Cultura

La redención de Marcus Garvey un siglo después

El indulto de Joe Biden a Marcus Garvey, pocas horas antes de dejar la Casa Blanca, tiene un extraordinario simbolismo para la comunidad afrodescendiente del mundo entero, y redime al líder jamaiquino que fundó la Black Star Line y que imaginó una sociedad en la que los negros gozaban de sus derechos, al lado de un progreso económico y un crecimiento espiritual.

El domingo 19 de enero de 2025, en medio de los tambores de guerra que ya se avizoraban con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, se dio una noticia de una extraordinaria relevancia para la comunidad afrodescendiente internacional y que, sin embargo, para muchos pasó desapercibida, o solo mereció unas cuantas líneas en los principales periódicos del orbe.

Joe Biden, expresidente de Estados Unidos, había decretado el indulto al líder negro Marcus Garvey, quien el 21 de junio de 1923 había sido condenado por fraude fiscal, lo cual lo enviaba literalmente a la cárcel.

El profesor Justin Hansford, de la Universidad de Howard, destacó la importancia del indulto concedido a Marcus Garvey por el entonces presidente Joe Biden. (Foto: Howard University)

Ya para entonces, Garvey era la voz que se levantaba en el firmamento pidiendo dignidad, respeto y comprensión para miles y miles de afrodescendientes, quienes padecían a diario el racismo y la discriminación en Estados Unidos.

El fraude del que se le acusó consistió en sustentar que Garvey vendía acciones de la Black Star Line, la compañía naviera que fundó, con base en una información que no correspondía a la realidad de la empresa, según las autoridades estadounidenses, dado que el barco al que aludía en un folleto propagandístico no le pertenecía.

De los 5 años de condena, Garvey cumplió 2 y posteriormente fue deportado a Jamaica, de ahí se trasladó a Inglaterra, donde murió el 10 de junio de 1940, a los 53 años, debido a que había nacido el 17 de agosto de 1887.

Para entonces, Garvey ya había impulsado no solo la Black Star Line, sino también la Asociación Universal para la Mejora del Hombre Negro (UNIA, por sus siglas en inglés), con la cual pretendía devolverle a la comunidad negra la dignidad y el respeto de sus derechos, así como el sueño de fundar un gran país y devolver a todos los negros del mundo a África. Para algunos especialistas, esta aspiración era más metafórica que literal.

Estas aspiraciones, de acuerdo con lo que en su momento dijo el propio Garvey, le sirvieron a los jueces para condenarlo y vengar así su postura crítica e innegociable contra los racistas de su época.

Por esa razón, durante largas décadas, activistas de derechos humanos, historiadores y legisladores habían abogado para que a Garvey se le concediera el indulto.

Y a pesar de que el propio Barack Obama, afrodescendiente, estuvo en la Casa Blanca durante ocho años, no se atrevió a concederle el perdón presidencial.

Biden, en cambio, dio el paso que miles de admiradores actuales y muchos que ya fallecieron reclamaron para que a Garvey se le hiciera justicia histórica.

En diciembre de 2024, un grupo del Caucus Negro del Congreso le insistió, mediante una carta, al entonces presidente estadounidense, sobre la importancia de que liberara de la memoria de Garvey aquella condena que consideraban a todas luces injusta y que en su momento pretendía apaciguar los ánimos y obstaculizar los grandes objetivos del líder jamaiquino.

Incluso, el doctor Julius Garvey, de 91 años, hijo de Marcus Garvey, instó a Biden a concederle el perdón a su padre, una tarea en la que él y otros activistas se involucraron desde 1987. Ahora, en ese frío invierno de Washington, 45 años después, el criticado y vilipendiado Biden, por un Trump que ya amenazaba con prender fuego a casi todo lo que hizo su antecesor, cumplía el sueño de la comunidad afrodescendiente del mundo entero y reparaba lo que muchos consideraban una condena política.

Sobre lo que representa el indulto a Garvey,  Justin Hansford, profesor de derecho en la Universidad Howard, dijo al medio Democracy Now!, que aquella condena había “paralizado a un pueblo que se encontraba en medio de la opresión”.

La trascendencia del indulto de Biden se empezará a valorar con el paso del tiempo, consideró el profesor, y tendrá un impacto positivo en la figura que durante un período fue la esperanza y la luz de los afrodescendientes en el mundo entero.

“Más instituciones nuestras necesitan mirar atrás y reconocer los daños del pasado”, destacó Hansford en conversación con Amy Goodman.

El doctor Julius Garvey, de 91 años, e hijo de Marcus Garvey, fue uno de los que desde 1987 impulsó el indulto del líder panafricano. (Foto: The Washington Post)

El profesor resaltó lo que para la comunidad negra significó el líder panafricano: “Marcus Garvey fue uno de los primeros líderes negros anticoloniales en el ámbito mundial. Creó una organización de más de seis millones de personas. Y lo que hizo fue mucho más que simplemente inspirar, también sentó las bases para el panafricanismo: la creación de la bandera roja, negra y verde”.

Hansford puso de relieve la inspiración que representó Garvey en Estados Unidos, Jamaica y muchos otros países para los oprimidos, a los que dotó de ilusión con su oleada reivindicativa.

“Sus palabras: ‘nos emanciparemos de la esclavitud mental’, servirían más tarde de base para las letras de reggae, que fueron citadas por Bob Marley en imágenes e ideas enviadas a todo el mundo. Y, como bien sabes, los padres de Malcolm X eran devotos seguidores de Garvey, lo que inspiró su activismo y el del doctor Martin Luther King. Así, los ecos de su obra resuenan hasta hoy en la lucha por la libertad de los negros”.

El perdón al gran líder permite revisar sus aportes y sueños, considera Hansford: “Y este legado en particular es uno que no mucha gente conoce”.

Y para entender cómo se dio aquella condena, en qué situación ocurrió y qué pudo haber detrás del silencio que el sistema le impuso a Garvey, conviene seguir atendiendo las palabras de este profesor universitario que tanto admira al líder que en su momento también tuvo vínculos con Costa Rica y en concreto con la provincia de Limón.

“Tenemos que recordar 1920 y 1921. El contexto de hace 100 años es que estábamos en medio de las leyes de Jim Crow. Había cientos de linchamientos en todo el país. Las personas negras estaban a una generación de distancia de la esclavitud. Y aquí viene Marcus Garvey, con la idea de crear un modo de viaje y comercio que conectara la diáspora negra en el Caribe con el continente africano. Recuerden, en ese momento, todos los países de África estaban bajo dominio colonial, excepto Etiopía. Así que aquí está este concepto —mucha gente usaría el término ‘regreso a África’—. Pero lo que pretendía decir con su retórica era que quería permitir que las personas regresaran a sus raíces espirituales en el continente y pensaran en el concepto de comercio económico independiente, y poder hacerlo por sí mismos”.

La controversial Black Star Line, que era una meta mayor en la visión de Garvey, es vista así con el paso de los años por Hansford.

“La Black Star Line energizó al mundo. Y es difícil dimensionar su importancia e inspiración. Además, los niños del continente africano leían los discursos de Garvey en los periódicos, memorizaban las palabras y corrían de regreso al resto de su comunidad para repetirlas. Esto dinamizó a este inmenso grupo que se encontraba en medio de la opresión. Y al mismo tiempo, esta era una compañía naviera creada para permitir a la gente intercambiar bienes y viajar. Y en ese momento, sabemos que a principios de la década de 1920, estábamos en la cúspide de la Gran Depresión. Fue después de la Primera Guerra Mundial, así que había muchos barcos disponibles para este tipo de actividad. Sin embargo, también hubo varios factores que dificultaron mucho la prosperidad económica de la compañía”.

En medio de ese llamado por la libertad, por conformar una plataforma naviera con impacto internacional y por remover la dura realidad a la que se enfrentaba la comunidad negra, no resultaría extraño que apareciese la política y la policía para establecer barreras y muros. Había que romper la retórica y el llamado de ese líder que, para algunos, era un perfecto advenedizo, razón por la que le denunciaron. Por ende, que en el horizonte apareciese J. Edgar Hoover en la ecuación hoy no debería sorprender a nadie.

“Lo que sucedió fue que J. Edgar Hoover —y conocemos ese nombre porque, más adelante en su carrera, como jefe del FBI, acosaría al doctor Martin Luther King y al Partido Pantera Negra—, pero en realidad comenzó acosando a Marcus Garvey, de quien temía que fuera un Moisés Negro”.

Y agrega el profesor: “Así que dirigió una investigación contra Garvey. El primer agente negro del FBI, llamado James Wormley Jones, fue asignado para infiltrarse en la Black Star Line. Finalmente, presentaron una demanda argumentando que todo el proyecto de la Black Star Line era un fraude, y que usar el correo para anunciarlo era emplearlo para defraudar. De esta manera, llevaron el caso ante un jurado compuesto, exclusivamente, por blancos en 1923 y condenaron a Garvey, quien finalmente fue encarcelado y deportado. Nunca regresaría a Estados Unidos”.

El golpe asestado por la justicia estadounidense al líder jamaiquino resultó determinante para romper el sueño de unir a la comunidad negra del mundo, con el fin de conquistar los derechos que les pertenecían.

“Solo quiero decir que lo que hizo que esa condena fuera tan terrible no fue simplemente una acusación aleatoria. Lo que hicieron fue socavar la obra de su vida y afirmar que la inspiración de millones de personas en todo el mundo era, en realidad, una farsa y un fraude. Así que esto tocó la esencia de su activismo y su visión, y procuró deslegitimar la obra de su vida. Por eso, es tan importante que revocaran la condena”, concluyó.

La voz de Garvey

En 1924, Garvey habló en una manifestación en Harlem, Nueva York. Aquí se transcriben algunos fragmentos de aquella alocución, que hizo en dicha oportunidad.

“El negro es un hombre. Representamos a un nuevo negro. Aún no está entre la espada y la pared. No queremos que esté entre la espada y la pared, porque eso sería una situación peculiar y desesperada. No lo queremos en esa situación. Por eso pedimos un acuerdo justo”.

Y más adelante, en ese mismo espacio, añadiría: “Los belgas controlan el Congo Belga, que no pueden usar. Carecen de recursos para desarrollarlo, ni de inteligencia. Los franceses tienen más territorio del que pueden desarrollar. Hay ciertas partes de África en las que no pueden vivir. Por lo tanto, les corresponde a ustedes unirse y darnos unos Estados Unidos de África”.

En dicho discurso, llaman la atención los términos en que se veía obligado a hablar el líder panafricano. Un lenguaje que hoy sorprendería a propios y extraños.

“No seremos una raza sin patria. Dios nunca lo quiso así, y no vamos a abusar de la confianza que Dios depositó en nosotros como hombres. Somos hombres, seres humanos, capaces de los mismos actos que cualquier otra raza. Poseedores, en circunstancias justas, de la misma inteligencia que cualquier otra raza”.

Jazmín Ross escribió La flota negra, novela para la que realizó una gran investigación y que fue publicada en el año 2000. (Foto: portada de la novela, Alfaguara)

Presencia en Limón

Garvey arribó en 1910 a Limón procedente de Jamaica. Llegaba desempleado por sus acciones en su país natal, que ya lo etiquetaban como un líder anticolonial. Los ingleses lo consideraban peligroso.

En Limón tendría la experiencia de trabajar en la United Fruit Company, transnacional estadounidense, donde la mano de obra ya era explotada y muchas veces humillada.

Garvey no pasó por alto aquella realidad que le golpeaba directamente frente a la cara.

“Al igual que miles de trabajadores afrodescendientes que se convirtieron en nacionalistas africanos, las historias de estos radicales negros, Marcus Garvey y Madame de Mena Aiken, comenzaron en Centroamérica. En la preguerra, Nicaragua, Panamá, Guatemala y Costa Rica se convirtieron en focos de actividad sindical negra. Al igual que Harlem, una zona de explotación racista excesiva, la antigua república centroamericana se convirtió en un punto de encuentro para la diáspora africana que había migrado en busca de trabajo en plantaciones y proyectos de infraestructura”, escribió Mohammed Elnaiem, de la Universidad de Cambridge.

Y como cita Elnaiem, a Garvey, al principio, no lo tomaron en serio. Lo vieron como un busca-mundos, sin un horizonte ni una ideología clara para su futuro movimiento reivindicativo.

“Cuando Marcus Garvey inició su militancia política en Puerto Limón, Costa Rica, en 1911, las élites antillanas no lo tomaron en serio. Empezó a difundir su pensamiento radical como editor de un periódico local llamado The Nation. ‘La reacción de la élite antillana’, escribe Ronald Harpelle, profesor de historia del Caribe en la Universidad de Lakehead, ‘fue ridiculizar a Garvey como un joven advenedizo y luego aislarlo como una amenaza para el bienestar de toda la comunidad’”.

Pese a todo, la sede de The Nation fue destruida y eso supuso un fuerte contratiempo para Garvey. No obstante, años después de haber salido de Costa Rica, regresaría a Limón ya en otras condiciones y los medios de los que disponía eran distintos y más poderosos.

En su artículo “El viaje de Marcus Garvey comenzó en Centroamérica”, Elnaiem precisa: “En 1919, los hombres de la compañía United Fruit intentaron prohibir el periódico Negro World de Marcus Garvey en Costa Rica. Garvey había recorrido un largo camino: ahora lideraba a millones. Los funcionarios le tenían terror. Lo llamaban un ‘jamaicano ruidoso típico’, que podría replicar ‘la experiencia francesa en Haití’, si no lo censuraban. Dondequiera que las condiciones laborales fueran duras, especialmente donde se justificaran en el racismo, la ideología patriarcal y nacionalista negra de Marcus Garvey encontró una audiencia”.

Los medios de comunicación de que disponía también eran ya considerados peligrosos por inculcar ideas improcedentes en su público lector.

“Los periódicos pertenecientes a la UNIA, como el Negro World y el Workman, difundieron el mensaje de la autodeterminación africana. Los periódicos promovieron la Black Star Line, una compañía naviera creada para repatriar africanos a África, y la Negro Factories Corporation, creada para proporcionar la futura fuerza laboral independiente para la nación africana”.

Novelística costarricense

—¿Hablas solo?

—Hablo con el mar.

Una ráfaga de viento recorta la silueta baja y robusta del joven. La chica se acerca con las manos en la espalda.

A sus pies, peces que saltan en agua de sal. Arriba, cuerpos ocultos en un banco de nubes.

—Soy muy creyente del mar. Le hablo, me habla, nos entendemos.

—¿Qué hay que hacer?

—Saludarlo, encontrarse con él en cada viaje, en cada puerto, como pasar por un templo y persignarse —la chica sujeta los vuelos del vestido con las rodillas, el joven se alisa el bigote y mira de reojo sus piernas adolescentes—.

Te ordena los pensamientos.

—Voy a probar —ella cierra los ojos y se frota las sientes.

—Ahora no.

—¿Por qué no?

—Porque estás conmigo y no te hace caso —el joven se queda largo rato observando los remolinos de viento en el vestido de la muchacha—. ¿Adónde vas?

—A Panamá a estudiar.

—Debes ser la única que va a Panamá a estudiar. Toda la gente que conozco va a enseñar o a trabajar en esa obra monstruosa de juntar dos océanos.

Así comienza la novela que la escritora mexicana Jazmín Ross publicó en el año 2000 en el sello Alfaguara y que recoge, desde la ficción, pero con un gran sustento documental, la vida de Garvey en Limón. De hecho, el diálogo anterior es entre Garvey y Amy Ashwood.

La flota negra fue el resultado de una amplia y larga indagación de la periodista y escritora, oriunda de Veracruz, México. Además de la novela, junto a Luciano Capelli, Ross realizó el documental El barco prometido, que en su oportunidad se proyectó en lo que entonces se llamaba “La muestra de cine”, en el Teatro Variedades.

Garvey significó una enorme esperanza para los afrodescendientes del mundo entero. Su legado de dignidad, de sueños y de retos por lograr una verdadera igualdad para millones de desplazados de su continente de origen mantiene una sorprendente vigencia.

El hecho de que la reparación a la figura de Garvey haya llegado con 102 años de retraso explica las duras condiciones que debió enfrentar para darle vida a los sueños de millones de afrodescendientes, que solo reclamaban un mundo más justo y más humano, en el que el color de la piel y la procedencia no debían ser obstáculos insalvables, como sí lo eran en los albores del siglo XX, marcado por el signo del racismo y la descalificación.

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