Con una computadora, un proyector y dos parlantes, Johnny González prepara una sala de cine improvisada en un aula. Todo está listo para ver El Codo del Diablo, documental costarricense del 2013. Incluso está presente Ernesto Jara, uno de los directores del filme, para hablar con el público.
Sin embargo, esta no es una proyección para académicos o estudiantes universitarios, sino para un grupo de privados de libertad, quienes entraron minutos después acompañados por uno de los guardas del Centro Penitenciario La Reforma y tomaron asiento para disfrutar de una película.
Esta no es la primera vez que González proyecta películas en esta penitenciaría, ya que en los últimos seis meses ha ido 11 veces para llevarles “buen cine” a los privados de libertad.
Estas giras forman parte del Programa Cine para Todos, una iniciativa que busca crear una educación y cultura cinematográfica en Costa Rica llevando filmes a lugares donde hay pocas posibilidades de apreciar cine europeo y latinoamericano.
El programa fue creado hace cuatro años por González y Rebecca Babb, nacido como un proyecto adjunto a la Filmoteca Cine Arte, su negocio de alquiler de cine alternativo ubicado en el segundo piso del edificio Walter, en la Calle de la Amargura (contiguo a Policromía), donde llevan 10 años dedicándose a recopilar material cinematográfico de todas partes del mundo.
“El cine no es solo un bloque de entretenimiento sino un arte que se debe utilizar para educar y propagar la cultura en la sociedad”, consideró González.
En sus cuatro años de existencia, este proyecto ha organizado 15 presentaciones en la Plaza de la Democracia con asistencia de hasta 500 personas, cinco en el jardín del Museo Nacional, así como diversas proyecciones en escuelas y colegios públicos.
Además, el Programa Cine para Todos se ha expandido fuera de San José y ha realizado giras a la Feria del Café en San Marcos de Tarrazú, a Costa de Pájaros en Puntarenas e incluso a las Aldeas Infantiles SOS en Limón, en las cuales se les han presentado películas a más de 100 niños durante el último año y medio.
Las visitas a La Reforma son la etapa más reciente del programa, la cual surgió como fruto del contacto que hizo González con las autoridades y las convenciera sobre la importancia de educar a los privados de libertad mediante el cine. De esta forma se le dio acceso al Programa Cine para Todos al Centro Adulto Joven de esta institución, y Johnny lleva seis meses trabajando con un grupo de 20 jóvenes.
Por supuesto, llevar el programa a esta penitenciaría involucra todo un procedimiento legal, pero González asegura que este nunca ha representado un problema porque se ha formado una relación de confianza con esta institución.
“La misma dirección del Centro Adulto Joven se encarga de todos los permisos para la utilización del equipo que llevamos y para poder llevar invitados que contribuyan a la conversación después de la película”, explicó.
En todos los viajes al centro penitenciario, Johnny ha sido acompañado por Estibaliz Ruiz, estudiante de trabajo social quien hizo su práctica profesional ahí y le propuso la idea de llevar cine a los privados de libertad. Ruiz destaca que tanto para los muchachos como para ella ha sido una nueva experiencia.
“Los privados de libertad son expuestos a un cine más cultural, histórico y significativo, han logrado alcanzar un nivel de consciencia distinto hacia su realidad y también han llegado a conocer historias de lo que se vive en otros países”, comentó.
La estudiante comenta que ha sido un proceso muy enriquecedor porque han procurado que el proceso sea horizontal y así tanto ellos como los privados de libertad aprendan mutuamente.
Los organizadores del programa admiten que ha sido un reto obtener la confianza de estos jóvenes y crear un espacio para la apreciación del cine con personas que están poco familiarizadas con el arte.
No obstante, González destaca que ha habido un gran progreso en estos meses, y que poco a poco los privados de libertad van mostrando una comprensión más profunda del “sétimo arte”.
Los jóvenes no solo han sido expuestos a una gran variedad de filmes, sino que han podido conocer a tres cineastas nacionales que González invitó para que hablaran luego de la proyección de sus películas, como es el caso de Roy Álvarez, director del documental Tierra Prestada, Patricia Velázquez, autora de Dos Aguas y en la visita más reciente estuvo Ernesto Jara, quien codirigió El Codo del Diablo.
Jara destacó la importancia de este tipo de proyectos, ya que aparte de usar el cine como instrumento cultural, promueven que este llegue fuera a un público más amplio. “Es la finalidad por la que uno trabaja, que no se quede solo en el círculo de los académicos o el de los que producimos audiovisuales. Llegar a estos espacios es complicado y por eso es significativo este esfuerzo”, manifestó.
El Programa Cine para Todos, a pesar de que representa el esfuerzo de un grupo pequeño de personas, ha logrado crecer mucho en estos cuatro años. Sin embrago, González quiere que este proyecto llegue mucho más lejos, porque su sueño es que todo el país pueda disfrutar y aprender del cine. “Nuestra meta es fortalecer la cultura cinematográfica costarricense para crear una conciencia a través del arte”.