Cultura

Largometraje costarricense compite en prestigioso Festival de Cine de Locarno

“Tengo Sueños Eléctricos”, de la directora franco costarricense Valentina Maurel, es la primer película tica en competición oficial en ese festival italiano.

Eva lucha a su manera en un mundo injusto de adultos. Tiene 16 años y lleva rumbo de colisión con su madre. La vida de la adolescente recién se ve marcada por el cisma familiar del divorcio y ahora su espíritu juvenil choca con las intenciones de la mamá de remodelar la casa y deshacerse del gato.

La pobre mascota también sufre por la separación familiar y reacciona con orines por toda la casa. A Eva entonces se le ocurre que quiere mudarse con su padre, quien ha reaccionado a la definitiva separación con sus propias confusiones y la idea de que acaso podrá vivir una suerte de segunda juventud.

Por ahí se hilvana la trama de “Tengo Sueños Eléctricos”, primer largometraje de la directora franco costarricense Valentina Maurel, que será proyectado el próximo 8 de agosto como parte de la selección de competición oficial del Festival de Cine de Locarno, en Italia.

Se trata de un evento creado con el objetivo de mostrar y valorar nuevas tendencias en el cine, por lo que ha reconocido a jóvenes personas directoras que posteriormente han brillado, como Stanley Kubrick , Miloš Forman, Alexandre Sokourov, Jim Jarmusch, Claire Denis, Spike Lee, Abbas Kiarostami, Pedro Costa o Gus Van Sant.

Será además la primera película costarricense en competir por el Leopardo de Oro que otorga ese Festival, uno de los más importantes y antiguos del mundo y que en esta edición de 2022 festeja 75 años de existencia.

Maurel explicó que escribió esta historia como una continuidad del trabajo que ya había hecho en cortometrajes. “Siempre me ha interesado hablar de la adolescencia, es un periodo extremadamente intenso en la vida de una persona, en el que se idealiza un poquito a los adultos y uno está desesperadamente queriendo convertirse en uno de ellos. También en mis cortos hablé de la relación con el padre, entonces en esta película fusiono los dos temas”.

La directora detalló que su personaje Eva “está desesperada por irse a vivir con su papá, un poco porque ve ella figura paterna como un lugar en donde puede ser más libre, porque tiene una relación compleja, tensa y de mucha rivalidad con la madre”.

Ese padre es un personaje “un poco más desordenado, más perdido, como un adolescente envejecido, es el que le proporciona a ella una cierta libertad”.

“Lo que me interesaba era hablar de una adolescente que está desesperada por convertirse en una adulta, y que se da cuenta en medio de su trayectoria que en realidad lo que hay del otro lado, los adultos que ella anhela ser, no son adultos, son adolescentes también, adolescentes envejecidos y un poco perdidos”.

Entonces la trama gira en torno a esa “pequeña decepción que nos constituye un poco a todos, porque todos tenemos una idea de lo que es ser una persona con madurez intelectual, emocional, etc. y en realidad cuando llegamos a ese lugar nos damos cuenta que no es tanto así, que somos en realidad igual de vulnerables que cuando éramos adolescentes o incluso niños”.

Pequeño milagro

La película es una coproducción entre las productoras Tres Tigres Films (Costa Rica), Wrong Men (Bélgica) y Geko Films (Francia). La cinta, según la información divulgada “explora la delgada línea que separa el amor del odio, en un mundo donde la agresión y la rabia se entrelazan con el vértigo de la feminidad y el despertar sexual”.

Toda la historia transcurre en San José, el elenco de la película es en su totalidad costarricense y combina actores profesionales y naturales. Eva es interpretada por Daniela Marín Navarro, su madre por Vivian Rodríguez y el papel del padre correspondió a Reinaldo Amien.

Maurel subrayó que el “potencial de la película es la actuación, la fuerza del elenco, una mezcla de actores profesionales y no profesionales, creo que eso es lo que interesó al Festival”.

La directora enfatizó “la fuerza de las interpretaciones” y destacó a Daniela Marín, que es actriz natural, y de Reinaldo Amien, actor profesional. “Entre ellos dos hay una química tan fuerte que creo que es lo que hace que la película resalte”.

Sobre el proceso de producción, Maurel informó que debió crear su propia empresa productora y destacó que casi todo el equipo artístico fue costarricense, “puede trabajar con Nicolás Wong, director de foto, Mauricio Esquivel , director de arte, Kim Picado, directora de casting, Felipe Zúñiga, asistente de dirección, para mí eso constituye la nacionalidad de la película, todo el elenco es costarricense y el equipo mayoritariamente también”.

El rodaje se llevó a cabo en noviembre y diciembre de 2021, con “mucha suerte porque hubo una tregua de COVID bastante milagrosa”, al punto que nadie se contagió gracias al uso de mascarillas entre otras medidas.

Muriel relató que el guión incluyó una escena que transcurre en las fiestas de Zapote, que evidentemente no se realizaron. “Tuvimos que reproducir las fiestas, con el presupuesto que teníamos fue un gran desafío”.

Desafío que se logró vencer. “Fue un momento muy bonito porque trajimos una Tagada, una Horrorosa y después de dos años de pandemia generó una nostalgia muy fuerte en los extras que vinieron a participar en la película. De pronto sí parecían las fiestas, y todo el mundo llevaba dos años encerrado, fue un momento bastante mágico”.

La directora observó además que después de que terminó la filmación se dio un repunte de casos de COVID y “a la mitad del equipo le dio, entonces fue como un milagro”.

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