Cultura

Fallece el escritor y premio Magón, José León Sánchez

Autor de novelas como La Isla de los Hombres Solos, o Tenochtitlan, Sánchez fue un generoso colaborador de UNIVERSIDAD.

Un mal cardíaco cegó esta tarde la vida del escritor José León Sánchez, una personalidad única en la vida de Costa Rica, cuya vida pasó de ser el “Monstruo de la Basílica” al reconocimiento del Premio Nacional de Cultura Magón.

En medio dejó un largo rastro de obra literaria cuyo buque insignia es La Isla de los Hombres Solos, un texto que aún hoy impresiona y avergüenza ante el relato demoledor de lo que fue el presidio en San Lucas.

El exdirector del Colegio de Costa Rica, Álvaro Rojas, quien ha tenido contacto cercano con Sánchez y su familia, confirmó que el deceso del escritor se dio alrededor de a las 5 p.m. y que en los últimos días su condición cardíaca había desmejorado.

En su adolescencia fue juzgado, condenado y estigmatizado por un crimen que no cometió y la reivindicación llegaría muchos años más tarde, cuando en 1999 la Corte Suprema de Justicia determinó que, en efecto, era inocente, siempre lo fue. Luego, el otro punto alto, en 2018 fue reconocido con el Magón.

Sánchez fue un intenso colaborador de UNIVERSIDAD a través de múltiples artículos de opinión que publicó a lo largo de los años. En uno de los últimos, de 2020, abordó con no poco enojo el tema de la selección de premios nacionales y el trato que el Estado da a quienes desarrollan el arte y la cultura.

Rojas comentó que la de Sánchez fue “una vida extraordinaria para pensar la política y las relaciones de poder en la Costa Rica del siglo XX, su caso es representativo de una sociedad tremendamente conservadora y violenta”.

El también escritor apuntó que el célebre crimen de la Basílica “lo estigmatizó, pero milagrosamente también lo convirtió en uno de los escritores mas importantes de la literatura costarricense” en su criterio fundamentalmente por tres obras: Campanas para llamar al Viento, La Isla de los Hombres Solos, “que es un documento de barbarie y una muestra de lo que era el sistema penal represivo de la isla San Lucas, escrito con una sensibilidad impresionante para alguien que con costos sabía leer y escribir y que lo perfeccionó en prisión en un lugar que fue un infierno”.

La tercera obra que mencionó fue Tenochtitlan, “la crónica de la última batalla de los aztecas, cuando pierden Tenochtitlan a manos de los españoles”.

Añadió que se trata de la “historia contada desde el punto de vista de los vencidos, que es el punto de vista desde donde José León veía las cosas, el punto de vista de los vencidos, los derrotados, en ese sentido era un iconoclasta, siempre nadando a contracorriente de la cultura oficial costarricense”.

Rojas describió a José León como una persona “con una sensibilidad extraordinaria, le daba miedo el mar, escuchar el sonido de las olas”. Lo describió además como “un gran lector voraz, con un corazón enorme, con muchos conocimientos de muchas cosas adquiridos por voluntad propia, estudiando casi siempre solo y siempre generoso y dispuesto para ayudar a personas como yo, que fui su amigo y que hoy me duele mucho su partida”.

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