Cultura

Encuentro de pueblos afrodescendientes en Puerto Viejo

La defensa de las culturas de los grupos ancestrales y sus territorios será parte de los ejes principales en la actividad, que contará con representantes de Honduras y de los garífunas.

En Puerto Viejo se desarrollará un encuentro de pueblos afrodescendientes que busca defender la herencia cultural y la tradición en el manejo de sus tierras, en un encuentro en el que participarán representantes de Costa Rica y Honduras.

La actividad se realizará entre el domingo 1 y el jueves 4 de diciembre y tendrá como lema la “Unidad en Hermandad y Solidaridad”, con el fin de crear un espacio de articulación y resistencia para las comunidades tribales y afrodescendientes, explicó Layli Brown, una de las promotoras, y quien es la directora del Museo Afrocostarricense Stanford de Puerto Viejo.

Reforzar las tradiciones que por cientos de años han respaldado la visión de los pueblos tribales afrodescendientes de Costa Rica, Guatemala y Honduras es parte del objetivo que guía la citada iniciativa.

Puerto Viejo mantiene una interesante actividad cultural. Aquí le celebraban un homenaje al escritor Quince Duncan. (Foto: cortesía Layli Brown)

“En este contexto, el evento Wátina Wéyu Uolaba: Unidad en Hermandad y Solidaridad busca ser un espacio de articulación y resistencia para las comunidades tribales afrodescendientes y garífunas”, expresó Brown.

En el encuentro, que tendrá lugar en el museo, los representantes de los pueblos participantes pretenden “reafirmar su derecho inalienable a la tierra y a su identidad cultural, apoyándose en tratados internacionales como el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el Protocolo de San Salvador, la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos e informes de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos”, destaca un dosier sobre la actividad.

La iniciativa, que contará con la participación del Teatro Creole, que presentará una obra alusiva a las luchas que realizan dichos pueblos, cuenta con la organización de la Asociación Tribal Afrodescendientes del Caribe Sur (ATACS) y la Asociación de Desarrollo Étnico Comunitario (Odeco), de la Ceiba, Honduras.

Durante los cuatro días que durará el encuentro, se revisará la forma en que los Estados han afectado la manera en que los pueblos ancestrales afrodescendientes asumen sus legados culturales, así como la visión de la tenencia de la tierra, que apela a una idea comunitaria de ella.

En el caso costarricense, se destaca, por parte de la organización, cómo los afrodescendientes que llegaron de Jamaica lograron un gran entendimiento con las comunidades indígenas y, a partir de él, optaron por una forma de vivir en armonía con la naturaleza.

“Desde su llegada, las poblaciones afrodescendientes vivieron en armonía con el ambiente, preservando la identidad ecológica de las áreas que ocupaban. Vivían en paz y colaboraban activamente con sus hermanos indígenas. De hecho, las dos poblaciones se mezclaron con frecuencia y, como resultado, los pueblos de identidad afroindígena son comunes en la zona”.

Ese cruce de culturas, que se fortaleció por ese primer acercamiento, hizo que las visiones de mundo se constituyeran en un bastión de esas comunidades, que hoy abogan porque los gobiernos respeten sus prácticas ancestrales, muchas de ellas ya respaldas por tratados y leyes.

Un elemento de esa visión cultural de dichos pueblos será asunto de reflexión en el encuentro y consiste en recordar que, por los tiempos que corrían entonces y por las formas en que se organizaban, no siempre prevaleció la propiedad como se le conoce en el resto de Costa Rica, sino que en la zona Caribe prevaleció más un sentido de compartir el espacio.

“Debido a que en ese momento las áreas que ocupaban eran remotas y casi no había presencia del Estado, se implementaron las modalidades tradicionales de tenencia de la tierra, incluida la conocida como ‘finca familiar o parcela familiar’, en la que la tenencia de la tierra se mantenía sobre la base del reconocimiento y la memoria de la comunidad. En ausencia de instituciones estatales en la región, no existía la posibilidad ni la necesidad urgente de asegurar esos derechos formales sobre la tierra mediante títulos de propiedad”, puntualiza un sustrato del documento que servirá de base para los debates.

En ese sentido, los participantes aspiran a que esa idea cultural de que la tradición ha de respetarse, porque así lo legitima una práctica, que a su vez permitió que pueblos de diferentes procedencias, como los afrodescendientes y los indígenas, se entendieran.

Reflexionar al respecto, para que el Estado comprenda que sus políticas, lejos de ser impuestas, deben entender el contexto en que se aplican.

Los pueblos que ya poseen una larga tradición cultural como los del Caribe Sur de Costa Rica se plantean ese desafío de “Unidad en Hermandad y Solidaridad”.

“Las comunidades afrocostarricenses prosperaron durante más de un siglo y medio con base en sus prácticas tradicionales, creencias ancestrales y una modalidad de utilización sostenible de los recursos. Sin embargo, las políticas estatales continúan socavando repetidamente sus derechos territoriales”.

Hay que recordar que desde el siglo XVII en la costa Caribe de Costa Rica se asentaron poblaciones descendientes de africanos.

En el texto que tendrán a disposición los participantes en la actividad, del 1 al 4 de diciembre, en Puerto Viejo, se destaca que: “La ola más reciente de personas de ascendencia africana ocurrió en el siglo XVIII, cuando miles de trabajadores caribeños, principalmente de Jamaica, llegaron para trabajar en la construcción del ferrocarril al Caribe y luego en las plantaciones de banano”.

La necesidad de que se comprenda que estas comunidades desde hace al menos 150 años han forjado un arraigo con su visión de la cultura, de la tierra, y de la armonía con el ambiente, forma parte del guión que se desarrollará en los primeros días de diciembre en dicha actividad.

Cómo defender la cultura de los garífunas es parte de lo que se discutirá en el encuentro que se efectuará entre el 1 y el 4 de diciembre en Puerto Viejo. (Foto: La Prensa de Honduras)

Cultura garífuna

Para la iniciativa denominada “Protección de Tierra Ancestral: territorio, pueblos afrodescendientes y derechos humanos en Costa Rica”, será muy importante abordar la realidad que enfrenta la población garífuna, afincada, sobre todo, en Honduras, Belice, Guatemala y Nicaragua.

Se estima que hay una población garífuna que alcanza a las 600.000 personas, quienes defienden una cultura ancestral y tienen una conexión especial con un tipo de música que les representa.

El Diccionario de la Lengua Española (DLE) define de la siguiente manera el término garífuna en su primera acepción: “Dicho de una persona: De un pueblo producto de la mezcla de arahuacos, caribes insulares y negros africanos esclavos en las Antillas que los ingleses deportaron de la isla de San Vicente a Roatán, en 1797, y después se extendieron por la costa atlántica de Honduras, Belice, Guatemala y Nicaragua”.

El DLE aclara que existe una lengua garífuna y que es una lengua arahuaca que, precisamente, hablan los integrantes de dicha comunidad.

En 2008, en una reunión que tuvo lugar en Estambul, la cultura garífuna quedó formalmente inscrita como patrimonio inmaterial de la humanidad. En 2001, la iniciativa se había presentado, pero tuvo que esperar siete años para su asunción por parte de la comunidad internacional.

En el artículo “La lengua, la danza y la música de los garífunas”, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) detalla: “La lengua garífuna pertenece a la familia de lenguas arawak y ha sobrevivido a siglos de persecución y dominación lingüística. Poseen una gran riqueza de úragas, relatos que se narraban durante las veladas o las grandes reuniones. Las melodías reúnen elementos africanos y amerindios y los textos constituyen una verdadera reserva de la historia y el saber tradicional de los garífunas sobre el cultivo de la mandioca, la pesca, la fabricación de canoas y la construcción de casas de barro cocido. Hay también un fuerte componente satírico en las canciones que se cantan al ritmo de los tambores y se acompañan de bailes en los que participan los espectadores”.

Pese a la declaratoria y que todavía hay un importante grupo que habla la lengua garífuna, por las políticas que se han instaurado en las últimas décadas y las condiciones socioeconómicas en que se desenvuelven las personas pertenecientes a esta etnia, se corre el peligro de que una de sus mayores bastiones, como es la lengua, pueda desaparecer en un futuro si no se modifican conductas y situaciones que la llevan al límite.

“Estas tradiciones siguen siendo esenciales en la vida de los garífunas. Los encargados de perpetuar las ceremonias, fiestas y tradiciones orales son los ancianos. Pero la transmisión se ve en peligro a causa de las migraciones económicas, la discriminación y la ausencia de la lengua garífuna en el sistema escolar. Esta, aunque es aún hablada por numerosas personas, ya solo se enseña en un pueblo”, afirma la Unesco.

La investigadora académica Ana Ortega, que en su momento fue presidenta del Comité de Libre Expresión de Honduras, analizaba la forma en que los garífunas son expoliados en nombre del progreso, con lo cual les arrebatan no solo la tierra, sino que en la ecuación arrasan con la cultura, la lengua y la visión que han conservado por siglos.

“El expolio de territorios garífuna es una expresión más de la profundización del despojo de bienes naturales, ambientales, culturales y sociales en que se sostiene el modelo económico extractivista, cuya racionalidad es precisamente extraer, a bajo, o a ningún costo, bienes de la naturaleza, trabajo, sobre todo de mujeres y juventudes, víctimas por excelencia de la precarización laboral y en general extraer todo tipo de riqueza de países y regiones enteras sometidas a un proceso con característica neo y recoloniales”.

Esa amenaza constante a que son sometidos los garífunas, ya no solo por la forma en que conciben la tenencia de la tierra y la cultura, sino porque detrás de esas acciones hay intereses económicos de por medio, es que motiva que en el encuentro que tendrá lugar en Cahuita, Puerto Viejo, se piensen las maneras en que estas comunidades, con raíces afrodescendientes, pueden defender sus tradiciones.

De ahí que la cita que lleva por eslogan la hermandad y la solidaridad con los pueblos ancestrales afrodescendientes, tenga como propósito “buscar un espacio para fortalecer el conocimiento de los derechos territoriales y culturales de esas comunidades”, al tiempo que pretenden “impulsar un intercambio cultural con la familia garífuna de Honduras”.

En ese contexto, la actividad apuesta por “capacitar a los participantes en el uso de herramientas jurídicas y en la defensa de sus derechos humanos, con énfasis en las leyes y tratados que protegen” a la población garífuna.

En esa concepción de defensa, elementos como la tradición, la cultura y el territorio constantemente se entrelazan formando un todo, porque de otra manera la visión de desarrollo que se maneja desde el poder podría terminar por disminuir, de manera considerable, la resistencia de estos pueblos, que supieron preservar las costumbres que hoy ven amenazadas, pese a que algunos tratados aspiran a protegerles.

Un manifiesto

La aspiración de los organizadores, es que se cree conciencia en los Estados para que se aboquen a proteger los derechos de los afrodescendientes, así como la importancia de que se diseñen políticas que busquen fortalecer la cultura de estos pueblos.

Desde esa perspectiva, confían en que al final de los cuatro días en que estarán analizando y reflexionando sobre la suerte que corren las comunidades afrodescendientes, tanto en la costarricense como en la hondureña, puedan adoptar una especie de manifiesto en el que se resuma el sentir sobre la pertinencia de salvaguardar derechos culturales y territoriales.

Por eso aspiran a: “Documentar y proteger el patrimonio cultural y las contribuciones ambientales de los pueblos afrodescendientes y a la inclusión de los pueblos tribales en todas las discusiones sobre el uso de la tierra y la conservación”.

De igual manera, y en relación con una preocupación extendida entre los pobladores afrodescendientes es que se termine la discriminación en que la mayoría de ocasiones se les ubica. De ahí la importancia de que en un futuro cercano se logre “involucrar a organismos nacionales e internacionales de derechos humanos para abordar la discriminación sistemática”.

Se debe puntualizar que Costa Rica modificó, el 24 de agosto 2015, el primer artículo de la Constitución Política, con el fin de no excluir a ningún grupo étnico: “Costa Rica es una República democrática, libre, independiente, multiétnica y multicultural”.

De igual manera, en 2018, se promulgó la Ley 9526 que declaró a agosto como mes histórico de la afrodescendencia en Costa Rica y que ha hecho que en este período se intensifiquen las actividades para respaldar el aporte al país de esa comunidad.

El artículo dos, de esa ley, establecía: “El Ministerio de Educación Pública incluirá en el calendario escolar y en los programas de estudio de primer y segundo ciclos, las fechas históricas del mes de agosto, con la finalidad de educar y formar a los educandos, de todos los centros educativos del país, de las fechas tendientes a distinguir el aporte de la cultura afrodescendiente en la identidad, la cultura y la herencia de este país, fundamentado en una auténtica convivencia, en la formación de actitudes diferentes, de valores diversos, de opciones alternas dentro de la diversidad existente en una sociedad multiétnica y pluricultural”.

No obstante, las iniciativas basadas en textos legales, la brecha entre la comunidad afrodescendiente y la asentada en el Valle Central todavía se mantiene, y ese es uno de los retos pendientes en Costa Rica.

De ahí que en septiembre de 2024, Carol Britton, de la Fundación Arte y Cultura para el Desarrollo, le dijera al Semanario UNIVERSIDAD que todavía hay varios mitos de por medio entre la realidad y la visión que se tiene de los grupos afrodescendientes.

“En el proceso de blanqueamiento que se dio en el país, con la parte indígena ahora se apela a un paternalismo, mientras que a los negros se les asocia con el hecho de que siempre son revoltosos, siempre haciendo líos, porque muchas veces la gente entiende que proclamar los derechos en condición de igualdad, eso es ser revolucionario, y, entonces, nadie se quiere poner al lado del pobrecito ni del revolucionario, y ahí es que muchos se asumen totalmente caucásicos, lo cual es una de las mayores mentiras que se han dicho en Costa Rica”.

Encuentro de afrodescendientes en Puerto Viejo: con la visión y la esperanza de que la cultura, las tradiciones y los territorios se fundan en un solo elemento para que los gobiernos del área centroamericana respeten sus derechos y sus anhelos, y el ideal de que si conservan sus raíces ancestrales, podrán adaptarse mejor al presente y aspirar a un futuro con bases y sueños.

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