Cultura

Nostalgia y encanto de los corredores

En una nueva entrega del calendario del Icomos, esta vez los que deslumbran son los corredores captados en diferentes partes del país.

En su programa y posterior ensayo Modos de ver, en 1972 John Berger revolucionaba los años 70 con una provocadora mirada sobre el arte moderno.

Es lo que sucede cada año con el calendario del Icomos, que aborda la arquitectura y las expresiones culturales del país desde una mirada distinta y que busca darle valor a aquellos elementos constructivos que la actualidad pasa por alto, con base en la premisa de que lo de ayer ya no cuenta o es incluso un estorbo material o visual.

Vivienda en Escazú con este corredor que es una mirada al pasado. (Icomos).

En 2022 le tocó el protagonismo a los corredores, tan característicos en las construcciones del siglo pasado y que poco a poco han ido desapareciendo en las construcciones verticales que buscan darle un uso al espacio en el que cada centímetro cuenta, al tiempo que la ecuación suma dólares, porque ya los colones pesan poco.

Ya en el calendario de 2020, se dejaba asomar una mirada de la visión que tenían los autores de dicha publicación de lo que es y representa un corredor.

Vista de la Casa de la Cultura de Heredia. (Icomos).

“El corredor es un sitio de la casa particularmente interesante, puesto que se trata de un espacio que sobrepasa el sentido de las cuatro paredes”, apuntaban en ese entonces Guillermo Barzuna y David Boza.

“Se apropia socialmente de la acera y de los lugares que lo circundan; se integra a la vida social y a lo que acontece en el quehacer de los demás vecinos. Ahí surge el comentario y la crítica mordaz, la tertulia, la posibilidad de refrescarse al salir cerca de la calle y saludar a los paseantes”.

Su carácter particular (el corredor) proviene de esa cualidad de unir lo público con lo privado, de ser un elemento intermedio entre la vivienda y el contexto en el cual esta se ubica, rasgo que comparte con los jardincillos, los retiros, los vestíbulos y las ventanas”.

El corredor, como bien lo perfilan los citados autores, conserva ese esencial componente social. Es un puente con el exterior al tiempo que invita a la confesión, al lenguaje en el espacio interno de la vivienda. Y su desaparición en las construcciones actuales es cada vez más evidente y en ese sentido sigue el camino de las pulperías, de las casas con patio, de todo aquello que en definitiva permitía una interacción.

El corredor es —argumentaban Barzuna y Boza, en el 2020, lo que anticipaba la publicación del 2022—: “Un paraje de observación en el cual se comparten, con los otros parroquianos, sentimientos de crítica, de queja y de buen humor”.

GRAN VARIEDAD

 En el calendario 2022 del Icomos, que lleva por título “Corredores tradicionales: tertulia y socialización”,  Barzuna y Flora Ovares indagan sobre el significado y los tipos de corredores, entre los cuales hay diferentes tipos, según respondan a un contexto urbano o rural, sin que dejen de lado esa característica esencial de comunicar con el espacio más cercano, sea abierto o cerrado, como bien especifican los autores del miniensayo.

Construcción en Mata de Plátano de Goicoechea rodeada de flores y corredores. (Icomos).

“Sus rasgos van a variar según se trate de una casa ubicada en un barrio urbano o de una vivienda rural, que en ocasiones tiene corredores llamados volados por ubicarse alrededor de todos los costados. En los lugares calurosos y húmedos y en grandes casas de madera, suelen ubicarse en los segundos pisos, más aireados. Y en los edificios públicos, su función es básicamente la de un pasillo, lugar de paso entre espacios u oficinas. Así los vemos en algunas escuelas, hospitales y edificios administrativos”, sostienen.

En la versión del calendario 2022 hay una recopilación de corredores tanto del sector urbano del país como del rural y gracias a excelentes fotografías la propuesta es variada y llena de colorido.

Una casa en Santo Domingo de Heredia con su imponente corredor. (Icomos).

Se despierta ante el calendario esa nostalgia y ese encanto que generan los corredores como un elemento que remite al pasado irremediablemente, pero que de paso convoca a un futuro que se vislumbra en esa tenue luz metafórica por el mero hecho de que el ser humano es sobre todo y ante todo un ser social, que necesita de los otros para reafirmarse, encontrarse, soñarse y vislumbrarse en este planeta Tierra que corre raudo entre un sinfín de ecuaciones.

“En las paredes de los corredores se podían ver macetas con helechos o plantas de flor, como geranios. En las casas rurales, estas macetas son a veces sustituidas por latas de alimentos u otros recipientes que cumplen con la misma función. Y, sobre todo, es infaltable una larga banca o sillón para el descanso, sentarse a ver pasar la gente y conversar. Estamos aquí ante otro aspecto central del corredor: es un lugar de encuentro y socialización donde, en otras épocas, se contaban historias y leyendas y donde, aún hoy, se reúnen los muchachos del barrio a oír música o conversar, sin pasar por los ritos de una visita más formal. Esta condición social es esencial en la configuración del corredor”.

Portada del calendario 2022 tomada en una vivienda en Santa María de Dota. (Icomos).

El corredor es un elemento particular de las construcciones costarricenses, no en el sentido estricto de que no existan en otros países, sino en la concepción de que en Costa Rica tiene un diseño y una adaptación a las condiciones de su geografía y su historia.

“Atisbo a la intimidad para el transeúnte y espacio de contemplación del movimiento de la calle para el habitante. Además, es un elemento arquitectónico particular de la vivienda costarricense y algunos edificios utilizados para otros usos. Su carácter particular proviene de esa cualidad de unir lo público con lo privado, de ser un elemento intermedio entre la vivienda y el contexto en el cual esta se ubica, rasgo que comparte con los jardincillos, los retiros, los vestíbulos y las ventanas”.

Corredor del Museo Nacional con sus plantas alrededor como sucedía antaño en tantos hogares costarricenses (Icomos).

Como elemento arquitectónico, el corredor se convierte en una especie de puente entre la vivienda o el edificio y la frontera del espacio abierto inmediato y hacia lo exterior.

“Del corredor que da a la calle, existe el que conduce al patio trasero y que usualmente es un área donde se encuentran las pilas de lavar. Antiguamente, conectaba con la huerta y el sembradío de uso familiar; aún hoy puede ser el camino hacia el patio con árboles frutales y matas ornamentales. En este caso, su carácter de lugar intermedio se acentúa aún más, porque conduce de lo habitado a un ámbito más natural. En todo caso, es un espacio que va de lo abierto a lo cerrado, ya sea de la calle hacia la casa o de la casa al patio interno”.

Modos de ver, como aquella mirada distinta que planteaba Berger, el calendario Icomos 2022 es un elogio al corredor como un elemento material, pero que también guarda en sus átomos algunos rasgos metafísicos que lo vinculan con el pasado y al mismo tiempo remiten al futuro.

Calendario de colección

Al igual que hace más de 20 años, el calendario del Icomos 2022 es de colección, y con una gran variedad de propuestas de corredores que es el eje central de la nueva publicación.

Venta: Icomos, costado sur de la Iglesia La Soledad, casa 914.

Valor: ¢6.000

Información al: 22580552

Pedidos por WhatsApp: 88942918

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