Una caja de cartón rosada (como esas de Hello Kitty) con letras chinas que dicen en inglés, portugués y francés “muñeca de sexo”, contiene la fotografía de una mujer desnuda con panty medias blancas hasta los muslos y un gran rabo de zorra.
La modelo tiene un círculo de rubor en los cachetes y la boca abierta pintada con lápiz labial rojo. Sobre la caja, además de incluir unas imágenes de varios consoladores de colores, se destaca un pezón erecto y la frase en inglés: I won’t complain! (no me quejaré).
La obra de Nicole Román Jiménez, intitulada La Poupée, forma parte de la exposición “Geo feminista, indicadores plásticos de opresión, desigualdad y privilegio”, que Lanobienal ofrece en la Casa de la Cultura Popular José Figueres Ferrer y que permanece abierta hasta el viernes 20 de abril.
Esta segunda edición de Lanobienal, dedicada al pintor fallecido Joaquín Rodríguez del Paso, reúne 26 obras creadas por 24 artistas, con la intención de provocar una reflexión en torno a tres categorías de la teoría geofeminista: la opresión, la desigualdad y el privilegio, derivadas del sistema patriarcal y capitalista.
De acuerdo con el curador de la exhibición, Albán Camacho, Lanobienal se constituye como una plataforma políticamente posicionada, que intenta darles proyección a los artistas visuales con una práctica estética que prioriza el contenido y no la forma, “aunque no se descuida ese aspecto”, aclaró.
La muestra permite sentir y pensar alrededor de las obras propuestas en distintos soportes, con que los artistas visuales interpelan al público a través de elementos plásticos y visuales en una línea intensamente provocadora y cuestionadora.
Camacho detalló que se les solicitó a los artistas una reflexión sobre las categorías mencionadas, “porque desde la Lanobienal estamos completamente vinculados a la construcción de una sociedad inclusiva y consideramos que el feminismo es la teoría básica de la inclusión y de la paz social de nuestros tiempos”.
El propósito de la gestión de Lanobienal es responder a la visión de una mejor Costa Rica a partir de las artes visuales. “Accedemos a lo que pasa en la realidad social desde las categorías que nos brinda el feminismo, como el patriarcado con su estructura de género, capitalista y occidental que nos impone ciertas condiciones de vida”.
Mediante estas exposiciones, la plataforma desea promover el análisis de esas condiciones “para desmontarlas para la gran mayoría de las personas”, indicó Camacho.
La convocatoria para esta segunda edición de Lanobienal se hizo el año pasado y se caracteriza por ser inclusiva, según afirmó Camacho. “Siempre estamos dispuestos a que los artistas entren a la bienal y no que salgan; a eso nosotros le llamamos curaduría en positivo, contrario a curar en negativo, que es sacar al artista sin justificación”.
Lanobienal opera a la inversa, es decir, si un artista no puede participar lo deben justificar, pues “prima el interés superior del artista”.
La exposición está conformada por instalaciones, esculturas, fotografías, pinturas, video arte, video de YouTube, cuyos mensajes están transversados por los efectos que tienen el patriarcado y el capitalismo occidental en las vidas de los seres humanos.
De este modo, los artistas expresan distintas visiones creativas: las mujeres en el consumo sexual y la pornografía, de Nicole Román; el posicionamiento de la mujer desde el cuerpo en la estructura patriarcal, de Mat Kar; la imagen de la mujer con el rostro deformado hacia el futuro, de Andrés Arias, del colectivo Ministra; el rol de las mujeres en ciertas labores que el patriarcado impone, como las tareas domésticas, de Phillip Anaskin, y las relaciones afectivas LGTBI en el entorno patriarcal de Esteban.
Asimismo, Lanobienal muestra obras que se refieren a espacios transfronterizos, como el reforzamiento del patriarcado en el contexto del islamismo, de Marcia Hernández, quien radica en Irán; las luchas feministas de grupos de mujeres organizadas en Suramérica, de Lucía Cordero; así como en el periodo del conservadurismo de Donald Trump, del pintor cubano Reynolds Campbell; las mujeres migrantes en el país, de Mauricio Aguilar; la poesía, de Ximena Cedeño, sobre las mujeres kurdas en el conflicto militar; y el delantal que simboliza la condición de la mujer en el espacio reproductivo y doméstico, de Victoria Montero.
También la muestra apuesta por la creación a partir de las nuevas tecnologías, como el video mapping, del reconocido grafitero Piloy; la documentación sobre campos de refugiados en Europa, de Ana de Vicente Sáenz; la deformación cultural de San José a causa del neoliberalismo, de Marco Chía; y la utilización de la figura religiosa vinculada con la política de parte de algunos grupos en la recién pasada campaña electoral, de Cristina Fatjo y Diego Badilla.
La propuesta audiovisual continúa con obras que versan sobre la permeabilidad de la mujer a condiciones vulnerables en el entorno patriarcal, de Celeste Polimeni; las relaciones de poder en el patriarcado, de Ana Matteucci Wo Ching; y las relaciones LGTBI en el entorno patriarcal, con un video happening, de Roberto Guerrero, en el cual jugadores de fútbol se van cambiando de equipo.
La curaduría además seleccionó la pintura de una vagina dentada que habla sobre la defensa de las mujeres hacia la violencia sexual en el patriarcado, de Stephanie Chaves; una instalación compuesta por un juego de raspas que tienen impresas textos relacionados con la violencia hacia las mujeres, de Ivannia Lasso y Alexandra Cordero; y la visibilización de la participación subyugada, utilitaria, sexualizada y maltratada de la mujer en las relaciones de pareja y su capacidad de resiliencia, de Melina Dada.
La poupée, por Nicole Román Jiménez
“El discurso de la obra se construyó en el proceso de una primera intención de recalcar el consumo de pornografía y la encrucijada de encontrarme en el espejo como mujer mientras observaba un documental sobre cómo tratan a las mujeres en esta situación, el dilema en el que me encontré al ser consumidora de esta industria y ser mujer. Mientras el discurso crecía, el formato de la obra me trajo un recuerdo sobre todos aquellos conceptos concebidos mediante el mismo comercio que nos involucra desde niñas a ver las Barbies como un formato que nos dice, desde temprana edad, cómo tenemos que ser físicamente; además de nuestra posición en general y no solo sexual en la vida. La obra tiene la idea también de no entender lo que dice en la caja, esta idea que no se espera entender cuando se consume y el mensaje inconsciente que puede impactar. La estética fue inspirada en un kit japonés o asiático, ante la problemática mundial de la pornografía más explotada para la mujer y más consumida. Personalmente, también la más consumida. La muñeca sexual que soy y la muñeca sexual que consumo”.
Gancho, por Yamil de la Paz
“Los medios de comunicación son importantes agentes de socialización, es decir, tienen parte activa en la transmisión de muchas de las actitudes y creencias por las que las mujeres históricamente han estado subordinadas a los varones; se las valora menos, se las discrimina, y esto perpetúa todo tipo de violencia hacia ellas. Cualquiera que consuma medios masivos de comunicación puede advertir que las mujeres están representadas en forma muy estereotipada; es decir, se generalizan y simplifican las diferentes formas de ser mujer en apenas unos pocos modelos que se repiten. Los más reiterados son los de la mujer objeto, de la cual se valora su cuerpo o partes del mismo como máximo atributo. Basándome en la dinámica sexista de un medio de prensa local, planteo una metáfora visual sobre este tema. El proyecto es visualmente simple: de un gancho de carnicería, suspendido sútilmente por un hilo de nylon, cuelgan decenas de contraportadas de un periódico. Invito al espectador a reflexionar sobre la manera en que los medios de comunicación proyectan una imagen distorsionada de la mujer contemporánea”.