¿Se puede profesionalizar el rol de mamá y papá? ¿Cómo llegamos a desempeñarnos de la mejor manera para criar a nuestros hijos e hijas con amor y respeto? ¿Podría una institución asumir la educación integral de una persona?
Con estas y otras preguntas en la mano, la agrupación Teatro ABC-O presenta el montaje Nodriza en el espacio Gráfica Génesis, este fin de semana de septiembre.
Las funciones son el viernes 17 y sábado 18 a las 7 p.m., y domingo 19 a las 6 p.m. La entrada general al espectáculo tiene un valor de 6,000 colones y para reservaciones e información las personas interesadas pueden llamar al 8365-3061
Las inquietudes con que inició el proceso creativo la agrupación, integrada por Silvia Sossa y Dennis Quirós, motivaron una investigación con madres y padres de familia y educadores con el fin de comprender los matices, vacíos y aciertos en la crianza de los hijos e hijas.
“Este material abonó a dramaturgia de la obra”, explicó Sossa, luego de un ensayo en que el juego escénico se muestra como base de la creación colectiva.
Inicialmente la obra iba a ser un monólogo; sin embargo, la dinámica dio un giro cuando ambos intérpretes pusieron en común sus inquietudes en relación con la educación familiar de los niños y niñas.
Sossa había leído el Manual didáctico para la escuela de padres, publicado por la Generalitat Valenciana, y reflexionó sobre en dónde se aprende a ser papás y cómo, y sobre “las escuelas para padres y madres que surgen como una respuesta a las carencias que hay en la crianza”.
También se alimentó con las lecturas del libro Pan y Afectos: la transformación de las familias, escrito por Elizabeth Jelin, y un extracto de Historias de Camille, de Donna Haraway.
¿Qué es lo que se le enseña al niño en la escuela y qué en la casa?; ahí detectaron Sossa y Quirós una pugna.
“Aunque no tengamos hijas o hijos nos mueve mucho que somos tío y tía, y a través de la investigación llegamos a entender que también formamos parte de esa crianza, en una visión más amplia de familia, de tribu, en donde todos somos responsables de esas personas que vienen creciendo”, dijo Quirós.
Ambos creadores se encontraron con la imagen de la tribu, a la cual antes los niños y las niñas pertenecían. “Pertenecían a la casa, se criaban con las tías, las abuelas, el que estuviera en la casa estaba sosteniendo esta dinámica, era una comunidad y esto en la modernidad se ha ido perdiendo”, expresó Sossa.
De acuerdo con la visión de la puesta, existe una mentalidad de “mi apartamento, mi hijo, mi familia”, y, por tanto, los núcleos familiares se han empequeñecido y las familias viven cada vez más aisladas.
“Estos niños viven una dinámica de alguien a quien se le paga para que los cuiden o un familiar se ofrece para hacerlo. Generalmente, los que sufren las consecuencias de esto -que no todas son negativas- son los niños y las niñas”, aseveró Sossa.
Violencia intrafamiliar
Como resultado de la investigación, Sossa y Quirós descubrieron que los datos en relación con la violencia intrafamiliar son “escandalosamente altos aún antes de la pandemia”.
Según las fuentes consultadas por el grupo, los niños y las niñas viven en círculos de violencia no toda física, resultado de la incapacidad de los padres y las madres de manejar emociones como la frustración.
“Empezamos a hacer entrevistas en marzo y muchos padres nos contaron que en el proceso de la crianza sus progenitores les habían pegado y que no querían repetir ese modelo; muchos nos confesaban que se encontraban a ellos mismo pegándoles gritos, o nalgueando o cacheteando a sus hijos e hijas”, contó Sossa.
Así llegaron a la conclusión de que es vital aprender a manejar las emociones, ya que la violencia la están absorbiendo los niños y las niñas, quienes reproducen esas dinámicas.
“No pretendemos decirle a la gente cómo criar a sus hijos, pero sí queremos que la reflexión sea en conjunto”, expresó Sossa.
Más allá del cuestionamiento necesario, finalmente el deseo de Nodriza es motivar la acción, porque el cambio es aquí y ahora.