Obra de Arthur Miller condena la violencia machista

La obra Panorama desde el puente (1955, Premio Pulitzer), del estadounidense Arthur Miller (1915-2005), tiende un pasaje para reflexionar sobre esas familias y comunidades marginadas, su intimidad, cotidianidad y pasiones al derrumbar las puertas de la violencia machista, las nuevas esclavitudes, la xenofobia, la coerción y el autoritarismo.

Bajo la dirección de Tatiana de la Ossa, la Compañía Nacional de Teatro (CNT) celebra su 45 aniversario con esta obra, en coproducción con el Teatro Popular Melico Salazar y el Teatro Universitario (TU). La temporada se presenta en el Teatro La Aduana “Alberto Cañas” y concluye el 28 de agosto.

Con una puesta en escena en clave de tragedia griega, con héroes, oráculo, coro y muerte, 16 actores y actrices –además de 13 especialistas de la escena teatral como equipo creativo– dan vida a Panorama desde el puente, cuyo final difiere de la versión original de Miller. “Yo no tengo conmiseración por el protagonista ni por esta situación”, afirmó De la Ossa.

De la Ossa tomó el texto de uno de los dramaturgos más reconocidos del mundo, y con gran lucidez y respeto por los derechos de las personas a no sufrir agresiones, a ser diversas y a moverse libremente, pone en primer plano el tema de la migración y la violencia del sistema patriarcal.

“Primero, ¿por qué nos movemos?, ¿a dónde vamos?, ¿cuáles son esas tierras prometidas?; luego, el tema de a dónde llegas cuando migras, porque una cosa es tu expectativa y otra la realidad cuando llegas”, explicó a UNIVERSIDAD luego de un ensayo.

Según la premisa de la directora, los inmigrantes terminan haciendo comunidad en un enclave, al cual ella denomina “las nuevas esclavitudes del siglo XX y XXI”. “Llegas a lugares en donde en realidad vas a trabajar como esclavo, sin tener una vida personal”.

A esta primera capa de significación, se agrega el tema de los patriarcados que, imponiéndose con violencia, mantienen los controles en estas pequeñas islas, lo cual “hace la vida invivible”, expresó.

“Agreguémosle a esto el tema del prejuicio y el derecho a la diversidad”, señaló. Es así como la historia de una familia disfuncional, cuyo proveedor es un patriarca con un mandato de dominación, de ser dueño de su territorio y de sus “hembras”, termina siendo destructiva hasta llegar a la traición y la muerte.

Sumisión y despertar

Es un encuentro de golpes bajos del (posible) abuso sexual en el seno familiar, de la agresión hacia las mujeres y los inmigrantes, del poder y la sumisión, por eso la escenografía es una casa/ring y el entorno es la comunidad/coro, con la naviera, el puente de Brooklyn –con su presencia imponente–, el bufete del abogado y la cárcel, testigos todos de la oscuridad humana.

Esos que viven alrededor del héroe trágico Eddie Carbone, un estibador del barrio costero de Red Hook en Nueva York, y su familia son un ‘coro’ compuesto por indocumentados que trabajan, juegan con monedas y boliche, pelean box, venden revistas y se arraigan al Brooklyn de mediados del siglo pasado, aunque sean perseguidos por la policía.

Sin embargo, hay una pequeña luz: es la toma de conciencia de Catarina, la protagonista víctima del dominio de su tío político Eddie; es la única que puede salirse del círculo vicioso de la violencia machista.

La heroína sufre el síndrome de Estocolmo, cautiva de este sistema por años: “Te cuesta separarte, pero como mujer tienes que tomar una decisión y, por más que haya sido aparentemente seguro, es algo que te termina de destruir; por eso ella se va”, aclara De la Ossa.

Vemos, entonces, cómo la obra también trata sobre las relaciones de género y poder: “Él (Eddie) quiere mantener a su niña virgen, santa, pura y perfecta para él”, pero su sobrina política se emancipa y rompe con su sino de mujer sumisa. “Ella podría seguir en su contexto sin cambiarlo, pero sería de un pesimismo espantoso, no para el siglo el XXI”, dijo De la Ossa.

La directora admite que la obra “trata temas que no son confortables, que se mete muy adentro de las llagas que tenemos en estas sociedades, donde el género y el poder se mezclan de manera tan oscura”. Precisamente, ese es el nombre del juego, de este enfrentamiento “pugilista”.