Un grupo de profesores ad honorem, vinculados a la Escuela Casa del Artista (ECA) desde hace más de diez años, aspira a que esta organización creada en 1946 por la periodista Olga Espinach recobre su autonomía y lo que ellos consideran “el espíritu” con que nació.
A raíz de las últimas situaciones vividas por la ECA, que tiene su sede principal en el Centro Cultural del Este, en Guadalupe, donde comparte espacio con la Dirección Regional de Cultura de San José, el programa de la Persona Joven, el Archivo Central del Ministerio de Cultura, la Banda de San José, la Dirección de Bandas y una bodega del FIA, los profesores Yolanda Quesada, Martha Mora y Gonzalo González expresaron a UNIVERSIDAD su malestar y preocupación por lo que acontece.
En marzo de 2019 las clases se suspendieron por primera vez debido a las reparaciones a que fue sometido el edificio, de carácter patrimonial, el cual presentaba problemas con las aguas negras y las pluviales, de forma tal que requirió de una inversión de ¢104 millones, según dijo a la prensa el Viceministro Dennis Portuguez.
En mayo se dio el segundo cierre de la ECA, lo que obligó a que los estudiantes tuvieran que recibir clases en distintos sitios, entre ellos en Tres Ríos, y que asistieran a Museos como el Calderón Guardia o al de Arte Costarricense para aprovechar el tiempo lectivo observando exposiciones.
Los cierres temporales desataron una estampida de estudiantes, que en la modalidad recreativa desertaron al menos en un 50 por ciento. Este dato fue corroborado por la directora del Museo de Arte Costarricense, Sofía Soto Maffioli, quien es la máxima autoridad en la ECA y cuenta con el auxilio del otrora director y hoy coordinador José Edwin Araya.
Soto, en entrevista con UNIVERSIDAD, aceptó que si bien tenían un plan alternativo para afrontar la suspensión de las clases, el hecho de que los estudiantes tuvieran que desplazarse, incluso un mismo día a distintos sitios, afectó de forma notable y pudo haber alentado la deserción.
En las modalidades recreativa y académica, la ECA ofrece cursos para personas desde los seis años en adelante y se dan en las áreas de: dibujo, escultura, grabado, pintura, orfebrería y diseño gráfico.
En 2017 la matrícula en el ámbito recreativo fue de 2.454 estudiantes, en 2018 de 2.154 y en el 2019 esta cifra registra 1.000 educandos, de acuerdo con la información facilitada por Soto.
González, quien es profesor ad honorem desde 2003 en el campo del dibujo y el grabado, expresó que, en su criterio, actualmente, solo quedan unos 300 estudiantes en la modalidad recreativa del total matriculados a comienzo de año.
Todos los cursos que ofrece la ECA —tanto en la modalidad recreativa como en la académica, modalidad esta última en la que otorga un técnico medio en artes, reconocido por el Consejo Superior de Educación—son gratuitos.
“Me preocupa esta situación porque el objetivo del Museo de Arte Costarricense es brindar estos servicios de formación a través de la Escuela Casa del Artista. Afortunadamente, y por iniciativa del Ministerio de Justicia y Paz, la escuela
cuenta con sedes ‘deslocalizadas’ en provincia, que son en los Centros Cívicos por la Paz. Hay uno en Cartago, Desamparados, Santa Cruz, Guararí, Aguas Zarcas y uno en Pococí que todavía no está funcionando”, detalló Soto.
SISTEMA FALLIDO
A parte de los problemas que enfrentó la ECA por el estado de las Instalaciones del Centro Cultural del Este, donde ocupa una tercera parte del espacio de un inmueble de 2.600 metros, la matrícula digital que se intentó en 2019 resultó un problema, porque el sistema no respondió como lo esperaban, lo cual fue confirmado por la propia Soto, y porque al ser una población tan diversa y tener una escolaridad disparar, muchos de los interesados se toparon con dificultades a la hora de hacer los trámites, por desconocer cómo funcionan los sistemas actuales.
Los alumnos tenían que hacer una especie de prematrícula vía digital y luego terminar de completar lo gestado de forma tradicional, es decir, en papel, pero fue el primer factor el que causó confusión. Ante ello, parte de los interesados desistieron de continuar con la matrícula.
“La matrícula se hacía con fichas de papel y la idea era hacer un expediente digital y poder hacer una matrícula más ordenada. El año piloto fue este 2019. Se implementó el sistema de matrícula digital. Las personas que se matriculan deben contar con una póliza estudiantil. Es lo único que solicitamos. Hicieron prematrícula en línea y llegaron a la escuela con su póliza. En efecto, la razón del funcionario encargado es que las personas tuvieron una dificultad, sobre todo los públicos más mayores, quienes han tenido una barrera en la utilización del sistema de matrícula digital”, reconoció Soto.
PROYECTO DE LEY
González, a quien la directora del Museo de Arte dijo no conocer como tampoco a Mora y a Quesada, expresó que hay un sentimiento de desmotivación en los estudiantes y en parte de los profesores porque consideran que la forma en que se gestiona la ECA no contribuye a un buen ambiente.
“No los conozco. Probablemente estén en categoría de voluntarios. Yo no conozco a todos los voluntarios del Museo. Conozco a todo el personal que me está (sic) asignado”, dijo Soto al referirse a quienes manifiestan en este reportaje sus inquietudes y preocupaciones en relación con la ECA.
De acuerdo con Quesada esa mística, ese espíritu con que se creó la Casa del Artista por la joven y soñadora Olga Espinach, que empezó en los talleres de impresión del diario La Nación a darle clases de pintura a niños pobres, hoy es muy distinto y existe la percepción de que el enfoque con que se dirige la organización es otro.
“La Asociación de Estudiantes de la ECA, por ejemplo, ya no existe desde el 2010 y era un grupo muy importante”, dijo.
Ante las inquietudes, un grupo de interesados en que la ECA recupere lo que ellos denominan el espíritu con que nació, le plantearon al diputado Víctor Morales, del Partido Acción Ciudadana (PAC), la creación del Centro Nacional para la Formación de las Artes Visuales, Casa del Artista-Olga Espinach (Cenafar), mediante un proyecto de ley.
El proyecto cuenta con siete capítulos y 41 artículos, más los apartados transitorios, y pretende una semiautonomía para el nuevo centro, pues siempre dependería de los recursos del Estado, pero sin pertenecer desde el punto de vista administrativo al Museo de Arte Costarricense.
Aunque el camino que le queda a un proyecto de ley como el citado se vislumbra largo y eterno, por la realidad que prevalece en el Congreso, el documento en sí evidencia que hay un descontento por parte de un sector de la ECA y un afán de desligarse del Museo de Arte Costarricense.
Consultada al respecto, Soto dijo que desconocía la existencia de dicha iniciativa y que, por lo tanto, no podía referirse al alcance que podría tener.
DESMOTIVACIÓN
Mora, González y Quesada, cada uno a su manera, sostuvieron que en el ambiente de la ECA hay una desmotivación no solo por lo que ocurrió en meses recientes con la suspensión de las clases y la forma en que se gestionaron en lugares alternativos, sino también porque perciben un distanciamiento entre la dirección del Museo y la organización.
Consultada sobre este particular, Soto recordó que el Museo cuenta con un coordinador, que es Araya, y que desconocía que hubiera alguna desmotivación e incluso preocupación por la percepción de un sector de que la escuela pudiera cerrarse.
–¿Le preocupa que estos profesores y parte del estudiantado manifiesten la preocupación de que la Escuela Casa del Artista puede incluso cerrarse?
–Bueno, ¿cuál es la pregunta?
–Esa es la pregunta: ¿si le preocupa que haya una percepción de un grupo de profesores, aunque sean voluntarios, e incluso del estudiantado, de que la Escuela pueda ser cerrada?
“Tomo conocimiento de eso ahora. No era una preocupación que existiera en estos días o antes. No era de mi conocimiento que existía esa percepción. Me imagino que tiene que ver con el hecho, para los estudiantes, de haber sentido un cierre temporal, que tuvo que ver con el mejoramiento del inmueble. Me desconcierta un poco la percepción.
No es un objetivo institucional; al contrario, es mantener los programas abiertos y para eso pelea su presupuesto y reporta los servicios de la escuela como reporta los servicios propios del Museo. No está, creo, en el interés de ninguna institución ver sus programas cerrados. La posición que le comunicaron me desconcierta y tomo conocimiento de él ahora”.
Como encargada principal de la ECA, al ejercer el puesto jerárquico más alto en el Museo de Arte, de quien depende la Casa del Artista, Soto puntualizó que visita una vez al mes las instalaciones en Guadalupe.
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Según los profesores ad honorem citados en el reportaje, el manejo de las salas de exposición se convirtió en un problema y a veces estas permanecen vacías por tal motivo.
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La ECA para efectos de operación cuenta con 12 funcionarios entre administrativos y profesores, esto para atender la sede central en Guadalupe.
Sobre la dificultad también externada por los tres profesores ad honorem de utilizar las distintas salas de exposición, a saber: la sala Rafa Fernández, para artistas ya formados, la sala para estudiantes y la de artistas emergentes, Soto explicó que para ello existe una junta administrativa a la que deben dirigirse los interesados y solicitar el espacio respectivo.
La incomodidad para los alumnos y profesores es que el trámite muchas veces se vuelve complicado; entonces se da el caso de que algunas veces esas salas permanecen incluso sin uso.
¿PROTEGER EL ESPÍRITU?
En un artículo escrito por la estudiante Lorna Loría y que lleva por título “¿El desvanecimiento del sueño de Olga Espinach Fernández?”, ella se pregunta si el espíritu con que nació dicha iniciativa se mantiene aún o ha ido quedando relegado por el camino a lo largo de 70 años de existencia.
“La ECA es ese punto que conecta a Max Jiménez, Lola Fernández y Rafael Felo García con Rafa Fernández, Rudy Espinoza, Dinorah Bolandi, Fausto Pacheco, Carlos Salazar Herrera, Leda Astorga, Mario Maffioli, Hugo Díaz, Fabio Herrera y Adolfo Ziliézar, entre muchos otros, y a ellos con nosotros, estudiantes de arte”.
Al reflexionar sobre la frustración que significó para los estudiantes la suspensión primero en marzo y luego en mayo, Loría describía así lo vivido y la situación que afrontaba la Casa del Artista.
“¿Cuánta voluntad hay para que la ECA se convierta en la platina del Ministerio de Cultura y Juventud? ¿Por qué si el problema es tan grave el MCJ o el MAC no nos proporcionan una ubicación más permanente y apropiada? ¿Quién responde por los parches que, en vez de mejorar algo, son un sencillo engaño?”
De acuerdo con Soto, las clases tras las vacaciones de 15 días se reanudarán con normalidad en la Casa Cultural del Este la próxima semana.
En el fondo, el artículo de la estudiante apuntaba, sobre todo, a si el espíritu de la ECA, de ser un espacio para una amplia población, se mantenía intacto.
Al consultarle a la directora del Museo de Arte Moderno por el “espíritu de la ECA”, respondió: “Considero que se ha transformado para adaptarse a los nuevos tiempos y a los nuevos retos en las distintas administraciones que han manejado el programa. Tal vez no tenga el panorama más claro que quienes han trabajado ahí por muchos años como el propio coordinador general José Edwin Araya, que conoció y trabajó con doña Olga en algún momento. Entonces mi conocimiento va a ser muy limitado y, además, circunscrito a lo que conozco y he escuchado sobre la escuela. Las administraciones desde el año 2000 y creo que hasta 2014 procuraron darle una misión actualizada a la escuela, al asumirla no ya como un programa meramente social, que creo fue su misión original, para transformarla en una instancia que pudiera brindar servicios quizá más enfocados en la profesionalización. Con esto en mente las administraciones trabajaron bajo el impulso de don José Edwin Araya en la generación de servicios nuevos, particularmente los grados técnicos, que no tengo muy claro en qué momento inician; creo que a partir del año 2000”.
La ECA, ese sueño de Olga Espinach de llevar arte a las poblaciones de pocos recursos, hoy tiene dos visiones distintas en su horizonte.