Cultura

Luissana Padilla es la primera directora de banda que surge del semillero de la UCR

Padilla tendrá la oportunidad de dirigir a las bandas intermedia y avanzada de la UCR, si bien estas siguen bajo la dirección titular de Juan Carlos Meza.

El pasado jueves 21 de julio, Luissana Padilla tuvo su recital de graduación en el Aula Magna de la Universidad de Costa Rica (UCR). No fue un acontecimiento cualquiera, sino que se convirtió en la primera directora de bandas egresada de la UCR en la Licenciatura de Música con Énfasis en Dirección de Bandas.

Esto significa que Padilla, tal como hiciera la semana anterior, tendrá el honor de ser la primera mujer en dirigir a las bandas de la UCR, mientras continúa con sus labores como docente, violinista, violista y pianista de distintas agrupaciones.

Es así como UNIVERSIDAD decidió entrevistarla para conocer a la persona detrás de una vida rodeada de música:

¿Por qué se decantó por la carrera de Música y el énfasis en Dirección?

—Son las vueltas de la vida. Comencé a estudiar violín, luego estudié piano y posteriormente dirección orquestal, de la que también soy la primera mujer egresada de la UCR. Queriendo expandir mis conocimientos, específicamente, con el profesor Alejandro Gutiérrez, matriculé la carrera de dirección de bandas. Fueron varios años y le agradezco mucho porque me enseñó toda su experiencia, todos sus conocimientos y fue así como terminé este título

“Siempre se ha tenido ese tipo de prejuicios con algunas profesiones y formas de vida. Hay instrumentos que tradicionalmente es complicado que los toque una mujer, pero estamos en una época donde todo eso lo estamos borrando”, Luissana Padilla.

¿En qué momento empezó ese amor por la música?

—Es algo de familia, soy la menor de tres hermanas que ya se dedicaban a esto. Desde que estaba en la panza de mi mamá ya estaba en orquesta, banda y en todo lado. Yo empecé a estudiar violín a los cuatro años y en Artes Musicales en la UCR empecé desde los diez, entonces es como mi primera casa.

Es curioso porque no hay violines ni pianos en las bandas. ¿Cómo es estudiar tantos años con esos instrumentos y que no estén ahora en la dirección?

—Fue un proceso de paso a paso. He tenido experiencias de tocar otros instrumentos, no a nivel profesional, pero tampoco es que no tenga conocimiento de otros instrumentos. Al contrario, he profundizado mucho para saber cómo funciona cada uno. Es la única forma de liderar un conjunto.

¿Cómo fue integrarse al mundo musical?

—Estoy en la música desde que era muy bebé, entonces el ambiente siempre ha sido familiar. Me conocen desde que soy pequeñita y ahora yo conozco a las nuevas generaciones. Eso ha sido importante para seguir creciendo, porque siempre van a haber limitaciones, pero es parte de la formación para ser líder.

¿Cuáles son los principales obstáculos que ha encontrado en su carrera?

—Siempre hay una cuestión importante que tal vez no es muy visible, pero es el problema de género. Hay carreras como la de dirección que están un poco estereotipadas y quitar esas barreras de género ha sido muy importante. No es fácil estudiar este tipo de carreras teniendo esos prejuicios de que son para el género masculino.

¿Por qué cree que sucede esto de asociar un instrumento a un género?

—Estos instrumentos, generalmente por su tamaño, fuerza al soplar, entre otro montón de cosas, se han destinado a los hombres. También por la banda militar, ya que antes a la guerra iban los soldados hombres y las mujeres, aunque podían ir a la guerra, hacían otros servicios como enfermería o secretariado.

Siempre se ha tenido ese tipo de prejuicios con algunas profesiones y formas de vida. Hay instrumentos que tradicionalmente es complicado que los toque una mujer, pero estamos en una época donde todo eso lo estamos borrando.

¿Se ve usted misma como una potencial figura para impulsar ese cambio?

—Creo que sí. Es parte de esas “vueltas de la vida” y en este momento siento que es lo que tengo que hacer: impulsar a muchas mujeres y hombres a hacer lo que realmente sueñan.

También soy docente en la Escuela de Artes Musicales (EAM) y siento que una forma de impulsar a los estudiantes es saber decirles que sí se puede. Solo hay que soñar y esforzarse demasiado.

Se ha dicho que la parte cultural en Costa Rica queda muchas veces rezagada, muchas veces por temas económicos. ¿Cómo considera esas limitaciones?

—Es obra de nosotros seguir impulsando esto, porque ser artista no tiene ninguna diferencia con otras carreras. Al contrario, hay que empezar desde antes de salir del colegio para tener una carrera artística.

Obviamente hay limitaciones económicas, pero instituciones como la UCR más bien lo instan a uno a seguir adelante. Tradicionalmente se decía que “el músico se muere de hambre”, pero si usted estudia y se destaca puede vivir bien de esto.

¿Qué músicos considera modelos a seguir?

—Hay varias directoras que han venido a proponer cambios en la Dirección Coral, uno de los énfasis en los que más se ha destacado la mujer. Tenemos el ejemplo de Gabriela Mora en la Orquesta Sinfónica UCR; Pilar Redondo como subdirectora de la banda de Cartago; y a nivel mundial hay un montón de mujeres que hacen valer ese paradigma de mujer directora.

Y dirigiéndonos hacia los grandes maestros internacionales, ¿en quiénes se fija?

—Ahorita la directora Alondra de la Parra, quien además es mexicana. Ella ha hecho cosas por la mujer latinoamericana que no hemos visto en muchos años en el papel de la dirección. Cada gesto y nota que uno toca debe guardarse con pasión, y es algo que se nota mucho en su trabajo.

¿Qué siente al enfrentarse a una banda?

—No es una cuestión de autoridad, sino una cuestión de estar un pasito adelante para que todas esas personas que están haciendo música puedan unirse y tener un resultado mayor. Ese es el objetivo que uno siempre tiene: hacer música, trascender con ella y saber que estás produciendo arte, ojalá lo más bello posible.

¿Para usted qué es la música y qué propósito tiene?

—Para mí lo es todo: es respirar, es el latido de mi corazón. La música ha sido el motor de mi vida y es lo que seguiré haciendo sin descansar.

También considero que el arte es la expresión del ser humano. Podemos hacer muchas cosas automatizadas, pero el arte hace que mostremos lo que tenemos dentro. Es lo que hace que cada ser humano sea muy particular.

El propósito de la música creo que sería eso, que cada ser humano pueda contar una historia y conocer sus gustos, lo que pueden hacer o lo sensibles que son… es algo muy amplio.

¿Cuál es su siguiente paso? ¿Qué le queda pendiente?

—Me gustaría seguir enseñando a muchas generaciones lo que es el piano y cómo mejorar para sus vidas profesionales. También seguir en orquestas, ahorita soy violinista en la Orquesta Sinfónica de la UCR y violista de la Orquesta de Heredia, y es otro trabajo que me encanta.

También seguir con recitales o hacer giras para enseñar a los niños y niñas sobre los instrumentos. Eso es importante, amar la música y vivirla como profesión y luego, respecto a la dirección, voy con todo. Quiero seguir dirigiendo en todo el país, cualquier ensamble al que me inviten porque espero no parar en mucho tiempo.

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