Cultura

Esferas del sur ya tienen su sello postal

La emisión conmemora el segundo aniversario de la declaratoria de la Unesco para cuatro sitios del Delta del Diquís, con esferas de piedra

La emisión conmemora el segundo aniversario de la declaratoria de la Unesco para cuatro sitios del Delta del Diquís, con esferas de piedra, como Patrimonio de la Humanidad.

Con el fin de conmemorar el segundo aniversario de la declaratoria de cuatro asentamientos con esferas del Delta del Diquís, en Osa, como Patrimonio de la Humanidad, se emitió un sello postal que recoge la grandeza de ese conjunto precolombino.

Las esferas de Osa han sido objeto de múltiples estudios desde 1939
Las esferas de Osa han sido objeto de múltiples estudios desde 1939

Francisco Corrales, arqueólogo del Museo Nacional, explicó a UNIVERSIDAD que el propósito del sello postal era darles realce a los sitios, declarados por la Organización de las Naciones Unidas para la Cultura y la Educación (Unesco) como Patrimonio de la Humanidad, por lo que esa declaratoria representa y reconoce en relación con esas culturas precolombinas, que en muchos aspectos evidenciaban avances espectaculares en lo artístico, lo arquitectónico y en su organización.

“Así como en ocasiones se escoge a personajes o edificios para destacar su importancia, en esta oportunidad se ha elegido a los cuatro sitios declarados Patrimonio de la Humanidad”.

Los sitios a los que se refiere Corrales son: El Silencio, Batambal, Finca 6 y Grijalba 2. En el sur hay cerca de 500 esferas, pero la elección de la Unesco recayó en esos cuatro conjuntos.

Cada sitio cuenta con características particulares, pero es en El Silencio donde se dirige la mayoría de las miradas, porque es ahí en que se encuentra la esfera más grande, de un total de unas 500, la cual mide 2,57 metros de diámetro y pesa 20 toneladas.

Por la ubicación de esta esfera en particular, los numerosos estudios efectuados por expertos, en la zona, han determinado que tenía una función ceremonial o especial, por estar en un sitio elevado y que perseguía crear impacto en quien se aproximara.

En los cuatro sitios elegidos por la Unesco hay alineaciones de piedra, restos funerarios, estructuras arquitectónicas y estatuaria.

El valor de las esferas es tal que la Asamblea de Costa Rica en junio de 2014 las declaró símbolo nacional.

“Los sitios representan un nivel de desarrollo cacical al sur de Costa Rica y evidencian que esas sociedades alcanzaron un complejo desarrollo. Eran sociedades preestatales que contaban con ese artefacto de las esferas, que se relacionan con un nivel tecnológico y artístico”, puntualizó Corrales.

Para el arqueólogo, lo relevante es que las esferas constituyen un elemento distintivo del país y con el sello postal la información puede llegar a diferentes partes del mundo y atraer a distintos públicos, más allá de los coleccionistas.

“Se utilizó cerca de un kilo de piedra pulverizada, mezclada con la tinta, para que fuera un atractivo para los coleccionistas”, agregó.

La técnica de emplear esa piedra pulverizada para darle un mayor realce nunca antes se había utilizado en el país, según Mauricio Rojas, gerente de Correos de Costa Rica.

La emisión de las estampillas cuenta con un tiraje de 40.000 sellos, que se espera le den la vuelta al mundo, en especial aquellos que caerán en manos de coleccionistas internacionales.

Para celebrar esa declaratoria de 2014,  Correos de Costa Rica y el Museo Nacional unieron fuerzas, dado que el proceder de la Unesco generó un impacto en la percepción de los sitios de una manera extraordinaria.

Ese impacto se mide en el interés académico y en el turístico, de acuerdo con las entidades que promovieron la emisión postal.

Las estampillas tienen un valor de ¢650 cada una y van acompañadas de

3.000 boletines filatélicos y un matasellos.

Las estampillas se pueden adquirir en el edificio central de Correos en San José, en el plantel de Zapote o en línea.

Dos son los temas incluidos en las estampillas: uno el de una excavación en la zona del Diquís y otro de una esfera de piedra, elemento que ha llamado la atención de arqueólogos y expertos de diferentes partes del mundo, pues la técnica empleada en la época se adelantaba a su tiempo.

Las fotografía de la excavación incluida en el sello corresponde a Juan Carlos Calleja y la de la esfera a Adrián Badilla y pertenecen al Museo Nacional.

De acuerdo con los registros, se estima que las esferas, algunas de las cuales miden hasta 2,6 metros de diámetro, fueron construidas entre el 400 y el 500 después de Cristo.

El interés por las esferas se despertó a partir de 1939, y tuvo su primera culminación en 1963 cuando Samuel Kirklan Lothrop, de la Universidad de Harvard, publicó en 1963 su libro Arqueología del Delta del Diquís.

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