Cultura A diez años de su fundación

Impromptu pone en “play” continuo la improvisación teatral

El grupo Impromptu Teatro celebra 10 años de jugar con la improvisación escénica como proceso y resultado creativo.

Los Impromptu están tan conectados que pareciera se comunican por telepatía. Javier Monge, Rolando Salas y Andrey Ramírez reciben a UNIVERSIDAD en la sala de su hogar escénico, el Giratablas, casona que ,por vieja, de madera y llena de recovecos, tiene un encanto que hace pensar en las infinitas posibilidades del juego.

El fin de semana pasado dieron las últimas funciones del espectáculo Play como parte de las celebraciones de su décimo aniversario, década durante la cual han ido aprendiendo y perfeccionando la comunicación, la confianza, la escucha y la aceptación para crear dramaturgia escénica.

Andrey Ramírez, uno de los integrantes de Impromptu: “Necesitamos ser un portero bien entrenado para echarse para cualquier lado para donde vaya la bola al marco”
Andrey Ramírez, uno de los integrantes de Impromptu: “Necesitamos ser un portero bien entrenado para echarse para cualquier lado para donde vaya la bola al marco”

Esto, aunque suene a curso de autoayuda, no lo es, pues los tres actores del singular grupo han profundizado en la técnica de la improvisación, cuyo entrenamiento sistemático se basa en esos cuatro pilares.

Entonces, no es teoría ni moda new age. Basta con haber asistido a una de sus presentaciones; como la del jueves del ensayo general de esta temporada, en la que minutos antes de entrar a escena Monge nos preguntó a los asistentes nuestro lugar favorito de la infancia: una casa en San José de la Montaña.

Cuando se encendieron las luces del escenario y comenzaron a improvisar, una de las historias ocurría en una casita humilde de la montaña, en donde una abuela preparaba una olla de carne y el abuelo con Alzhéimer miraba por la ventana de su cuarto.

Ese fue el hilo del ovillo que se fue desenredando o enredando –según como se vea–, y que a la vez fue cosiendo el espectáculo junto a otras historias que aumentaron en intensidad y complejidad conforme avanzaba el juego propuesto.

Y es que para Impromptu el nombre del juego es precisamente eso: jugar, jugar en serio. “La gente no viene a ver improvisación para ver gente que se ve que improvisa. Nosotros nos preparamos para improvisar”, dice enfáticamente Monge.

Acá sí vale la redundancia, porque Impromptu juega no solo con las palabras, sino con la dramaturgia, los cuerpos, los espacios, las historias, las poéticas y el público, que se dispone a entrar en ese código lúdico para disfrutar del teatro.

¿Por qué se juntaron?

–Rolando: Por orfandad…

–Javier: …y necesidad. En el 2005, Rolando trabajaba con un grupo de franceses y nosotros trabajábamos con un grupo de argentinos que se llamaba Impro Dos. Los dos grupos decidieron irse en el mismo año, entonces los tres quedamos solos y sentíamos una necesidad de seguir trabajando cosas que habíamos aprendido con ellos, pero al mismo tiempo desarrollar cosas que sentíamos necesidad de querer hacer nosotros por nuestra cuenta.

¿De dónde nace el abordaje del acto escénico a partir de la técnica de la improvisación?

–Rolando: Estas dos grandes influencias: los argentinos eran un grupo de improvisación teatral pura y el trabajo que yo hacía con el francés se llamaba “dramaturgia abierta”, espectáculos donde había cosas fijas y cosas que podían cambiar. Entonces, esta cosa espontánea, viva, que tiene la técnica de la improvisación teatral estuvo ahí presente. Yo creo que la semilla se sembró y se sembró bien, y teníamos ganas de que el árbol creciera más y más y profundizara un poco más. Creo que también ganas de crear lo nuestro, no solo lo que ellos nos habían heredado. Eso con el tiempo ha ido generándose, al inicio éramos como los niños huérfanos que están tratando de imitar a sus padres y luego poco a poco.

–Javier: Ya estamos como en la adolescencia, creo. Entonces somos rebeldes y renegamos a veces de ellos.

¿Qué es la improvisación teatral, es decir, esta posibilidad de crear a través de la improvisación como proceso y resultado? En este caso ese es el nombre total del juego.

–Andrey: La improvisación como tal hay varias formas de abarcarla, pero nosotros particularmente la trabajamos como un evento escénico que va a ocurrir realmente como un espectáculo. Cómo ensayamos, a lo que en realidad nosotros le llamamos entrenar. Trabajamos a partir de la comunicación, la confianza, la escucha, la aceptación; a partir de eso empezamos a entender que el otro y yo siempre tenemos ideas y que se van desarrollando, y a partir de esas bases donde jugamos en la improvisación teatral ya empiezan a mezclarse otros ingredientes que es como la evolución que el grupo va investigando, profundizando. Es un evento escénico y que se entrena para estar listos para lo que venga. Necesitamos ser un portero bien entrenado para echarse para cualquier lado para donde vaya la bola al marco.

Pero hay códigos o marcas que se van estableciendo como grupo que les permite ir por un camino, de lo contrario se podría generar un caos…

–Javier: La impro tiene tres principios básicos: antes de trabajar la historia y los personajes, se trabaja la escucha, la aceptación y la confianza, que es donde nos permitirnos comunicarnos; cualquier propuesta yo tengo que estar muy abierto a escucharla, aceptarla y confiar en lo que me está diciendo mi compañero para ejecutar.

¿Es un estado psicológico, cognitivo?

–Javier: No, es una apertura comunicativa hacia los demás…

–Rolando: …y es psicofísico, no solo mental. Es un cuerpo presente dispuesto, presente.

¿Hay algo que han ido marcando como grupo para establecer ese cuerpo en el escenario, un lenguaje, un estilo?

–Javier: No. Nosotros en cada espectáculo buscamos la diversidad. Si vos ves, Play no a ser para nada similar a Vidas o a Sueños en calle. Lo que sí sucede en el caso nuestro es que siempre partimos de preguntas. Cada espectáculo tiene una serie de preguntas que nosotros nos empezamos a generar y a partir de esas preguntas empezamos a trabajar.

–Andrey: Por otro lado, si bien es cierto que la improvisación está muy viva y es el corazón latente del espectáculo, también manejamos una estructura que no necesariamente es que no estemos improvisando. Los espectáculos tienen sus propias estructuras, por ejemplo, en este espectáculo (Play) trabajamos sobre tres largas historias que se desarrollarán, no sabemos qué vamos a hacer, pero sabemos que vamos a tener tres grandes historias a partir de tres lugares. Entonces sí hay un esqueleto, pero no es una trampa que digamos: “hoy nos toca trabajar sobre el asesino que es el mayordomo”. No, no tenemos idea de cuáles van a ser nuestros estímulos.

Porque, además, ustedes le preguntan al público esos temas cinco minutos antes de la función…

–Rolando: Sí, que solo es un título para efectos de Play, pero tenemos otras estructuras de otros espectáculos en los que sí le damos al público el decidir por dónde va. Esa apertura es lo que más trabajamos, esa disponibilidad. Para mí el título es como un detonante, pero hacia dónde lleva esa detonación no necesariamente nos sesga.

Sobre lo que preguntabas de si hay algo particular en Impromptu, creo que como cualquier escritor o creador audiovisual o grupo, Impromptu, sin haberlo sistematizado, ha generado un estilo de escritura. Yo creo que sí hemos desarrollado un tipo de narrativa interpretativa improvisatoria. La gente en los festivales internacionales nos lo dice, nos lo señala, que tiene que ver con la poética, con la crítica social, con la conexión. Hemos desarrollado un lenguaje en común con los años.

No solamente la narrativa verbal, sino corporal…

–Rolando: Al ser un arte escénico, es espacial, rítmico.

¿Sus propuestas escénicas son realistas?

–Rolando: Pero no en un sentido teatral, sino que tratamos que las historias sean cotidianas y reales.

–Javier: Es que la idea del espectáculo también tiene que ver con la idea de cómo la cotidianidad tiene su propia poética. Yo cuando veo a alguien caminar por la calle no sé lo que está pensando, pero el espectáculo lo que plantea es saber eso: ¿qué piensa una persona mientras camina?

–Rolando: Y jugarlo…

–Javier: Por ejemplo, ayer antes de la función estábamos viendo la historia de un payaso que se retiraba y lo que planteamos era el alter ego del payaso hablándole. La gente se pensiona, se retira del trabajo, tiene enfermedades como el alzhéimer y el espectáculo lo que hace es que toma esa cotidianidad y le mete una poética del algún tipo.

La construcción de la dramaturgia les demanda una facilidad para construir una historia de manera improvisada, para contarlo en escena y coserlo entre ustedes…

–Javier: En la teoría de la improvisación hay un concepto fundamental que se conoce como el motor que es lo que hace que avance la historia. En la cotidianidad, son pequeños acontecimientos que van acompañando al personaje, y el clímax es una decisión que apenas está cambiando su día. Sí, tenemos una noción de elementos de la historia, pues hemos trabajado con personas que nos han nutrido el cómo se trabaja en el guion cinematográfico. Nosotros al mismo tiempo que estamos actuando estamos escribiendo. Y esa escritura se hace en función de entender que tienen que ocurrir cosas en las historias, que trabajan desde la escucha de lo que ya viene en la historia, por eso es tan importante la escucha para nosotros. Porque lo que están diciendo Andrey y Rolando yo debería de tenerlo en cuenta a la hora de rematar, de decir algo.

–Andrey: Son 10 años de darle a esto, uno va adquiriendo diferentes formas de narrativa y uno toma decisiones sobre cuáles usar; y no solo nos sentimos entre nosotros, también sentimos el corazón que está en el público y sabemos en qué momento hay que bajarle o subirle o hay que apretarle a la narrativa o es un momento de silencio. Es que finalmente la escucha es una palabra muy importante, porque desde ahí elegimos con el entrenamiento hacia donde creemos que debería moverse el barco que es el espectáculo.

Hay una característica frente a la actuación convencional: hay menos filtros. Ustedes no se han aprendido ningún texto de memoria, sino que mientras lo crean lo dicen; sin embargo, a la vez hay un distanciamiento con respecto a los personajes y la historia. ¿Son otras convenciones?

–Rolando: El espectador de la improvisación se mete en otras convenciones a que no le da permiso en otro tipo de teatro.

–Andrey: La impro tiene algo de mágico porque el espectador se da cuenta de que está pasando algo en el momento; si el trabajo está bien escuchado, bien armado, incluso existe duda en algún momento de si eso estará planeado o no.

–Javier: Los tres pasamos por escuela de teatro, y hemos ido aprendiendo que ese proceso espontáneo tenga un mayor vínculo con lo teatral, con esa escena de poder crear situaciones y entrar en el cuerpo del personaje no como un lugar de paso, sino que se te queda hasta llegar a sentir miedo o dolor de perder algo, el deseo de llorar.

Eso ocurre con la improvisación de jazz, que está sustentada en la formación técnica.

–Rolando: Hay un autor que cuando habla sobre el jazz dice que lo importante con la improvisación musical, tanto para el intérprete como para el espectador, es que se va a vivir un proceso, a diferencia de un producto terminado, y yo siento que el espectador que nos llega a ver juega eso también. Viene a ver proceso y disfruta algo que está en construcción, que muere ahí.

–Javier: La gente no viene a ver improvisación para ver gente que se ve que improvisa. Nosotros nos preparamos para improvisar, el público tiene un parámetro de exigencia de calidad, también quiere ver cosas que entiende, que tienen una lógica. Nosotros generamos un círculo de expectativa, le decimos al público que vamos a armar una historia que va entender y que la va a pasar bien; sea como sea, esa historia va a tener un hilo que haga al público decir “claro”; cuando eso no ocurre el público lo resiente. Te perdona que te equivoqués un poco, pero si lo que ve es un desorden o una ocurrencia… hay una construcción, que sienta este morbo de: ¿realmente es improvisado?

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