Cultura Entrevista a Guadalupe Urbina, cantautora

“Es un error considerar que el Ministerio de Cultura es la cultura del país”

A propósito de un video que Guadalupe Urbina compartió en redes sociales sobre la Costa Rica “sin tractores y sin violines”, este semanario conversó con la cantante en torno al tema de la crisis de la institucionalidad cultural del país.

Es bien conocida en el medio cultural costarricense la frase “para qué tractores sin violines”. El aforismo fue dicho por José Figueres Ferrer, presidente de la Junta Fundadora de la República que gobernó al país del 8 de mayo de 1948 al 7 de noviembre de 1949, y dos veces presidente de la república en los períodos 1953-1958 y 1970-1974.

En estos días en que amenaza, de nuevo, un recorte presupuestario al Ministerio de Cultura y Juventud (MCJ) y a propósito del posible cierre de la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) y el Centro Nacional de la Música (CNM), María Irene Monterroso, integrante de la emblemática agrupación musical, escribió un artículo de opinión en el medio digital Surcos para referirse al aciago augurio.

La cantautora Guadalupe Urbina entiende por cultura algo que va mucho más allá del ámbito estrecho de lo técnico y restrictivo de la concepción académica. (Foto: Valeza Fernández)

El título de la pieza reza: “Sin tractores y sin violines, el día en que murió la Orquesta Sinfónica Nacional”.

La artista Guadalupe Urbina sintió la necesidad de alzar su voz al respecto y grabó un video de 15 minutos con un comentario crítico que compartió en redes sociales.

Desde su casa en el pueblo Longo Maï en Puntarenas, donde vive hace 11 años, y en entrevista con este Semanario, la cantante e investigadora guanacasteca confesó que es muy vehemente en el tema y no le gusta “opinar tanto”.

Sin embargo, abrió sus puertas a la conversación con la afabilidad de siempre y su discursar consciente y pausado. “Suelo sonar un poco radical y la gente se asusta, me tiene miedo”, expresó.

“Yo no gasto el tiempo en discusiones, pero lo que están haciendo lo llevan haciendo hace rato y ahora estamos a las puertas de un desastre y esto no tiene fin. Esto no se va a acabar así nomás”, sentenció sobre la crisis de la institucionalidad cultural.

Urbina tomó el aforismo y le dio vuelta en sentido peyorativo: “nos rasgamos las vestiduras por los violines y los tractores, pero en el arte no solamente hay violines (según la mirada eurocentrista), sino que hay otras cosas. El papel de la cultura es expresar ese mundo diverso de símbolos que expresan las colectividades y todas sus circunstancias. Esa imagen de para qué tractores sin violines es la imagen viva de una cultura que está instalada dentro del statu quo que protege”.

“A este país no son unos cuantos intelectuales que se organizan los que van a salvarlo; no van a salvar ni un carajo si no se toman en cuenta a sectores protagonistas de la vida en una alianza”, Guadalupe Urbina.

A continuación, un extracto de la entrevista con Urbina quien hizo su manifiesto, según expuso, desde el lugar de la descolonización de los territorios y la memoria.

“He llegado a un momento de la conciencia en que la palabra descolonización me encanta, porque la colonización es algo más que aquellos acontecimientos que se dieron en el siglo XV y XVI. La colonización ha continuado y por eso a mí me gusta mucho decir que tenemos que descolonizar nuestros territorios y nuestra memoria”.

Por ejemplo, para Urbina, el término de Abya Yala, aunque no incluye todas las Américas, indica que antes de la llegada de los españoles habían nombres de pueblos ancestrales para referirse a la región.

“Todas estas discusiones sobre la descolonización para mí han sido muy importantes en los últimos años para poder comprenderme y asumirme, y me gusta mucho decir que yo quiero hablar desde ese lugar de mi memoria y como mujer feminista”, afirmó.

Precisamente esa posición de persona crítica, decís en tu video, ¿te ha puesto en un lugar de cierta marginación?

—Cuando hablé en el video de que nos rasgamos las vestiduras por los violines y los tractores lo hice en sentido peyorativo, porque en el arte no solamente hay violines (según la mirada eurocentrista), sino que hay otras cosas. El papel de la cultura es expresar ese mundo diverso de símbolos que expresan las colectividades y todas sus circunstancias. Esa imagen de para qué tractores sin violines es la imagen viva de una cultura que está instalada dentro del statu quo que protege; y cuando hablo de un statu quo, hablo de una cultura de unas personas que siguen considerando que Europa es la tierra madre, o Estados Unidos… culturas que se han instalado lentamente en un sentido abarcador y de manera perversa. Yo siempre cuestiono todo eso.

Las culturas nos constituyen como seres humanos en colectivo más allá de lo artístico…

—Lo que yo entiendo por cultura va mucho más allá del ámbito estrecho de lo técnico y restrictivo de la concepción académica. Esa “cultura” es como una serie de ritos, una liturgia de una supuesta clase artística e intelectual, y no solamente es arte aquello que se produce en ese ámbito canonizado por los códigos occidentales. Ahí hay unas jerarquías muy sospechosas para mí, especialmente, porque soy de la América colonizada, en donde trato de vivir unos procesos profundos de una concienciación descolonizadora. Las artes como una expresión cultural deben contribuir a superar los desniveles sociales, emocionales y espirituales, y apostar siempre a la realización plena de lo humano desde el lugar donde se esté.

Decía Lina Bo Bardi, arquitecta brasileña, que es imposible pensar en el desarrollo económico sin considerar los beneficios que la actividad artística le aporta a la educación, al entretenimiento, a la espiritualidad, porque más que una herramienta, las artes son un camino que nos llevan a mejorar nuestras formas de comunicarnos nuestra forma de aprender y de entretenernos.

La visión de la institucionalidad cultural no es abarcadora en ese sentido y el modelo que sigue está colapsando. ¿Considerás que el Ministerio debe existir como institución rectora de la dinámica cultural y que debe hacer una revisión de sus objetivos?

—Creo que ha sido muy importante la existencia del Ministerio, por un lado, porque en los últimos años realmente ha habido una mayor tendencia —con todo y los peros que eso pueda tener— de otorgar fondos para diferentes tipos de proyectos en comunidades; grupos que se organizan —muy pocos por cierto— con dificultades porque este tipo de proyectos demanda algunas cosas para los trabajadores del arte comunitario que muchas veces no están con la capacidad de realizar; y, por el otro, por la existencia del Festival Nacional de las Artes, que también fue un gran paso hacia esa democratización de la expresión cultural. Creo que es una institución que debería seguir existiendo muy bien articulada con el Ministerio de Educación y el Instituto de Turismo.

En este punto, aclaro que no estoy a favor de hacerlo uno solo con el MEP, porque me parece que las premisas que lo determinan son distintas, pero sí tenemos que cuestionar su funcionamiento, sobre todo por cómo está actuando ahora que ha hecho que la sociedad vea el arte como algo superfluo, sin más oficio que el de entretener.

Realmente, se requiere de un esfuerzo muy grande de nuestra parte para darle el lugar de protagonismo que se merece a la expresión artística diversa de los pueblos como los pilares de la educación para sensibilizar a la sociedad, porque, además, necesitamos esa sociedad que es la que adquiere nuestras expresiones artísticas.

En este momento, al Ministerio le toca afrontar una era en donde el mercado es más importante que el Estado y tenemos un Estado que asume que eso es lo correcto, tenemos un presidente que considera que eso es lo más correcto: el mercado es el que manda y ustedes se me van acomodando, mi hijitos, a lo que el mercado manda. Y si el trabajo cultural no satisface las demandas del mercado, entonces, a ellos no les interesa ese trabajo cultural; no les interesa porque eso pone en juego la cultura del statu quo que se alimenta de ese sistema comercial.

Me parece que el Ministerio de Cultura logró un cierto “balance” con otras formas culturales; lo que sí siento es que en los últimos años ha puesto énfasis en el desarrollo de la economía naranja, del emprendedurismo, del artista como empresario. Esa es la transición que propició la anterior ministra Sylvie Durán. Sin embargo, ahora lo que se intenta es desmantelar la institucionalidad cultural.

—Tenés razón porque comenzó a dar grandes pasos cuando se creó el Festival Nacional de las Artes, por ejemplo; pero ahora nos encontramos con que lo que manda es el mercado,  y para la cultura, el mercado no es todo, como no lo es para la educación y la salud. Por eso estamos en esta crisis, porque ponés en el mercado al arte, la educación y la salud y recortás presupuesto porque no es rentable, y operás en la lógica del mercado que está regida por la ley del más fuerte. Cuando vos hablás del tema de la economía naranja, para mí es muy penoso porque había charlas sobre las mujeres en la industria de la música en Costa Rica, y yo decía ¿cuál industria de la música, dónde está? si ni siquiera sonamos en la radio comercial.

Pareciera que lo que está cambiando es ese proyecto país. En tu video vos reflexionás sobre los campesinos que “no tienen tractores”, y eso mismo sucede con otros muchos sectores que están siendo golpeados. ¿Somos testigos de la imposición de un proyecto en que las élites ya no promueven una institucionalidad fuerte?

—En realidad es lo mismo con distinta cara, pues este proceso inició hace mucho tiempo y está llegando a una fase muy compleja que es la de “torcerle a la chancha el rabo”. Esto que se nos está presentando es una cosa de orden neoliberal patriarcal —porque otro nombre no tiene— y es una imposición. Es un error considerar que el Ministerio es la cultura del país, por eso cuando dicen “ay, que se nos acaba la cultura, qué daño le están haciendo a la cultura”, no no no… El daño es al país entero, porque estamos hablando de los aportes de la cultura en el aprendizaje, la sensibilización, en las técnicas de comunicación, etcétera. Estamos hablando de un golpe bajo profundo a este país y un cambio total del Estado.

Las personas dedicadas a las artes tienen que darse cuenta de que deben aspirar a la independencia a la hora de realizar su trabajo creativo, y que es importante que nos reunamos, nos organicemos y hagamos esfuerzos por crear espacios diversos. Aquí es donde el Ministerio de Cultura juega un papel de apoyo para crear esos espacios de expresión o para que nos organizamos y hagamos esfuerzos para realizar proyectos. No le compete al Estado hacer cultura, pero sí debe crear las condiciones de acceso universal a esos bienes simbólicos que somos capaces de crear.

Debemos usar el arte para hacernos escuchar, para exponer a la cultura como un derecho básico de nuestra ciudadanía, así como a la educación y a la salud, a un medio ambiente saludable. El Ministerio de Cultura es responsable de la formulación y ejecución de políticas públicas; sin embargo, el gobierno actual está entregando esa responsabilidad a los vientos.

Ser independientes implicaría un ecosistema en que actores sociales como las municipalidades y la empresa privada asuman un rol activo en el aporte a los proyectos culturales; sin embargo, hay como un analfabetismo o ignorancia, desidia, negligencia, en relación con la necesidad de entender que las artes se deben producir, crear, en un ambiente colaborativo, en alianza.

—La labor del Estado es inventariar lo que hay y, a partir de ahí, con la demanda de su población, responder a esas necesidades de las expresiones culturales. No podemos dejar que el Estado deje la política cultural a los vientos, a los caprichos del mercado, pero el mercado no es todo. Y, sí, al Estado no le compete hacer cultura, pero sí le compete crear herramientas, espacios políticos que respondan a esa demanda y por eso es que yo creo que es importante este momento, porque no nos habíamos llegado a encontrar en esta situación que es un desmantelamiento real, efectivo, no solamente en el campo cultural. En realidad, el Estado nunca ha estado a la altura del quehacer de este pueblo, de su creatividad, de su diversidad, ni siquiera la conoce, no tenemos ni siquiera un programa de turismo rural desarrollado como lo tienen otros países del mundo. Tanto envidiar a Europa y no entender que Europa tiene una cadena impresionante de turismo rural desarrollado.

La pregunta es: nos están desmantelando, ¿cómo responder a esta coyuntura?

—La única salida que hay aquí es que el arte salga a las calles, que se enteren de que estamos aquí presentes. Estos gobiernos han sido solamente una caja de palabras vanas para una clientela preferencial que siempre está complaciendo hacia afuera. Yo vengo del mundo de la música y tenemos una gran experiencia de independencia creativa y organizativa, de la búsqueda de espacios. Tenemos una gran capacidad para sugerir, proponer y exigir políticas públicas dirigidas a las artes. Ya no podemos seguir aceptando políticas públicas con una cartilla del viejo modelo estatizante, porque eso es lo que en el fondo está queriendo hacer este gobierno, en el sentido de que se cumple lo que el modelo determina y lo que decimos que hay que hacer y todos a correr para donde nos digan. El gobierno no está dispuesto a escuchar a nadie, está absolutamente convencido de que lo que está haciendo es lo que debe hacer; tiene cero sensibilidad, no entiende nada, ni de la historia, ni de la política, ni de la expresión artística de este país.

Para mí están muy conscientes de lo que están haciendo.

—Claro, totalmente, pero no tienen ninguna sensibilidad, su sensibilidad está alrededor del negocio. No tiene nada de malo el negocio, yo también hago negocios. Yo vendo en mi trabajo. El problema es esta forma violenta y coercitiva que se está ejerciendo desde el gobierno, en este caso, no solo del desmantelamiento del Ministerio de Cultura, sino de la agricultura con la política del arroz, lo que está pasando con las 12 horas laborales… debería existir una política cultural que permee a todo el gobierno, un nuevo proyecto nacional y que actúe transversalmente.

¿El modelo que sigue el Ministerio de Cultura tiene fecha de caducidad?

—La cosa más difícil en este país es entender que hay otros sectores que no solamente están en las élites financieras ni intelectuales, sino que hay un montón de sectores artísticos comunitarios que tienen un enorme poder de incidir y tienen un trabajo en el desarrollo de la cultura de los pueblos.

A este país no son unos cuantos intelectuales que se organizan los que van a salvarlo; no van a salvar ni un carajo si no se toman en cuenta a sectores protagonistas de la vida en una alianza.

Los mercados y los gobiernos adscritos a sus políticas han modelado e insertado una imagen de Costa Rica en el mundo: somos el país más feliz del mundo, el país verde y los melones son devueltos por Alemania, Suiza y Austria por la cantidad de clorotalonil que tienen.

Este país es un tesoro y no es por nada que está en boca de todo el mundo. Deberíamos convertirlo en la Meca verde. Dejemos de matar a la gallina de los huevos de oro y hagamos que ponga más.

*Fe de erratas: En la primera versión de la entrevista se escribió Lina Bombardi en vez de Lina Bo Bardi, y se consignó su profesión como antropóloga en vez de arquitecta.

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