El neozelandés Taika Waititi es el director de la película Jojo Rabbit, la cual fue ganadora del Oscar al mejor guión adaptado. Con una forma de humor sencillo y al mismo tiempo absurdo, el director busca presentar un cuento al estilo del director Wess Anderson, una historia de un niño hitleriano, convencido de su ideología, quien, al resentir la ausencia de su padre por la guerra, convierte al líder del momento (Hitler) en su amigo imaginario.
Un día descubre que su madre esconde en el ático de su casa a una niña judía con quien él tiene claro que no puede entablar amistad, cuando en esa edad y en tales circunstancias la amistad resulta lo más valioso y factible. Su madre, totalmente opuesta al régimen, de manera sutil y positiva, trata de mostrarle al niño otra visión de la guerra y las circunstancias que la rodean, pero día a día y con la convivencia clandestina, las diferencias, que se supone distancian a los niños, se disipan y es más lo que los une.
En medio de la guerra, los nazis organizaban campamentos para niños, como parte de la estrategia para crear en ellos un ejército de fanáticos, quienes después se convertirían en soldados capaces de cometer atroces crímenes para el régimen. Fueron chicos y chicas que ofrecieron cuerpo y alma a Hitler, seducidos y obligados por el adoctrinamiento que recibían en los famosos campamentos, así los despojaban de su niñez, a muchos los arrebataban de sus hogares e incluso algunos formaron parte de experimentos en la búsqueda de una raza superior. Otros, simplemente los mandaban a la muerte como “carne de cañón”.
Esta tragicomedia familiar, a la vez liviana y jocosa, nos lleva a reflexionar más profundamente sobre el papel de los niños en la guerra, el reclutamiento de los niños soldados, los niños huérfanos, los niños abusados, esclavizados que en la actualidad sigue vigente en muchas partes del mundo.
