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La Rosa de El Principito no es solo una rosa

Este fin de semana del 17 al 19 de febrero se presenta la obra El último viaje de Consuelo de Saint-Exupéry, con dirección de José Pablo Umañan y actuación de María Bonilla y Katalina Vargas

La Rosa de El Principito personifica a la esposa del casi mítico escritor francés Antoine de Saint Exupéry: Consuelo Suncín.

De nacionalidad salvadoreña, tenía la salud algo comprometida por el asma; esa fue una de las razones por las cuales la Rosa fue protegida con una urna de cristal por El Principito.

Saint-Exupéry quería evitar que su flor se maltratara; así se podría leer literalmente la intención de uno de los personajes más icónicos de la literatura universal para niños -y adultos- del siglo XX.

Sin embargo, de una manifestación de cuido amoroso, también podrían extraerse connotaciones relacionadas con el ejercicio del poder entre hombres y mujeres.

El velo que cubre ese entramado patriarcal es puesto en cuestión con sutileza en la obra El último viaje de Consuelo de Saint-Exupéry, escrita por el dramaturgo argentino Alejandro Finzi y dirigida por José Pablo Umaña.

Con las actuaciones de María Bonilla y Katalina Vargas, el montaje se presenta en el marco de la Temporada 2023 del Teatro Universitario (TU) de la Escuela de Artes Dramáticas (EAD) de la Universidad de Costa Rica (UCR).

Las funciones son el viernes 17 y sábado 18 de febrero a las 7 p.m., y el domingo 19 a las 6 p.m. en el TU, ubicado en San Pedro de Montes de Oca. Las entradas tienen un costo de 6000 colones para público general y 3000 colones para estudiantes y personas ciudadanas de oro, y se pueden adquirir en https://www.ucrenlinea.com/products/215/obra-del-teatro-universitario

Marginación de las mujeres

La obra, que resultó ganadora del concurso LabEscena 2022 de la Compañía Nacional de Teatro y recientemente realizó una gira por la Ciudad de México, se desarrolla alrededor de los últimos minutos de vida de Consuelo Suncín.

Para el director José Pablo Umaña, el caso de Consuelo Suncín es uno de los tantos que ilustra la marginación y el olvido a que han sido sometidas las mujeres,  especialmente las compañeras de hombres famosos, artistas o científicos en la sociedad moderna.

A partir de esta premisa, Finzi logra crear una gran metáfora de vida que expone las vivencias finales de Consuelo.  

La recuperación que Finzi hace de Consuelo Suncín estuvo mediada por la admiración literaria que sentía por Saint-Exupéry, quien vivió en La Patagonia, donde el dramaturgo también habita.

A la vez, Finzi fue amigo de gente del gremio teatral salvadoreño. “Esas dos cosas juntas hicieron que investigara la vida de Consuelo, que palidece ante la fama que ha tenido Saint-Exupéry”.

Durante la dirección de María Bonilla de la EAD, Finzi fue invirtado a impartir un taller de dramaturgia, y luego este le envió el texto a Umaña. “La historia tiene que ver con estos personajes invisibilizados o empequeñezidos por la historia”, destacó. 

Después de la muerte de Saint-Expéry, Suncín escribió un libro autobiográfico llamado Memorias de la rosa, en el que habla sobre la relación con su esposo, pero también sobre cómo ella se convirtió en una inspiración para que él escribiera el personaje de la Rosa de El Principito. 

Basado en ese escrito es que Finzi construye la obra de teatro. “Consuelo hace su transición de esta vida al siguiente plano, pero no se puede ir sin antes hablar de tú a tú con Saint-Exupéry para decirle cosas que no le había dicho cuando estaba vivo”, explicó Umaña.

El objetivo del montaje es recuperar a Suncín la artista, reconocida en su momento por derecho propio sin la sombra de su esposo. 

“Fue una mujer muy interesante, casada tres veces, salvadoreña que vivió en Argentina y luego en Francia. Era muy conocida y apreciada en Japón, pintora y escultora”, resaltó Umaña. 

Además, Suncín se enfrentó a una sociedad francesa que la menospreciaba por su condición de mujer latinoamericana indígena, así como en El Salvador, pues la tildaban de europeaizante y engreída. 

“Es una mujer que a pesar de todo quiso vivir su vida en sus propios términos y es uno de esos ejemplos de muchas mujeres que lo han hecho, pero que no han sido reconocidas por eso, sino por ser esposas o amantes o inspiraciones de la obra de escritores o escultores o pintores”.

No todo fue color de rosa

De acuerdo con Umaña, otra de las razones por las cuales montaron la obra fue el papel de Suncín como inspiración de la Rosa en El Principito. 

“A mí me hizo mucho eco el texto de Finzi, pues cuando comienzo a investigar sobre el personaje de ella me doy cuenta de que hay algo que estaba pasando por alto, y es lo que significa el amor para El principito: guardar la rosa para protegerla del clima, porque efectivamente nuestra Consuelo era asmática desde pequeña”, apuntó.

Umaña señala que en general siempre se ha visto la acción de proteger a la rosa como un acto de amor, sin comprender que a la vez es un encierro. 

Por su parte, la actriz María Bonilla  destaca algunos aspectos para realizar el montaje de la obra de Finzi, por ejemplo, que el personaje reflexiona en esos instantes de su vida sobre en qué consiste la belleza y la eternidad, y cómo puede vivir una mujer, que amó profundamente a su esposo, encerrada en una cápsula de cristal. 

A la vez,  indicó Bonilla, en el texto el personaje habla sobre la discriminación, sobre ser objeto -no sujeto- de amor, de ser musa, de que ha perdido su identidad de mujer frente al rol de inspiración. 

Interpretar a Consuelo le significó muchos retos a Bonilla. “La obra empieza cuando ella muere y como se ve obligada a revalorizar su vida y su gran historia de amor con un hombre que es considerado un genio y que además le dio cosas maravillosas también a ella”, concluyó.

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