Probablemente cientos de personas conocieron al actor Alvaro Marenco y de algún modo sus corazones fueron atravesados por su alegría, ganas de vivir, optimismo, entusiasmo y un largo etcétera de cualidades que hizo inevitable que estuviera rodeado de afecto.
Ese flechazo filial también le ocurrió al productor audiovisual de Canal Quince, Ronald Díaz, quien decidió realizar un documental biográfico del recién fallecido artista, luego de que saliera adelante de la COVID “que lo tuvo al borde de la muerte”, según expresó.
“Pensé que había que hacer algo con él. Álvaro era ese tipo de personajes que, a fuerza de verlos, los damos por sentado”, reconoció.
Díaz le propuso al director de Canal Quince, Iván Porras, la idea de producir el documental, quien lo aprobó de inmediato, pues, además, había conocido a Marenco al haber actuado en un cortometraje y en la película El baile de la Gacela, de su autoría.
“Álvaro tuvo un quebranto en su salud y tanto eso como el homenaje que recibió en el cine Magaly nos puso a pensar de la importancia de poder documentar un biografía de esta figura tan polifacética”, dijo Porras.
El director de Canal Quince comentó que le hubiera encantado que Marenco hubiera podido ver el documental finalizado. “Es la historia de uno de los colaboradores más activos de la vida cinematográfica de este país, que suma una perspectiva personal: vemos a Álvaro interactuar con sus hijos, que responde a preguntas sin responder antes y que empieza a dialogar con la posibilidad de su propia muerte”, agregó.
Recuerda Díaz que llamó a Marenco para proponérselo y lo primero que respondió fue: ¿Quién querría ver un documental mío? “Yo le respondí: pues todo el mundo. Nos reímos dando inicio a la complicidad que nos unió durante los seis meses que duró el proceso”.
Para iniciarlo citó a Marenco a una reunión en Canal Quince y conversaron largo y tendido sobre el enfoque deseado. “Acordamos que nos alejaríamos de lo hecho antes, y que hablaríamos más desde un plano íntimo y cotidiano. A Marenco le encantó la idea y después fijamos la primera sesión de grabación, que fue en el estudio del canal”, contó Díaz.
En la entrevista a profundidad tocaron distintos temas: su forma de vida, miedos e inseguridades, en contraposición a sus fortalezas y todo aquello que llenaba sus “días de vida y color”, detalló Díaz.
Luego grabaron dos sesiones en lugares y con personas que fueron nombrados en esa primera conversación, así como en las redes sociales, que eran representativas de su cotidianidad.
En la lista se anotaron su casa de habitación con sus amigos más cercanos: el cineasta Esteban Ramírez y el actor y gestor teatral Leynar Gómez, Barrio Escalante —uno de sus lugares preferidos—, y la casa de su hija Valentina.
“Al llegar diciembre finalizamos la producción porque la idea inicial era hacer un corto, y más bien se nos hizo largo. Álvaro se reía con eso: Yo no sé qué vas a hacer con tanto material. Esto ya no es un corto, esto es un largo”, mencionó Díaz.
“Hoy amanecí feliz porque vamos a grabar, decía Marenco cada vez que teníamos grabación”, recuerda Díaz. “Una vez cuando grabamos en el parque Francia me dijo: Ronald, tenés que terminar el documental antes de que me muera”.
Díaz sintió oprimido el corazón, porque sabía que estaba lejos de terminar el trabajo y la salud de Marenco estaba muy comprometida.
Unos meses después, cuando se enteró de su fallecimiento, lo embargó un gran dolor. Sin embargo, al mismo tiempo, sintió una profunda satisfacción por dos razones en particular.
La primera cuando Díaz llamó a Marenco para sugerirle el proyecto, el actor le respondió: “yo nunca he ganado ningún premio y esto que vos querés hacer conmigo, para mí, es un premio”.
La segunda ocurrió en la casa de su hija Valentina durante la última grabación. “Ese día se reunió casi toda su familia cercana y al finalizar les pregunté si eso lo hacían a menudo: al unísono me contestaron que no. Me agradecieron mucho que lo hubiera hecho y eso compensa la tristeza que me provoca no haberlo terminado a tiempo para que Alvarito lo hubiera disfrutado”.
En febrero comenzó la etapa de posproducción para estar listo a finales de año sin fecha prevista.
De acuerdo con Díaz, el documental tiene un estilo muy vivencial, que entremezcla una entrevista convencional como columna vertebral, salpicada de interacciones más espontáneas de la vida cotidiana de Álvaro.
Sus amigos, la actriz Alejandra Portillo, el director de cine Esteban Ramírez y el actor Leynar Gómez participan en conversaciones con el actor.
Díaz espera contar con material de las decenas de producciones en las que Marenco participó para enriquecer el registro visual del relato.
“Quiero agradecer el apoyo de Iván Porras para este proyecto, así como al equipo humano del canal que me acompañó en esta aventura. La experiencia de grabar a Álvaro será algo que quedará conmigo para siempre. El tiempo fue corto, pero la complicidad y el cariño que me prodigó perdurarán en el tiempo. El amor por la vida que él desparramaba de forma generosa es su mayor legado”, concluyó.
Honrar a Marenco
Esteban Ramírez, cineasta
“La pérdida de Álvaro es de las más grandes que he tenido en mi vida, porque siempre fue un amigo muy cercano y en los últimos cinco años la cercanía fue más intensa. Nos unió una tremenda pasión por el cine, tema del que conversábamos sin cansarnos. Es una pérdida para mí muy grande porque era una persona que en esta profesión tan tan difícil, en que hay tantos momentos de tanta incertidumbre, él siempre estuvo ahí para darme aliento, para hacerme creer que yo podía. Con respecto al documental, la conversación que tuvimos con Álvaro y Leynar Gómez fue en torno a porqué nos dedicamos a esta profesión tan maravillosa pero a la vez tan difícil. Yo quisiera tratar de hacer un homenaje a Álvaro realizando un cortometraje”.
Leynar Gómez, actor y gestor teatral
“Álvaro y yo fuimos muy cercanos, primero, porque nos conocimos a través del arte y estrechamos una amistad; y segundo, por la diferencia de nuestras edades, porque yo siempre me he acercado a personas que tengan más edad, les tengo mucho respeto por su experiencia de vida y conocimiento. Cuando lo conocí, sentí admiración por su trabajo, su trayectoria, me parecía que era una persona de la cual podía aprender mucho, con un gran carisma, energía y vitalidad y deseo de compartir con las personas. Me recibió como amigo, me recibió en su casa, me acompañó en mi trabajo como actor de teatro y cine, en momentos muy significativos, siempre de manera solidaria”.
Alejandra Portillo, actriz y presidenta de la Junta Directiva de Inter Artis
“Un día Álvaro publicó en redes sociales una foto de un almuerzo entre él y yo, y Ronald me llamó por teléfono para preguntarme cómo había sido ese encuentro y me dijo que quería hacerle un documental a Álvaro. Todos los insumos de esa conversación mía con Álvaro motivaron a Ronald a hacer el documental. Mi participación se dio después cuando Ronald estaba grabando y me convocaron a la casa de Álvaro, así como a Andrómeda, donde tratamos de recrear ese almuerzo café. A mí me dio un gusto particular y sentí mucho orgullo, porque yo sabía que Álvaro estaba muy contento de que Ronald hubiera valorado su mérito”.