Cultura Ramón Mejía Perrozompopo, cantautor nicaragüense

Perrozompopo, cantautor nicaragüense: “Llegamos a este punto por quedarnos callados”

El cantautor Perrozompopo apela a la toma de conciencia para lograr un cambio en la sociedad nicaragüense, que actualmente se encuentra en una violenta confrontación.

Muchas preguntas surgieron a lo largo de la entrevista de UNIVERSIDAD con Ramón Mejía (Perrozompopo); preguntas que, además de las planteadas desde la acera periodística, el músico se hizo a sí mismo para reflexionar con esa franqueza tan característica que se percibe de los nicaragüenses.

Para el cantautor, descendiente de la ilustre familia de músicos y artistas Mejía Godoy, en los procesos sociales y políticos de cambio, confrontativos o de violenta crisis, como el que vive Nicaragua hace un mes y que ha dejado más de 60 muertos, de acuerdo con cifras extraoficiales, el arte y sobre todo la música ocupan un lugar determinante.

A pesar de validar esta función, tanto Mejía como algunos músicos de su generación se tomaron los cruentos eventos con “calma” –según confiesa–, ya que han experimentado situaciones similares sobre las cuales se han expresado muy rápido, sin permitir que los hechos se asienten para analizarlos.

Perrozompopo se pregunta: “¿cuál es nuestra capacidad como sociedad nicaragüense de enfrentar nuestros conflictos?, y cuando te hablo de conflictos es en la casa, el barrio, el trabajo, en tu vida cotidiana”.

Sin embargo, a Perrozompopo le llegó la hora de manifestarse, y compuso la canción “La sangre de abril”, que dice en sus estrofas iniciales: “Váyanse lejos, distantes del cielo, distantes de todo lugar, dejen las flores, la luz, los colores y el agua que no beberán; dejen los cuerpos tranquilos, dejen los cuerpos en paz, dejen de estar disparando en el cuello, en el pecho, en la voz del dolor”.

Dejando de lado las preguntas debido a la certeza que provocan los muertos producto de la represión ejercida por el gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo, en el poder desde hace once años, Perrozompopo tomó la decisión de “emitir una opinión al respecto”.

“No quería hacer una canción que generara más conflicto, que alentara más la violencia; porque estamos en un momento de violencia terrible. Una canción más reflexiva y amorosa, sin que deje de ser crítica y análitica, que te permita interiorizar las cosas y pensar”, precisó Mejía.

Junto a otros músicos, el cantautor quiso “alimentar la memoria de lo que pasó”, mediante una recopilación elaborada por amigos productores de composiciones, en géneros como el rap, el rock, la canción de autor, la música popular y corridos. “Es interesante que esta generación tenga un compilado de canciones que te recuerden este momento”, dijo Perrozompopo.

Desde su país natal, mientras la brisa hacía sonar un móvil que se oía de fondo, Perrozompopo conversó vía telefónica acerca de la necesidad de no olvidar, sino “aprender a qué hacer con ese recuerdo”.

Así se respondió con preguntas: “¿Vamos a seguir con la venganza? ¿Vamos a seguir con el dolor, con el rencor, con el ajusticiamiento?

 ¿Hay algún movimiento de músicos organizados vinculado a este momento?

–Algunos están organizados y otros no. Es importante que otras generaciones se involucren sin estar dependiendo de las canciones de mi tío, por ejemplo.

En retrospectiva, ¿cómo fue creciendo este momento, cómo llega hasta aquí? Daniel Ortega y Rosario Murillo están en el poder desde hace once años y han minado la institucionalidad nicaragüense, entre otros aspectos de la sociedad. Hubo un detonante, pero es un caldo de cultivo, ¿no?

–Exacto. Las situaciones de crisis sociales o políticas no son situaciones que tienen su proceso en muy corto tiempo. A mí no me gusta buscar culpables, estoy en un momento de mi vida en que me gusta analizar las cosas desde otra perspectiva. Esto, como muchas cosas de nuestra sociedad, desde mi punto de vista son sistémicas; obedecen a un cúmulo de situaciones a lo largo del tiempo. Ayer estaba hablando con unos amigos sobre lo circular de muchas cosas de nuestra sociedad. Podemos leer en la construcción de nuestro país distintas situaciones del mismo nivel de represión de libertades, de inconstitucionalidad, de conflictos armados donde hay muertes, protestas. Podemos hacer un mapeo de estas crisis en Nicaragua. Lo más importante de toda la situación, independientemente de lo que haya pasado, y sin quitarle valor a los hechos, es que debemos darnos cuenta de en qué tipo de sociedad estamos los nicaragüenses. ¿Cómo estamos conformando nuestro país? ¿Cuál es la conciencia desde esa nicaragüidad que todos defendemos? Y no sé si nosotros hemos logrado tener o hacer esa lectura de nuestra conciencia como nicaragüenses, como actores sociales. Por supuesto que es censurable la actitud del Estado, que es criticable, es totalmente digna de análisis, pero no hay que quitarle importancia a cuáles fueron las condiciones que llevaron a esta situación.

¿Cuáles son esas condiciones? ¿Cómo se ha construido esa conciencia?

–Se ha construido –o no se ha construido ni siquiera– a partir del tipo de educación que tenemos como sociedad. ¿Cuál es nuestra capacidad como sociedad nicaragüense de enfrentar nuestros conflictos?, y cuando te hablo de conflictos es en la casa, el barrio, el trabajo, en tu vida cotidiana. Esto es el reflejo de cómo somos capaces las personas de resolver nuestros conflictos. ¿Cuánto nos quedamos guardado? ¿Cuántos duelos tenemos en nuestra sociedad? Somos una sociedad construída a partir de guerras y hay muchas muertes; todavía ni siquiera hemos salido de nuestras muertes ni de la insurrección y mucho menos de la revolución. Esos duelos no han sido perdonados, asimilados, analizados; hay mucho rencor, mucho odio. Yo creo que esto reventó porque en parte del proceso nos quedamos callados muchos. El tema de las elecciones y del control del poder, por ejemplo, o de la manipulación que el control del poder se proporciona, el tema de los medios de comunicación, la libertad de expresión, de cómo se están invirtiendo los recursos desde el Estado, los acuerdos que habían entre Nicaragua y Venezuela, y cómo eso se concentra en una sola familia; que ninguna de las partes tuvo la capacidad de presionar al Estado para que dejaran de suceder. Esto reventó porque ese cúmulo de cosas, los nicaragüenses, cuales quieran que sean, ya sea institucionales, empresariales, o cualquier otro grupo, han ido perdonando y perdonando. Creo que la pobreza te lleva a ese nivel cuando hay una gran parte de la población que tiene muy poco acceso a cualquier tipo de recurso. La pobreza te lleva a hacer cualquier cosa, una de ellas es quedarte callado para tener de comer para tus hijos. La gente es muy pobre en este país. No tiene acceso a la educación, vivienda, salud, agua, electricidad, y se está reventando el lomo para sobrevivir. Esa situación de pobreza y carencia a nivel político es un arma enorme. Llegamos a este punto por quedarnos callados.

Ahora no están callados; el movimiento tiene una gran fuerza, cruda y confrontativa. ¿Por qué no podés participar de manera más activa?

–Es que la sociedad está muy sensible y esa sensibilidad está cargada de enojo y frustración; porque si sucede en tu país, por ejemplo, cuando estaban los partidos políticos en campaña, que llegó a la crisis de pensar que ganaría un grupo político religioso fundamentalista, y la gente comenzó a pelearse en las redes por eso, imaginate en Nicaragua, los conflictos que se pudieron haber armado porque no te pronunciás, porque le tenías miedo al Gobierno, porque sos un artista reprimido, porque sos mi amigo y ahora estás con el Gobierno, porque vos no respondés en el mismo momento en que yo respondo, todas esas cosas que te llevan a una tensión social, cualquier cosa que dijeras tenías que tener mucho cuidado. Los artistas fuimos muy criticados. No es que yo no quiera involucrarme, es que yo necesito mis propios tiempos de análisis para digerir la realidad que vivo. Yo siento que no debo involucrarme tan rápido en las situaciones y hasta que tenga clara mi posición y la lectura de mi realidad, de mis valores, de mi moral, desde mis creencias y mi manera de ver la política, mi conciencia al final, puedo emitir un juicio al respecto. Y aquí había mucha presión: si no estás conmigo sos mi enemigo, que al final es la misma posición del Estado. Me estás reclamando que esté de tu lado en un momento en que la libertad esté siendo coartada. No lo entiendo.

¿Ahora sentís que ha cambiado tu percepción?

–Sinceramente lo que más me afectó fue la cantidad de muertos, no importa que hayan sido sesenta o uno. Tenemos que comenzar a construir una sociedad donde no sea ni uno. Es un proceso complejo, sí, y para mi el eje fundamental es la toma de conciencia. El hecho de que no debemos permitir que en nuestros países haya un solo muerto, uno solo por cuestiones de violencia de género, violencia por la pobreza, la violencia institucional, de la policía, entre nosotros mismos como sociedad.

La participación de los jóvenes ha sido fundamental en este proceso.

–Yo puedo reconocer que ha sido una lucha impresionante, pero estoy cansado de que sean los jóvenes, personas entre los 18 y 23 o 24 años, que ponen el pellejo en la lucha. Por qué no hubo ningún grupo de gente adulta que dijo públicamente: “a partir de este momento todas las instituciones educacionales como la universidad que se vayan a tomar, nos las vamos a tomar los adultos, la generación de los treinta a los cincuenta, porque no queremos que los jóvenes sigan poniendo su vida. Ahora vamos nosotros”. Nadie lo hizo. Vivimos depositando en los jóvenes esa responsabilidad enorme de dar su vida para que se dé un cambio social. Yo no estoy de acuerdo con que tengamos que morir para que un cambio social se dé, pero como las situaciones responden a nuestra conciencia como pueblo, esa conciencia permite que se den hechos como estos. Yo no había hecho pública esta posición, pero desgraciadamente una vez más fue la pérdida de estas vidas jóvenes lo que catapultaron a una gran parte de la población a comenzar con un proceso de presión política. Pero qué desgracia que tuvieron que morir más de sesenta personas para que muchos de nosotros nos diéramos cuenta de la necesidad del cambio político.

Viviste la revolución (sandinista) estando chiquito, y ahora estás en tus cuarenta. Los jóvenes han puesto el cuerpo y han dicho esto tiene que cambiar, mientras que a tu generación le tocó asumir el país, en términos económicos y políticos, ¿cómo ha sido?

–Políticamente no lo hemos asumido porque si lo hubiésemos hecho no hubiera sucedido lo que está sucediendo. Eso me lleva a pensar que ni siquiera como un país que tiene determinada experiencia hemos aprendido que los procesos de cambio social o los conflictos que se puedan dar en una sociedad no deben de tener este nivel, ni esta forma ni esta estructura. La parte económica a mí me parece casi conservador porque nos hemos asumido como hombres y mujeres que obedecen a una forma social: casa, carro, trabajo y familia. Tal vez mi concepto de familia está alimentando ese tipo de Estado. Yo no sé si estoy alimentando un sistema opresor. En Nicaragua mucha gente estaba callada por necesidad, por mantener a su familia, por tener una rentabilidad económica, por producir dinero para obtener determinados recursos que son poquísimos.

Posteaste en tu Facebook: “Nicaragua no olvida”. ¿Es importante no olvidar el pasado aunque la memoria sea dolorosa?

–Lo puse porque no es que no tenemos que olvidar, es que tenemos que aprender qué hacer con ese recuerdo. ¿Qué valor le damos a ese recuerdo? Si ese recuerdo es tan importante en nosotros, ¿cómo se coloca en nuestra percepción de la vida? ¿Vamos a seguir con la venganza, vamos a seguir con el dolor, con el rencor, con el ajusticiamiento y con la crítica? ¿Vamos a ocupar el recuerdo para eso? Porque si lo vamos a ocupar para eso, no estamos avanzando absolutamente nada. Pero si ocupamos ese dolor para que nunca más ese tipo de cosas vuelvan a suceder, que yo creo que es un pronunciamiento que nadie ha hecho, por lo menos alguien importante, deberíamos empezar a pensarlo desde ahí. Nadie le ha dicho a la empresa privada: esto no le va a pasar solo al Frente (Sandinista), le va a pasar a cualquier Gobierno que intente reprimirnos, y sépanlo todos ya, empresa privada, Iglesia y Gobierno.

¿A corto plazo esto no se va a resolver?

–Eso va a depender de la conciencia que tengamos como pueblo, como sociedad. Yo sé que tenemos un tipo de conciencia que nos va a hacer tomarnos más tiempo, porque somos un pueblo que tiene carencias. Vamos a ver si realmente la gente asume lo que salió a defender en las calles, si renunciás a muchas cosas para que suceda el cambio, si realmente estás siendo solidario. Estamos a la mitad del proceso.

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