Con motivo del centenario de la Gran Revolución Bolchevique de octubre de 1917, la gesta ha desatado gran interés en el campo intelectual y literario, por lo que han proliferado conferencias y libros que dan nuevas interpretaciones a la luz de los tiempos actuales y que revisan la herencia del magno acontecimiento para la humanidad.
Para el exministro de Cultura y Catedrático de Filosofía de la Universidad de Costa Rica (UCR) Arnoldo Mora, el siglo XX justamente comenzó en 1917 con la Revolución de Octubre, considerada como “la primera gran revolución triunfante en el ámbito mundial”, pese a que en 1910 se había dado la revolución mexicana.
Sin la gesta de la clase obrera soviética, encabezada por su líder Vladimir Ilich Ulianov (Lenin), no podría concebirse lo que posteriormente fue el siglo XX, con sus dos Guerras Mundiales, con la Guerra Fría, y con la conciencia de la clase obrera, que en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) instauró la dictadura del proletariado, con las luces y las sombras que ello significó, tanto en suelo ruso como en el Este de Europa y en aquellos lugares en los cuales se procuró enraizar la ideología marxista-leninista.
La Gran Revolución de Octubre estuvo precedida por la Revolución de Febrero que propició la caída del Zar Nicolás II, ejecutado luego con toda su familia por los bolcheviques. Hay que precisar que dicha revolución se dio en el medio del conflicto que Rusia sostenía con Alemania, Austria-Hungría y el Imperio Otomano.
Para Mora, la Gran Revolución de Octubre, que en el calendario georgiano se dio el 7 de noviembre de 1917, surge “como uno de los eventos de mayor trascendencia histórica de los últimos cien años. Su importancia radica, entre otras características, en que fue la primera que cuestionó como un todo la hegemonía que Occidente venía ejerciendo en la historia de la humanidad desde el siglo VI a. C. con el triunfo de los griegos sobre los persas”.
El ascenso del marxismo-leninismo marcaría el camino para que se dieran en otros frentes del mundo acontecimientos de una gran envergadura e impensables sin el aporte de aquel primer gran cismo y toma del poder.
“La revolución de Rusia hará posible, en la segunda mitad del siglo XX, el otro evento con que se inicia la segunda mitad de siglo y que representa el ascenso al protagonismo histórico a una de las más antiguas culturas asiáticas: la revolución china liderada por Mao Tse Tung (1949). Vendría luego la Revolución Cubana que inicia una nueva etapa histórico-política en el Nuevo Mundo (1959). Sin la Revolución de Octubre, acaecida en la capital del Imperio Zarista (Petrogrado), las otras revoluciones no hubieran sido posibles y ni siquiera pensables”.
Le reacción a lo sucedido en Rusia en octubre del 17 no se hizo esperar en Occidente y en el mundo capitalista, y fue cuando surgió el fascismo en el centro y sur de Europa, sostiene Mora
“El nazi-fascismo fue la respuesta desesperada de las potencias capitalistas ante la inocultable consolidación de la Unión Soviética, a pesar de que ejércitos de 18 países de gobiernos burgueses habían en vano tratado de aplastarla en la Guerra Civil entre 1918-1922”.
En la Segunda Guerra Mundial será el Ejército Rojo el que se imponga en la famosa batalla de Stalingrado y ello a su vez desencadenará la otra gran guerra del siglo XX: la Guerra Fría, que explora numerosos escenarios políticos, civiles, religiosos y tecnológicos, entre otros.
“A partir de entonces y por casi medio siglo, el mundo entero se dividió en dos campos antagónicos: el capitalista y el comunista. Estos bloques ideológicos nunca fueron capaces de convivir en paz, pues la Guerra Fría, que entonces surgió, tuvo más de “guerra” que de “fría”.
En esa lucha representada sobre todo por Estados Unidos, la URRS sucumbiría, entre otras razones, por su incapacidad para mantenerse al ritmo de los cambios tecnológicos de Occidente.
“A pesar de incuestionables logros en el campo social, el bloque comunista no fue capaz de superar los impactantes logros en la revolución científico-técnica que publicitaba con razón y orgullo el mundo capitalista desarrollado, por lo que súbitamente la Unión Soviética se desintegró sin haber aún terminado el siglo (1990)”.
Y la Revolución Rusa, con sus contradicciones internas, con un cuestionado Joseph Stalin, con su gulags y no exenta de críticas tanto dentro como fuera, dejó a la humanidad un marcado mensaje de paz, de acuerdo con Mora.
“Visto con una perspectiva histórica, la revolución de Lenin fue mucho más lejos: abrió una nueva época en la historia. La construcción de la paz es la meta que debe perseguir la humanidad si quiere sobrevivir, para la cual se requiere la erradicación de todos los imperios y la refutación de las ideologías imperiales, como paso previo al nacimiento de una humanidad que sea liberada de la explotación de unos grupos socioeconómicos sobre otros, como proclamaba Marx, capaz de detener eficazmente la destrucción de las especies vivientes, convivir con las diversas tradiciones y cosmovisiones culturales y religiosas, viendo en ellas una inagotable riqueza en valores humanos que solo da la diversidad. Ese es el sentido actual del mensaje de paz que hizo posible el triunfo de la Revolución de Octubre de 1917”.
UN GOLPE EN LA MESA
Para Gerardo Contreras, historiador y catedrático de la UCR, la Revolución Rusa significó una vitrina extraordinaria e incomparable para el movimiento obrero mundial y a partir de su surgimiento se desencadenó una ola de reivindicaciones en distintas partes del orbe.
“La Revolución Rusa de 1917 marcó, sin lugar a dudas, un salto cualitativo en el seno del movimiento obrero y popular en el ámbito mundial. Debe advertirse que con Marx y Engels el socialismo pasa de utopía a ciencia. Con Lenin, la Gran Revolución Socialista de Octubre se tornó, frente al capitalismo, en una alternativa concreta para la humanidad”.
La Gran Revolución propiciaría en criterio de este historiador “la materialización de las ideas de una verdadera y auténtica justicia social, y de la transformación radical de Rusia”, al tiempo que se constituía en “la piedra angular en el desarrollo de la civilización contemporánea”.
“También debe tomarse en consideración que la Revolución Rusa puso de relieve la tesis de Marx y Engels de que la clase obrera es, por su esencia de clase explotada, la vanguardia de la construcción de una auténtica revolución socialista”, enfatizó.
En medio de los grandes desafíos que implicaba esa visión ideológica del mundo, no faltaron, reconoce, las contradicciones y los errores que dieron al traste con aquella gran aspiración de justicia social.
“El proceso histórico vivido desde 1917 hasta 1991, fue en extremo complejo, contradictorio, donde afloraron las grandes virtudes del socialismo, así como también sus grandes yerros”.
Las persecuciones internas, los crímenes achacados a Stalin, los campos de concentración forman parte de ese aspecto de errores que atentaron contra las aspiraciones de esa Revolución de Octubre, permitiría que la URSS desempeñara un rol protagónico y determinante durante la II Guerra Mundial.
“No podemos pasar inadvertido que gracias a la Dirección del Partido Comunista y al alto heroísmo del pueblo soviético, la humanidad se liberó de la bestia nazi-fascista, en la Gran Guerra Patria (1941-1945): ese es un mérito que nadie, absolutamente nadie, puede poner en entredicho o negar”, afirmó Contreras.
Lo que para muchos fue una traición, como fue la Perestroika planteada por Mijail Gorbachov, para el catedrático de historia, hoy pensionado, fue un intento fallido de darle una vuelta de tuerca a un proceso que empezaba a caerse por sus propias debilidades.
“Considero que en el marco de la crisis económica, política e ideológica, que vivió la Unión Soviética a partir del segundo lustro de la década de los años setenta, fue válida, en todos sus extremos, la tesis planteada por el dirigente Mijail Gorbachov en marzo de 1985, de llevar a cabo un proceso de reestructuración total –La Perestroika– dentro de los cánones de una transparencia absoluta, o sea, El Glasnost”.
“Vale decir, añadió Contreras, que la Perestroika y el Glasnost fueron una revolución dentro de una revolución. La Historia quiso que ello no fructificara, y en su defecto, se dio el resquebrajamiento y la desintegración de aquella gran epopeya que había sido la Revolución Rusa”.
UNA NUEVA FORMA DE VER
El 20 de octubre en la Universidad Estatal a Distancia (UNED) Vladimir de la Cruz, historiador, político y catedrático de la UCR, dictó la conferencia “La Revolución Bolchevique, sus causas y su impacto histórico y social en sus inmediatas proyecciones”, en la que destacó el carácter único de la gesta rusa, porque vino a darle una nueva visión al mundo: la del bloque socialista.
“Para entender el impacto histórico y social de la Revolución Rusa, debemos comprender que la Revolución hizo surgir una nueva forma de organización política institucional, económica y social, una sociedad no capitalista, una sociedad organizada sobre valores y estructuras socialistas, y formas del poder político, los Soviets, considerados por el líder de la Revolución Rusa, Vladimir Lenin, como formas superiores de la democracia”.
La existencia del Partido Obrero Social Demócrata Ruso, que luego se llamaría Partido Bolchevique y finalmente se transformaría en el Partido Comunista, resultó determinante para que se lograra el derrocamiento del Zar y luego del gobierno provisional de Kérenski, apuntó el estudioso, para quien las condiciones para que se diera la Revolución Rusa fueron cuidadosamente preparadas.
Así recordó De la Cruz la forma en que se dio la toma del poder por parte de los revolucionarios encabezados por Lenin: “El 24 de octubre se ordenó pasar a la ofensiva final, dominando la situación en Petrogrado que, en la mañana del 25 de octubre, la ciudad estaba prácticamente controlada por los revolucionarios. A las diez de la mañana del 25 de octubre se informó de que el Gobierno Provisional había sido depuesto y el poder se encontraba en manos del Comité Militar Revolucionario, e inmediatamente, al mediodía, sesionó el Soviet de Petrogrado, donde Lenin declaró que la Revolución Bolchevique se había realizado, iniciándose así una nueva etapa de la Historia de Rusia, y también de la Historia Universal”.
Y así es como el mundo en adelante empezará a dividirse en dos grandes visiones económico-sociales, la del bloque capitalista y la del socialista, en una pugna larga y extensa que tuvo de por medio la II Guerra Mundial.
Entre sus conclusiones, De la Cruz destaca varios logros en el ámbito internacional de la Revolución de Octubre: “La Revolución Rusa abrió la perspectiva de la lucha por el socialismo y el comunismo; estableció una nueva forma de organización y representación política democrática, la Dictadura del Proletariado; proclamó el poder de los trabajadores; la alianza obrero campesina adquirió una dimensión universal; estableció una nueva forma de Poder Político, el Soviet, como Concejo de Obreros, Soldados y Campesinos, con una nueva formación estatal, con estados autónomos”.
En criterio del citado historiador, en prácticamente todos los órdenes de la vida política, económica y social, la Revolución de Octubre vino a significar para el mundo una nueva mirada, incluido el campo cultural.
“La Revolución Rusa en el arte y la cultura sacudió los esquemas existentes. Provocó el desarrollo de vanguardias artísticas en Europa, como impacto, y como proyección, el cubismo, el futurismo, el surrealismo, el constructivismo, y de manera más soviética el Arte Obrero y Proletario, el realismo socialista, sobre todo a partir de 1934, que hizo también que el arte se convirtiera en un elemento de la propaganda y la agitación política”.
Al celebrarse en el mundo durante el 2017 la Revolución Bolchevique, los análisis serios y no solo propagandísticos escudriñan en el magno acontecimiento y resaltan tanto sus virtudes como sus contradicciones, pero no ven solo fracaso, como algunos columnistas que escriben desde su eterno, ideológico y paradisiaco Miami.