A pesar de los esfuerzos por mejorar las habilidades de lectura y escritura de los estudiantes de primaria y secundaria, el país sigue atascado en este campo y las predicciones para el 2021 no tienden a ser optimistas.
Ana María Rodino, investigadora del Estado de la Educación (EE), lo reconoce con naturalidad, al tiempo que confía en que la futura realización de pruebas de idoneidad a los docentes por parte del Ministerio de Educación Pública (MEP) contribuya a mejorar el panorama.
El impulso de un nuevo programa de enseñanza del español en 2014, en el que se cambió el paradigma de una educación centralizada en aspectos gramaticales a otros más prácticos y creativos; la capacitación en temas de lectoescritura a un sector de maestros por medio de organizaciones como la Asociación de Amigos del Aprendizaje (ADA) y la Universidad Estatal a Distancia (UNED), así como los constantes diagnósticos del Estado de la Educación, son esfuerzos que se han incrementado en los últimos cinco años. No obstante, parecen insuficientes para que el sistema educativo despegue y los alumnos sean capaces, al menos, de poder interpretar un texto en sus distintas dimensiones.
El próximo miércoles 29 de julio, Rodino moderará el webinar “Recursos para la enseñanza de la lengua y la lectoescritura durante la pandemia”, por medio de la plataforma ProLEER. En la actividad participarán Melissa Arias, directora pedagógica de ADA; Beatriz Cardoso, presidenta del Laboratorio de Educación, de Brasil; Armida Lizárraga, directora ejecutiva de Luminario, Perú, y Alejandra Meneses y Maili Ow, profesoras de la Facultad de Educación de la Universidad Católica de Chile.
Como preámbulo de esa actividad, les presentamos a los lectores de UNIVERSIDAD un extracto de la entrevista sostenida con Rodino, una apasionada de lo relacionado con lectoescritura, área a la que ha dedicado innumerales horas en investigación y búsqueda de mecanismos para mejorar el aprendizaje de los estudiantes.
Además de la pandemia actual, se ha venido consolidando una epidemia subterránea en el país en cuanto a la enseñanza del español, tanto en la primaria como en la secundaria.
—Se refiere a la pandemia del bajo rendimiento en la lectoescritura. Lamentablemente es así. Y no es solo una cuestión de impresiones personales, porque hay datos que lo confirman, no solo las distintas versiones del Estado de la Educación (EE), sino también los resultados de las pruebas del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA, por su sigla en inglés), que son tristemente elocuentes. Desde el año 2009 empezó a tomarse en Costa Rica esta prueba. Se toma cada tres años y se evalúa competencia lectora, matemática y científica, en alumnos de 15 años, sin importar el grado en que estén, lo que cuenta es la edad para estandarizar la prueba.
Cada año, de esas tres competencias, se pone énfasis de una en particular. Cuando el país empezó se focalizó el énfasis en la lectura. Los resultados fueron bastante pobres.
Los resultados se han mantenido prácticamente estables y no ha habido mejora.
Un resultado en el que el 60% estaba entre el mínimo y por debajo de ese mínimo no es para estar muy orgullosos como país. Eso ya indica que hay problemas.
¿Cuáles fueron los estudiantes que salieron mejor en esa ocasión?
—Los muchachos que salieron mejor en la prueba eran los que leían más. Que tenían buen número de clases de español, que tenían bibliotecas en sus hogares y en sus escuelas. Que habían sido motivados para leer y asumían que leer es entretenido y agradable. No hay ninguna ciencia oculta aquí.
Los resultados de las pruebas PISA se han mantenido muy parecidas en 2009, 2012, 2015 y 2018. Este año estamos trabajando en el Estado de la Educación con el énfasis en la competencia lectora. Quiere decir que vamos a tener muchos datos sobre este tema.
Viendo la progresión no hay prácticamente cambios. Los resultados se han mantenido a lo largo de estos años. No se nota que haya habido un progreso en el estudio y aprendizaje del español y en la eficiencia en la lectura a lo largo de este tiempo.
El sistema ha permanecido estancado en cuanto a la capacidad lectora que muestran los estudiantes, por lo menos los que tienen 15 años de edad y están aproximadamente en la mitad de secundaria.
¿Qué estamos pasando por alto respecto de la importancia de la lectura?
—Que la lectura es la mediadora en todas las actividades que realizamos, no solo aquellas académicas, tiene relación con las actividades sociales, las del ciudadano, las laborales, hoy en todos estos órdenes cada vez se exige más de las personas y no podemos estar satisfechos con los resultados que hasta ahora está mostrando el sistema.
Hubo en 2014 una reforma importante de la enseñanza del español y las autoridades ministeriales dicen que eso se va a ver en unos años más y tienen confianza de que las pruebas PISA marquen y detecten un programa mejor organizado en lectoescritura. Eso habrá que verlo.
Partiendo del panorama que nos presenta, ¿cree que los resultados pueden ser como los prevé el Ministerio de Educación?
—No voy a hacer predicciones, pero hay otro dato que indica que no es fácil el que podamos esperar un incremento notable y es el tema de la formación docente.
Se puede cambiar el currículum y el actual es bueno, mucho mejor que el que existía antes. Aunado a ello, el MEP elaboró un programa de promoción de la lectoescritura, que está muy bien hecho.
El asunto es que esas son previsiones de autoridades y expertos, pero que para que se materialicen en el aula se requiere el concurso de docentes calificados. Un currículum no te cambia la realidad educativa.
El punto es cómo se implementa, qué pasa en el aula: realmente todos los docentes asumen el hecho de dar un espacio a la lectura en sus lecciones. ¿Todos los docentes se ocupan de promover la lectura, no solo los de español, como se dice en el currículum?
Esto lo podríamos saber con una investigación al respecto.
Lo que hasta ahora ha ido recogiendo el Estado de la Educación es que eso no está pasando. En gran medida por la formación docente y por su motivación.
Por eso sorprendió el año pasado una muestra de una encuesta que decía que el 74 por ciento de los maestros veía la lectura como algo obligatorio.
Ellos no leen por gusto. Con la lectura ocurre que no es fácil promover el entusiasmo si no lo tiene el propio docente.
Si no hay esa convicción de que eso es importante y placentero, y de que representa un gran disfrute, de que te abre la mente, de que te enseña a conocer otros mundos a los que no podés acceder por experiencia directa y de que te ayuda a profundizar en el conocimiento de las personas, eso no se puede transmitir.
Con base en lo anterior, el panorama no parece muy halagador, ¿verdad?
—Con docentes poco motivados y cuyas competencias en el área de lengua, que son difíciles de saber y de acreditar, porque lamentablemente los que contrataba el MEP no pasaban por ninguna prueba de méritos, es una tarea difícil de lograr.
Hay varias investigaciones del Estado de la Educación que indican que en preescolar y en primaria la competencia de los docentes en español es débil. Pocos han tenido cursos específicos sobre didáctica de la lengua y sobre español. En esas condiciones es difícil pensar el que se vaya a dar un mejoramiento de los niveles de lectura de nuestros jóvenes de 15 años. La lectura y la escritura, a diferencia de lo que es el habla y la escucha, que se aprenden espontáneamente, tienen que ser aprendidas de manera sistemática.
Se requiere de un reordenamiento neuronal, porque el ser humano no venía preparado para aprender a leer y escribir, como sí para hablar y escuchar.
Si no podemos garantizar buenos docentes para esa enseñanza sistemática, sería ilusorio pretender altos resultados.
¿Qué hacer entonces?
—La medida del MEP de hacer una prueba de conocimientos va a ser determinante, incluso podría ser más relevante que la propia transformación curricular, porque esta es cambiar el esquema, las orientaciones y los contenidos de trabajo; pero eso en manos de docentes poco formados no es garantía de éxito, mientras que si se pueden acreditar los conocimientos y capacidades del docente aspirante, eso sopesa un valor crucial en la enseñanza.
¿En qué plazo se podría empezar a ver ese cambio y a quién le corresponde esa responsabilidad?
—A las universidades les corresponde esa gran responsabilidad, porque son las que forman a los docentes.
El MEP tiene su parte también en términos de actualización de conocimientos, pero no es la formación básica.
En Costa Rica hay una infinidad de universidades. Además de las públicas hay como 50 privadas, las que lamentablemente tienen muy poca supervisión por el Consejo Superior de Educación Pública (Conesup).
Con el examen que tendrán que rendir tanto en la disciplina especializada como en materia pedagógica en general, esto pondrá sobre la mesa con mucha claridad la calidad de la formación inicial que han recibido. Ahí se verá qué universidades proporcionan una buena formación y cuáles no.
Confío, entonces, en que el proceso para la aplicación de las pruebas se haga lo antes posible.
¿Por qué si sabe que la lectura es tan espectacular para mejorar la comprensión de lectura y la escritura cuesta tanto desarrollarla?
—En una época la lectura era la principal fuente de ocio para las personas, más allá de sus estudios académicos. Era una manera de emplear y disfrutar su tiempo. Ahora han aparecido otros medios de entretenimiento que le disputan espacios. Primero fueron los medios masivos. Ahora la computación y todo lo que implica. Una gran cantidad de opciones que te da la tecnología.
En ese sentido, hoy es más importante que nunca el que se enfatice el aspecto motivacional sobre lo que puede ofrecer la lectura.
Hay que entender, también, que el uso de redes sociales no representa un buen uso de la lengua, aunque se utilicen mucho.
La lectoescritura en los medios convencionales contienen una serie de demandas que no se dan en las redes sociales, porque hay gente que cree que si escribe en dichas redes eso es suficiente. No hay más que leer los mensajes para darse cuenta de que eso está muy lejos de la competencia lectora y la competencia de escritura que deseamos en nuestros jóvenes para que sean buenos ciudadanos y para que aporten al país.
Hay que borrar la imagen de que la lectura es aburrida y difícil.
¿Qué más elementos influyen?
—Las condiciones socioeconómicas son muy influyentes. En lingüística se le llama el “Efecto Mateo” y la referencia desde luego es bíblica y consiste en que los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres. ¿Qué significa esto en lectoescritura? Que los niños que son buenos leyendo y escribiendo es porque han recibido mucho estímulo y mucha motivación de su hogar, lo cual generalmente sucede en familias de un alto clima educativo y con una condición socioeconómica de media para arriba.
Los que son buenos se harán, por lo tanto, paulatinamente mejores, mientras que los niños que están en la escuela con niveles muy bajos, se van a ir haciendo más pobres, porque a la escuela se le hace difícil contrarrestar las desigualdades con que llegan sus alumnos.
Es muy dramático pero así es: los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres. Y la escuela tiene que tener conciencia de eso para darse cuenta de lo crucial que es su rol para empezar a nivelar un poco la cancha. En el Estado de la Educación usamos mucho esta expresión. Tiene que nivelar un poco la cancha para tratar de romper con el determinismo de las condiciones socieconómicas de origen.
Los estudios de factores asociados de PISA siempre encuentran esa correlación. La escuela tiene que hacer un esfuerzo doble y triple para romper esa realidad.
¿Es entonces importante que el niño se desarrolle en un entorno con libros, por ejemplo?
—Para promover lectura y la escritura se requiere más que un buen programa de estudios en la escuela o en secundaria, o incluso en preescolar.
Nadie puede aprender a leer sin libros. Si no están los libros, cómo vas a aprender a leer. Los medios electrónicos no son los mejores para ello. Algo pueden hacer, pero no sustituyen al libro impreso.
¿Le llama la atención que en las encuestas de carácter nacional nunca se pregunta cuántos libros hay en cada hogar?
—No, ese es un parámetro que utilizan los investigadores de la lengua. Eso que decís es interesante. Lo voy a llevar al Estado de la Educación. Tal vez tengamos que sugerir que ese sea un elemento a considerar, que se pregunte cuántos libros hay y de qué tipo. Es importante que haya libros adecuados para la edad de los niños. Por supuesto, sí es importante en el hogar es igual o más importante el que haya libros en la escuela.
Es relevante que los niños entren en contacto con los libros. Que los toquen, los manipulen, que se apropien de ellos.
Sucede, sin embargo, que según los datos del MEP, solo el 12 por ciento de las escuelas del país tienen biblioteca.
—Es una cifra escalofriante. No me imagino una escuela que no tenga biblioteca y un bibliotecario, porque los libros solos no cumplen su función. El bibliotecario apoya al docente. No es el que solo presta un libro. Con un 12 por ciento en primaria y un 37 en secundaria, ¿cuántos niños quedan fuera? La biblioteca escolar, al igual que las municipales, tienen una función muy importante que cumplir, que no es solo el trasiego de los libros. Pueden hacer muchísimo para promover la lectoescritura.
En el concurso Mi cuento fantástico, de la Asociación Amigos del Aprendizaje, se ha dado un factor y es que una mayoría de escuelas cuyos niños obtenían algún premio en las distintas categorías tenían como factor común el que contaban con una biblioteca y un bibliotecario.
Aprender a escribir no solo es que se enseñan reglas ortográficas o en general la gramática; no, tiene que ver con modelos de escritura que se hayan adquirido a través de la lectura.
¿Está faltando imaginación para promover la lectura y llevar libros a las escuelas y comunidades?
—Sí, está faltando esa imaginación y además predomina una concepción errada de que porque tenemos acceso a la computadora ya el libro impreso no hace falta.
Datos demoledores <strong> </strong>
Una mirada a los resultados obtenidos por el país en las pruebas del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA por sus siglas en inglés) y datos contundentes del VII Estado de la Educación evidencian por qué Costa Rica arrastra tantos déficits en lectoescritura.
En lectura con dificultades se ha alcanzado el nivel II, que se ubica en el mínimo aceptable de un total de seis niveles.
RESULTADOS DE LECTURA EN PISA
2009: 443 puntos.
2012: 436
2015: 427
2018: 426
DATOS DEL VII INFORME DEL ESTADO DE LA EDUCACIÓN
- Un 45% de los docentes en servicio con- sultados no considera que el programa de estudios de Español sea un insumo rele- vante para la enseñanza de los procesos de lectura y escritura en el aula.
- El 74% de los docentes ve la lectura como una práctica obligatoria, poco relacionada con el gusto y el placer.
- Solo un 32% de los educadores en servicio consultados se siente totalmente preparado para la enseñanza de la lengua.
- La probabilidad de que un maestro o maestra cuente con los conocimientos y prácticas adecuadas para la enseñanza de los procesos de lectura y escritura, es de apenas el 50%.