En una reacción impropia de la academia, por la prontitud con que la han realizado, ensayistas panameños, agrupados alrededor de la Universidad de Panamá, publican un libro en los que analizan las implicaciones y los excesos a los que acude Donald Trump para justificar una reapropiación del canal de Panamá.
El Canal de Panamá ante las amenazas de Donald Trump, compilado por Olmedo Beluche y Abdiel Rodríguez, convoca una serie de voces que abordan los alcances y consecuencias del anuncio del presidente de Estados Unidos y su interés en hacerle un guiño a la doctrina Monroe, proclamada en 1823 por James Monroe.

Algunos de los autores del libro son: Anayansi Turner, con “Estrategia nacional para defender la soberanía”; Samuel Antonio Prado, con “Trump, el canal de Panamá y la soberanía”; Ramón H. Benjamín, con “Otra vez, los Estados Unidos de América”; Francisco Javier Badilla con, “La recuperación del canal de Panamá: un viejo fantasma en un curioso presente”; Vilma Chiriboga con, “Las históricas relaciones entre Panamá y los Estados Unidos”, y Joan Jované, con “Trump, neofacismo y Panamá”.
Ya en el prólogo de la obra, que está en red con acceso libre para quien pretenda adentrarse en las reflexiones de los autores, Olmedo García —decano de la Facultad de Humanidades— advierte de que lo que en realidad busca Trump a través de las falsas afirmaciones sobre el canal es justificar una futura intervención militar en Panamá , lo cual se puede combatir, en primera instancia, desde la rigurosidad de la historia y el pensamiento.
“Históricamente, el Canal de Panamá ha sido un punto estratégico para el comercio internacional y ha estado bajo la administración estadounidense hasta su entrega a Panamá en 1999, tras décadas de luchas por la soberanía. Las amenazas de Trump evocan el recuerdo de la intervención militar estadounidense en 1989 y la manipulación política que ha caracterizado las relaciones entre ambos países”.
Y ello, considera, tiene un claro objetivo: reforzar, mediante la retórica, una justificación en caso de que se dé un ataque militar.
“Trump ha realizado afirmaciones infundadas como que el canal está controlado por China y que miles de estadounidenses murieron durante su construcción, lo cual ha sido desmentido por historiadores. Estas declaraciones se enmarcan dentro de una retórica de miedo y agresión que busca justificar una posible intervención militar para recuperar el canal”.
Para García, más allá de lo que representa el canal desde el punto de vista económico, hay un sustrato a defender con base en cómo se concibe la soberanía de un país: “La defensa del canal de Panamá es, por lo tanto, una cuestión de dignidad nacional que debe ser abordada con firmeza y determinación”.
Hay que recordar, que desde diciembre de 2024, Trump comenzó a mencionar el anhelo de recuperar el canal. Ya en su propio discurso de apertura de su mandato, el 20 de enero de 2025, volvió a insistir en sus planes expansionistas de hacerse con el estratégico paso interoceánico.
“Se nos ha tratado muy mal con este tonto regalo que nunca debió hacerse, y se ha roto la promesa que Panamá nos hizo. El propósito de nuestro trato y el espíritu de nuestro tratado han sido totalmente violados. A los barcos estadounidenses se les está cobrando gravemente de más y no se les está tratando justamente de ninguna manera, y eso incluye a la Marina de Estados Unidos”.

Las insinuaciones del mandatario estadounidense, de que en la actualidad China tiene el control del canal, fueron, en su momento, desmentidas por el presidente de Panamá José Raúl Mulino: “El canal es y seguirá siendo de Panamá y su administración seguirá estando bajo control panameño con respeto a su neutralidad permanente. No hay presencia de ninguna nación del mundo que interfiera con nuestra administración”.
El 7 de diciembre de 1977, se firmó el tratado Torrijos-Carter, mediante el que se acordaba que el canal le sería entregado a Panamá el 31 de diciembre de 1999. Paralelo a ese acuerdo se establecía, también, el Tratado Concerniente a la Neutralidad Permanente y Funcionamiento del Canal de Panamá, situación que en su discurso disruptivo, sin asideros en ningún tipo de documentos o respaldos, ahora pone en tela de duda Trump, al señalar que el país que manda y domina el canal es China.
En el preámbulo del histórico tratado entre Omar Torrijos y Jimmy Carter, se establecía: “La República de Panamá y los Estados Unidos de América, actuando en armonía con la Declaración Conjunta emitida el 3 de abril de 1964 por los representantes de los gobiernos de la República de Panamá y de los Estados Unidos de América y la Declaración de Principios del 7 de febrero de 1974, rubricada por el Ministro de Relaciones Exteriores de la República de Panamá y el Secretario de Estado de los Estados Unidos de América y reconociendo la soberanía de la República de Panamá sobre su territorio, han decidido abrogar los tratados anteriores pertinentes al Canal de Panamá y celebrar un nuevo tratado que sirva como base para una nueva relación entre ambos países”.
Desde la óptica intervencionista de Trump, el tratado Torrijos-Carter es papel mojado y por eso pidió a las fuerzas del Pentágono prepararse por si fuera necesaria una intervención militar en Panamá.
Frente a esas arbitrariedades, es que la Universidad de Panamá busca dar una respuesta desde uno de los géneros más flexibles y apropiados, como lo es el ensayo.
En medio del caos desatado por Trump, han surgido una serie de noticias falsas que tienden a crear innumerables confusiones alrededor del asunto. Por ello, conviene rememorar que en 1978, el Senado de Estados Unidos ratificó los dos tratados, tanto del Torrijos-Carter, como el concerniente a la neutralidad del canal.
Otro elemento es que algunos viejos republicanos hayan caído en la cuenta de que, para los intereses estadounidenses, aquella entrega de Carter, un presidente distinto, pero al que los republicanos consideraban flojo, no era la mejor manera de salvaguardar los intereses geoestratégicos, políticos y económicos de los norteamericanos.
Entre sombras
Diógenes Sánchez Pérez se pregunta en “El trumpismo, el canal de Panamá y las fuerzas patrióticas panameñas” cuáles son los motivos que han llevado al presidente estadounidense a proferir tantas amenazas para hacerse con el control del canal.
“El trumpismo es un proyecto político reaccionario, que se caracteriza por el ultra conservadurismo, el nacionalismo fascista, el populismo de extrema derecha, el proteccionismo económico y comercial, la persecución migratoria facilitando las deportaciones de seres humanos, sin importar la separación de familias enteras y una política de confrontación en asuntos internacionales; es su característica”.
Es en este contexto, sostiene, que aparece el afán de Trump de pasar por alto los tratados y atenerse solo al poder militar que respalda a Estados Unidos, y que desde la Segunda Guerra Mundial le permitió tener una hegemonía en el mundo bipolar que surgió tras el conflicto.
Y es que en el contexto actual, tanto en América Latina, como en Europa, este tipo de discursos grandilocuentes, acompañados con acciones que, por lo general, riñen con la ley vigente, facilitan una mejor recepción de ese cúmulo de exabruptos.
“El trumpismo más que una ideología es un estilo de conducta personal con fuertes tintes de autoritarismo reaccionario y de arrogancia política. No es un fascismo tradicional al estilo de Mussolini o Hitler, ya que estos eran estatistas, pero Trump apoya el libre mercado. No es de extrañar que líderes con estas mismas características personales como Bolsonaro, Milei o Bukele cuenten con el mismo respaldo popular, y donde las izquierdas no han logrado articular una propuesta popular, han acarreado a la decepción en sus proyectos electorales. Europa no es la excepción, políticos como: Giorgia Meloni, en Italia, Marine Le Pen, en Francia, Víctor Orbán, en Hungría, o Santiago Abascal, en España, cuentan con amplio respaldo electoral dentro de la extrema derecha”.
Detrás de esa ideología, mezcla de ocurrencias y excesos de poder, surge como base la doctrina del Destino Manifiesto, asegura Sánchez, al tratar de armar una explicación plausible a los afanes desmesurados de Trump en relación con Panamá.
“Trump retoma las doctrinas de la Doctrina Monroe y el Destino Manifiesto para señalar que Estados Unidos es una nación y un pueblo escogido por Dios destinado a llevar la civilización, el progreso, la libertad y la democracia al resto del hemisferio americano”.
Y añade el académico de la Universidad de Panamá: “La ideología del Destino Manifiesto fue el fundamento principal para la conformación político y territorial de los Estados Unidos de Norteamérica, sobre la base de un mesianismo de redención, al considerarse ellos mismos una nación superior que llevaría la democracia, la justicia y el progreso económico a todos los rincones del mundo. Este concepto, nacido de la mano de los inmigrantes calvinistas y puritanos, representa la fe en que Dios había conferido a los Estados Unidos de Norteamérica el privilegio del liderazgo sobre los demás países”.
Y para refrendar esa visión, a Trump no le parece nada mal mover el brazo del imperialismo, si bien hoy lo hace en franca decadencia, para asegurarse el paso interoceánico más importante del orbe.
Ante tal situación, resalta Sánchez, es el compromiso del pueblo y de los sectores pensantes, los que deben mantener en alto el valor de la soberanía.
“La ignorancia supina, espuria y demencial de Trump, sumado a su carácter hostil y mentiroso, lo convierten en un peligro mundial para la paz y la convivencia de los Estados del mundo. La recuperación del canal de Panamá fue un producto histórico de los sectores populares, que ofrendaron sus vidas en ese devenir histórico-social. Las oligarquías criollas se resignaban para mejorar las condiciones del tratado, buscando beneficios económicos, pero no exigían la devolución total del canal como correspondía. Fue la lucha del pueblo y su sangre derramada la que logró que el canal de Panamá fuera devuelto a sus legítimos dueños, para hacer de este recurso estratégico un motor del desarrollo nacional, con igualdad y justicia social”.
Para García, las aspiraciones de Trump ponen contra la pared al actual presidente Mulino, en su opinión, un proestadounidense declarado, que ahora deberá escoger entre su deber o su encantamiento con todo lo norteamericano. No obstante, hasta ahora, el mandatario ha hecho una defensa sin fisuras frente al caos que propone Trump.
“Corresponde a las fuerzas patrióticas recuperar la memoria histórica de los mártires, y levantar las banderas de la dignidad nacional como históricamente lo ha hecho nuestro pueblo. Frente a Trump no se puede titubear, ni adoptar posturas blandengues; las fuerzas patrióticas deben rebasar el oportunismo institucional, expresado en una política exterior primero como tragedia y la segunda como farsa. En las manos de las fuerzas patrióticas, junto a su pueblo, reconstruir un nacionalismo, lejos de la xenofobia que propugne por la unidad nacional de los pueblos de nuestro Abya Yala, para enfrentar las políticas imperialistas y salir de las fauces del monstruo que nos enseñó José Martí”.

Viejos fantasmas
En El Canal de Panamá ante las amenazas de Donald Trump se ahonda en diversos ensayos en los viejos fantasmas que han significado para América Latina los sueños de control y grandeza de los estadounidenses a lo largo de la historia.
Y aquella premisa que se creía superada en un mundo multipolar, de que el subcontinente había dejado de ser el patrio trasero de los estadounidenses, se ha vuelto a ir por la borda con la asunción de Trump al poder y su concepción de gobernar, más parecido a un emperador romano que a un presidente elegido en las urnas y que, se supone, conoce no solo los límites de los distintos poderes dentro de su propio país, sino que también respeta la soberanía de las naciones.
Olmedo Beluche, en “Las amenazas de Trump hacia el canal de Panamá, una actualización de la doctrina Monroe”, retrotrae la triste realidad de la América mestiza frente a los anhelos de control y de gloria de los estadounidenses.
“Siguiendo la doctrina Monroe, desde el siglo XIX hasta el presente, Estados Unidos ha actuado bajo la convicción de que América Latina y el Caribe son su ‘patio trasero’ y zona exclusiva de saqueo económico y neocolonialismo político. Reiteradas invasiones, golpes de Estado, sanciones económicas contra los Estados que intentan zafarse (Cuba, Venezuela) así lo demuestran, especialmente durante la Guerra Fría con la Unión Soviética. Instituciones como la Organización de Estados Americanos (OEA), el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) y la Escuela de las Américas han sido instrumentos de esa política exterior norteamericana”.
Aunque los matices entre los diferentes gobiernos hicieron creer a algunos que los Estados de América Latina fueron respetados y comprendidos en esos períodos, para Beluche eso fue simplemente una ilusión, porque el afán imperialista siempre ha prevalecido. “No importa si los gobiernos norteamericanos actuaron con descarados modales imperialistas, como lo fue bajo Teodoro Roosevelt y la política del ‘gran garrote’, o con la hipocresía refinada de Franklin D. Roosevelt y su ‘política del buen vecino’, o la llamada ‘doctrina de la seguridad nacional’ de la Guerra Fría, republicanos o demócratas, todos los gobiernos de ese país se han guiado por la doctrina Monroe frente a América Latina y el Caribe”.
Esas bravuconadas de Trump tiene un sustento de fondo y es la guerra comercial que Estados Unidos se ve obligado a enfrentar, dado el avance inexorable de China en la región. Entre medias, están el canal, la soberanía y la visión perpetua de que, independientemente de las circunstancias, América Latina le sigue perteneciendo a la América anglosajona, según la conceptualización propia de Trump y sus secuaces.
Es, en este punto, como puede entenderse una salida tan desproporcionada como la de Trump cuando anunció que iría por el control del canal de Panamá.
“La política de Trump, exterior y comercial, intenta ser una respuesta a un proceso objetivo de decadencia económica y política de Estados Unidos que cada vez más le cuesta competir con la influencia de los capitales chinos. Blandir ahora el garrote contra Panamá, hace parte de su proyecto de cerrar el mercado norteamericano, y por extensión latinoamericano, a productos chinos que compitan con empresas norteamericanas. La intención es cortar donde pueda el avance de capitales chinos. Estamos ante una competencia que parece evolucionar hacia una confrontación de bloques económicos, parecida a las que dieron origen a la Primera y Segunda Guerra Mundiales”.
Una coda
En un mundo en el que la información corre a una gran velocidad y se priorizan las formas breves y a veces superficiales, que pretenden contar la historia de la Segunda Guerra Mundial o la historia de Rusia, en un tuit, la aparición de El Canal de Panamá ante las amenazas de Donald Trump es un esfuerzo sistemático, serio, profundo y valiente, por parte de la Universidad de Panamá.
Para mantener esa coherencia divulgativa, las autoridades de esa casa de enseñanza, encabezadas por el rector, Eduardo Flores Castro, optaron porque el libro sea descargado de forma gratuita, para todo aquel interesado en estos ensayos de gran trascendencia en el contexto actual.
Quien se adentre en el libro saldrá con frescura de ideas y conceptos, y preparado para combatir mejor el fenómeno de reapropiación al que alude Trump y dispondrá de valiosos textos que lo harán indagar, una vez más, sobre el destino de estos pueblos latinoamericanos, que encontraron en Simón Bolívar, Andrés Bello y José Martí vías para
un desarrollo cimentado en sus propias raíces, sin necesidad de negociar soberanías ni caer en la tentación de muchos presidentes de turno, de hacer de su genuflexión, la política exterior de sus gobiernos.