Cultura

No hay muerte que alcance al arte y compromiso de Francisco Toledo

Enorme compromiso social y gran humildad son parte del legado de uno de los artistas más importantes de México y América Latina.

En la obra Francisco Toledo, mucho de la tradición zapoteca de arte mural y pintura cerámica  se fundió con lenguajes expresivos contemporáneos. La práctica de su arte estuvo ligada a un profundo convencimiento de lo justo y lo injusto en el mundo, y a las acciones que se sintió obligado a tomar ante la realidad.

Por ello, las muestras de cariño y dolor fueron elocuentes durante los actos de tributo que tras su muerte, el pasado 5 de setiembre, se organizaron en el Palacio de Bellas Artes, en la capital mexicana, y en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), estado del que fue originario.

A lo largo de su vida Toledo exploró diferentes formatos artísticos y se preocupó por la defensa del patrimonio cultural. (Foto: Facebook de Francisco Toledo)

De hecho, la fundación del IAGO fue una de muchas iniciativas de aprendizaje popular y difusión del arte que Toledo, de raíces zapotecas, impulsó, y que forman parte  del patrimonio cultural y del legado de este artista plástico y defensor de los derechos humanos.

Tras conocerse la noticia del deceso, la Directora General del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) de México, Lucina Jiménez, recordó que Toledo fue un “promotor de instituciones culturales que le cambiaron el rostro, no solo a Oaxaca, sino a México y a muchas comunidades”.

A través de sitio Web institucional, Jiménez lo calificó como un “enamorado del maíz y de las lenguas, humanista y luchador social”. A eso añadió que dejó trazada “una ruta en materia de política cultural y bioética” al enlazar arte, comunidad y medio ambiente. Al respecto, sentenció que fue un “defensor incansable del patrimonio”.

Las raíces y su defensa

Toledo nació en julio de 1940, y en edad escolar se mudó a la ciudad de Oaxaca, donde hizo sus primeros estudios en grabado en la Escuela de Bellas Artes. A los 17 años de edad viajó a la Ciudad de México e ingresó a la Escuela de Diseños y Artesanías y al Centro Superior de Artes Aplicadas del Instituto de Bellas Artes.

De acuerdo con una biografía de la Secretaría de Cultura del gobierno mexicano, Toledo se asumió como pintor desde una etapa muy temprana en su carrera, pero se interesó también por dominar las técnicas de grabado sobre linóleo, madera y metal, al igual que las de relieve como la litografía.

En 1960 viajó a París para ingresar al taller del grabador británico Stanley William Hayter. En la capital francesa conoció a dos enormes figuras de la cultura mexicana: el pintor y muralista también oaxaqueño Rufino Tamayo y al escritor Octavio Paz.

Tras cinco años en los que diversificó su cultura plástica, viajó a Nueva York para exponer obra gráfica y posteriormente regresó a México e intensificó su vínculo con las culturas originarias. Si bien venía influenciado por los conceptos plásticos de distintas escuelas europeas, como Alberto Durero, Paul Klee o Marc Chagall, se abocó a tanto a recuperar técnicas antiguas como a investigar nuevas en la pintura, escultura y cerámica. Además, diseñó tapices que ejecutó con los artesanos de la pequeña comunidad rural de Teotitlán del Valle.

Sus trabajos en dibujo y tintas fueron reunidos en las series denominadas Cuadernos del Insomne, Cuadernos de la mierda, que entregó a las autoridades de Hacienda como pago de impuestos, y Cuadernos de los Insectos. También se puede citar su manual de zoología fantástica en acuarela y gráfica; su insectario en tinta y acuarela; sus platos, vasijas y murales en cerámica, siempre con mucho énfasis en figuras animales.

En 1988 fundó el IAGO y promovió la creación del Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO), inaugurado en 1992; así como el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo y el Museo de los Pintores. Además impulsó la restauración de un monasterio agustino donde funciona hoy el Centro Cultural Santo Domingo, siempre en la ciudad de Oaxaca de Juárez.

La Fundación Right Livelihood le concedió en 2005 el galardón que lleva ese nombre -conocido como premio Nobel alternativo-, “por dedicar su vida y su arte a la protección y mejoramiento de la herencia, medio ambiente y vida comunitaria de su Oaxaca originaria”, según la información oficial de esa Fundación.

Se reconoció que “por más de 20 años, Toledo se ha preocupado por el bienestar de la comunidad oaxaqueña y dedicó mucho de sus recursos a ese fin. Es un incansable promotor, patrocinador y diseminador de los valores culturales de su estado natal, y convirtió su principal ciudad en un dinámico centro de las artes visuales y la literatura”, versa el reconocimiento.

También se le destacó por ser promotor del Patronato Pro Defensa y Conservación del Patrimonio Cultural y Natural de Oaxaca (Pro-OAX). Al respecto, la Fundación señaló que desde esa instancia Toledo lideró esfuerzos de protección de la herencia arquitectónica y cultural del centro de la ciudad de Oaxaca, pues evitó la construcción de hoteles de lujo, ampliaciones de carreteras y aparcamientos, así como de un funicular al sitio arqueológico de Monte Albán. También logró impedir el establecimiento de un McDonald’s en la plaza principal de la ciudad.

“Lejos de impedir el desarrollo de Oaxaca, a través de su activismo la ciudad se ha transformado en uno de los principales centros artísticos y políticos de México”, destacó en ese momento la Fundación.

“El arte sigue vivo”

El pintor y muralista Miguel Casafont consideró que Toledo fue “un insigne dibujante y gran colorista” de óleos, acuarelas y murales, y señaló que tenía un excelente dominio de la línea y del color. Añadió que al tratarse de un “célebre grabador” y “maestro de la litografía”, el mexicano tenía “la pericia técnica del dibujo, algo ya casi extinto y que hoy con las modas conceptuales ya casi no se practica por falta de talento”.

Observó que la obra de Toledo presenta una “animalística” de sapos, monos, murciélagos e insectos. “Sus animales a veces se mezclaban con los humanos, creando un mundo irreal pero mágico, una fantasía propia del artista. Un lenguaje estético muy propio que hizo de su obra algo único”.

Ante la pregunta de qué enseñanzas puede extraer la sociedad costarricense de la obra de Toledo, Casafont, actualmente integrante del Consejo Universitario, recalcó su tesón “para hacer bien las cosas y su pasión por las artes”. Pero también reflexionó que México es un país que “adora su cultura y a sus artistas, caso contrario a Costa Rica, donde el arte es considerado una vagancia” y, denunció que en la UCR “se han destruido obras murales”.

Añadió que las iniciativas de promoción del arte llevadas a cabo por Toledo en Oaxaca podrían ser replicadas en Costa Rica, y ejemplificó ello con la iniciativa que él mismo impulsó el año pasado para crear la Galería del Consejo Universitario, “¡la única galería profesional en toda la UCR!”.

“Toledo llevó el mensaje del arte, no solo por México, sino por el mundo, y su legado perdurará mientras existan sus centros culturales, museos y casas de enseñanza de las artes. No ha muerto, pues el arte sigue vivo”.

En opinión de la artista y profesora del grabado y de historia del arte Yula J. Cambronero-Bonilla, de la Escuela de Artes, se trata de un “artista visual muy completo”, al tomar en cuenta todas las prácticas artísticas en las que se involucró: pintura, dibujo, grabado, cerámica o piezas escultóricas.

Se le suma, además, el haber sido ambientalista y “muy solidario” con la gente y especialmente con los artistas. “Tiene un carácter universal, será de México pero trasciende lo meramente local”, ya que, según explicó, en su obra se pueden encontrar “reminiscencias de toda la herencia local, lo precolombino, la identidad mexicana o latinoamericana”. Aunque también “cuestiones que todos en América Latina arrastramos”, como la “formación o deformación, como se quiera ver, de la herencia europea”, lo cual se refleja según dijo en elementos como la composición o procedimientos técnicos.

En ese sentido, la investigadora del Instituto de Investigaciones en Arte (Iiarte) de la UCR, subrayó que “en Toledo pasa algo muy importante: él es el decolonial por excelencia, es el perfecto mestizo”.

Por eso reflexiona sobre que “hemos pasado mucho tiempo buscando ser nosotros, la identidad de América Latina, y la realidad es que nuestra historia está marcada por ese enfrentamiento y mezcla de culturas que sucede con el paso de los siglos, ya no lo podemos sacar del sistema”. “Toledo hace eso, consigue ser esa esencia del ser de América Latina sin caer en clichés de andar rebuscando un purismo de las raíces nativas, sino como la herencia que llevamos finalmente mixta. Por eso digo que es el perfecto mestizo, con toda honra y gloria”.

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