Cultura

Retrato de Joan Manuel Serrat en Costa Rica  

Una visión personal de quienes lo admiran o lo han tratado nos presenta a un Serrat cálido y siempre coherente con su música y su poesía.  

En medio de la Guerra Fría y en especial en aquella Centroamérica que se había convertido en un punto estratégico de la geopolítica de entonces, Joan Manuel Serrat se presentó en Costa Rica a comienzos de los años setentas, cuando todo era ebullición, luchas, sueños y anhelo de un futuro mejor para una América Latina convulsa que recibió al cantautor catalán con los brazos abiertos, a tal punto que con el paso del tiempo se convertiría en su segunda patria.

El cantautor catalán se presentará en mayo del próximo año en Costa Rica en fechas por definir en ese mes. (Foto: Interamericana de Producciones).

Fue precisamente en México donde se exilió durante 11 meses, luego de haber sido crítico con el dictador Francisco Franco, que emitió una orden de captura en su contra. En agosto de 1976 retornaría a Barcelona, en la que fue recibido por cientos de seguidores.

Encontró en esta patria grande de Simón Bolívar y de José Martí la posibilidad de compartir sus canciones, las cuales fueron coreadas por miles de jóvenes que se identificaban con sus letras y con sus luchas siempre a favor de los más desfavorecidos y siempre convocando a la utopía.

Tras anunciar el pasado jueves 02 de diciembre que el próximo año se despedirá de su público con una gira por España, Nueva York y América Latina, era imprescindible recoger algunas voces que retratan la admiración por el cantautor, o cómo se las ingenió un futuro profesor de historia para poder escuchar uno de sus conciertos en la Universidad de Costa Rica, o qué significó compartir un almuerzo con Serrat tras firmar un contrato de tres conciertos con la Federación de Estudiantes de la UCR (FEUCR), y cómo unos jóvenes se pasearon una noche con él por San José y para desdicha de ellos pocos se dieron cuenta.

En su gira de despedida, Serrat tocará en Costa Rica en mayo de 2022, aunque todavía no se sabe con precisión en qué fechas.

LOS TRES CONCIERTOS DE 1978 EN LA UCR

En abril de 1978, Serrat ofreció tres conciertos en el Centro de Recreación Estudiantil de la Universidad de Costa Rica (UCR). En esa oportunidad, le correspondió al entonces presidente de la FEUCR, Gerardo Contreras, negociar los detalles de las presentaciones. La primera fue el viernes 21 de abril y las otras dos el 24 de ese mismo mes.

Esta segunda fecha era emblemática, toda vez que se cumplían ocho años de las luchas de los estudiantes, sindicatos y movimientos de izquierda, entre otros, contra el contrato aprobado en la Asamblea Legislativa a favor de Aluminum Company of America (Alcoa), la empresa estadounidense que pretendía explotar bauxita en suelo costarricense.

En marzo de 2019, Serrat dio la clase inaugural en la Ciudad de la Investigación, mediante la técnica del conversatorio. (Foto: Katya Alvarado).

Esos tres conciertos, según informó el Semanario UNIVERSIDAD en aquella ocasión, fueron contratados por un valor de ¢70.000.

“Yo era Presidente de la FEUCR en 1978 y había llegado ahí por Unidad para Avanzar (UPA), que reunía a tres juventudes de izquierda: la de Vanguardia, la socialista y el Frente Estudiantil del Pueblo. En medio de la Guerra Fría, con una Centroamérica que era un volcán, con movimientos de lucha en Guatemala, Honduras, El Salvador y por supuesto Nicaragua, se hicieron aquellos tres conciertos.

“El primero fue el viernes 21 de abril, a las 6 p.m. y los otros dos el lunes 24 de abril, día en que se cumplían exactamente ocho años de la lucha contra Alcoa. El primer concierto de ese 24 de abril fue a las  4 p.m. y el segundo a las 7 p.m., ambos, como el anterior, en el Centro de Recreación”, relata el hoy Catedrático de Historia, ya pensionado, Contreras.

“El jueves 20 de abril, como Presidente de la FEUCR asistí, con cuatro compañeros del movimiento estudiantil, a un almuerzo con Serrat en el hotel Crystal, donde hoy están las instalaciones de Repretel. Ahí hasta hablamos de qué canciones nos gustaría que cantara y aprovechamos para pedirle que si podía decir unas palabras sobre Alcoa, le explicamos el contexto de la lucha, y él le dedicó unos minutos al tema, lo que fue muy bien recibido por todos los asistentes y produjo un aplauso unánime” , dijo.

“Sus canciones siempre están presentes: ‘Mi niñez, Muchacha típica, Cantares, Como un gorrión, Poema de amor y Vencidos. Escuché entonces que se presentaría en la UCR y fue mágico e inolvidable ir a verlo. (En esa ocasión se presentó en el Teatro Nacional, aunque algunos cultos lo consideraron indigno)”, Marietta Ortiz.

El historiador contó que los conciertos estuvieron totalmente llenos, por lo que mucha gente no pudo entrar por falta de cupo. El Centro de Recreación había sido tapado con papel y periódicos en sus ventanales, pero la música trascendía el recinto, por lo que al menos unas 500 personas disfrutaban la presentación de Serrat desde fuera del edificio.

El momento crucial de la noche llegó cuando Serrat y sus músicos decidieron que había que quitar aquellos papeles, porque al fin y al cabo los que estaban afuera merecían atención.

“Serrat pidió, y el mismo se puso a la tarea, que quitáramos los papeles. Incluso en algunas canciones le dio la espalda al público que estaba adentro, para dirigirse a los que estaban afuera. Fue un gesto inolvidable. Bellísimo. Un momento sublime. Para mí fue una lección. ¿Para qué habíamos puesto aquellos papeles? No era necesario”.

El propio Serrat, dijo: “Yo me voy a dar la autoridad de quitar estos papeles. Ustedes también son parte del estudiantado”.

Las cosas no fueron tan pacíficas unos años antes, cuando el cantautor catalán se presentó también en el Centro de Recreación, recuerda el historiador y catedrático de la UCR, Guillermo Carvajal.

“Cuando vino a la UCR –allá por el 73—como no nos dejaban entrar disque por haberse agotado las entradas, me dio una rabieta, me enfurecí con la Seguridad de la UCR y logré sacarle el revólver a uno de los vigilantes, me fui y abrí la puerta y les dije: ‘Ahora sí podemos escuchar al cantor del pueblo’. Por suerte, las cosas se calmaron y pudimos escuchar el concierto”, rememoró Carvajal, ya hoy con el paso de los años con un poco de nostalgia y de humor.

 AQUELLAS PEQUEÑAS COSAS

 A Serrat se le escuchaba en los años setentas en algunas radios comerciales del país y sus seguidores se las ingeniaban, también, para oírlo de mil maneras, dado que ya para entonces aquella carrera que había lanzado en el programa Radioscope en Radio Barcelona en 1965, había logrado reconocimiento internacional.

Una de las admiradoras es Marietta Ortiz, quien explicó a UNIVERSIDAD que le oye de toda la vida.

“No se me hace fácil escribir sobre mi vida. Y hablar de Serrat es hablar de mi vida. Lo ‘conocí’ en mi adolescencia. En 1976  lo escuchaba en la radio mientras estaba en la secundaria. Luego, mi hermana, que vive en México, me traía sus discos: día y noche los escuchaba.

“Sus canciones siempre están presentes: ‘Mi niñez, Muchacha típica, Cantares, Como un gorrión, Poema de amor y Vencidos. Escuché entonces que se presentaría en la UCR y fue mágico e inolvidable ir a verlo. (En esa ocasión se presentó en el Teatro Nacional, aunque algunos cultos lo consideraron indigno)”.

Y esa admiración se ha ido pasando de generación en generación en el caso de Ortiz y de muchos costarricenses, porque hoy son los hijos y los nietos los que todavía escuchan a Serrat, quien a los 77 años anunció hace pocos días que tras la gira del 2022 dejará los escenarios, aunque seguirá cantando y componiendo.

“Cuando me convertí en madre amé ‘Nanas de las cebolla’. Mis hijas mayores fueron arrulladas por sus canciones. Son sus acérrimas fans”.

En 2019 Serrat se presentó en Costa Rica el 15 y 16 de marzo en el Teatro Melico Salazar. Antes había hecho un conversatorio en la Ciudad de la Investigación, en la UCR, y para alguien que le admira tanto como Marietta Ortiz, era una ocasión propicia para ir a verle.

“Antes de la pandemia fui a verle a la UCR. Fue un privilegio y a la vez fue como estar con un amigo. Hasta me atreví a preguntarle, porque hubo un espacio para consultas, por el legado que podemos dejarle a nuestros nietos. Me contestó:  ‘Lo mejor es estar presente en sus vidas, compartir y aconsejarlos’.

El paso de Serrat por muchas vidas ha sido desde y para siempre significativo: “Su música es parte de mí. Está en mis neuronas y en mi corazón. Mi vida nunca hubiera sido la que es, buena o no, sin Serrat”.

Desde comienzos de los años 70, Serrat se presentó en Costa Rica, donde cuenta con miles de admiradores. (Foto: Interamericana de Producciones).

COMPAÑERO DE LUCHAS

Para el periodista e historiador Harold Leandro, Serrat se vincula a las luchas sociales que los años 70 y 80 se dieron en América Latina, en un período convulso marcado por el enfrentamiento Este-Oeste y que diera pie a la Guerra Fría con todas sus vertientes y contradicciones.

“Serrat fue, es y será, sinónimo de esperanza y de utopía. Cuando la Guerra Fría nos dividía en dos, en buenos y malos, en amigos y enemigos, no había espacio para la fraternidad. Como vivimos en Costa Rica, un peón de Estados Unidos, lo que no cupiera en esa lógica, era lo otro, lo que se debe rechazar, lo que atenta como el orden y la paz”, explica Leandro.

“Serrat vino a romper ese statu quo. Nos enseñó que es posible pensar de otra forma a través de la poesía de Miguel Hernández, de Mario Benedetti o la suya propia. Nos cantó y demostró que es lícito soñar con un mundo mejor, que es posible encauzar nuestra rebeldía hacia un mundo mejor, que somos agentes de cambio y que de nuestra lucha dependerá el futuro de nuestra sociedad”.

El estilo sobrio y trabajado del compositor hacía diferencias en el estrado, sin mayores aspavientos, ceñido en la propuesta que llevaba para cautivar a su auditorio.

“Serrat lo hizo de una forma bella, sublime, sin necesidad de canto estridente, sin la pose desafiante, sin gritar consignas incendiarias. No, lo hizo con la poseía, con el amor, con el juego de palabras que evidencian una verdad, con una tonalidad que lleva a la aceptación, con una cadencia que gusta hasta al más derechista.

Serrat no es de discursos altisonantes. Lo de él es, si acaso, una pequeña presentación de una canción y luego el portento de una poesía que es tan verdad por lo que dice, como contagiante por el ritmo”.

Cuando la música se basa en postulados como el compromiso, la sensibilidad social, la poesía, el paso del tiempo, como al buen vino, lo que hace es potenciarla y mejorarla. No es flor de un día que se marchita al siguiente. Es como aquellos verdaderos amores, que ni el tiempo implacable logra borrar, pese a las ausencias y tempestades.

“Lo mejor es que su música no tiene fecha de caducidad. Es tan presente y necesaria, hoy y mañana, como lo fue ayer. Siempre, aunque ya no esté en los escenarios, será necesaria la utopía que nos cantó, la esperanza, el saber que no somos seres humanos porque nacimos, sino que lo somos por lo que hacemos o podemos hacer por la justicia, el bien común, por eliminar el hambre y la desigualdad”, destacó Leandro.

UN PÁRENTESIS EN SILENCIO

Cecilia Chavarría, de Interamericana Producciones, ha tenido la posibilidad de organizar los conciertos de Serrat en Costa Rica desde hace 15 años. Tiene, por lo tanto, mucha anécdotas e historias que contar, pero ella prefiere ser reservada, al mejor estilo de Benjamín Franklin, que sorprendió al mundo con su Autobiografía resumida en apenas cien páginas, cuando había tenido una vida para escribir muchos tomos contando sus innumerables hazañas como investigador, inventor, diplomático, periodista, escritor y hombre de negocios.

Chavarría opta, mejor, por un paréntesis en voz baja para referirse al creador de Penélope. Gracias a ella, no obstante, UNIVERSIDAD entrevistó en exclusiva a Serrat en febrero de 2019 en México, en una entrevista en la que hizo un repaso de su carrera, reafirmó su compromiso y cercanía con América Latina, al tiempo que recordó a grandes poetas a los que musicalizó.

“Antes de la tristeza que pueda evocar la palabra despedida, yo describiría otros sentimientos, el primero de agradecimiento hacia el maestro por su poesía, su música maravillosa y lo que nos ha entregado al mundo y también, mucho, por sus muestras de cariño”.

La admiración de Chavarría venía de mucho antes, desde que de niña cantaba sus canciones.

“Luego tengo un sentimiento de orgullo, sí, de haber tenido el privilegio de trabajar para sus presentaciones en Costa Rica . Yo cantaba Barquito de papel y Aquellas pequeñas cosas siendo solo una niña, así que repito, imaginate el privilegio que ha sido para mí haber podido tratarlo y haber ayudado a organizar sus conciertos en el país. Son muchos los recuerdos que guardaré conmigo y espero también recibirle como siempre con toda mi admiración en mayo del 2022”.

CON SERRAT EN UN CAFÉ-BAR EN SAN JOSÉ

El catedrático de la UCR, Guillermo Barzuna, también vivió algunos momentos extraordinarios en aquellos días en que Serrat se presentó en Costa Rica.

Cuenta que una vez necesitaban hablar con él para hacer la gestión de un concierto en la UCR, por lo que él y otros compañeros fueron invitados a que lo fueran a ver en el Teatro Nacional.

“Nos pusieron en el palco, éramos como cuatro, que está muy cerca del escenario. La verdad, no se veía nada, pero lo escuchábamos. En el intermedio fuimos a hablar con Serrat. Nos recibió muy bien. Y me llamó la atención que antes de salir para la segunda parte del concierto, nos pidió que le rocíaramos la cabeza con coñac. Mientras otros cantantes se drogaban con pastillas y otras cosas, Serrat, para salir entonado, nos pidió que le echáramos coñac en el pelo. Y se empapó la melena. Era un galán.

A la salida lo esperamos. Y nos invitó a tomar una cerveza en un bar-cafetería, cuando San José estaba llena de cafeterías como La Perla, El Diamante, La Soda Palace y La Esmeralda. Creo que fuimos a la del Melico Salazar, que era La Perla. Eran como las diez de la noche y San José estaba lleno de gente. ¿Se imagina lo que era andar con Serrat? Para nosotros era como un dios. Entonces, entramos al bar y nadie se dio cuenta de que habíamos entrado con Serrat. ¿Imagínese lo que sería ver entrar a Serrat, a un Silvio Rodríguez o a un Rolling Stone a un lugar? , pero nadie se percató de que era Serrat y nosotros queriendo que alguien se diera cuenta, para que dijeran, mirá esos universitarios andan con Serrat, pero nadie se dio cuenta. Estábamos muy felices de estar con Serrat, pero muy tristes de que nadie se hubiera dado cuenta de que andábamos con él”. Esa noche, precisó Barzuna, le regalaron al cantautor Antología Mayor de Jorge Debravo.

Serrat tiene una historia particular con muchos países de América Latina, su segunda patria, como él la llama, y las voces que aquí lo retratan reafirman que Costa Rica forma parte de esa gran segunda patria que abrazara al cantante en momentos en que la suya olía a incienso, predominaba el conservadurismo y la censura era un canto extendido y triste en tierras del Quijote y de Machado y Miguel Hernández.

Suscríbase al boletín

Ir al contenido