Cultura

Otorgan ciudadanía de honor a Felo García

El artista, de 93 años, fue determinante para que el país tuviera un vuelco en la plástica a finales de los años 50, cuando impulsó una propuesta abstracta del arte nacional, en el que prevalecía la figuración.

Cuando parecía que todos los reconocimientos nacionales le habían sido otorgados y que se concentraban en el Premio Magón 2008, Rafael Ángel Felo García conocía la noche del 20 de abril de 2022 que la Asamblea Legislativa le había otorgado el título de Ciudadano de Honor de Costa Rica, por su amplia y destacada trayectoria en el mundo del arte.

Los legisladores consideraron que Felo García fue, a lo largo de su extensa carrera, un “artista de vanguardia”.

“La estética del tugurio” fue un término acuñado por el historiador del arte Carlos Guillermo Montero, para analizar la propuesta sobre dicha temática por García. (Foto: Instituto Británico)

Felo García es un artista de vanguardia porque decidió optar por la formación de la sociedad costarricense hacia el cambio, no solo por medio de la expresión plástica sino, también, utilizando los recursos pedagógicos y todo su acervo intelectual adquirido como sujeto en constante aprendizaje de la vida”, dijo la Comisión Permanente Especial de Honores en su informe al plenario.

Dicha comisión estuvo integrada por los diputados Jorge Luis Fonseca (PLN), Paola Vega (PAC), Edgar Jovel Álvarez (Independiente, quien sustituyó a María Inés Solís), Otto Roberto Vargas (Partido Republicano Socialcristiano)  y Dragos Dolanescu (Independiente).

Polifacético a lo largo de su extensa vida, Felo García ha sido gestor cultural, pintor, profesor, futbolista profesional y un hombre con una visión humanista a toda prueba.

La iniciativa para que García fuera declarado ciudadano de honor de Costa Rica fue de Dolanescu, quien contó con el respaldo de los citados legisladores, además de María Inés Solís.

El texto para que García fuera declarado ciudadano de honor fue presentado a la Comisión Especial Permanente de Honores en diciembre de 2021 y a diez días de que la actual Asamblea Legislativa cierre su actual período quedó aprobado.

Donalescu explicó a UNIVERSIDAD que “han hecho un esfuerzo titánico que tiene como objetivo darle el verdadero reconocimiento que se merecen los grandes artistas nacionales”.

En el último año y medio han existido varias declaratorias de ciudadano de honor, como la dada a Jorge Jiménez Deheredia y a 14 mujeres. En esa línea, el diputado adelantó que en esta semana esperan dejar listo el benemeritazgo de “Chavela” Vargas.

La exposición culto a lo irracional reunió obras de diferentes períodos del Magón 2008. (Foto: Internet)

Múltiples facetas

En un contexto de Guerra Fría en el que los intelectuales —de derecha y de izquierda— menospreciaban al fútbol como fenómeno social, Felo García se abrió paso como un artista genuino, después de haber sido un gran jugador en Costa Rica, Colombia, Cuba, Venezuela e incluso en Inglaterra donde estudió arquitectura y jugó de manera profesional al balompié.

De hecho, sus tempranas dotes de futbolista fueron las que lo impulsaron a marcharse a Inglaterra en 1947, con tan solo 15 años, con una beca, la cual se vio interrumpida por la guerra del 48, lo que lo obligó a movilizarse a Cuba y posteriormente regresar a Costa Rica.

Aquel niño que dibujaba desde sus primeros años escolares, más tarde se convertiría en pintor y arquitecto, lo que le permitió ser el fundador del Colegio de Arquitectos de Costa Rica, así como ser el primer director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Costa Rica (UCR), dependencia que dirigió entre 1971 y 1979.

Además, como detalla la investigadora Yamilet Pérez en su artículo “Manifiestos subyacentes de la obra artística de Felo García”, publicado en la revista Escena 32 (64) páginas 71 a 79, el pintor iba a ser uno de los abanderados de la introducción del arte abstracto al país.

“Algunos amigos lo llaman el “Adelantado”, aunque, en realidad, ha sido más que eso. Poseedor de un temperamento inquieto, polifacético e insurrecto, Felo García es uno de los artistas de vanguardia más conspicuos de la historia costarricense”, aseguraba Pérez.

Obra “Metálico con ruedas mini” de 1968, etapa en que el artista apostaba por una ruptura en el ambiente artístico nacional. (Foto: Internet)

Las consideraciones, esbozadas por Pérez en el mencionado ensayo, fueron incorporadas por los legisladores para argumentar los méritos de García como ciudadano de honor.

“Durante su época de estudios en Inglaterra, fue miembro fundador del grupo plástico “New Vision” (Nueva Visión), cuyo principio esencial fue la retroalimentación intersubjetiva de los artistas. Conscientes de la necesidad de compartir entre pares para fortalecer el crecimiento plástico de cada cual, se reunían regularmente para intercambiar ideas, experiencias, inquietudes y autocríticas.

“A su regreso a Costa Rica, se percató de la inconsistencia de la actividad artística, reflejada en la carencia de galerías de arte. Con el fin de contribuir a la apreciación artística, estableció su propia galería “Forma”, la que más tarde provocó la fundación de galerías de artes y letras”, explicó Pérez en su valoración del artista en el citado estudio.

Entre los aspectos que los legisladores consideraron en la citada comisión, estuvo el hecho de que Felo García fue el fundador del famoso Grupo 8, que vino a agitar el “mundillo” artístico costarricense.

Al respecto, en su libro, Historia crítica del arte costarricense, el exministro de Cultura, Carlos Francisco Echeverría, apuntaba: “Durante la década de 1950, Costa Rica vivió un proceso de modernización en lo político y en lo económico. Este proceso no se reflejaba (sic) en la plástica sino en la década de 1960. El crisol, el instrumento de modernización artística de Costa Rica, —entendida la palabra modernización en su sentido más superficial—, fue el Grupo Ocho”.

Y acto seguido, en esa página 130 puntualizaba lo que aquel colectivo había significado para la plástica nacional: “El grupo se formó por iniciativa del arquitecto y pintor Rafael Ángel (Felo) García, aunque sobre él gravitó fuertemente la influencia de Manuel de la Cruz González, que se integró como uno más de los miembros fundadores”.

Echeverría destaca que “los demás eran los pintores Luis Daell, Harold Fonseca, Guillermo Jiménez y César Valverde, y los escultores Hernán González y Néstor Zeledón Guzmán. Posteriormente, se integraron al grupo los pintores Guillermo Combariza y Lola Fernández”.

El autor relata que el manifiesto del Grupo Ocho fue publicado en la revista Brecha —en agosto de 1961— y que en diciembre de ese año realizaron la primera exposición colectiva.

Lo esencial de manifiesto del Grupo Ocho los recoge Echeverría en los siguientes fragmentos, que evidencian a las claras cuál era la posición de sus integrantes y que iba más allá de lo puramente estético, porque entre otras razones interesaba agitar, revolucionar el medio nacional que seguía anclado al pasado, cuando las circunstancias locales e internacionales apuntaban en otro sentido:

“La Belleza clásica está muerta porque ella es la negación del espíritu de nuestro siglo: estática, quieta, muda.

“La novedad, la intensidad, la extrañeza, las fuerzas en colisión, el vigor del contraste, la han sustituido. La criatura humana del siglo XX vive un torbellino de angustiosos choques en todos los órdenes: científico, social, económico, político, buscando su verdad.

“El arte es la vida. Y la vida es un fenómeno de cambio. En el arte percibimos una ruta cierta: la realidad interior de cada hombre, su intuición estética y su libre conciencia creadora.

Desde esa fuente maravillosa, el arte a su vez glorifica la vida, tumultuosa, sumergida hoy en el vértigo de la velocidad, su nueva diosa. Desde ella el arte debe beber en la frágil copa de las fuerzas nucleares, como expresión del misterioso orden divino de las cosas”.

Aunque el texto conmueve por su belleza y por las altas aspiraciones de los artistas que querían desde su estética establecer un punto de ruptura con la generación del 30, mucho de ello se quedó en su propuesta neorromántica y fue el propio Felo el que tuvo que bregar en solitario.

Así lo resumía Echeverría: “Sus trabajos carecen, por consiguiente, tanto del arraigo sociológico y cultural del que poseían las obras de Quirós, Amighetti o Zúñiga, como de la profundidad dramática que sí tenían las creaciones de los artistas europeos y norteamericanos, genuinamente conmovidos en lo más hondo por la segunda guerra mundial.

“Estos pintores nadaban, por lo tanto, entre dos aguas. Venían a superponer a la realidad de un país subdesarrollado y todavía muy aislado culturalmente de las metrópolis industriales, un lenguaje plástico que le resultaba totalmente ajeno, tanto más cuanto no expresaban con verdadera convicción.

“Así, la intención de estos artistas fue la de imprimirle al arte costarricense un dinamismo propio, esa intención se vio completamente frustrada, por cuanto sus creaciones no emergían de un sustrato sociocultural verdaderamente costarricense”.

Esas fechas 1960 – 1961, por ende, se convirtieron claves para entender lo que se pretendía en el devenir del arte en el país.

“Habitualmente se consideran esas fechas como el punto de partida del arte nuevo en Costa Rica, el momento en que se injertan al arte nacional algunas de las principales corrientes estilísticas del mundo industrializado”, aseguraba Echeverría en su texto.

No todo fueron aplausos y flores para los que venían a apostar por un arte más abstracto en detrimento del figurativo que para entonces prevalecía en el país.

Ya el propio García, con su primera exposición en el Museo Nacional, había recibido las primeras percepciones de cómo el costarricense veía su propuesta artística.

“Él había pertenecido en Londres al grupo New Vision y practicaba entonces un expresionismo abstracto teñido de informalismo. Su exposición en el Museo Nacional, como era de esperarse, provocó escándalo y toda clase de reacciones condenatorias. No obstante, la semilla de la ruptura con el arte regionalista quedó más firmemente plantada que cuando lo intentó Max Jiménez en 1945”.

Pese a un entorno recatado y más partidario del arte tradicional —figurativo, entre otros—la Costa Rica de finales de 1950 y comienzos del 60 empezaba a tener una nueva visión del artista. En ese contexto, recalca Echeverría se creó promulgó la ley de la creación de la Asociación de Autores de Obras Literarias, Artísticas y Científicas de Costa Rica, de igual manera, se fundó la Editorial Costa Rica y en 1961 se estableció la Ley de Premios Nacionales para el arte y la cultura.

La mirada de Felo

El artista, que nació el 30 de julio de 1928 en Paraíso de Cartago, pero desde muy pequeño vivió en San José, tuvo un momento cumbre cuando empezó a mirar de forma distinta los tugurios que se empiezan a observar en la parte urbana del país y en especial en la capital.

La visión del artista de cómo la clase baja del país buscaba resolver sus problemas de vivienda, retando al hacinamiento y a las hostiles condiciones de sobrevivencia en esos casos, le permitió darle a esos espacios una nueva visión, ya no desde el punto de vista peyorativo, sino desde la creatividad. ¿Cómo resolver la vida en esos lugares donde no abundan ni el espacio ni las facilidades?

En Manifiestos subyacentes de la obra artística de Felo García, Pérez rescataba esta visión del artista: “Desde el punto de vista pictórico, estos elementos creativos se encuentran plasmados en su serie pictórica “Tugurios”. Ahí se evidencia su asombro y aprecio por la gran capacidad creativa de las personas al solucionar los problemas habitacionales cotidianos. Su mirada de arquitecto lo obliga a plasmar en el lienzo el hecho fáctico de que en los tugurios se vive con mucha “pobreza” aunque no con “miseria”. La pobreza tiene origen económico, la miseria es mental, está relacionada con actitudes. “Esa gente logra resolver problemas reales con soluciones muy creativas, originales y prácticas”, tanto en el uso del color como en la manera de distribuir los espacios, a medida que se multiplica —como “un enjambre”— el grupo familiar”.

Ileana Alvarado Venegas, autora del ensayo Felo García y la representación de la arquitectura marginal, en la en el volumen 20 de la Revista Comunicación, volumen 20, año 32, de enero-julio, 2011 explica que “sin duda alguna Felo García es el primero que se interesa en la arquitectura del tugurio como un tema digno y constante de representación pictórica”. Y agrega: “Después de una época predominantemente abstracta y no figurativa, el artista regresa a la figuración con una obra afín a su profesión de arquitecto: la arquitectura marginal urbana”.

Y Alvarado aclara en su escrito que fue el historiador del arte Carlos Guillermo Montero, quien acuñó el término “la estética del tugurio” y lo hizo en 1977, con motivo de una exposición en el Banco Central.

Así citaba Alvarado a Montero, quien miraba desde una óptica particular la  entonces propuesta de Felo García.

“Reaparece la temática: los tugurios, pero como algo extraño, el molesto tema tiene gran aceptación… El paisaje carece de seres humanos, el único que está presente es Felo que utilizando un problema estructural ha creado una ABSTRACCIÓN de la realidad. Su nueva pintura es producto de sus inquietudes, no se trata en este caso de un realismo social con implicaciones políticas o una imagen crítica de la sociedad, es simplemente la ESTÉTICA DEL TUGURIO”.

Polifacético a lo largo de su extensa vida, Felo García ha sido gestor cultural, pintor, profesor, futbolista profesional y un hombre con una visión humanista a toda prueba.

La ciudadanía de honor que recién le otorgó la Asamblea Legislativa, es solo un recordatorio de su grandeza como artista y ser humano.

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