Cultura

Mamografías en clave artística y emocional

La Galería de arte del Consejo Universitario presenta la exposición “Mamografías de una mujer que no existe”, de la científica y artista Mariela Porras-Chaverri.

13 mamografías creadas en acuarela en referencia a las diferencias entre los senos de las mujeres constituye una de las seis series de obras visuales que Mariela Porras-Chaverri, doctora en Física Médica y artista, presenta en su primera propuesta expositiva.

La muestra “Mamografías de una mujer que no existe” se puede apreciar en la Galería de arte del Consejo Universitario de la Universidad de Costa Rica (UCR), abierta al público hasta el 25 de mayo con una versión digital disponible en la página web del espacio de exposiciones.

Haga clic en este enlace para ver la exposición. 

La científica y artista Porras-Chaverri y la curadora, psicóloga e historiadora del arte Tatiana Muñoz-Brenes se acompañaron en el proceso de la concepción y curaduría de la exposición que toca el tema de la ciencia cruzada por factores como la emoción y el arte.

La colaboración entre ambas no se circunscribió al proceso curatorial, sino que ambas, al concebir la aproximación al arte en su dimensión relacional, incluso crearon una obra en conjunto.

“Defensa ante la tesis doctoral” corresponde a una performance realizada con la investigación impresa en papel, que Mariela Porras-Chaverri manipula y arruga. (Foto: Andrea Jiménez)

Con esa visión buscaron trabajar un modelo horizontal, en que curadora y artista no fueran funciones tan separadas.

Esa misma compaginación propone Porras-Chaverri, para quien la Física no es pura ni destilada, ya que es atravesada por el sistema patriarcal, en su magnitud social, cultural, emocional, lingüística y de géneros. Así fue como abordó las series que componen la muestra.

Precisamente, esa hibridez llamó la atención de Muñoz. “En 2020 conocí a Mariela en un espacio artístico; me atrajo que participara una persona de ciencias en un taller sobre temas de arte. Sentí interés por su obra porque ella quería darle un contenido emocional biográfico introspectivo”, explicó.

Muñoz-Brenes le dio acompañamiento curatorial a Porras-Chaverri mediante lo que ella denomina una escucha “refinada y aguda”, para de este modo transformar, por medio del arte, sentimientos como la frustración y alegría, no como una terapia, sino como una forma de expresión que el canon científico rígido excluye.

La dupla le dio un contenido feminista al proyecto. “Yo me especializo en arte feminista y queer, e hicimos clic porque la ciencia no es un tema indiferente para el feminismo ni el arte. Entonces, la acompañé como curadora a conocer su obra, escoger el material, escribir los textos; decir: aquí hay una exposición”.

En relación con la pieza que crearon juntas, Muñoz-Brenes señala que al inicio se sentía inhibida: “Experimentamos y traveseamos en una obra que está muy viva, no tiene un soporte de papel y, por lo tanto, no es absorbente. Exuda humedad”.

En la galería del CU, las piezas están pintadas sobre el vidrio de una ventana y chorrean. “El comportamiento es inesperado al ser un material al que le dimos un uso no convencional. Es una obra que va a hablar cada vez que la exposición se instale en otras sedes”, comentó Muñoz-Brenes.

Muñoz-Brenes reconoce que para ella ha sido difícil encontrar antecedentes de artistas que hayan abordado arte y ciencia como Porras, pues aunque hay propuestas multidisciplinarias también en Costa Rica, no son en sí un registro emocional científico que se convierte en obra de arte conceptual.

“Es un modelo bastante sui generis”, dijo, “que vamos construyendo in situ”. Muñoz-Brenes enfatizó en que hay una gran brecha entre los cuerpos que producen la ciencia y los cuerpos que la reciben: en su mayoría los protocolos, los instrumentos, las formas de medición, las investigaciones, históricamente están en manos de hombres blancos y heterosexuales con poder.

“Estos cuerpos hegemónicos son los que han tenido el poder sobre el cuerpo al que se aplica la ciencia, en este caso las mamografías”, agregó Muñoz-Brenes.

Según Muñoz-Brenes, las mujeres en la ciencia —que representan un 30% a nivel mundial—, cuando son no el objeto, el cuerpo, sobre el que se aplica, sino cuando son científicas, experimentan un sistema patriarcal opresivo y frustrante que vulnerabiliza la salud mental.

Convergencia

Las series de obras propuestas por Porras-Chaverri son seis: “Capas Heterogéneas”, collages de vestiditos para jugar; “Mamografías para una paciente que no existe”, acuarelas; “Phantoms”, objetos de acrílico; “Paper”, dos artículos en clipboards más uno arrugado colgante; “Mamografías de una mujer que no existe” creadas en conjunto con Muñoz; y “Defensa ante la tesis doctoral”, performance (videos y fotos) con la tesis arrugada.

En Capas heterogéneas, Porras-Chaverri despliega una sucesión de nueve collages en pequeño formato, el primero y el último con la figura del “Hombre de Vitruvio”, de Leonardo Da Vinci, como protagonista e ícono de la concepción convencional de la convergencia entre ciencia y arte.

Porras recortó gráficos de artículos científicos sobre mamografías firmados por autores masculinos, que en forma de vestidos, enaguas y ponchos, se le podrían colocar al hombre davinciano a manera de juego infantil.

“La ciencia se aplica a cuerpos de mujeres, pero es ciencia hecha por hombres a la  medida de los hombres. En la medicina es muy evidente porque en estudios científicos no se toman en cuenta los cuerpos de las mujeres, porque las hormonas se cruzan y “alteran” los resultados. Sin embargo, los hombres tienen hormonas también, claro, son las hormonas del “neutro”, afirmó Porras.

“Mamografías para una paciente que no existe” consiste en 13 pinturas en acuarela de senos de distintas mujeres sometidos a mamografías.

“Con las acuarelas intento diferenciar a las mujeres y sus mamografías. Yo propongo en mi tesis que sí es posible obtener más información de las imágenes de la que hemos estado usando. Con la información que usamos se borran las diferencias entre muchas mamas.  Por ejemplo, se usa una medida de glandularidad del 25%, pero el tejido en realidad no es homogéneo, puede estar configurado de maneras distintas porque todas somos distintas”, expuso Porras.

En su tesis doctoral titulada Patient-oriented breast imaging dosimetry for conventional mammography, Porras propone otra forma de hacerlo: “no podemos tener toda la información que queremos por la cantidad de imágenes que tenemos por limitaciones físicas reales, pero eso no quiere decir que no podamos aproximarnos un poquito más”, concluyó.

“Phantoms” se trata de tres objetos de acrílico en que Porras introduce en uno de ellos un artículo arrugado amarrado con un hilo rosado (en referencia al cáncer de mama), otro lo pinta con chorretes de acuarela negra y el otro está vacío.

“El acrílico es un material que se usa en la mamografía para los fantomas (maniquíes) como sustituto de las mujeres. A mí me gusta crear con materiales y en escala propios de la ciencia, en la medida de lo posible. Mi investigación nace del artículo arrugado metido en una de las cajitas de acrílico”, indicó Porras.

La colaboración entre Mariela Porras-Chaverri y Tatiana Muñoz-Brenes no se circunscribió al proceso curatorial, sino que ambas, al concebir la aproximación al arte en su dimensión relacional, incluso crearon una obra en conjunto. (Foto: Andrea Jiménez)

La investigación es de 1979 y expone los aspectos que deberían corregirse. “30 años después no ha pasado nada”, se lamentó.

“Paper” hace referencia al primer artículo que Porras escribió y que intervino con anotaciones y tachaduras en un registro emocional y lingüístico.

“Es el primer artículo que publiqué. La idea del tratamiento que tiene surgió a partir de discusiones con el grupo No saber, formado de una convocatoria de Archipiélago con Teorética, con personas de Centroamérica y el Caribe que nos hacemos preguntas de investigación”, contó Porras.

Un compañero del grupo planteó la posibilidad de relacionarse con el texto más allá de las palabras y eso resonó en Porras, quien trabaja en investigación lingüística también.
“Para mí, las palabras son súper importantes. Entonces, corregí mi artículo en tres dimensiones: las reflexiones posteriores a su publicación, pues se quedan elementos por fuera y las tachaduras al texto científico para resaltar aspectos como las personas”, detalló Porras.

“Mamografías de una mujer que no existe”, de autoría con Muñoz, son obras en que las artistas pintan con acuarela tres senos de mujeres sobre el vidrio de una ventana.

Para Porras fue fundamental la participación de Muñoz como curadora, pero también como la “mamá” de la exposición.

“Hubo mucha comunicación; ella me hacía preguntas y había cosas que tal vez yo las tenía bien interiorizadas y súper claras en mi cabeza, y cuando me preguntaba tenía que vocalizarlas. En ese intercambio se matizaron”, destacó.

“Defensa ante la tesis doctoral”, corresponde a una performance realizada con la investigación impresa en papel, que la artista manipula y arruga (en la página web se muestra con videos y fotos).

La tesis de 200 páginas fue pegada con cinta y posteriormente arrugada por Porras, debido a su manipulación y degradación.

“Representa mi relación con la tesis, el texto de mi vida, el texto más allá de las palabras. Yo me sé las palabras de esas tesis, yo las escribí todas y ahora las puedo abrazar.  Estuvo en la sala de mi casa, en la alfombra. Me consumió toda la existencia, toda la familia estaba involucrada, mi esposo estaba por ahí y mis gatos estaban felices jugando con ella. Fue una creación colectiva de cierta manera”, apuntó Porras.

Con el contacto, el papel en que fue impreso se vuelve más suave, se ensucia. “Es un poco lo que pasa con la investigación de uno: con el tiempo se vuelve obsoleta, pero no importa, porque yo estoy emocionalmente vinculada a mi tesis. Es un bodoque de papel; si alguien la bota yo me muero y la gente pensará: vieja loca que la guarda”.


Científica/artista

“Mi familia y yo somos de Guanacaste. Los procesos artísticos y el afán por estudiar ciencia fueron algo muy presente en mi infancia y adolescencia. Luego estudié Física en la UCR y dejé por fuera la parte artística, teatral y musical.

Hice mis estudios doctorales en la Universidad de Wisconsin-Madison en 2014 y regresé a la UCR en 2016 como docente e investigadora. En retrospectiva me doy cuenta que en los procesos de investigación hay metodologías que se anulan, pienso en las formas de registrarlas, y se me ocurre hacer eso que sé hacer desde mi infancia y adolescencia: arte.

Se abren otros espacios como un taller de artesanía donde conocí a Tatiana Muñoz, que involucra la docencia para aprendizajes multidisciplinares. Yo aplico estas metodologías en los cursos de física, partiendo de una necesidad emocional de registro como científica.

Durante mi doctorado leí un artículo de una persona que quería publicar un texto con una dedicatoria a un amigo que había muerto por suicidio debido a un proceso postdoctoral. Un enunciado muy fuerte que los editores no aprobaron porque no tenía cabida en un registro científico.

Varias investigadoras trabajamos en el proyecto Ucrea titulado Generizar para transformar, que es básicamente la creación de una metodología para poder estudiar el problema de la generización en la creación de conocimiento científico.

Las preguntas que nos hacemos pasan por ese filtro social porque el saber se construye de manera generizada. La sociedad, los fenómenos naturales, las enfermedades y el ambiente social y académico no funcionan igual para hombres y mujeres. Tienen características asociadas a lo masculino como categoría social y cultural.

Mi doctorado es en Física Médica, una carrera multidisciplinaria que conecta con ingeniería, medicina, imagenología, con el paciente incluso. Moverme hacia la lingüística y el arte es como moverme en 3D.

A partir de una crisis después del doctorado, creo la exposición entre 2018 y 2019”.


 

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