Cultura

Esgrima en la RAE por una tilde

Se aproxima una hermosísima batalla en la Real Academia Española de la Lengua, para dirimir si “solo” se sigue escribiendo sin tilde, y esta se agrega en pasajes en que pueda haber confusión, o de pleno le devuelven el rigor que tenía el adverbio antes de 2010. 

En los últimos días, la Real Academia Española de la Lengua (RAE) se ha parecido más al Vaticano que al templo en el que por 300 años se ha resguardado el espíritu del castellano, porque hay una guerra sin tregua de informaciones y contrainformaciones en relación con la tilde diacrítica del adverbio “solo”.

Visto a la distancia y como velan armas unos y otros, Vatiliks parece un ejercicio de niños, porque esta vez las facciones prometen una lucha sin cuartel. Después de 13 años de mantener una ardua disputa por algunas modificaciones que desde el comienzo no los convencieron, una parte de los académicos, con Arturo Pérez Reverte a la cabeza, han dado un golpe de timón y celebran el regreso de la tilde diacrítica en “solo”, cuando cumple funciones de adverbio.

La facción que se opone a la modificación y el regreso a como estaban las cosas en 2010 ha contraatacado y desmentido el hecho de que se vuelva al punto en el que se rompió el consenso en dicha ocasión.

El abanderado de esta esgrima es Salvador Gutiérrez Ordoñez, académico y director del Departamento del Español al Día, quien desmintió que la RAE hubiese torcido el brazo. Asegura que todo obedece a una aclaración de cuándo se puede incluir la tilde en “solo”.

Ante el aluvión de publicaciones en España y en el mundo hispano, Gutiérrez Ordoñez se apresuró a desmentir en los medios que dieron por un hecho el triunfo de quienes a lo largo de la última década se negaron a dejar de poner la tilde en el adverbio “solo”. El mano a mano entre lo que dice Gutiérrez Ordoñez y lo que sostiene Pérez Reverte está servido. Detrás de ellos hay lexicógrafos, escritores, ensayistas, filósofos, etc.

“La RAE acepta por fin que se acentúe solo, de solamente, y los pronombres demostrativos, éste y ése. Muchos escritores siempre los seguimos escribiendo así, aunque los editores corrigieran. Hay cosas mínimas que no lo son. Ganamos”, Ángeles Mastreta.

El autor de El capitán alatriste (1996) no tardó en contestar en Twitter el desmentido de la RAE, y lo hizo en Twitter porque es una de las redes más frecuentadas por este escritor, quien con su consabida “mala sangre” y sus “cantamañanas”, no tuvo reparo en anunciar una guerra de largo aliento, la que comenzará a disputarse el jueves 9, cuando el pleno de los académicos se reúnan en la sede de la RAE.

Pérez Reverte augura, para los días que se avecinan, una encarnizada disputa para dejar claro que no se trata solo de una aclaración, sino que es un paso atrás de la RAE, que vencida por la realidad decidió devolver la tilde a “solo”, cuando es adverbio, más allá de que el contexto lo requiera o no.

“¿No se añade nada nuevo? ¿Lo tendrá que justificar?”, escribió Pérez Reverte, con ese estilo de esgrima que lo caracteriza y que muchas veces lo lleva a decir que en España están llenos de “gilipollas”. El escritor apuntaba a la ‘RAEinforma’ en Twitter y las espadas, por lo tanto, estaban en alto desde ese momento.

Acto seguido, el creador de La piel del tambor apuntó: “Lamento decir que @RAEinforma, dirigida por una académico anti-tildista, está dando información sesgada e inexacta. Ayer el pleno de la RAE aprobó una modificación importante. El pleno del próximo jueves será tormentoso”.

Al director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, se le vienen días difíciles por los desacuerdos internos entre sus miembros en torno al adverbio “solo” y los pronombres demostrativos “éste”, “ése” y “aquél”. (Foto: El Confidencial).

Como el asunto corrió como la pólvora y saltaron las especulaciones de hacia quién iba dirigido el dardo de Pérez Reverte, éste se apresuró a aclarar que Santiago Muñoz Machado, director de la RAE, estaba fuera de la confrontación.

“Para evitar malas interpretaciones: este tuit no se refiere al director de la RAE, Sr. Muñoz Machado, ajeno a la cuestión (y amigo mío), sino al director del departamento de Español al día de la RAE, que es quien con su equipo controla el servicio de consultas @RAEinforma”. El director al que se refiere es Gutiérrez Ordoñez.

El regreso de la tilde en el adverbio “solo” como lo plantea Pérez Reverte sería una reivindicación de una serie de escritores que consideran que su eliminación, en 2010, era innecesaria y que lejos de enriquecer el idioma, lo empobrece.

En ese bando estuvieron figuras como Javier Marías, fallecido el 11 de septiembre de 2022; el Premio Nobel de Literatura de 2010, Mario Vargas Llosa; la escritora mexicana Ángeles Mastreta y la española Elvira Sastre, entre otros muchos.

Junto al regreso de la tilde en “solo”, que ha centrado todas las miradas y las discusiones, en los pronombres demostrativos “este”, “ese” y “aquel” también se podrán volver a tildar. La oposición, sin embargo, en los grupos es más que palpable y hace pensar que la batalla será larga, porque a lo interno de la RAE las facciones mueven sus hilos para llevar agua a sus molinos.

Gutiérrez Ordoñez, por ejemplo, se apresuró a decir en varios medios de comunicación españoles, que lo que en realidad hubo fue un ajuste, con lo cual le rebajaba de un solo plumazo la euforia a los “solotildistas”, como se denomina a la nueva “secta” que se comenzó a estructurar a partir del momento en que la RAE le suprimió la tilde al citado adverbio.

“No ha cambiado la norma, sino que se ha aprobado una redacción más clara”. “Es obligatorio escribir sin tilde el adverbio solo en contextos donde su empleo no entrañe riesgo de ambigüedad y es optativo tildar el adverbio solo en contextos donde, a juicio del que escribe, su uso entrañe riesgo de ambigüedad”, dijo Gutiérrez Ordoñez.

Con base en la posición de Gutiérrez Ordoñez, la tilde del “solo” sí se suprimió y esa decisión no tiene vuelta atrás; no obstante, Pérez Reverte sostiene que la RAE procedió de distinta manera y que la información que ha salido a la luz pública no concuerda con los postulados defendidos y aprobados en la sesión anterior. Para rematar la faena, Gutiérrez Ordoñez enfatizó en relación con la tilde analizada: “Este inciso no implica un cambio de norma”.

Más que sesiones tormentosas, lo que ya estableció en la RAE es una guerra entre fracciones, las que defienden que la tilde en el “solo” es imprescindible, y que no debió vetarse en ningún momento. Igual con los pronombres este, ese, aquel e incluso los más eufóricos auguran nuevas contiendas por guion y truhan, que en su momento también perdieron la gloria de la tilde.

Y es que las posiciones a lo largo y ancho del ámbito latinoamericano están más que divididas. La ya citada Mastreta, sostenía: “La RAE acepta por fin que se acentúe solo, de solamente, y los pronombres demostrativos, éste y ése. Muchos escritores siempre los seguimos escribiendo así, aunque los editores corrigieran. Hay cosas mínimas que no lo son. Ganamos”. En este cierre está la clave de todo el polvorín alrededor de la tilde o de su supresión por los siglos de los siglos en lengua castellana, cuando de “solo” se trata.

No vaya a pensar el lector que se trata solo de una humilde y desvencijada tilde, que tiene que aparecer por capricho o no del autor. Es una cuestión de vida o muerte. Patria o muerte, como decía José Martí de la batalla por la liberación de Cuba del yugo español. Aquí hay una batalla por la patria grande del idioma.

“Yo nunca me he quedado sin patria, mi patria es el idioma”, había dicho María Zambrano para dejar claro lo que representaba para ella el lenguaje. Y no muy lejos de esa posición, el poeta argentino Juan Gelman había expresado en su oportunidad: “Mi patria es la lengua”. Lo dijo allá por 2008, en un encuentro realizado en el Instituto Cervantes de Madrid.

De modo tal que, para que se entienda la dimensión de la disputa, el asunto es serio y profundo, por lo que se presume que la esgrima será larga, mientras cada cual se ajusta a su estilo en relación con el uso de la tilde, aunque la última palabra la suelen tener los editores, quienes, por lo general, apuestan por lo políticamente correcto. La escritora y poeta, Sastre, reconocía que la lucha fue hasta cierto punto divertida», ya que unió a muchísimos escritores.

El escritor Arturo Pérez Reverte adelantó que habrá una lucha feroz por mantener la decisión de la Academia Española de la Lengua de restituir la tilde a “solo” . (Foto: Infobae).

En primer plano

En los tiempos de Internet se escribe más que nunca, pero el cuidado del idioma ha ido en franca decadencia, porque no solo han surgido los “metalenguajes” de grupos que escriben de tal forma y que si no se pertenece a ellos es imposible descifrar sus mensajes, sino que también el abandono de las normas en la actualidad es más que preocupante.

Es común, por ejemplo, que en los periódicos digitales e impresos aparezcan informaciones llenas de faltas de ortografía, párrafos confusos, uso impreciso de los términos y que, a la vez, todo parezca como producto de la inmediatez con que se lleva la vida.

Por ese motivo, el hecho de que el idioma castellano esté en la palestra y en un primerísimo plano a raíz de la discusión de marras, podría contribuir a reflexionar sobre la importancia de resguardar ese acervo inmenso que le permite a 600 millones de hablantes expresarse en una de las lenguas más relevantes en el mundo actual.

Y que se discuta si “solo” debe llevar o no la tilde, invita a pensar con profundidad sobre la relevancia de cómo comunicar de la mejor manera y reconocer que la diferencia la puede hacer o no una tilde genera que la disputa entre las distintas facciones en la RAE se convierta en un asunto que trasciende las fronteras de la Academia Española y que recaiga en el ámbito hispano.

Y si una tilde cobra relevancia, lo mismo debería ocurrir con los signos de puntuación, desde una coma hasta un punto y aparte. Muchas disputas legales, como ha quedado demostrado, se dirimen por la presencia o ausencia de una coma, porque el significado varía radicalmente según sea el contexto y el meollo que recoge.

La invocación “a comer, niños” dista mucho de “a comer niños”, porque en este segundo llamado lo que hay en realidad es una invitación a practicar el canibalismo y la diferencia, como se observa, la establece una coma.

Más que un juego de palabras, el lenguaje con todas sus herramientas, implica una concepción y un acercamiento filosófico de cómo se percibe el mundo. Ya Guillermo de Humboldt lo había adelantado a comienzos del siglo XIX. En aquella época, llegó a una conclusión extraordinaria, que irradiaría luz a través de los dos siguientes siglos.

En las famosas cartas a Wolf, Humboldt expresó en 1805 una idea que daría vida a toda una corriente de pensamiento denominada “Tradición relegada” y que también es conocida como el “giro lingüístico”. Ella se basa en la premisa de que “pensamiento y lenguaje, conocimiento y expresión, son esencialmente una y la misma cosa”.

Esa “intuición”, explica Albert Chillón, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona, y autor de Literatura y Periodismo, una tradición de relaciones promiscuas, daría cabida a “esa toma de consciencia lingüística” que obligaría a dicha corriente a bucear en las profundidades del lenguaje, sin quedarse meramente en la orilla o en las grafías de ciertos signos.

El “giro lingüístico”, destaca Chillón en su obra, asume que “no hay pensamiento sin lenguaje, sino pensamiento en el lenguaje”. No se trata, como puede notarse, de que en la disputa referida haya solo una tilde de por medio, sino que en el fondo se apela al rescate de una tradición que apuesta, ante todo y sobre todo, por la claridad a la hora de comunicar.

La reflexión de Chillón, uno de los académicos que más se ha preocupado por ahondar en la escuela del giro lingüístico, pone en perspectiva el valor del lenguaje como mecanismo diferenciador de los seres humanos y su manera de asumir su pensamiento.

Como para Locke, también para Humboldt, el lenguaje y el conocimiento son inseparables. Pero lo importante para él está en que el lenguaje no solo es el medio por el cual la verdad (algo conocido ya sin el instrumento del lenguaje) se expresa más o menos adecuadamente, sino más bien el medio por el cual se descubre lo aún no conocido.

“Conocimiento y expresión son una y la misma cosa. Esta es la fuente y el supuesto de todas las investigaciones de Humboldt sobre el lenguaje”, recalcaba Chillón, quien, además, se apoyaba en lo sostenido por Wilbur Marshall Urban en Lenguaje y realidad.

Para el escritor y pensador español, José María Valverde, en su momento el mayor estudioso de la obra de Humboldt y de su aporte al lenguaje, la idea de que pensamiento y lenguaje son una y la misma cosa, parece una verdad simple y lógica, sin que así lo sea.

Así lo expresaba Valverde: “Se trata, simplemente, de que toda nuestra actividad mental es lenguaje, es decir, ha de estar en palabras o en busca de palabras. Dicho de otro modo: el lenguaje es la realidad y la realización de nuestra vida mental, a la cual estructura según sus formas –sustantivos, adjetivos, verbos, etc.; su sintaxis, tan diversa en cada lengua, sus melodías de fraseo…”.

Correción política

Aunque la RAE lo niega de puertas hacia fuera, algunas de sus decisiones más que técnicas, son políticas y el caso de los pronombres demostrativos a los que se les eliminó la tilde, así como al «solo», recogen influencias que apuntan a ese lado de la moneda.

El exdirector de la Real Academia de la Lengua, Darío Villanueva, abordaba el tema de la corrección política en su libro Morderse la lengua, publicado en marzo de 2021. Ya antes de la publicación de su libro, Villanueva reflexionaba así sobre la corrección política, según recogió la RAE de una conferencia dada por el autor en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM): “La corrección política –ha comenzado señalando en su ponencia Darío Villanueva– es una nueva forma de censura. Una censura perversa, para la que no estábamos preparados, pues no la ejerce el Estado, el Gobierno, el Partido o la Iglesia, sino fragmentos difusos de lo que denominamos sociedad civil”.

Muchos escritores de habla hispana asociaron la eliminación de la tilde diacrítica del solo con una especie de corrección política que silenciosamente fue permeando a la RAE. Y respecto a la corrección política y la posverdad, otro de los conceptos abordados en el libro de Villanueva, el académico reflexionaba de esta manera en la conferencia aludida y dictada en marzo de 2018: “Tienen que ver fundamentalmente con el uso del lenguaje y las lenguas a través de las cuales se manifiesta”.

Mientras Pérez Reverte afina sus armas para ir a los plenos de la RAE, a los que acudirá dispuesto a continuar con la defensa de un lenguaje contaminado de calle y vida, y alejado de la corrección política y otras yerbas, en la facción más conservadora de la Academia, con Gutiérrez Ordoñez como abanderado, también afinan los floretes para esa intensa y larga batalla de esgrima que se disputará en los próximos meses e incluso años.

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