Cultura Editoriales Independientes

Nuevas historias para públicos desconocidos

A pesar de que los datos indican lo poco que lee el costarricense promedio, las editoriales buscan una identidad que alcance públicos focalizados.

En Costa Rica el público lector no es amplio y además los puntos de venta comerciales son muy escasos. Probablemente, si le preguntas a tus vecinos por una librería es muy probable que te refieran a un centro comercial.

Si lo que necesitan es terminar con la lista de navidad y quieren comprar la saga de moda a su prima favorita, eso no va a generar ningún problema, pero para las editoriales independientes los escasos puntos de distribución han sido, desde que nacieron, su talón de Aquiles.

Las editoriales independientes han tenido un crecimiento importante durante la última década y han encontrado el público adecuado para sus contenidos. Los editores hablan de una “bibliodiversidad” contracultural que busca desafiar los efectos que puede tener la globalización en la producción de textos.

“Ninguna editorial tiene la capacidad para publicar todo lo bueno que se está produciendo en el país, y el público tiene que tener la posibilidad de ver y acercarse a propuestas distintas”, comentó Oscar Castillo fundador de la Editorial Uruk.

La nueva fórmula es: más títulos, menos ejemplares. Las nuevas editoriales bajaron sus tirajes, a comparación a como se hacía en los ochentas y noventas, para evitar el stock que no se mueve del inventario y esto les ha permitido alimentar ese ecosistema de textos. Algunas otras, como Lanzallamas, prefirieron trabajar bajo demanda por lo que hacen muchos tirajes de una misma edición.

Aun así, emprenderse en el mundo editorial requiere de mucha persistencia porque los costos son altos, los riesgos muchos y el público de poco alcance. Si hay algo claro es que si se es una editorial independiente difícilmente van a dejar entrar a una librería comercial.

“No existe en el país una política que obligue a las librerías a la venta de las producciones nacionales, que sí hay en otros países”, agregó Carlos Aguilar de la Editorial Perro Azul.

“Las librerías independientes pequeñas o universitarias, las comerciales manejan volúmenes muy altos y buscan comisiones también muy altas. Los libros nacionales se pierden en medio de sus colecciones”, agregó Juan Murillo de Lanzallamas.

Esto ha obligado a los editores a concentrarse en públicos focalizados y algunos optan por especializar su catálogo.

“La forma más común de divulgación son las presentaciones con un nicho particular para llegar directamente al público, de la misma forma en las ferias”, explicó Emilia Fallas, asesora en la Editorial Letra Maya.

El esfuerzo por sobrevivir de las editoriales no solo ha dado resultado, sino que además les está abriendo gradualmente sus propios puntos de distribución. Las más recientes alianzas de los editores son con las librerías especializadas, o “librerías boutique”, que les permite llegar a los lectores más maduros que buscan la experimentación y las nuevas narrativas.

Los públicos más jóvenes más que ser el mayor desafío son considerados una esperanza para muchas editoriales, las nuevas tecnologías les permite dar a conocer las publicaciones a muy bajo costo y públicos mucho más amplios.

“Las editoriales tenemos que buscar otros métodos, digitalizar libros, intercambiar con otras editoriales, alianzas… las redes sociales son muy importantes para la divulgación”, agregó el editor Carlos Aguilar.

El proceso de digitalización para las editoriales puede ser lento, principalmente porque muchas aún trabajan de forma artesanal; sin embargo, a falta de señales para que el libro en papel muera, no hay una preocupación urgente por una transición inmediata.

“En la editorial no tenemos prisa por digitalizar, pero lo vamos a hacer y pronto. Aún hay muchas cosas que madurar en términos de protección y DRM (Digital Rights Management), que puede ser muy costoso”, explicó Oscar Castillo.

Todos los factores que complican la distribución de las colecciones se multiplican cuando hablamos de distribución internacional, ningún método de envío resulta económico y esto impide que los libros fuera del país tengan precios competitivos.

“No hay incentivos en las políticas nacionales, no hay un apoyo al sector editorial para mejorar la calidad porque los costos y procesos son muy complicados. En otros sectores de la cultura hay mucha más organización y alianzas fomentadas por el Ministerio de Cultura”, comentó Emilia Fallas de la Editorial Letra Maya.

Lo cierto es que las editoriales lejos de culpar a la población costarricense prefieren pensar en estrategias de cohesión unas a otras y con otras organizaciones como centros educativos y centros culturales para encontrar sus públicos personales dentro.



¿Qué tipo de contenido?

La idea nuestra es enfocarnos en obras de difícil acceso u obras que se han descatalogado con el tiempo, cosas que no vemos en otras editoriales.

Guillermo Barquero, Lanzallamas

Manuscritos que pertenecían más a una estética de lo cotidiano y no de esa poesía de la estratosfera se acercaron a la editorial. En narrativa de la misma forma, que desafiara extensión y temas.

Carlos Aguilar, Perro Azul

Una línea editorial que busca un estándar de calidad trabajado por un buen tiempo junto con el autor. Me interesa publicar textos con contenido histórico, filosófico, cultural o con una línea más académica.

Emilia Fallas, Letra Maya

Buscamos obras de calidad, bien escritas y con historias bien construidas en estructura, y la verosimilitud. No queríamos obras de autoayuda ni confesionales, aparte de eso no nos decantamos por géneros o temas.

Oscar Castillo, Uruk

Libros que permitan desarrollar el hábito de leer en jóvenes y niños de forma integral, como objeto, por la calidad de sus textos y de sus imágenes. Porque aprender es mucho más fácil cuando se está disfrutando.

Héctor Gamboa, La Jirafa y yo



 

 

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