Cultura

Mirada al centenario de la independencia en Centroamérica 

En el marco del bicentenario, la historiadora Patricia Fumero presenta un estudio de cómo fue la celebración de los primeros cien años de vida independiente en el istmo 

En el libro Festejos y símbolos: el primer centenario de la independencia de Centroamérica, la historiadora Patricia Fumero Vargas hace un recorrido por la forma en que se celebraron los primeros cien años de vida independiente en la región, y marca país a país cada una de sus singularidades.

Con el aliento de los diversos intentos por construir la Federación de Centroamérica, que a lo largo de los años apelará a diversos nombres, según las circunstancias y los gestores de esos procesos, el volumen repasa la manera en la cual se privilegiaron ciertos elementos en las distintas conmemoraciones.

El libro de Patricia Fumero Vargas hace un balance de los festejos del primer centenario de la independencia en Centroamérica.

No obstante, en general, prevalece la “retórica nacionalista” y “la exclusión de grupos étnicos” en los festejos del primer centenario de la independencia centroamericana.

El texto, aunque se centra en ese primer centenario, se publicó recientemente por parte de la Editorial de la Universidad de Costa Rica en el marco de las celebraciones del bicentenario.

“A lo largo de los capítulos se confirma la complejidad de la construcción de las identidades nacionales, pues en aquellos países del triángulo del norte los intelectuales y los discursos oficiales promovieron una identidad dual: la nacional y la centroamericana. Al tiempo que en Nicaragua y en Costa Rica se enfatizaba en el nacionalismo”.

El anterior apunte rescata esa visión que se ha tenido a lo largo de estos dos siglos de independencia centroamericana y que enfatiza el hecho de que si bien en Costa Rica hubo sectores que apoyaron los intentos unionistas, lo cierto del caso es que no solo se impuso la visión de quienes veían esa unión con desconfianza, sino que al cabo de los años y de acuerdo con las particularidades de cada país, el hecho de que estas naciones hayan seguido caminos diferentes parece haberle dado la razón a los que en suelo costarricense, y también nicaragüense, optaban por patrias con proyectos propios.

El libro aborda cómo Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica festejaron el primer centenario, al tiempo que también examina la forma en que grupos sindicalistas y la ciudadanía en general participaron de la esfera pública y la cultura política en el citado marco.

TRASCENDENCIA

Fumero destaca la importancia que tuvo la celebración de los primeros cien años de vida independiente para el istmo, por el valor simbólico de las distintas actividades y los rituales que convoca.

“Las celebraciones de la independencia son importantes porque, como argumentan los estudios pioneros de William Beezley y David Lorey, son elementos claves en la formulación de valores abstractos a través de rituales públicos e íconos nacionales. Las conmemoraciones son más que formulaciones simbólicas. Los objetivos de las celebraciones incluyen la renovación de vínculos con la madre patria, la representación teatral de la nación, del poder y la sociedad y, por supuesto, el entretenimiento público”, sostiene la autora en festejos y símbolos: el primer centenario de la independencia de Centroamérica.

El valor de lo simbólico sirve, en tiempo de conmemoraciones, sobre todo, para exacerbar todo el andamiaje ideológico a través del cual se concibe a la nación.

“El centenario renueva la nacionalidad cuando reproduce los ritos fundacionales, construye edificaciones, moderniza parques y ciudades, erige estatuas y prueba que, en las primeras décadas del siglo XX, el espacio público fue el centro de la vida sociopolítica de Centroamérica”.

El momento, por lo tanto, es propicio para que lo simbólico fortalezca ese sentimiento de pertenencia y nacionalidad que viven estas naciones centroamericanas.

“La conmemoración del Centenario aglutinó y tomó ventajas de los sistemas tradicionales, mediante los cuales las comunidades celebraron actividades locales para recolectar fondos para infraestructura, caridad o la Iglesia. Lo mismo puede decirse cuando los gobiernos e intelectuales levantaron y crearon héroes populares locales para convertirlos en nacionales o en mártires de la nación. Tal es el caso de Atlacatl y Barrios en El Salvador, José Dolores Estrada o Andrés Castro en Nicaragua y Juan Santamaría en Costa Rica”.

Como puede observarse en este último párrafo citado, todo se construye a nivel discursivo. El discurso de la nación, por ende, se vuelve imprescindible y determinante para ampliar las fronteras ideológicas con que se erige ese imaginario político popular que ha de predominar en torno a la idea de nación.

PARTICULARIDADES

Cada país centroamericano mostró sus particularidades a la hora de festejar ese primer centenario de independencia española, y lo hizo por vías que hoy, en algunos casos, parecerían inverosímiles.

“Los Estados liberales centroamericanos establecieron diversas formas de promover el desarrollo de las artes y la cultura, entendidas en su definición más clásica. Subsidiar presentaciones teatrales fue una de tales estrategias, debido a que los gobiernos liberales y los intelectuales consideraban que el teatro era una institución que promovía el cambio en el comportamiento social (disciplinario / ingeniería social) y educaba a través del ejemplo. De esta forma, proveía un medio para ‘civilizar’ a los sectores populares mientras consumían ‘cultura’ y se entretenían al mismo tiempo”.

Guatemala apostó por financiar teatro y circo, con el fin darle realce a su conmemoración y de paso encauzar los objetivos descritos líneas arriba.

“El gobierno de Guatemala financió una compañía de teatro español, aportó un monto de veinte mil dólares para que se presentara durante el Centenario. A su vez, financió con el mismo monto el Circo Modelo y una compañía de toros, pese a que se tenía conocimiento de que estas dos últimas formas de entretenimiento eran actividades altamente rentables”.

En Costa Rica, las celebraciones estuvieron marcadas por una serie de circunstancias, como la guerra que se había desatado con Panamá.

“En este marco, la guerra con Panamá es importante porque subrayó el nacionalismo y estimuló cierta lealtad regional centroamericana, cuando Costa Rica recibió el apoyo incondicional del resto de países del istmo. También renovó el discurso de la nación, ya que Costa Rica ganó la guerra y defendió su soberanía contra un invasor extranjero. Otra razón es la definición de los límites nacionales para la creación de una nueva comunidad política, como es la frontera con Panamá”.

A estas alturas, las tensiones que en un momento habían existido entre la Iglesia católica y el Estado liberal, ya habían bajado lo suficiente como para que en un marco tan relevante como es un centenario se produjera una celebración conjunta, a diferencia de lo que había sucedido en el resto del istmo.

“[…] La Iglesia en Costa Rica organizó una solemne procesión religiosa con el apoyo del Estado, en Heredia, el 12 de septiembre. Días más tarde, en San José, organizaciones de la sociedad civil, estudiantes, el presidente Julio Acosta, representantes del Tribunal de Justicia y del Congreso marcharon con el arzobispo, obispos y sacerdotes. Todos con el pueblo celebraron un Te Deum para agradecer a Dios por la independencia y procurar protección para los años venideros. El intercambio en las actividades indica el alto grado de acomodo logrado entre el Estado y la Iglesia de las Reformas Liberales de la década de 1880”.

Nicaragua, Honduras y El Salvador, por su parte, vivieron su centenario de una manera particular, y en el libro se da cuenta de cómo cada nación enalteció su festejo.

Festejos y símbolos: el primer centenario de la independencia de Centroamérica pasa de igual manera revista a los principales actos en la conmemoración del primer centenario de la independencia, y da un marco interesante para observar lo que se hará en el bicentenario que se aproxima. La mirada histórica con que Fumero aborda el hecho, da bases para comparar y extraer lecciones del pasado al tiempo que permite examinar el presente e incluso hacerle un guiño al porvenir.

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