Cultura 157 aniversario del asesinato de Juan Rafael Mora

La gran batalla por recuperar la memoria del Presidente Mora

Desde la teoría literaria,la historia, la novela y el signo, se procura una revisión del verdadero alcance de la figura del Presidente Juan Rafael Mora

Desde la teoría literaria, la historia, la novela y el signo, se procura una revisión del verdadero alcance de la figura del Presidente Juan Rafael Mora, fusilado en Puntarenas un 30 de setiembre de 1860, dos días antes que el general José María Cañas.  

Cuando el catedrático de literatura Juan Durán Luzio supo que Juan Rafael Mora había estado al menos siete veces en Valparaíso, a donde había llevado su café, empezó su gran interés por la figura del expresidente fusilado y desde entonces no ha cesado la exploración del hombre, el político, el comerciante y el héroe de la Guerra Patria, que fue capaz de vencer a William Walker y al filibusterismo con sus acciones entre 1856 y 1857.

Con motivo del 157 aniversario del asesinato de Mora en Puntarenas y de haberse celebrado la Semana Morista, el profesor Durán, pronunció la conferencia “Juan Rafael Mora, de la historia a la ficción, visiones selectas”. En ellas hace un recorrido por cinco textos de diferentes épocas en las que desde la literatura se da una mirada al exgobernante, quien fuera tres veces presidente de Costa Rica, aunque en la última su período se vio interrumpido con su posterior exilio, que lo llevó entre otros sitios a El Salvador, desde donde desembarcará luego en Puntarenas, donde fue apresado por las fuerzas del gobierno.

“Acabamos de hacer el primer simposio literario en Costa Rica que se dedica a un expresidente, sabía eso, y se hizo, como suele ser, con muy pobre asistencia en el Museo Calderón Guardia”.

Durán habló del Clarín Patriótico, que es una pequeña antología de poemas admirativos a Mora y sus hombres, compilada por Tadeo Gómez, y que se publicó en 1857.

El académico también se refirió a Luciano de San Antonio, un cuento de Manuel Argüello Mora en el que se trata el tema de cómo los extranjeros se integraron al país tras la guerra del 56.

“Cerca de 300 filibusteros se quedaron viviendo en Costa Rica”, destaca.

Otro cuento de Ricardo Fernández Guardia –El héroe—narra la batalla naval que se dio en 1856 entre el barco el 11 de abril de Costa Rica y la fragata Granada, de William Walker, en el que murieron al menos 70 costarricenses.

“Esa es una de las batallas más desconocidas en la historia de Costa Rica. Uno dice batalla naval y la gente dice ‘cómo batalla naval’ de qué está hablando”.

En su repaso por las visiones que emergen de la historia y de la literatura, Durán indagó en el cuento La victoria de Gonzalo Chacón en el que se da un encuentro, el 10 de abril de 1856, entre Mora y  Juan Santamaría.

En un recorrido de esa magnitud entre ficción y realidad no podía faltar La caída del águila, de Carlos Gagini: “esta es una novela utópica, más conocida, y es una apuesta audaz y desvergonzada sobre el tema”.
De acuerdo con Durán, quien pronunciará en San Ramón el viernes 3 de noviembre la conferencia Siete chilenos en la vida de Juan Rafael Mora, el expresidente sigue siendo un gran desconocido en Costa Rica.

“La educación  de Costa Rica no ha querido enfatizar la importancia que Mora ha tenido para el país”.

En su criterio, Mora no solo fue asesinado el 30 de setiembre de 1860, sino que la clase política costarricense se encargó posteriormente de cometer un segundo asesinato: el de la memoria del expresidente.

Hay que recordar que Mora fue sacado del poder para que lo asumiera José María Montealegre, quien estaba respaldado por los militares de entonces.

“El padre de la patria, en verdad, es Juan Rafael Mora, pero eso se ha querido ocultar. Los opositores de Mora se encargaron de que fuera olvidado. Fue una campaña cuidadosamente planeada. Todavía nadie sabe nada de Mora, salvo que echó a Walker. A los estudiantes, en los desfiles les preguntan sobre la razón de esos desfiles y piensan que es por Michael Jackson. Mora sigue siendo un gran desconocido”.

Con base en ello, Durán considera que la figura y la época representadas por Mora son una veta inagotable para la literatura, la cual apenas se ha comenzado a explorar.

Recientemente el escritor Óscar Núñez publicó La guerra prometida, una novela que ha tenido un muy buen recibimiento por parte de la crítica. Adriano Corrales, por su lado, también publicó La ruta de los héroes y anteriormente Quince Duncan hizo lo suyo con Don Juanito y yo.

Durante la Semana Morista el escritor salvadoreño Manlio Argueta habló sobre una novela que está próxima a terminar y que aborda la mirada que se tiene desde su país del héroe costarricense.

Para Durán, un libro que marcó un punto de inflexión en la forma en que se ha percibido a Mora fue el de  Armando Vargas Araya: El lado oculto del Presidente Mora.

“Este libro vino a rescatar la figura de Mora. Por cierto, es un libro que ha sido mal visto por algunos sectores académicos, en especial en la Universidad de Costa Rica, porque Vargas no es de esa cuna”.

Durán resaltó que todavía hay sectores costarricenses que consideran que Mora era un “especulador indigno, un comerciante, y que no tiene nada de libertador ni de héroe”.

En ese desconocimiento sistematizado en que ha estado sumida la figura de Mora, pese a los avances que se han dado en los últimos años para revertir ese proceso, se ha ensombrecido la figura del héroe como ensayista.

“En Juan Rafael Mora, el primer ensayista costarricense, que es un pequeño libro, resaltaba la magnitud del pensador que fue. En el libro de Armando Vargas con Raúl Aguilar en “palabra viva del libertador hay como doscientas páginas escritas por el propio Mora”.

RECUPERACIÓN DE LA MEMORIA

Para Armando Vargas, quien en 2014 fue el gestor de la Academia Morista, que opera desde entonces con contribuciones de sus propios miembros, Mora reviste hoy una gran vigencia, en especial por las horas bajas que vive la patria.

Y en este contexto convulso, en contraposición con lo que ha sucedido en años anteriores,  se ha empezado a recuperar la memoria de Mora.

“El legado ideológico de la costarriqueñidad se ensancha y robustece con el resurgir de la figura egregia del Padre de la Patria. Solo en lo que llevamos del 2017 se restauró la celebración de la victoria centroamericana sobre el expansionismo esclavista el Primero de Mayo; entró en vigencia la ley 9.432 que obliga al Consejo de Gobierno a sesionar en Puntarenas cada 30 de setiembre en homenaje a la memoria del presidente Mora y del general José María Cañas; el Concejo Municipal declaró a Puntarenas Ciudad Morista, y el Consejo Superior de Educación decidió que la Semana Morista se celebre en todas las escuelas y colegios del país”, explicó Vargas.

Además, como parte de ese esfuerzo por hacer visible al hombre que organizó el ejército costarricense para luchar contra Walker, durante la citada Semana Morista se “efectuó en San José el primer simposio literario centroamericano Ficción narrativa en torno al presidente Mora y su época; y se realizó la exposición Visión múltiple del Padre de la Patria en el Museo Calderón Guardia”.

Hoy, cuando la institucionalidad costarricense ha sido fuertemente sacudida por la corrupción y los intereses particulares, emerge la figura del hombre que fue fusilado por la clase política de entonces.

“En medio de la crisis sistémica que abate a la República, renace el vigoroso liderato del presidente Mora como ejemplo en la etapa fundacional del orden político y social. Véase el libro Un héroe del siglo XIX en el siglo XXI: Juan Rafael Mora Porras, el hombre, de Fernando Villalobos Chacón”.

Vargas resalta que además de la historia, la literatura empieza a jugar un rol destacado en la forma en que se reescribe la figura de Mora, porque permite un abordaje amplio y que va más allá de los aspectos estrictamente históricos.

“La valoración de una visión épica, gloriosa y elevada del pasado conduce a la identificación del ciudadano con su patria, proceso que facilita más la literatura que la historiografía  contemporánea. La literatura complementa y enriquece a la historiografía, pues permite recrear un pasado emocional y humano. El conocimiento del pasado puede configurarse coherentemente desde obras literarias de índole histórica”.

En este contexto, Vargas considera como un gran esfuerzo las publicaciones, a partir de 2010, de las novelas como La ruta de los héroes de Adriano Corrales, Don Juanito y yo, de Quince Duncan, y La guerra prometida, de Oscar Núñez Oliva. La Euned tiene en proceso de publicación la nueva novela del salvadoreño Manlio Argueta titulada Así en la tierra como en las aguas,  sobre la Guerra Patria, cuya acción transcurre en el río San Carlos”.

En ese afán por rescatar la memoria del héroe de la Guerra Patria, como sostiene Durán que debe llamarse, en lugar de Campaña Nacional, la Academia Morista ha logrado relevantes progresos en la forma en que se empieza a recuperar a Mora y ello con base en una alianza con el Ministerio de Educación.

“La Academia Morista Costarricense apoya al Sistema Educativo Nacional. Seguimos los pasos del gran educador costarricense que fue el recordado ministro de Educación Pública don Guillermo Vargas Salazar. El Consejo Superior de Educación ha nombrado su sala de sesiones con el nombre de Juan Rafael Mora, cuyo retrato está en la cabecera de su mesa de trabajo. Los ministros Leonardo Garnier y Sonia Marta Mora han respaldado la enseñanza del legado morista en escuelas y colegios. Sin embargo, en los niveles medios de la burocracia hay determinados individuos que muestran cierta resistencia todavía, aupados por una historiografía tradicional”.

Según Vargas, es posible darle una vuelta significativa a la imagen de Mora a partir del arte, la literatura y la historia, para ello se apoya en una referencia de la Ministra de Educación, Sonia Marta Mora.

“Una treintena de obras bien logradas por mujeres y hombres distinguidos –académicos, catedráticos, compositores, empresarios, filólogos, historiadores, novelistas y poetas– abren nuevos horizontes a la renovada comprensión de la patria. La investigación académica, la labor de educadores y el dinamismo de la Academia Morista están jugando, sin lugar a dudas, un papel central.  Ciertamente, una nueva historia de Costa Rica está siendo escrita, con método y rigurosidad, al punto de haber llevado al Poder Legislativo, al Poder Ejecutivo y al Sistema Educativo Nacional a replantearse la cuestión de quiénes somos, de dónde venimos y, como corolario, la patria a la que aspiramos’”.

Dentro de esa visión que emerge en la literatura, son relevantes las apreciaciones del escritor Adriano Corrales, autor de La ruta de los héroes.

“La figura de Juan Rafael Mora Porras se ha venido acrecentando a medida que pasa el tiempo. Desde una tumba profunda y silenciosa comienza a emerger como el libertador de nuestra patria y el gran defensor de la soberanía nacional. La literatura y su historiografía habían enterrado incluso la obra literaria de Manuel Argüello Mora, quien fue nuestro primer novelista y el primero en novelar el drama de su fusilamiento en obras como La Trinchera y Elisa Delmar. En los últimos cinco años se han publicado cuatro novelas referidas a esos hechos y al héroe nacional, lo que ejemplifica acerca del resurgimiento de nuestra máxima figura histórica”.

Corrales destaca que para entender mejor el legado de Mora, hay que analizarlo en el contexto en el que tuvo que desenvolverse en aquellas horas delicadas de la patria: “Juan Rafael Mora Porras es un personaje que, dentro de sus circunstancias vitales e históricas, contradice a quienes creen que acá no sucede nada desde el big bang. El gran drama de nuestra nacionalidad y, por tanto, de la forja de nuestras identidades, está allí a mitad del siglo XIX. Su riqueza como insumo literario, artístico y político es innegable; es una cantera que debe explotarse mucho más para comprender quiénes somos y de dónde venimos”.

ECOS EN EL HIMNO

En ese legado de revisión de la figura de Mora desde la literatura y la historia, es significativo el trabajo que en su oportunidad publicó la académica y profesora María Amoretti: Debajo del canto, en el que sostiene, desde la perspectiva de la Sociocrítica, que de la primera proclama de Mora, del 20 de noviembre de 1855, José María “Billo” Zeledón sacó los núcleos temáticos que darían sustento al Himno Nacional.

“Costarricenses: la paz, esa paz venturosa que unida a vuestra laboriosa perseverancia, ha aumentado tanto nuestro crédito, riqueza y felicidad, está pérfidamente amenazada”, comienza la proclama de Mora.

Cinco son los núcleos que surgen de la proclama, a saber: paz, laboriosa perseverancia, crédito, amenaza, faena y armas, precisa Amoretti, y a partir de ellos Billo Zeledón hará una deconstrucción que se reflejará en el Himno Nacional.

De forma tal, que ya la crítica literaria se ha ocupado de ampliar las miradas sobre la obra y la manifestación simbólica del Presidente Mora.

Los acercamientos históricos y literarios, no obstante, a todas luces resultan todavía insuficientes, según Durán, porque aquel proceso de enterramiento de la memoria del prócer y libertador, hecho por la clase política a mediados del siglo XIX, caló muy hondo en la percepción que se habría de tener de  don Juanito, considerado hoy por la nueva corriente de pensamiento como el verdadero héroe nacional de Costa Rica.

 

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