La esfera precolombina de mayores dimensiones del Diquís, hallada en el sitio arqueológico El Silencio en el Cantón de Osa, será restaurada por un equipo de especialistas de Costa Rica y México en mayo próximo.
Las labores de restauración son un hito para la conservación arqueológica en Costa Rica, ya que es la primera vez que una de estas obras, originarias de los pueblos que habitaron la zona Sur del país entre el 300 a.C. hasta el 1500 d.C., será intervenida con el fin de conservarla.
La iniciativa surge de la colaboración entre el Museo Nacional de Costa Rica (MNCR) – institución que resguarda los sitios con sus esferas-, la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM) del Instituto Nacional de Arqueología e Historia de México, en conjunto con el financiamiento de la Secretaría de Cultura de México, la Secretaría de Relaciones Exteriores de México y el Instituto México de la Embajada de México.
También participa el Laboratorio Nacional de Nanotecnología (Lanotec) del Centro Nacional de Alta Tecnología (CeNAT-Conare), que implementa un proyecto de fotogrametría para el levantamiento en 3D de la esfera de El Silencio.
El proyecto ha permitido que una vez al año, en un lapso de tres años, un equipo de especialistas, como los arqueólogos Isabel Medina, de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM) del Instituto Nacional de Arqueología e Historia de México, y Javier Fallas, del Museo Nacional, trabaje en torno a la conservación de las esferas y los sitios durante temporadas de dos meses.
Los cuatro sitios cacicales ancestrales del Diquís, que fueron declarados Patrimonio Mundial por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en junio del 2014, están ubicados en Finca 6, Batambal, El Silencio y Grijalba-2.
Para la arqueóloga mexicana, Isabel Medina, las labores conservacionistas permitirán comprender que “la esfera de El Silencio va a pasar por un momento único, porque es la primera vez que se va a intervenir. Es algo sin parangón en la historia de Costa Rica”.
La monumental piedra que será restaurada es la más grande y de mayor importancia del conjunto de 300 esferas del Diquís registradas hasta la fecha, ya que mide 2,66 metros y pesa 24 toneladas.
“Es hermosa”, subrayó Medina, “con una serie de detalles, como que brilla” debido al material con que fue esculpida.
La esfera hallada en El Silencio fue edificada en Gabroidea (denominada en forma abreviada como Gabro), extraída de la Quebrada Cansot, localizada a un kilómetro del sitio. “El Gabro es un tipo de piedra de origen volcánico que se hace con los cristales (del magma), y es intermedia, más suave”, detalló Medina.
Según información de la página web del Museo Nacional, el sitio arqueológico de El Silencio se extiende unas 20 hectáreas sobre una terraza del río Térraba en las faldas de la Cordillera Costeña, lugar donde se han encontrado sepultados depósitos de cerámica y piedra, posibles fogones y estructuras arquitectónicas de los siglos IV a.C. hasta XV d.C.
Precisamente, en esas coordenadas es que sobresale la esfera monumental de El Silencio, escultura pétrea que tiene aparejada un empedrado de 12 metros de largo y unos 2 metros de ancho, construido con cantos rodados y piedras calizas y que también será parcialmente restaurada en las sesiones de mayo próximo.
El sitio además contiene montículos artificiales, calzadas y áreas pavimentadas, así como zonas funerarias.
Restauración en equipo
Fallas es uno de los primeros jóvenes costarricenses formado en el área de conservación arqueológica; él junto a Alonso Silva, también funcionario del Departamento de protección del patrimonio del Museo Nacional, recibirán entrenamiento en el área técnica de la intervención directa.
A la vez, ambos iniciarán un proyecto de capacitación a cuadros locales para transferir los saberes de la conservación arqueológica y de este modo promover su sustentabilidad.
De acuerdo con Medina, parte de las labores de Fallas y Silva además fue el diagnóstico de los sitios en Batambal y Grijalba.
Para la intervención de la esfera de El Silencio, los materiales a usar son cal y arena, y en el caso de los fragmentos desprendidos a causa del fuego y que han sido recolectados por el Museo Nacional, la restauración se realizará con adhesivos sintéticos.
“No queremos crear un falso histórico. Lo que intentaremos es tratar de restituir lo que se pueda de los fragmentos que se han caído y luego hacer un tratamiento de estabilización. No se va a tratar de recuperar la total esfericidad”, explicó Medina.
Al respecto, Fallas apuntó que la cal y la arena se caracterizan por ser materiales más suaves que la roca con que fueron esculpidas las esferas.
Paralelamente, Medina y Fallas harán una evaluación del empedrado que circunda el sitio para determinar su estado en relación con la última vez que fue excavado en el 2014, con el objetivo de restaurar un sector que será valorado dentro de un año y, dependiendo de su comportamiento, intervenir el resto.
Con el propósito de mantener el valor de antigüedad de los sitios en general y de El Silencio en particular, Medina enfatizó en que que la intención no es “transformar las esferas para que se vean como si las hubieran construido ayer. Eso significa que hay estudios que nos permiten seleccionar materiales para intervenir la esfera, detener sus procesos de deterioro, pero que no la transforme”.
Vínculo comunitario
Como parte de los esfuerzos por capacitar y orientar en temas de conservación a los muchachos y muchachas de las comunidades vinculadas con los sitios que contienen las esferas, el Museo Nacional y la Unesco implementan, a partir de abril de este año, el proyecto “Jóvenes líderes del Diquís”, mediante una inversión de $95.000 provenientes de la cooperación del Gobierno de Alemania.
“La iniciativa formará a un grupo de 240 jóvenes de los seis distritos de Osa y dos territorios indígenas, en el manejo participativo y la conservación de los sitios de esferas de piedra del Diquís, para que sean ellos y ellas quienes realicen un proceso de gestión local y sostenible del patrimonio arqueológico de la zona”, comunicó el Museo Nacional recientemente.
Con el objetivo de fortalecer habilidades en liderazgo, entre otros aspectos, los jóvenes recibirán una serie de talleres educativos y técnicos que aportarán conocimiento y herramientas necesarias para la autogestión de la conservación de los sitios. “La idea es que se involucren tanto que formen programas de emprendimiento”, dijo la vocera del Museo Nacional, Wendy Segura.
Además, la institución pone en funcionamiento, a partir de abril, una valija didáctica sobre los asentamientos cacicales con esferas de piedra del Diquís, que busca acercar a los niños en edad escolar a dicho patrimonio mundial.
El educador y arqueólogo del Museo Nacional, Minor Castro, conceptualizó la propuesta para facilitar a los docentes información y actividades sobre la arqueología e historia del Diquís, en el marco de los planes de estudio desarrollados en el aula.
Dicha herramienta pedagógica propone una exhibición conformada por paneles ilustrados, reproducciones de objetos arqueológicos, audios y videos, así como cuentos y otros elementos, con el fin de conocer la historia antigua de la región.
La valija también puede ser utilizada por estudiantes de colegio y otros públicos interesados y estará disponible en el Sitio Museo Finca 6 y en la sede central del Museo Nacional en San José.
“Con este conocimiento se busca propiciar un mayor reconocimiento y valoración del pasado precolombino de la región y del país, entender que las sociedades que nos legaron esos restos arqueológicos tenían un gran desarrollo y una visión de mundo particular y que nosotros como custodios de ese legado debemos conservarlo, identificarnos con él y aprovecharlo para nuestro crecimiento como individuos y como sociedad”, acotó Castro.
Acerca de estas iniciativas paralelas relacionadas con las comunidades cercanas a los sitios, Medina subrayó la importancia de que un pueblo se sienta orgulloso de qué es y de dónde proviene, y que comprenda que su propia historia se refleja en el desarrollo humano y la educación.
En su calidad de arqueóloga, Medina abogó por la comprensión de que la conservación se hace para las personas. “Requiere de creatividad para llegar a soluciones donde puedas conservar el sitio de forma equilibrada con las visitas”, señaló.
“Estos dos factores se ven como divorciados pero no tendría que ser así, son complementarios. Parte de las gestiones que hacemos es para tratar de crear sistemas donde estos dos elementos sean posible. De nada sirve tener un sitio prístino donde no vaya ninguna persona, pero tampoco queremos tener un sitio lleno de gente que lo destruya”, manifestó Medina.
Tecnología permitiría una “vista de pájaro” de esfera de El Silencio
La tecnología de la digitalización en 3D se dio la mano con la conservación arqueológica para que, tal vez en un futuro próximo, los casi 13,000 visitantes anuales del sitio El Silencio (y el público en general) puedan observar a “vista de pájaro” la mayor esfera registrada del Diquís.
Tal visión, reservada hasta el momento para los científicos y funcionarios relacionados con el sitio arqueológico, estaría cerca de concretarse gracias al trabajo colaborativo que Lanotec del CeNAT-Conare realiza con el Museo Nacional para la restauración y conservación del patrimonio arqueológico.
Para concretar lo anterior se realizó una gira de campo a El Silencio, durante la cual se tomaron más de 200 fotografías que servirán de base para la realización del levantamiento.
Según explicó Carlos Villalobos, investigador del Lanotec del CeNAT-Conare a cargo del proyecto, la fotogrametría es una técnica para obtener levantamientos en 3D de objetos por medio de la fotografía. “A través de diferentes imágenes tomadas de forma estratégica en diferentes ángulos podés pasar de una serie de imágenes a un modelo en 3D”, precisó.
Para Villalobos, la técnica se convierte en un aliado fundamental para la conservación del patrimonio, ya que se requiere de la mayor cantidad de registro fiable del objeto para análisis e investigaciones.
Uno de los usos de la fotogrametría es el envío de las fotografías en 3D a computadoras y celulares para manipular los datos, de manera que el objeto físico no se tenga que tocar. “Los objetos arqueológicos son muy delicados y no se deberían de estar sacando del ambiente controlado”, acotó el investigador.
Villalobos también mencionó que la fotogrametría abre las puertas a diferentes tipos de exhibiciones en museos, donde generalmente no se deben palpar los artefactos. “Si pongo una pantalla táctil con el objeto puedo girarlo, verlo por todos los ángulos que quiera”, agregó.
De acuerdo con Medina, este tipo de registros tridimensionales de alta definición permiten congelar en el tiempo el objeto que día a día envejece. “Si llega a haber algún tipo de daño te permiten recuperar el momento anterior”, indicó.
Las aplicaciones de esta técnica para la difusión son un punto a favor para la arqueóloga Medina, ya que permiten poner en acceso al público un objeto tridimensional de una forma virtual.
“Nunca será la experiencia de estar pero posibilitan visiones privilegiadas como la ‘vista de pájaro’, así como su manipulación. Esos insumos documentan los procesos y facilitarán montajes en la página del museo y visitas virtuales”, concluyó Medina.