Cultura

Pinacoteca electrónica será herramienta vital para el arte en Costa Rica

Con más de 20,000 imágenes, muchas de ellas desconocidas, Pincel empieza a funcionar el jueves 23 de agosto

Hace casi tres décadas la educadora e investigadora de Artes Plásticas de la Universidad de Costa Rica (UCR), Enriqueta Guardia, emprendió la titánica labor de ir creando un gran archivo de las arte visuales nacionales, concretado finalmente en la Pinacoteca electrónica denominada Pincel y que está a disposición de los usuarios a partir de hoy en www.artecostarica.cr.

El repositorio contiene 20.000 imágenes de obras de 290 artistas costarricenses. El periodo que abarca comprende desde finales del siglo XIX hasta la década de los setenta, acompañado por una ficha con datos básicos de consulta y acceso libre.

En 1995, Guardia y su colega Floria Barrionuevo iniciaron este ambicioso proyecto no solo para cubrir sus propias necesidades pedagógicas, sino, sobre todo, con el objetivo de ofrecer a los investigadores, estudiantes y profesores un archivo de imágenes con el que pudieran trabajar.

Autor: Max Jiménez. Título: Anita. Técnica: Óleo. Año: 1939.

En primera instancia, ambas educadoras enviaban diapositivas de las obras a Estados Unidos para que les fueran devueltas digitalizadas en discos compactos, lo que obligó a Guardia a adquirir una computadora Apple para poder manipularlos.

De este modo, según cuenta, “el proyecto ha ido con el cambio tecnológico, y termina en una pinacoteca digital en la nube”, cuyas búsquedas son libres.

La conciencia de que miles de niños o muchachos del sistema educativo de zonas alejadas no pueden visitar los museos fue el disparador. “¿Cómo estudian artes plásticas? ¿Cómo hacen los profesores para enseñarles? Si yo aquí en San José en los noventa y el 2000 tenía problemas para enseñar porque no tenía material digital, ¿cómo van a hacer esos profesores para enseñarles a esos niños de zonas rurales donde no hay un museo?”, se pregunta aún Guardia.

Avanzada la ruta asumió personalmente la tarea con ayuda de varios asistentes y de un equipo interdisciplinario de la UCR, conformado por informáticos, diseñadores e historiadores del arte. También recibió el apoyo de muchos artistas, gracias a los cuales pudo reunir la obra, y de coleccionistas privados, museos y galerías.

De una larga lista de personas que han apoyado, Guardia destaca a Mariela Soto, asistente principal del proyecto en estos últimos años; César Cordero, asistente gráfico; y Rebeca Aguilar.

Cuando Guardia habla del coleccionista, no necesariamente se refiere al grande “sino al que tiene dos o tres o cuatro cuadros, o un poco más” y que, por ejemplo, en una época formó parte de una clase media ilustrada que compraba cuadros y que estaba ligada a la comunidad artística.

“Cuando empezamos pusimos los ojos en las colecciones privadas para sacar todo aquello que estaba invisible, de familiares, amigos, amigos de amigos y conocidos de conocidos; algunas son obras de museos o galerías pero la mayoría son de colecciones privadas a las cuales nadie tiene acceso”, detalló.

Esta labor de hormiga –como ella misma la describe– le tomó años dedicados a visitar cientos de casas en donde la esperaban los cuadros que fotografiaba y de los cuales tomaba sus datos.

Guardia recuerda que iban de casa en casa con una cámara fotográfica, un cuadernillo y una cinta para tomar las medidas. “A veces hemos tenido que ir el día entero, almorzar y quedarnos hasta casi la noche o incluso dos días seguidos”, dijo.

De acuerdo con Guardia, un 70 % de las obras es de colecciones privadas que ha tratado de ver en persona para observar sus calidades.

“He aprendido muchísimo. No soy historiadora del arte de profesión sino de pasión y he aprendido la rigurosidad del historiador del arte o de un profesional en ese campo con la práctica y estudiando mucho”, aseveró esta educadora, quien trabajó durante 29 años en Estudios Generales de la UCR en donde impartía Apreciación del arte.

Autora: Lastenia Araujo de Artiñano. Título: Cara y cruz. Técnica: Xilografía. Año: 1936

Panorama

En Pincel están registrados los artistas plásticos y su obra, a los que tuvo acceso Guardia, tomando en cuenta que no todos vivieron o viven en Costa Rica.  La pinacoteca incluye fotógrafos, caricaturistas, artistas gráficos e ilustradores, entre otras disciplinas.

Con respecto a las temáticas que aborda, el menú abarca obras abstractas, alegorías, animalística, arquitectura, bodegón, decorativo, desnudo, documental, paisajes marino y urbano, histórico, maternidad, mitología, retrato y religioso.

Asimismo, Guardia quiso que estuvieran representados tanto artistas muy reconocidos como aquellos invisibilizados por la misma historia del arte costarricense, que se expresaron en una diversidad de técnicas y temáticas.

“En todas las etapas hay artistas que se salen del canasto pero que tal vez no son tan visibles; hay personas que innovan que tampoco son visibilizados”, mencionó Guardia.

Tal es el caso del origen del arte abstracto en Costa Rica, que de acuerdo con los historiadores del arte nace en 1959 con Lola Fernández, Manuel de la Cruz González y Felo García, pero que en el 2017 el Museo de Arte Costarricense da cuenta de la obra con estas características de Margarita Bertheau, que fue anterior a dicha fecha.

Las corrientes o movimientos que muestra Pincel van desde el retrato, preponderante a finales del siglo XIX, hasta el paisajismo que, de acuerdo con Guardia, se ha mantenido vigente.

“En 1800 y pico había mucho retrato pero una vez que empieza la escuela de Bellas Artes con Quico Quirós, Margarita Bertheau y Fausto Pacheco que dan acuarela”, se desarrolla una notable acuarelística. “El alumno se enamora del paisaje y del agua de la acuarela, porque es algo que uno puede hacer en el momento y no después irse a terminar en el estudio.  El paisaje ha permanecido, muy académico hasta completamente abstracto”, sopesó Guardia.

Autora: Sonia Romero. Título: Patricia. Técnica: Lápiz conté. Año: 1982

Dentro de esas corrientes, el grabado –que en un inicio se utilizaba para la impresión de las planchas de los libros–, se estableció con Francisco (Paco) Amighetti y Max Jiménez, que se destacan entre otros exponentes.

En litografía, Guardia nombra al desconocido Cano de Castro, el primer costarricense que desarrolló esta técnica. “Nadie lo conoce, viene de Europa, estuvo en un campo de concentración. Cuando llega hace una primera exposición de sus grabados, y hace una carpeta de grabados y lo tildan de loco y de enajenado. Si alguien lee la historia del grabado en Costa Rica, se dará cuenta que no se menciona pero aquí en Pincel  pueden ver sus obras porque la idea de esto es que nadie quede invisibilizado”, puntualizó.

En cuanto a técnicas, para Guardia el dibujo ha sido una constante y la pintura ha cambiado mucho, puesto que antes se usaba más el óleo y después el acrílico; incluso algunos artistas hacían investigaciones con pinturas industriales.

Con respecto a las temáticas, Guardia señala que hay temas que sobresalen como el paisaje, pero otros como el político se elude.

En la historia del arte costarricense el periodo de 1948 durante la guerra civil casi no depara obras pictóricas; “solo de Paco (Amighetti), que le encargó Pepe Figueres, y Luis Dael; y durante la guerra sandinista en Nicaragua que la tuvimos tan cerca y que debía de haber un hervidero de ese tema, e incluso ahora, ¿qué está pasando en Costa Rica?”, cuestiona Guardia.

Para la investigadora, los artistas son o deberían ser como un sismógrafo: “son los primeros que sienten esa revolución social, los que detectan las manifestaciones del ser humano en todo sentido, pero ese tema no les gusta tratarlo”.

Los temas relacionados con la pobreza también se soslayan, al punto de que artistas como Emilia Prieto y Lastenia Artiñano fueron señaladas por plantear la problemática en su obra.

Sin título. Autor: Jose A. Berrocal. Técnica: Óleo y collage. Año: 1984

Esta reticencia a mostrar el conflicto y la Costa Rica “oscura” se refleja en el paisajismo, según opina Guardia: “Es una imagen de lo que somos: en general los paisajes son de cielo azul, en un país donde llueve tanto”, dice.

La memoria privilegiada y el deseo didáctico y de servicio de Guardia se expresan de manera elocuente en la pinacoteca Pincel, una herramienta indispensable para el arte visual en Costa Rica, que como dice la autora del monumental proyecto: “pone a la luz cosas que tal vez no hemos visto y que muchos podrán ver, que los historiadores del arte no lo han conceptualizado así, o los que escriben sobre arte le han dado otro sesgo”.

Es muy importante para Guardia que nuevos historiadores y personas que quieran abordar el arte costarricense puedan tener una opción de estudiarlo de una manera diferente.

“El solo hecho de solazarse viendo paisajes o que una educadora pueda tomar unas imágenes y ponerlas en una computadora para dar una clase con aquello que antes no tenía”, valió para Guardia estas décadas de labor de hormiga.

Suscríbase al boletín

Ir al contenido