Cultura Entrevista a Fabio Rubiano, director de teatro

“Las realidades nuestras son tan absurdas que producen risa”

Su argumento parte de hechos violentos ocurridos en Colombia. Labio de Liebre, del director colombiano Fabio Rubiano, fue uno entre los muchos aciertos del FIA2017

Con un humor negro y absurdo, y a la vez tremendamente política y poética, la obra Labio de Liebre, del grupo colombiano Teatro Petra, muestra la capacidad del ser humano de recorrer los matices de la moral y la ética sin caer en posiciones maniqueistas  y estereotipadas, ni en resoluciones facilistas.

“Nadie es solo bueno o solo malo” es una de las premisas de la cual parte la investigación, dramaturgia y puesta en escena de la obra de uno de los grupos más importantes de la escena teatral contemporánea de Colombia y América Latina.

Las funciones de Labio de Liebre se programaron en el Teatro Popular Melico Salazar durante la primera semana del Festival Internacional de las Artes 2017, que se celebra hasta el domingo 9 de julio en parques y salas del centro josefino.

Basada en hechos acaecidos en Colombia, la obra gira en torno a un personaje que tiene casa por cárcel por haber ordenado un genocidio en una zona campesina. De forma paulatina, el espectador va descubriendo que la familia que habita en su mismo entorno formó parte de las personas masacradas y que están buscando vengarse.

Sin embargo, esta venganza no se expresa mediante “el ojo por ojo”, sino que se concreta al solicitarle al perpetrador que recuerde cuáles son sus nombres y en dónde fueron enterrados, petición que al inicio el protagonista se niega a cumplir pues ni siquiera recuerda lo sucedido.

“Labio de Liebre” fue escrita, dirigida y es protagonizada por Fabio Rubiano del Teatro Petra, quien conversó con UNIVERSIDAD unos días después de presentar la obra en el FIA, con muy buen suceso.

En un texto, usted escribió que hablar de violencia en Colombia es un estereotipo, ¿cómo hablar de la violencia con poesía?

-Para mi es difícil hablar de la realidad cuando con lo que trabajo es la ficción, sobre todo de una que está sostenida en la realidad. Hay múltiples formas de violencia: por un asesinato o violación, pero hay una violencia simbólica cuando no se tiene en cuenta el nombre (de las personas), por ejemplo, -que es lo que trabaja la pieza-, cuando se desconoce, cuando te invisibilizo y disminuyo como ser humano. De las formas más violentas que pueden haber de la violencia es invisibilizar al otro; es el punto de partida para los genocidios: toda una población deja de tener humanidad, de tener nombre y apellido, vida, familia, historia, mascotas; solamente es sangre enemiga. Empezamos a hacer esta pieza evitando buenos y malos, sí hay víctimas y victimarios pero en una escalada casi que circular, porque toda víctima podría a su vez victimario. Entendemos que el teatro no es ilustrativo porque para eso están los noticieros, los periódicos y los documentales, y tampoco es normativo. No podemos dar clases de moral, no podemos generar conciencia, que me parece una expresión bastante soberbia porque supone que tengo la verdad.

¿Los personajes hablan por sus acciones?

-La idea es ir hacia identidades más profundas. Digamos que buenos y malos es lo superficial, alguien mata y alguien muere, pero detrás de eso hay una capa y otra capa y otra capa. No quiero decir que las víctimas se merecían eso. Nos interesa plantear esta serie de preguntas e inquietudes para encontrar el origen de la fractura social. Lo primero es que no hay ninguna razón para matar, no importa lo que pase. La intención es ir hasta el fondo, donde nosotros nos involucremos con la actitud del victimario, y encontrar cuáles fueron las razones para hacer lo que hizo, debe haber razones que no son justificaciones, y en la búsqueda de esas razones encontramos que nosotros y nuestros semejantes tenemos muchas cosas en común. Entonces este victimario, este ser espantoso, monstruoso, deja de serlo, y resulta que es una persona tan común y corriente que nosotros podríamos llegar a asumir ese tipo de identidad.

La puesta en escena tiene varias capas de significación que se expresan en el tipo de humor, las técnicas actorales, la escenografía, el vestuario, el uso de máscaras, y que producen una especie de disonancia y a la vez reflexión…

-Hay todas esas intenciones. La generación de empatía se empieza a transformar. Uno dice: la mamá es una víctima, pero después descubre que hacía esto, y entonces uno se desdice y se va con la niña, pero la niña también tiene su historia, entonces me desdigo de eso y me voy con el niño, pero esté se burla del hermano que tiene un defecto físico (labio leporino o labio de liebre). No es que todos son seres horribles, sino que son seres comunes y corrientes. Tenemos odios, amores, rabias, sed de venganza, de justicia, que de eso estamos constituidos. Cuando la gente se ríe yo no sé si hay una intención humorística dentro de la obra, lo que pasa es que las realidades nuestras son tan absurdas que producen risa y no hablo de realismo mágico.

Eso produce un contraste que genera un mecanismo a veces defensivo, de relajación, o incluso de identificación.  Uno dice: ¿cómo me río de una situación tan descarnada?

-Cuando el gran determinador de una serie de asesinatos dice: “yo estoy en contra del aborto”, la gente se ríe y uno se pregunta: ¿eso es chistoso?, no.

Es una gran contradicción…

-Claro, es el absurdo, que es lo que nos pasa a nosotros como país. El humor genera una tensión pero también es un punto de escape, por la secuencia de violencia tan agresiva –sin ser ilustrativos-.

¿La realimentación del público y de las críticas transforman la puesta?

-Hay un elemento determinante: la fundadora del grupo, Marcela Valencia (interpreta a la mamá en la obra). Ella tiene la capacidad de detectar la falla en la obra, frente a la crítica, por ejemplo. Al principio todas las críticas eran buenas y yo decía: esto está muy raro, no le genera ambigüedades a nadie, y de repente aparece una crítica que le da duro a la pieza. La crítica que se repite mucho es que ponen al paramilitar como alguien bueno; ¿lo correcto sería ponerlo malo malo, desagradable con colmillos, no como un tipo con angustias, con dolores, con pasado, con razones? Nuestro trabajo es hacer esta construcción poética a partir de elementos que están sucediendo y darle garantías discursivas a cada uno para que haya equilibrio. No voy a cargarlo de un lado, no estaría cumpliendo mi trabajo teatral y artístico, le quito profundidad y complejidad.

¿Ustedes en el proceso creativo le dan preponderancia al cómo se aborda la obra?

-Tenemos claro que una buena historia, un buen tema, no garantiza nada. En teatro y en el arte, todas las transformaciones y los logros siempre son formales, lo cual pareciera que es un insulto. En la medida en que yo cuente algo muy bien, y lo transmita muy bien, en eso radica lo que yo quiero decir, y eso es formal. Son los mecanismos que yo utilizo para establecer un diálogo con el público: lenguajes comunes. Creamos universos paralelos, pero no son alegorías, partimos de un elemento realista, pero que está atravesado por algo raro que es la intención. Desde el principio se siembra (en la obra) que hay algo que no es normal.

¿Podría referirse a la relación entre la obra y el contexto colombiano, su proceso de posconflicto?

-Dicen que es la primera obra (colombiana) del posconflicto. Algo de razón hay en eso. Mucha gente decía: cuando se termine la guerra de qué van a hablar, se acabó el tema. Se acabó el tema para los falsos políticos que viven de la guerra, que les interesa la sangre y que piden que haya más conflicto, o que critican el perdón y el diálogo y prefieren las vías militares. Ahora viene el conflicto más potente y es que tú y yo como enemigos, como víctimas y victimarios nos podamos ver a la cara y podamos discutir. Yo no sé si perdonaría a quien violó a mi familia y la masacró y le quitó las tierras. No critico a quien no perdona porque el perdón no es por decreto, pero estamos en un proceso de empezar a hablar, sobre todo porque vivimos en un país festivo, amable. El conflicto es mirarnos a la cara para hablar.

¿Es lo que hace la obra, poner a hablar sobre eso, sobre la restitución de la memoria?

-Esta familia (de la obra Labio de liebre) viene a pedir la reparación simbólica que consiste en que se digan sus nombres, porque como dice Las brujas de Salem: “yo soy mi nombre”; es que nadie sabe dónde estamos, no existimos, por favor diga nuestro nombres, es todo lo que venimos a pedir, sin violencia, desde esta humildad, este aparente servilismo, que también es una filigrana poderosa.



Déjese FIAr

 Qué: OTFF en vivo (Argentina).

Quiénes: Orquesta Típica Fernández Fierro.

Cuándo: sábado 8 de julio.

Dónde: Plaza de la Democracia.

Hora: 9 p.m.

Sinopsis: La Orquesta Típica Fernández Fierro, integrada por doce músicos más cantora, celebra sus 15 años de trayectoria tocando en vivo con sus ya tradicionales y, a la vez, imprevisibles conciertos en los que recorre tangos de las siete placas de su discografía, con la particular potencia y visceralidad que caracteriza a esta agrupación, llamada “la aplanadora del tango.

***

Qué: Me llamo Suleimán (España).

Quiénes: Unahoramenos Producciones.

Cuándo: sábado 8 y domingo 9 de julio.

Dónde: Teatro La Aduana.

Hora: 8 p.m.

Sinopsis: Me llamo Suleimán es adaptación teatral de la novela homónima escrita por Antonio Lozano que cuenta la historia de Suleimán, un niño que harto de la terrible situación de pobreza que vive en su país, Malí, decide marcharse junto a su amigo Musa a la próspera Europa. Allí esperan trabajar y conseguir suficiente dinero para regresar y montar sus propios negocios para ayudar a sus familias, pero el viaje es duro y difícil. Deberán cruzar el desierto en camiones incómodos y atestados de expatriados que, como ellos, buscan una vida mejor. Llegarán hasta la frontera con Melilla, pero allí el cruce de la verja se complicará. Sin embargo Suleimán no se dará por vencido y volverá a intentar el viaje, esta vez por mar.

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Qué: Gingko (Alemania).

Quiénes: Antagon TheaterAktion.

Cuándo: domingo 9 de julio.

Dónde: Plaza de la Democracia.

Hora: 8:30 p.m.

Sinopsis: El árbol del ginkgo era un tocón quemado que brotó otra vez y respiró vida después de que la bomba atómica cayera sobre Hiroshima. En la etapa futurista, un grupo de seres humanos lucha por sobrevivir y descubre una fuerza que afirma el poder de la vida, la semilla de la esperanza y la fuente de la floración y el crecimiento. Ginkgo es un espectáculo 360​​° al aire libre, con momentos poéticos y sensibles, pirotecnia, instalaciones colgantes, música en vivo y teatro de acción que crea imágenes gigantescas.

 



Ubíquese en el FIA

Qué: Festival Internacional de las Artes 2017.
Dónde: del Parque Central al complejo de la Antigua Aduana en Barrio Escalante.
Cuándo: hasta el domingo 9 de julio.
Horario: 10 a.m. a 10 p.m.
Precio de las entradas en salas: ¢7.000 a excepción de las funciones que se efectuarán en la Ciudad Infantil, cuyo valor es de ¢2.000.
Actividades gratuitas en sedes al aire libre.

Más información en Facebook: festivaldelasartescr
Baje la aplicación fiacr.com para mayores detalles de la programación y la compra de boletos.
Boletos a la venta en: boleteriacr.com



 

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