La escuela de San Isidro de El Guarco de Cartago, construida en 1934, recuperó todo su esplendor victoriano tras una restauración que le permitió recuperar la entrada y elementos originales indispensables para devolverla a sus mejores tiempos.
La recreación de la fachada original, el arreglo de dos aulas y el acceso fueron parte de los trabajos realizados con la supervisión del Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural y por parte de la arquitecta Etzia Mejía, cuyo trabajo fue posible gracias a la financiación que hizo el Ministerio de Educación (MEP).
La escuela de San Isidro de El Guarco ya era patrimonio histórico arquitectónico y con los trabajos efectuados entre 2015 y 2016 se observa en un excelente estado.
Fue precisamente en el año 2000 cuando ciudadanos y miembros de la Junta de Educación impulsaron la declaratoria con el fin de preservar un bien que dentro de la comunidad tiene una notable relevancia, dado que la escuela ha sido testigo del crecimiento y desarrollo de varias generaciones que por sus aulas han pasado.
“Hemos hecho los cambios en dos etapas. Se cambiaron paredes, techos, pisos, y se invirtieron ¢150 millones. Se ha recuperado la entrada original. Originalmente se había pensado presentar el proyecto al concurso Conservemos Nuestro Patrimonio, pero al final no se hizo por esa vía”, dijo Mejía.
Este inmueble, con influencia arquitectónica victoriana, es representativo de la tendencia que predominó en la primera mitad del siglo XX en las escuelas rurales del país, las cuales eran construidas en madera y en muchos casos con un complemento de latón.
La entrada principal que ahora vuelve a tener la escuela, estaba obstaculizada porque en algún momento se construyó en ese espacio un aula, pero esta fue derribada para darle a la casona original el aspecto que tenía al principio.
Mejía confirmó, en efecto, que hubo que redefinir cierto espacio para recuperar la entrada principal y tuvieron que eliminar un aula para tales propósitos.
La arquitecta trabajó de forma independiente en un proyecto en el que se implicó la junta de educación y que le dará al centro de San Isidro de El Guarco un complemento especial, pues a la par está la plaza y la Iglesia y ese es el área clave de la población, resaltó.
Ese elemento lograron determinarlo gracias a la investigación realizada en el expediente, según la arquitecta Cristina Salas, del Centro de Patrimonio. No se pudo ahondar con esta profesional sobre el tema porque jueves y viernes de la semana pasada estuvo incapacitada.
Costa Rica -un país que no se ha distinguido precisamente por tener una cultura de la conservación, como lo atestiguan los numerosos derribos de sitios incluso patrimoniales, o lo que sucedió después de 1950 en San José- ha venido efectuando en los últimos 20 años un esfuerzo por apostar a la conservación de escuelas, iglesias y casas particulares con un invaluable valor arquitectónico e histórico.
Así, por ejemplo, la UNED ha desarrollado un proceso de restauración de la casa conocida como Jesús Zamora, en el centro de Cartago, la cual fue construida en 1911 luego del terremoto de Santa Mónica, y que es representativa de las casas ensambladas que por entonces llegaron al país.
En otros casos, por el contrario, escuelas, iglesias y viviendas privadas que tenían un enorme valor patrimonial fueron destruidas para levantar o nuevos edificios o, como en el caso de San José, parqueos.
La construcción original contaba con dos aulas y posteriormente (en 1939) le agregaron dos más para completar el espacio que por más de medio siglo ha servido a los educandos de este sector de Cartago.