Cultura

Mirarse al espejo para construir historia patria

El Museo Nacional muestra la historia de Costa Rica con un guión renovado, basado en sus protagonistas sociales, diversidad, crisis y contradicciones.

En el momento en que el visitante ingrese a la renovada exhibición permanente  “Historia de Costa Rica,  siglos XVI-XXI” del Museo Nacional, sus mitos y percepciones sobre  nuestro país serán confrontados con  la diversidad, las luchas sociales, las  contradicciones y crisis de nuestra  sociedad.

Cuestionarse es el nombre del  juego, así como la propuesta de que  también el ciudadano común es protagonista de la historia patria y no solo  los presidentes, caudillos y líderes  de los movimientos sociales.

“El baile de la yegüita” es una tradición indígena y católica que se celebra los 12 de diciembre en Nicoya para conmemorar el día de La Virgen de Guadalupe.

La sala de exhibición de 575 metros cuadrados, remozada con una  inversión de ¢400 millones, alberga  650 objetos distribuidos en 50 vitrinas  (con iluminación interna), con sus  respectivas contextualizaciones que  narran el devenir de Costa Rica a partir del siglo XVI hasta nuestros días.

La historiadora y curadora de la  muestra, Gabriela Villalobos, explicó  que estas interpretaciones son claves  para provocar rupturas en la forma  convencional de contar la historia.

“No es cierto que había una Costa  Rica igualitaria y pobre en la Colonia”, dijo.  Para contrarrestar este mito  fundacional, la exposición inicia  enfatizando en la presencia del afrodescendiente traído en condición de  esclavitud en épocas coloniales.

“Había familias que tenían docenas de  esclavos”, precisó Villalobos.  El enfoque basado en la diversidad étnica y cultural costarricense  -consagradas en el artículo primero  de la Constitución Política desde el  2015-, transversa la muestra, que a la  vez visibiliza la participación de las  mujeres y de comunidades como la  LGTBI, el abandono de los indígenas  y la migración nicaragüense, entre  otras poblaciones.

Estas premisas que cuentan la  historia desde otra perspectiva son  el resultado de un proceso de investigación que, desde el 2011, lleva a  cabo Villalobos en conjunto con  historiadores de la Universidad de  Costa Rica y la Universidad Nacional,  museógrafos, diseñadores, educadores y conservadores, así como con  el apoyo del destacado museólogo  español Rafael Azuar.

“En los setenta teníamos exposiciones donde los protagonistas eran  los presidentes; después los montajes  en salas sobre historia fueron evolucionando: en los 80 se incluyeron  temas de historia económica, social  y cultural”, detalló Villalobos, quien  afirma que en el siglo XXI la museografía debe contextualizar los  grandes procesos culturales, en los cuales, por ejemplo, aparece el tema  ambiental.

De acuerdo con Villalobos, esta  visión es congruente con que la historia es construida por todas las personas desde sus particularidades, al  participar en procesos comunes a la  sociedad.

APRENDIZAJE Y GOCE  

Las luchas sociales y sus protagonistas se visibilizan en la nueva exposición permanente del Museo Nacional sobre la historia de Costa Rica.

“Una exhibición también tiene que  ser lúdica y de exhibición no formal,  experiencia donde aprendás y tengás  goce en la apreciación del objeto”,  afirmó Villalobos.  Para visibilizar este nuevo enfoque, la museografía innova con piezas  impresas en 3D que se pueden tocar,  elementos multimedia con videos y  audios, así como elementos para palpar. También es una exhibición inclusiva, pues tiene acceso universal.

En este mismo sentido, el recorrido destaca varios periodos cruciales  para la sociedad costarricense me- diante escenas cotidianas que son  puentes de la historia general con  la personal.

Con esculturas impresas en 3D  de personajes en tamaño natural, la  exhibición destaca el zapatero, que en  el periodo liberal y con la ampliación  de la ciudad, representa esos oficios  artesanales de sectores sociales que  protagonizaron las luchas para alcanzar la jornada laboral de ocho horas.

Del mismo modo, en el capítulo  de los años cincuenta con el auge del  Estado, la exhibición presenta una  escena de una enfermera vacunando  a un niño en una cama de un hospital, tema clave para el avance en el  sistema de salud.

“Todos tenemos una marca de la  vacunación y eso fue una política de  Estado que llevó al país en los setenta  a subir la esperanza de vida de una  forma bastante dramática llegando  a niveles que todavía conservamos”,  apuntó Villalobos.

Seguidamente, el apartado de los  sesenta muestra una sala de una casa  con sillones y un televisor de la época, que simboliza el momento en que  Costa Rica se introdujo en un mundo  de expansión de la cultura de masas.

En una de las paredes de ese espacio cuelga un cuadro del artista  plástico “Felo” García, en el que  representa los tugurios producto  de la migración del campo a la ciudad.

“Porque al igual que crece una  clase media fuerte y la educación  superior pasa a ser un elemento de  movilización social, paralelamente  se está acabando la frontera agrícola  en el Valle Central en varios puntos  y crece el Gran Área Metropolitana”,  agrega la curadora.

El nuevo guión curatorial también muestra la época de crisis en  la cual entró Costa Rica a partir de  los ochenta hasta la actualidad, y  que hizo al Estado en crecimiento entrar en conflicto afectando a muchos  sectores sociales. “Las funciones del  Estado llegaron después a ser cuestionadas desde la óptica neoliberal”,  puntualizó Villalobos.

Para la curadora la crisis persiste y se vive un periodo de incertidumbre, de ahí que el cierre de la  exposición sea un espejo en el cual el  visitante se mira. “Hay dilemas y contradicciones y como ciudadanos nos  toca ver cuáles son las respuestas”.

 

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