rica, en 1974, se publicó el disco Víctor Jara vive, dado que el cantautor le había regalado el material a Vanguardia Popular.
Zona sur
Jara se trasladó a la zona sur en una avioneta DC-3 que en un momento del trayecto perdió un motor y tuvo que finalizar el viaje en esas condiciones precarias, le contó Hernán Briones a González, cuando, después de mucho tiempo, logró localizarlo en Chile para que le narrara parte de la peripecia del cantautor en suelo costarricense.
Para que el cantante se movilizara en avioneta, hace 50 años, González estima que se requería de una gran logística, la cual estaba a cargo de los miembros de la juventud de Vanguardia Popular.
Entre esos integrantes estaban Lenin Chacón, Gilberto Calvo y Vladimir de la Cruz. El nexo para que Jara visitara Costa Rica se había gestado, precisamente, entre una amistad que se había desarrollado años antes con Calvo, a partir de 1967.
En la zona sur, Jara se presentó en lo que entonces se conocía como Villa Neily y se hizo con el auxilio del sonido de un grupo local, el que terminó por ser un auténtico desastre, relata González, al tiempo que aclara que por esa circunstancia Jara jamás se quejó, y, por el contrario, agradeció el respaldo que desde el punto de vista técnico se le prestaba.
Con la Guerra Fría como telón de fondo, la presencia de Jara era una oportunidad para que la izquierda costarricense demostrara su posicionamiento en el espectro político.
Y en ese contexto, frente a una realidad que le golpeó, como eran las condiciones en que laboraban los trabajadores de la United Fruit Company, no resulta extraño, dedujo González, que una de las canciones interpretadas fuera “A desalambrar”, de Daniel Viglietti. Las primeras estrofas de la pieza de Viglietti son más que elocuentes:
Yo pregunto a los presentes
Si no se han puesto a pensar
Que esta tierra es de nosotros
Y no del que tenga más
Yo pregunto si en la tierra
Nunca habrá pensado usted
Que si las manos son nuestras
Es nuestro lo que nos den
A desalambrar, a desalambrar
Que la tierra es nuestra
Es tuya y de aquel
De Pedro y María
De Juan y José
En el contexto de la visita de Jara, uno de los elementos que buscó desentrañar González fue dotar de rostro a los jóvenes que formaban parte del partido comunista de Costa Rica y no quedarse siempre con las referencias de los históricos dirigentes.
Visión ideológica
La visita de Jara al país se enmarcó en una clara visión ideológica en la que Vanguardia Popular buscaba reforzar su presencia, por ejemplo, en la Universidad de Costa Rica (UCR), donde partidos tradicionales de centro derecha y centro izquierda tenían una mejor posición. El Partido Comunista para entonces todavía estaba proscrito, pero las condiciones ya no eran las que predominaron cuando terminó la guerra de 1948.
De ahí que la presencia de Jara se aprovechara para intentar cimentar una posición ideológica más firme.
A pesar de que en aquel entonces el cantante chileno no era reconocido en Centroamérica, fue necesario que se hicieran dos conciertos, ambos el mismo día en la UCR, dado el interés que despertó.
De hecho, una entrevista brindada por Jara al Semanario UNIVERSIDAD, que en ese momento apenas había publicado 46 ediciones, tiene un claro tinte ideológico.
Para entonces, Jara y varios integrantes de la Nueva Canción Chilena —que había despegado a mediados de los años 60, con Violeta Parra como la gran impulsora de los jóvenes talentos— se desarrollaban como embajadores de lo que González denomina la diplomacia cultural de la Unidad Popular.
En la entrevista con el Semanario UNIVERSIDAD, ante la pregunta: “¿Este auge de la canción chilena, se ha intensificado con el advenimiento al poder de la Unidad Popular?, Jara responde: “La llegada al poder, con Salvador Allende, fue un estímulo inmediato para la cultura y en particular para la nueva canción en Chile.
Por ejemplo, se estableció una ley que permite que el 45 por ciento de la música que se escucha en las radioemisoras sea música nacional, y un 25 por ciento de ella, sea música folklórica. Ello ha permitido que, durante este año de gobierno que lleva la Unidad Popular, ya las radioemisoras nos hayan incluido a nosotros. A uno mismo le sorprende encender una radio por ahí y de pronto escucharse cantar.
A eso mismo se debe, por supuesto, que ahora los estudiantes y los trabajadores, pidan más de nosotros”.

Una gran solidaridad
Si antes del golpe de Pinochet los lazos con el pueblo chileno ya eran sólidos, como lo demostró la visita de Jara, tras el asalto al poder por las armas del dictador, en Costa Rica se dio una gran solidaridad con los exiliados y con el pueblo chileno en general.
Al país vino, como se sabe, un contingente de profesores que se instalaron en la Universidad de Costa Rica y en la recién creada Universidad Nacional.
Las investigadoras Diana Rojas y Marcela Ramírez en el artículo académico La solidaridad con los exiliados chilenos en Costa Rica, 1973-1988 destacan la participación de varias agrupaciones en pro de ayudar a los chilenos perseguidos y afectados por la dictadura.
Así, destacan al Comité de Solidaridad con el Pueblo Chileno, el cual estuvo conformado por agrupaciones como el Partido Socialista Costarricense, Vanguardia Popular, el Movimiento Revolucionario del Pueblo y el Partido Acción Socialista.
De igual manera, hay que puntualizar que en este sentido, hubo una gran apertura de intelectuales y artistas para contribuir con la resistencia y el exilio chilenos.
Uno de los grupos que más persistió y que se volcó de lleno en una solidaridad total fue Por Chile. Entre sus integrantes se encontraban Arnoldo Mora, Sebastián Vaquerano, Elena Nascimento, Raúl Tores, Julio Escámez y el periodista Carlos Morales.
Fueron muchos los actos y las acciones que durante años organizó Por Chile en pro de fortalecer a los exiliados y a los chilenos que se quedaron sufriendo los atropellos y las barbaridades del dictador Pinochet.
Este grupo realizaba un sin fin de acciones para conseguir recursos y mantener siempre viva la llama de que, tarde o temprano, el dictador tenía que caer y, con ello, sobrevendría la vuelta a la democracia.
Todas las acciones que se gestaban y que incluían contactos con chilenos que estaban efectuando la heroica resistencia se daban en un contexto de clandestinidad, con el propósito de proteger a todos aquellos que estaban involucrados en la larga lucha de hacer que Pinochet cayera.
Finalmente, el 5 de octubre de 1988, en el plebiscito que tenía como objetivo legitimar y perpetuar a Pinoche en el poder, la dictadura tuvo un revés, pues ganó el no y de esta forma se inició el proceso de transición a la democracia, que se materializó con la llegada del presidente Patricio Aylwin.
Un maestro en el escenario
Como se puede observar, el contexto antes y después de la presencia de Jara en Costa Rica indica que los lazos entre chilenos y costarricenses han sido propios de los pueblos latinoamericanos, que han tenido que hacer largos recorridos para intentar consolidar sus democracias y que todos tienen un tronco común, como lo resaltó en su momento José Martí en su ensayo programático Nuestra América.
Respecto a la investigación de González, en relación con el breve paso de Jara por Costa Rica, destacó que el artista cautivó a quienes asistieron a sus presentaciones, porque aquel tenía una gran presencia en el escenario. Su experiencia en el teatro le permitía dominar a las mil maravillas los conciertos.
De hecho, Jara tuvo formación teatral en la Universidad de Chile, pero antes debió superar una serie de dificultades.
En La guitarra y el poncho de Víctor Jara, Kosichev, quien conoció al cantautor cuando era corresponsal en Chile, contó la siguiente anécdota: “Isidora Aguirre, conocida autora dramática chilena, laureada del premio nacional, me refirió cómo le presentaron a Víctor la primera vez. Fue después de que aceptara la invitación de impartir el curso «Teatro de Chile». Un día en el pasillo la retuvo Pedro de la Barra, fundador del teatro de la Universidad Chilena, y le dijo en voz baja:
—(…) Este joven con su carita sonriente es mi alumno Víctor Jara. Será también tu alumno. Tiene mucho talento y es muy pobre. Este muchacho vive en un cuarto de pensión y se incendió la casa donde él vive. Se quemó la ropa, todo, hasta sus libros. Así que tenemos que ayudarlo (…)”.
Las dotes como cantautor las complementaba con el conocimiento que tenía del teatro, de ahí que su presencia en los conciertos tuviera ese componente que terminaba por seducir a los cientos que le escucharon durante su corta vida, dado que cuando murió tenía 41 años.
El 16 de septiembre del presente año, se cumplirá medio siglo del asesinato de Jara y su memoria sigue más viva que nunca, porque, en el fondo, su compromiso y sus canciones reflejaron la realidad de las clases oprimidas en América Latina.
Su lucha, como han defendido los grupos progresistas que todavía quedan en el subcontinente, buscó reivindicar a los más pobres, por venir él de un hogar en el que conoció de primera mano las carencias con un padre, Manuel, que vivía de cosechar tierras ajenas y una madre –Amanda— que trabajó a brazo partido para sacar a sus hijos adelante.
Pero la tarea grande de Jara fue más allá del escenario: y consistió en una contienda ideológica que lo unía a la visión de Simón Bolívar, José Martí, El Che Guevara y Fidel Castro: todos partidarios de la patria grande que era y es la América mestiza, con sus particularidades, contradicciones y sueños frustrados.
