Cultura Documental Allende, mi abuelo Allende

Salvador Allende: más allá del mito, el ser humano

En su ópera prima, la nieta de Salvador Allende escarba más allá de las fronteras del mítico abuelo para restituir al hombre en complejidad humana

Abrir las arcas de la memoria personal y familiar, aunque duela, sana heridas profundas. Restituir esos puentes mientras se verbalizan recuerdos para recuperar el pasado y la identidad fue uno de los afanes que Marcia Tambutti Allende, nieta del mítico presidente de Chile (1970-1973), Salvador Allende, acometió con su documental Allende, mi abuelo Allende.

El largometraje se presentó en el marco del Costa Rica Festival Internacional de Cine 2015 (CRFIC 2015), que se celebró del 10 al 18 de diciembre pasado en San José.

Tambutti, bióloga de profesión, volvió a Chile, luego de estar radicada en México durante muchísimos años, para asumir a lo largo de 8 años el rol de directora de un proyecto con una mirada radicalmente personal e intimista; para abrir las esclusas de su abuela Hortensia, de su madre Isabel, de sus hermanos y de su constelación familiar cargada de silencios.

Con su largometraje, ganador del Premio L’oeil D’or a Mejor Documental en la Quincena de Realizadores en Cannes 2015, la novel cineasta procura que la sociedad chilena sobreviviente de la tremenda herida del golpe militar y la muerte de Allende el 11 de setiembre de 1973 conozca y redescubra al hombre en su densidad, más allá del dibujo caricaturesco, vacío y sin dimensiones al que en algunos casos es reducido.

¿De dónde partió la necesidad de conocer mejor a su abuelo, Salvador Allende, en el ámbito familiar y personal y con ese material hacer el documental Allende, mi abuelo Allende?

–Fue un espejo que se dio cuando estaba leyendo [La piel del tambor] y me di cuenta de que la protagonista sabía todo sobre sus antepasados, por ahí del año 2003. La protagonista quiere salvar una iglesia construida como por cinco generaciones antes que ella y sabía la vida perfecta de cada uno de ellos. Ahí me di cuenta de que mi mamá no me había hablado de sus abuelos y, por lo tanto, yo no sabía ni cómo se llamaban, y que en realidad desconocía mucho de mi abuelo, del carácter, más allá de que te digan que era un tipo con mucho humor, muy inteligente, se vestía bien; sí te haces una imagen, pero era todo como títulos sin conocer anécdotas que doten de una densidad a una descripción de mi abuelo que era más vacía. Necesitaba bajar a más detalle.

Durante el rodaje, ¿logró este objetivo? El documental muestra que había resistencias para abrir esos recuerdos…

–La primera resistencia fue literalmente los años de dictadura, pues pasaban cosas terribles en Chile, con gente muy querida para mi familia también, con muchos dolores sumados en los exilios. Con todas estas pérdidas, blindan las emociones, porque mi familia asumió voluntariamente una misión política muy relevante que era recuperar la democracia, empujar los límites de la dictadura, denunciar lo que estaba pasando aquí como el atropello a los derechos humanos, entonces, creo que era mucho más relevante eso y blindarse. Después hay una especie de inercia del silencio, digamos que las personas aprenden a protegerse de una manera y después, aunque las condiciones sean otras, ya se enquistaron.

¿Y logró el cometido que tenía el largometraje? ¿Siente que la recompensó?

–La intención del largometraje fue cambiando, y creo que eso se establece cuando Maya me pregunta: “¿Qué es lo que realmente estás buscando?”. No estoy buscando solamente tener una idea más detallada y acabada sobre mi abuelo y conocerle en ese sentido, sino que la familia comience a hablar de temas que no hemos conversado antes, y eso sí se alcanza.

De hecho, usted después decide quedarse en Chile. ¿Cómo ha sido ese regreso a nivel familiar y político?

–Familiarmente, volver a Chile para hacer el documental me permitió estar los últimos de vida con mi abuela, así que en el fondo estoy muy agradecida de ello. Por otro lado, políticamente Chile es un país complejo, que todavía tiene bastante polarización.

Por ejemplo, con la película yo esperaba que los medios de derecha comentaran cosas negativas por ser mi abuelo el personaje de fondo y no fue así. Afortunadamente, hemos cambiado lo suficiente, de a poco se va a abriendo el país. Tuvo muy buena crítica, incluso en medios de derecha. Ahora yo personalmente me he ido involucrando, soy la única nieta que está involucrada con la Fundación Salvador Allende; me interesa que se difunda su legado, pero no tengo ninguna aspiración política ni electoral.

Yo no me refería a su filiación política, sino a la percepción que hay en Chile de don Salvador…

–Ha ido cambiando bastante. Para los 40 años del golpe hace casi un año, incluso hubo personas de derecha que por primera vez pedían disculpas; en realidad, el presidente Piñeda pidió disculpas y dijo que también había habido responsables silenciosos, siendo un presidente de derecha.

Claramente, la figura de mi abuelo se ha ido afirmando como un líder consecuente y democrático. En el 2009, la televisión nacional hizo un concurso de los grandes chilenos en la historia de nuestro país y dedicó varios programas a distintos personajes; después hizo una votación de quién les parecía más grande, y ganó mi abuelo. La votación abierta a todo público. En marchas sobre la educación gratuita y las del 1 de mayo hay un par de personas que les gusta disfrazarse de Allende, llevan carteles y caminan con la banda presidencial. El símbolo de que está al lado de los trabajadores o de los estudiantes es muy potente y sigue vigente.

En las esferas personal, social y política, ¿cómo ha ido sanando esta gran herida que fue la muerte de su abuelo y las durísimas consecuencias que conllevó?

–Yo no tengo memoria de cuando murió, porque tenía un año y 10 meses, pero me imagino el dolor que debió haber sido, eso lo puedo percibir por los momentos dolorosos, recordando ese 11 (de setiembre de 1973) en los homenajes que he vivido con mi familia.

Yo creo que por un par de generaciones más va a ser una herida para Chile. Son tantas cosas que cambiaron a raíz de eso, fueron tantas personas que perdieron seres queridos. En Chile, de acuerdo con la Comisión Valech (Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura), fueron tantas personas torturadas, decenas de miles, cerca de 100 mil. Por supuesto que a nivel cultural es una época que sumió en la oscuridad de muchos tipos a este país, entonces va a ser doloroso.

Es un trauma…

–Un poco le sucede al país lo que le sucede a mi familia, que los temas traumáticos son difícil hablarlos. En ese sentido, esta película tiene un papel. La han buscado un par de colegios para mostrársela a los estudiantes. Como país, a pesar de que en términos de cine sí se han hecho cosas, nos falta todavía conversar más de lo que ocurrió, entender y buscar todavía nuestra memoria e identidad perdidas.

Nos falta explorar muchas cosas. ¿Cómo cambió el país? Tuvo que ver con un cambio mundial, pero aquí fue tan drástica la manera en que se dio, de los procesos colectivos que eran más relevantes, del bien común a un país en dictadura, donde tienes miedo del otro, donde la competencia es lo más importante; se pasó a un individualismo extremo. Chile es un país fuertemente consumista y siento que le hace falta saber dialogar. Nuestra manera es un poquito violenta todavía, no somos muy negociadores. Entonces, tenemos una cultura heredada que ojalá vaya cambiando.

 ¿Y en relación a su familia y este paralelismo que usted señala?

–Lo que siento –que me lo han dicho, cuando se estrenó acá, personas familiares de detenidos desaparecidos– es que la película ayuda a ver esos dolores, que en efecto hace falta hablar más de estos temas, reflexionar sobre las emociones, que anteriormente no se hacía porque se veía solo desde el lado político.

Entender cómo nos afecta como familia o nuestras propias dinámicas familiares es algo esencial para mi generación, porque nosotros crecimos con ese quiebre, y para poder superar las cosas, en el buen término de asumirlas, de llevarlas mejor, creo que tenemos que hacer esta búsqueda también y esa búsqueda es desde otro punto de vista.

 ¿Su documental aporta a ese proceso familiar?

–Sí, claro, mi tía me decía: “Gracias por devolverme mi infancia”, porque lamentablemente cuando uno se protege, lo que te decía que se blinda, como que se cerraron a sus propias memorias de cosas muy felices también. Cuando mi mamá dice: “Aquí pasé los mejores momentos de mi vida”, y no quieres volver a ese lugar, también te estás excluyendo de memorias que en el fondo debería ser lo contrario, darte esa fuerza, hay algo muy bonito que sucede con esta recuperación de esta memoria.

 Con su documental, la restitución de esa memoria familiar trasciende y toca a Chile, ¿y los que estamos afuera de Chile?

–Ha sido increíble, realmente, porque uno quiere construir una película universal pero nunca sabes qué va a pasar. Otra cosa que aquí decía la gente joven fue poder ver a Allende como un personaje complejo, con profundidades de ser humano, y no la misma visión que tenían muy caricaturesca en blanco y negro. Lo agradecían, porque las generaciones menores, en esta división tan fuerte, hablaban de Allende muy poco de lo que fue su vida y está tan marcado todo por el 11… Es tan bueno entenderlo con toda esta riqueza.

 ¿Incluso adquirió dimensiones de mito?

–Antes tenía esas dimensiones, y las seguirá teniendo, no creo que la película las derribe. De hecho, yo quise poner un poco de eso en un diálogo que tengo con alguien cuando me dice “y se sabía todos los nombres”, y yo decía: “Es que no lo puedo creer, es que eso me parece un mito”. Y me dice: “Yo también pensaba que era un mito, pero yo lo vi”. Lo que me impactó de ese diálogo es que mi abuelo ya era un mito en vida. Nos decían esto que no podíamos creer, que era un líder que llegaba a un pueblo y conocía la gente.

 Usted es bióloga y asumió este proyecto audiovisual que le demandó muchos años de investigación. ¿Cómo fue este proceso?

–No son procesos fáciles, a mí me costó muchísimo, al inicio sobre todo. Mi primer gran hito feliz fue establecer la producción de la película con Paula Castillo, porque ella solo produce documentales de autor, con una visión personal; además, dirige y tiene una inteligencia emocional muy fuerte.

Paula decía que yo podía dirigir este documental sola, que hiciéramos el intento, rodeándonos de gente muy profesional con mucha experiencia en cine documental, desde el rodaje hasta el montaje. Fue un trabajo de equipo. Yo seguí trabajando medio tiempo de bióloga. Yo había visto muchas películas de búsquedas íntimas y me daba cuenta de que, en la mayoría, los directores se evadían, o sea hay un momento donde cuesta mucho enfrentar en una crisis existencial la cámara.

Entonces, le pedí al equipo que me empujara, que cuando yo me quisiera evadir, ¡sujétenme! Uno afronta una película con ciertos principios: quiero que sea honesta, quiero que sea transparente y, sabiendo que hay cosas que son difíciles de mantener por un pudor natural, elegí el equipo que me dijera: “Tienes que mostrarte más, cuéntanos más de ti”. Eso sucedió a lo largo de la película.

 

Las últimas palabras

Mensaje de Salvador Allende a los ciudadanos, transmitido por Radio Corporación a las 8:45 a.m., el 11 de septiembre de 1973:
“Que lo sepan, que lo oigan, que se lo graben profundamente: dejaré La Moneda cuando cumpla el mandato que el pueblo me diera; defenderé esta revolución chilena y defenderé el Gobierno, porque es el mandato que el pueblo me ha entregado. No tengo otra alternativa. Solo acribillándome a balazos podrán impedir la voluntad que es hacer cumplir el programa del pueblo”.

Salvador Allende fue presidente de Chile de 1970 a 1973. Trató de instaurar el socialismo en Chile por la vía democrática.

Nació en 1908, en el seno de una familia de la alta clase media de Valparaíso. En 1929, integró el grupo político universitario Avance y, en 1933, cuando se fundó el Partido Socialista de Chile, Allende, con 25 años de edad, fue su primer secretario regional. Médico, socialista y masón; antes de cumplir 30 años, fue elegido diputado por Valparaíso y Quillota. Participó activamente en la fundación del Frente Popular y fue nombrado Ministro de Salubridad, Previsión y Asistencia Social en el gobierno de Pedro Aguirre Cerda.

En 1945, fue elegido senador y se mantuvo en este cargo hasta 1970. Cuatro veces fue candidato a la Presidencia de la República, representando a una alianza cuya base la conformaban los partidos socialista y comunista: 1952, 1958, 1964 y 1970.

Triunfó en su cuarta postulación y accedió a la primera magistratura apoyado por una agrupación de partidos de izquierda, la Unidad Popular. Por primera vez en la historia, y causando expectación en el mundo entero, un político socialista y marxista llegó al gobierno a través de la votación popular.

El gobierno de Allende estaba convencido de que el socialismo podía construirse sobre la base de las tradiciones democráticas chilenas. Una de las pocas leyes aprobadas en el parlamento fue la nacionalización de la gran minería del cobre. Sin embargo, la naturaleza radical del programa de gobierno despertó una frontal oposición, tanto en el interior del país como a nivel internacional.

En medio de un contexto en que aún primaba la política de Guerra Fría, el gobierno norteamericano decidió utilizar todas las armas necesarias con el objetivo final de derrocar al gobierno chileno. El 11 de septiembre de 1973, fue derrocado por un golpe de Estado encabezado por el general Augusto Pinochet.

Luego de conformarse una Junta Militar, esta emitió un primer comunicado que solicitaba al presidente Allende la entrega inmediata de su cargo a las Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile. Allende resistió en el Palacio de La Moneda y advirtió a sus cercanos que moriría en el lugar donde lo había puesto el pueblo: como Presidente de Chile. Antes de ser bombardeada la casa de gobierno, dirigió sus últimas palabras y, a las dos de la tarde, antes de que los militares entraran al palacio, Salvador Allende se suicidó.

Fuente: www.memoriachilena.com

 

[padding type=”medium_right”][quote_colored name=”Marcia Tambutti, directora del documental Allende, mi abuelo Allende.” icon_quote=”no”]

“Yo no estoy buscando solamente tener una idea más detallada y acabada sobre mi abuelo y conocerle en ese sentido, sino que la familia comience a hablar de temas que no hemos conversado antes”.
[/quote_colored][/padding]

Suscríbase al boletín

Ir al contenido