Cultura

Los escritores siguen en el olvido

Cada 10 de junio se celebra el Día del Escritor Costarricense aunque nadie, o muy pocos, en el país lo saben. Esa es una clave que lleva a pensar el estado en que se encuentran los creadores literarios en la Costa Rica del siglo XXI y a las puertas de festejar el bicentenario.

El 10 de junio de 1994 se estableció como día del escritor costarricense, mediante un decreto del Gobierno de entonces, pero conforme han pasado los años esa fecha se ha ido llenando de olvidos.

En el 2021 la única institución que se recordó de que ese día –jueves en este caso—estaba reservado para el escritor costarricense fue la Biblioteca Nacional, que publicó en sus redes sociales un recordatorio, del resto de entes estatales no hubo ninguna manifestación.

El director del Colegio de Costa Rica, Álvaro Rojas, detalló que ese ente realiza conferencias durante todo el año para promocionar la literatura nacional. (Foto: archivo).

El hecho en sí, que parece banal, adquiere relevancia porque se convierte en una metáfora de lo que vive el escritor nacional en la actualidad, relegado al olvido desde una óptica estatal, como lo perciben varios representantes y como lo reafirman los elementos fácticos.

Para la escritora Arabella Salaverry escribir en Costa Rica responde a una vocación y a un llamado, porque las circunstancias en que tienen que desarrollar la actividad en un alto porcentaje son adversas.

Salaverry atendió al Semanario UNIVERSIDAD en una pausa de su labor, dado que está preparando un recital con poemas escritos por mujeres nacionales.

Como es su estilo, sus dardos van directos, sin mayores rodeos y con la claridad que le caracteriza y que exige la situación.

“Los escritores estamos en la inopia. A no ser que accedamos a una beca del Colegio de Costa Rica, que son muy pocas cada año, y cuyo dinero mayormente alcanza solo para la publicación de la obra, no tenemos otros incentivos”.

Y sostiene de manera contundente: “El escritor en el país prácticamente no es reconocido. Ni desde el ámbito estatal, ni desde el mercado. Es evidente el proceso de pauperización en que estamos. Y no es solo económico, sino también por la falta de interés por la lectura. Vivimos una situación muy crítica. Yo, en la actualidad, no tengo ningún ingreso y para ser escritora tengo que dedicar seis horas diarias al trabajo de la escritura”.

Con la llegada de la pandemia, en marzo de 2020, la situación complicó todavía más el horizonte de los escritores, porque la pasada Feria del Libro, que es la única ventana organizada masivamente que tienen para dar a conocer sus obras, fue virtual y los resultados no fueron del todo los esperados, según supo este medio.

Para Salaverry es trascendente que desde las instancias oficiales se establezcan mecanismos que apoyen y faciliten la solitaria tarea de quienes escriben, pues para generar una novela o un libro de poesías tiene que dedicar muchas horas a concebir la obra, pulirla y, en el ámbito nacional, debe seguir muy de cerca el proceso de producción para cerciorarse de que el producto sea de calidad.

“El problema en Costa Rica es que no hay instancias. A parte del Colegio de Costa Rica con las becas no hay ningún incentivo. Pareciera que no se concibe a la literatura como parte de las artes. Tampoco desde el Ministerio de Educación Pública (MEP) se concibe la forma de conectar la literatura nacional con el estudiantado.

La escritora y promotora Evelyn Ugalde dijo que las ventas han caído un 90 por ciento en el sector editorial costarricense. (Foto: Facebook de Evelyn Ugalde).

Sobre este punto conviene precisar que, en efecto, son pocos los autores nacionales que son incluidos en los diferentes programas que maneja el MEP como parte de los programas relacionados con la formación en letras.

¿Qué pasaría si para la enseñanza del castellano y de la literatura se le diera preponderancia a las obras de escritores nacionales? ¿Le daría esta sencilla medida un estatus distinto a los escritores? ¿Abriría un mercado hasta ahora casi impenetrable para los muchos escritores que trabajan y producen por su cuenta?

Sobre la posibilidad expresada por la escritora y actriz de que el MEP haga más partícipe a los autores nacionales en sus programas, ella, por ahora, la colocaría en lo que sería una “sociedad ideal”, porque la realidad presenta para los creadores otra cara totalmente distinta.

“Nosotros funcionamos a puro pulmón y a pura alma. Escribimos por el impulso creativo que nos obliga a estar frente a la computadora, pero si lo pensamos como medio de sobrevivencia no lo haríamos jamás”.

El silencio con que cada año pasa ese 10 de junio “Día del Escritor Costarricense” parece ser una metáfora perfecta de lo que vive y enfrenta el creador nacional en este ámbito.

Al respecto, si desde el Estado las respuestas son casi ausentes, cuando los escritores van a enfrentarse al mercado se topa con una realidad que a cualquiera lo llevaría a claudicar.

“Es una situación muy precaria la que vivimos. Y luego está el tema del mercado. La mayoría de las librerías solo promocionan a los extranjeros. A mí me preocupa esto gremialmente porque sé que en Costa Rica hay excelentes escritores; sin embargo, no se les da la promoción que merecen y eso nos deja en una gran desventaja. Ya no hay prácticamente dónde vender nuestros libros. En esta materia la Lehmann y la Universal, dos grandes y tradicionales librerías, ya no son lo que eran en este campo. Hay librerías emergentes y tienen un poco de literatura costarricense, pero no son las que más convocan a la gente. Y en las otras librerías, en las que sí van más lectores, si nos tienen, nos ubican en el último rincón”.

Respecto de este asunto, de la vigencia de las que en su momento fueron las librerías más fuertes y pioneras del país, recordó que antes existía la figura del librero, ese personaje que era capaz no solo de leerse mucho títulos como parte de su trabajo, sino que conocía los gustos y las preferencias de sus clientes, de quienes tenía el número de teléfono para alertarle de la llegada de este o de aquel libro, que a lo seguro le iba a interesar porque a lo largo de los años de consultas y conversaciones  breves se iba haciendo una idea de qué autores y de qué tipo de literatura le gustaba a aquel lector empedernido.

Eso ya no existe, reconoce, y es uno de los tantos factores que hacen que la literatura costarricense esté en la mayoría de las librerías apenas presente y su presencia fantasmal tienda a la marginación.

En el mercado los escritores también se topan con que si la obra es producida por ellos tienen que dar sus libros en consignación y pagar por las futuras ventas entre un 30 y un 40 por ciento. Si a esa suma el creador le añade lo que debió desembolsar por la producción, en el mejor de los casos, excepto que sea un bestseller, si su libro no le acarrea pérdidas su operación se considerará un éxito.

Si la vía escogida son las editoriales de las universidades estatales o la Editorial Costa Rica, el porcentaje que recibe el autor es del 10 por ciento y se topa con la singularidad que los medios de promoción de estas editoriales parecen no estar acorde con las circunstancias de la globalidad en que se vive.

Un elemento fáctico lo revela el hecho de que si en los tiempos en que el Ministerio de Cultura publicaba libros los tirajes andaban entre los  7.000 y los 10.000 ejemplares, hoy las editoriales citadas andan en el orden de los 300 libros cuando a la obra se le ven buenas opciones en el mercado.

Aquella serie, “¿Quién fue y qué hizo?”, de personajes de la cultura nacional como Julio Acosta, Juan Mora Fernández, Max Jiménez, Carlos Gagini y Mauro Fernández que publicaba el Ministerio y que eran de distribución gratuita, es solo una etapa dorada de la promoción de la lectura en el ámbito costarricense.

Por eso, cuando Salaverry habla de que se ha mantenido en pie de lucha pese a las adversidades que ha enumerado es porque responde a un compromiso tácito que ha adquirido, el de seguir escribiendo, tocando puertas y luchando, para que el camino pueda ser mejor para los futuros creadores.

Y lo hace porque Salaverry está convencida de que la literatura mejora todo el entramado de la sociedad.

“No se entiende a la cultura como un espacio recreativo para que los seres humanos sean más productivos en el orden económico y para que sean más inteligentes a la hora de analizar y pensar. A la cultura hay que pensarla de una manera diferente. Ya está demostrado científicamente que si lees un poema se desarrollan nuevas conexiones neuronales y se puede al leer mejorar la gramática a partir de esa práctica. Es también una manera distinta de entender el idioma. Yo estoy convencida de que la lectura salva”.

Como parte de los muchos asuntos que están relacionados con el escritor, la lectura y la cultura, Salaverry dijo que suena muy bien el que el Estado nacional invierta suficiente dinero en educación, pero que pilares básicos se descuidan, como que los estudiantes costarricenses aprendan, en el sentido amplio del término, a leer y a escribir.

Al respecto, las pruebas del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés) han demostrado que en el apartado de lectura el país ha obtenido puntajes bajos.

En ese sentido, en 2015 el país obtuvo un puntaje de 427, mientras que para la evaluación de 2018 descendió a 426. No es el mejor promedio en el citado campo.

CAÍDA EDITORIAL

Evelyn Ugalde, de la Editorial Club de Libros, explicó a este medio que de acuerdo con la información disponible, las editoriales independientes indican que la caída en las ventas de sus libros se dio en un 90 por ciento en los tiempos de pandemia que se viven, por lo que la situación del escritor está más que comprometida.

Sobre la fecha de celebración, Ugalde dijo que solo este año se había enterado por una publicación que se hizo en Internet, lo cual revela a la vez que fue un día que se estableció y que se dejó en el olvido, como le pasa en otras áreas al sector.

El apoyo directo del Ministerio de Cultura, que es solo para los escritores, consiste en las becas del Colegio de Costa Rica, que en el año más reciente se ubica en el orden de ¢46 millones, y son 13 los beneficiarios.

“En el mundo literario, incluidos los promotores de cultura, somos 3.000 personas según datos del Ministerio de Cultura y como vemos solo se ven beneficiadas directamente 13 personas”.

Otro de los respaldos que daba el Estado era la Feria del libro, pero el año pasado dicha actividad fue en línea, lo que deparó resultados que no fueron los mejores, dado que para el presente año la feria no se efectuará.

En tiempos de pandemia, el Ministerio de Cultura destinó cerca de ¢20 millones para los escritores y promotores de lectura, lo que le permitió a algunos creadores recibir aportes entre ¢60.000 y ¢150.000.

El aporte estatal directo se centra en lo que da el Colegio de Costa Rica en becas y lo que se otorga a los ganadores de Premios Nacionales en el apartado de literatura.

Ante la falta de la Feria del Libro en 2021 se realizará la Feria Hecho aquí, lo que para Ugalde es, lejos de una solución, un problema.

“Esa Feria Hecho Aquí se realizaría en diciembre y se utilizaría presupuesto que normalmente está destinado para la Feria del Libro para incluir a escritores y también a los artesanos; y no es que tenga nada contra los artesanos, pero para nosotros eso es muy malo, porque nos van a poner a competir, por ejemplo, con alguien que vende un bolso. Así está la situación para este año”.

En torno a la situación general, Ugalde precisó que ni antes ni después de la pandemia es posible imaginar a un escritor costarricense que pueda dedicarse de manera exclusiva a la literatura.

Incluso en este 2021 se da la situación de que los escritores se están quedando sin opciones para publicar en relación con editoriales universitarias o estatales. La UNED anunció que para el presente año no recibirá ya más obras. La Editorial Costa Rica solo publicará temas relacionados con el bicentenario. Quedan las opciones de la Universidad Nacional (UNA) y la Editorial de la Universidad de Costa Rica (UCR) que, por oficio, tienen desde hace años restringido el número de textos publicados.

Por su parte, el escritor Faustino Desinach expresó que él siempre se ha desenvuelto en un ambiente de mucha independencia y que en pocas ocasiones ha tenido la necesidad del respaldo estatal, por lo que su experiencia como autor se circunscribe a buscar formas y alternativas de seguir publicando y de continuar esa larga lucha que debe enfrentar el creador nacional.

En la actualidad, además de otras facetas, Desinach tiene una librería en La Galería Central, edificio ubicado a 25 metros al este de la Plaza de la Cultura, y se puede encontrar en el local 117, primer piso. Ahí vende libros nuevos y usados.

Faustino Desinach es autor entre otras obras de Efectos personales, que tiene como eje conductor al sexo. (Foto: Amazon).

EL COLEGIO DE COSTA RICA

Álvaro Rojas, director del Colegio de Costa Rica, explicó que para el 10 de junio, día del escritor costarricense no tenían una actividad específica, pero que han venido efectuando un ciclo sobre distintas temáticas para celebrar la creación literaria.

“En el caso del Colegio no teníamos ninguna actividad propiamente para ese día,

pero tenemos un ciclo de conferencias dedicadas a la literatura costarricense. Es una conferencia al mes, durante todo este año. Hitos de la literatura costarricense. En estas conferencias participan críticos, académicos y escritores”, dijo.

La actividad citada la impulsan con la participación de la Biblioteca Nacional, las escuelas de Filología de la Universidad de Costa Rica (UCR) y de la Universidad Nacional (UNA), la Maestría en Literatura Latinoamericana de la UCR, y la Maestría en Estudios Centroamericanos de la UNA. El martes 15 de junio el tema fue “Las guerras en la literatura costarricense”.

Rojas explicó que el Colegio de Costa Rica, además de las becas, se enfoca en promover acciones específicas.

“Dentro de ese ciclo de conferencias esperamos tener una mesa especial en setiembre, que es el mes en el que se celebra el bicentenario de la independencia, y también esperamos tener una mesa especial para diciembre, por ser la actividad de cierre durante este 2021. El día del libro tuvimos un conversatorio con los Premios Aquileo J. Echeverría 2020 y está pendiente uno con los becarios 2021”.

En otros frentes, el escritor José León Sánchez, considerado el escritor nacional más leído fuera del país, tiene desde hace ratos la inquietud de crear una nueva asociación de escritores que venga a aglutinar al sector.

Esta iniciativa está pendiente pero produce interés en diversos ámbitos. Así, se sabe que el historiador y ensayista Óscar Aguilar Bulgarelli también busca fomentar la unión del gremio para que tenga más y mejores alternativas de dar a conocer su producción literaria.

En la actualidad, como se observa, el sector literario requiere de más y mejores mecanismos estatales que le permitan una mayor presencia en los ámbitos de la cultura y de la educación, así como es urgente una mejoría en el campo de la promoción de las obras, para que los escritores ocupen un lugar en la república de las letras, hoy desterrada al olvido por las autoridades actuales.

 

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