El Semanario UNIVERSIDAD es el ornitorrinco de los periódicos. No hay un solo ejemplo en América Latina que se le asemeje, aunque existen muchos medios escritos en las universidades en este subcontinente.
La singularidad surge porque es un periódico financiado por la Universidad de Costa Rica (UCR) y, sin embargo, nunca se comportó como un boletín oficial y sí como un medio con una línea editorial independiente y de cobertura nacional.
El historiador y catedrático Vladimir de la Cruz (San José, 7 de julio de 1946) es, hasta donde se tiene información, el único ciudadano costarricense que dispone de la colección completa del Semanario UNIVERSIDAD.

Incluso, cuando estuvo de embajador en Venezuela, entre 2008 y 2010, se las ingenió para que en Costa Rica le compraran los ejemplares para, de esa forma, no perder un valioso período de dos años.
En diciembre 2024, cuando se realizó este reportaje, ya tenía listos decenas de ejemplares para enviar a empastar y así cuidar, de la mejor manera, los periódicos que ha conservado y coleccionado desde que circulara la primera edición de UNIVERSIDAD, un lunes 28 de septiembre de 1970, cuando su valor era de ¢25 céntimos (una peseta como se le conocía a dicha cantidad entonces).
Como historiador, además, desde muy joven tuvo afición por los periódicos, algo que se le inculcaba en la biblioteca de la casa de sus padres. Por eso, actualmente, en su amplia biblioteca, que ha de tener unos 20.000 volúmenes entre libros de historia, economía, política, ensayo y literatura, también hay colecciones de Libertad, Pueblo, así como numerosos periódicos de distintas épocas de Venezuela, Perú, Nicaragua y El Salvador. Algunas de esas ediciones son facsimilares.
Cuando de la Cruz estudió en Moscú, entre 1965 y 1966, en sus cartas pedía que le enviaran ejemplares del semanario Libertad, lo cual es una prueba fehaciente de cómo creó una afición a leer periódicos que conserva hasta el día de hoy.
Los muchos periódicos que hoy conserva le sirven para documentar sus ensayos y sus artículos en la prensa costarricense, actividad que comenzó a ejercer de manera sistemática en el ya desaparecido periódico Al Día, en 1998, y que luego continuó en La República y que después extendió al digital Crhoy, así como a algunos medios internacionales como Meer.

Los cimientos
Para hablar del Semanario, de la Cruz parte del contexto en que se fue gestando el periódico, pues considera que, de lo contrario, las nuevas generaciones no entenderían el sustento en que surgió este medio con características tan particulares.
Los orígenes del periódico, referidos con múltiples detalles por el historiador y catedrático, explican el hecho de que se haya convertido en un ornitorrinco mediático, con escasas o nulas posibilidades de imitación, en un contexto en el que hoy proliferan las noticias falsas, los periódicos digitales y en el que la prensa escrita vive uno de sus mayores desafíos por mantener la cuota de sus leales suscriptores.
La tarde del lunes 9 de diciembre, este reportero y la fotógrafa Kattia Alvarado visitamos a de la Cruz en su residencia, en San Ramón de Tres Ríos para, durante cuatro horas, repasar la fascinante historia del Semanario UNIVERSIDAD, cuyos primeros ecos se empezaron a escuchar en 1967, cuando el mundo universitario era una ebullición y la Guerra Fría dividía las simpatías entre comunistas y capitalistas, estos últimos con sus respectivos matices, porque los primeros eran temidos y señalados, y se les miraba como si llevaran en sus frentes una cruz de ceniza, con lo cual se les apartaba del resto de los mortales.
El tiempo en el que surge el periódico, entre 1967 y 1970, estuvo permeado por una serie de cambios significativos en el país y al interior de la UCR, como recuerda de la Cruz.
“Ese período entre 1967 y 1973 es muy importante, porque hubo cambios estructurales, en especial en Estudios Generales que, a partir del 67, pasó del análisis del siglo V antes de Cristo, al del siglo XIX. Y es, entonces, cuando se empieza a estudiar la Revolución Francesa, la estadounidense, así como las revoluciones que se dieron entre 1820 y 1848. Es el desarrollo de los movimientos anarquistas, socialistas, marxistas, se dio la gran revolución genética de Gregor Johann Mendel y la revolución industrial, entre otros acontecimientos”. El escritor recalca que los movimientos internacionales tarde o temprano tenían repercusiones en el país en diversas formas y grados.
“Entre 1890 y 1920 se consolida el imperialismo como una fase superior del capitalismo, y es cuando los países industriales requieren de la periferia para abastecerse de materias primas como cobre, zinc, estaño, etc., y se apuesta, a la vez, por el control de mano de obra barata. En ese contexto, con el III Congreso Universitario como telón de fondo, como base, es que se va a dar el surgimiento del Semanario UNIVERSIDAD”.
Hay que recordar que el III Congreso Universitario se dio entre junio de 1971 y marzo de 1974 y que culmina con la aprobación del nuevo estatuto orgánico de la Universidad.
En medio de ese hervidero que significaba la Universidad y el país, con un predominio del conservador diario La Nación y una derecha que tenía en sus páginas amplios espacios, es que estudiantes y profesores de la UCR empiezan a pensar en la necesidad de contar con un medio en el que pudieran expresar sus distintas posiciones ideológicas que, por ser las que eran, difícilmente podían encontrar un eco en los medios comerciales.
En ese contexto, por ejemplo, se suscitó una polémica porque La Nación había descubierto, en junio de 1967, que en Estudios Generales se estaba enseñando marxismo, lo cual disparó todas las alarmas de la derecha, que ya no iba a misa los domingos, pero seguía creyendo en la eternidad.
“El 15 de junio de 1967 en las páginas de La Nación, apareció el derechoso Movimiento Costa Rica Libre (MCRL), emplazando al rector Carlos Monge Alfaro, porque los jóvenes Luis Orlando Corrales, Vladimir de la Cruz, Juan Antillón y Roig Mena habían expuesto ‘doctrinas marxistas’ en una mesa redonda que moderó el poeta Jorge D. Bravo (sic), a quien también acusaron de izquierdista”, se refiere en el libro ¡…Y no los dejen respirar!, Vida y combates del Semanario Universidad, publicado por la Editorial Educa en abril de 1995, con autoría de Carlos Morales y con motivo del 25 aniversario del periódico.
Eran tiempos, en efecto, en que se hablaba de persecución macartista. A quienes eran de izquierda se les satanizaba y, como los medios comerciales estaban en manos conservadoras, el pensamiento que disentía de sus posturas ideológicas no tenía cabida por ningún lado.
Se pensaba y se respiraba en la UCR la necesidad de defender la libertad de pensamiento, la libertad de cátedra y la autonomía. Para aquellos que renieguen de la idea de que la historia es cíclica, este es solo un detalle que invitaría a discutir tal situación. Ahora, si se hace la traslación de aquellos convulsos años a finales de los sesentas y principios de los setentas, con las oleadas que hoy irrumpen en las redes sociales a favor de ciertos bandos, se puede concluir que los hechos tienden a repetirse.
En aquellos días, en el ámbito de la asamblea universitaria de 1967, se alzaron voces a favor de crear un periódico. Entre ellas, las de Claudio Gutiérrez, Manuel Formoso, Rodrigo Zeledón, Germán Sáenz Renauld, José A. Sáenz Renauld, Mario Romero Guzmán, Eugenio Fonseca Tortós, Eduardo Lizano Faith, Rómulo Ballestero, Chester Zelaya, Eduardo Fournier, Bernardo Montero, Enrique Góngora, María Angotta, Viriato Camacho, Walter Antillón, Inés Azofeifa, Juan Féliz Martínez, Elliot Coen y J. Leopoldo Esquivel.
También se unieron a esa petición, en la asamblea universitaria del 22 de junio de 1967, realizada en el Centro de Recreación Estudiantil, nombres como los de Alfredo Azuola, S. Luis Haug U, Hugo Roldán, Rafael Ángel Herra, Rodrigo Fournier, Víctor M. Crespo, Armando Rodríguez, Rafael Obregón Loría, Lenín Garrido Llovera, Santiago López, E. Aray, Arturo Agüero Ch., Jézer González y Plutarco Bonilla.
Finalmente, la lista la completaban profesores y personalidades ya reconocidas en el ámbito universitario y algunos en el nacional: “Víctor M. Arroyo, Rosita G. de Mayer, Jorge Charpentier, Gonzalo Morales, Francisco Ramírez, Constantino Láscaris, Teodoro Olarte, Jorge Enrique Guier,Manuel Baldares Carazo, René Van Huffel, Hannia de Camacho, Virginia Zúñiga Tristán, Max Terán Valls, Fabio González, Miguel Gómez Barrantes, Carlos Luis Sáenz, José Manuel Jiménez, Isaac Felipe Azofeifa, Rodrigo Gutiérrez Sáenz, Guido Miranda y Daniel Gallegos.
Como se puede deducir, era un grupo de distinguidas personalidades que abogaban por la necesidad de que la universidad dispusiera de un medio en el que circularan las más variadas posiciones ideológicas a la hora de sostener argumentos en diferentes espacios, incluidos los artículos de prensa.
Ese día, como se explica en el citado libro, se sentaron las bases de lo que, tres años más tarde, se materializaría como el Semanario UNIVERSIDAD, nombre que, por cierto, fue sometido a un concurso y de una larga lista de opciones, al final se optó por el más inapropiado en criterio de Morales.
Antes, sin embargo, fue necesario que, el 27 de octubre de 1969, el Consejo Universitario tomara el acuerdo de crear el periódico. De esa forma fue como le encargaron a José Marín Cañas —como consta en ¡…Y no los dejen respirar!— la labor de generar un documento en el que se conceptualizara el futuro medio y su posible costo.
Manuel Formoso Herrera, abogado de profesión y primer director de la publicación, era partidario de que el periódico se llamase El Girasol, pero su idea se quedó en el aire por considerarse que esa denominación iba asociada con los hippies, “por aquello de las flores, el sol, el amor y la luz”.

Bastión informativo
De la Cruz creció en un ambiente marcado por el comunismo. Su padre, Ignacio de la Cruz Martínez, y su madre, Zayda de Lemos Rodríguez, eran comunistas declarados. En ese ambiente, el joven estudiante empezó por generar una afición al periódico Libertad, que era el órgano de Vanguardia Popular. Esa fue la primera colección que cultivó, porque le servía para tener argumentos en los distintos debates estudiantiles y en las discusiones a que convocaba el profesor Demetrio Gallegos Salazar.
Luego vendría el Semanario UNIVERSIDAD que, al abordar asuntos de la realidad nacional y mantener un espacio de opinión sólido y diverso, era un medio que le facilitaba contar con información actual, oportuna y útil.
En su militancia como dirigente estudiantil, entre 1967 y 1972, de la Cruz se percató de que en ese nuevo medio, en circulación a partir de septiembre del 70, podía encontrar una veta informativa que conserva y cultiva hasta el día de hoy.
“En ese ambiente fui guardando, primero, la colección del periódico Libertad, porque era un instrumento de educación y, a la vez, informativo de mucha importancia. Hasta que circuló impreso. La versión digital no me satisface. Cuando salió UNIVERSIDAD me servía mucho para informarme de lo que pasaba en la UCR y en el ámbito nacional. Fui haciendo la colección del Semanario, al punto de que, creo, soy el único profesor de la Universidad de Costa Rica que la mantiene completa. Cuando salía del país, mi madre o amigos se comprometían a guardármelo. Al final de cada año suelo organizar los periódicos para mandarlos a empastar”.
De la Cruz resalta que es muy cuidadoso con el hecho de que no se le vaya a quedar por fuera ningún ejemplar, esto por cuanto él no es suscriptor, sino que cada semana sale a buscar a los puestos de venta el periódico.
“Si algún día quisiera hacer una historia sobre la Universidad de Costa Rica, el Semanario es crucial y lo tengo a mano”.
Para un historiador, el contar con una colección como la que dispone de la Cruz es oro puro, porque así se evita ir a consultar los ejemplares en otros espacios fuera de su casa y con ello gana tiempo.
En relación con lo que representa el periódico y de cara a los retos que se avecinan en una Costa Rica cada vez más convulsa, con una inseguridad creciente, una mayor confrontación social, unas elecciones a la vuelta de la esquina y, en general, un país cuya brújula no está del todo clara, también reflexiona de la Cruz, quien es autor de Historia General de Costa Rica, una producción compuesta por cinco volúmenes en los que se recogen hechos capitales de la historia nacional.
“En un contexto en el que se quieren cerrar válvulas a determinados medios de comunicación, que no son afines al Gobierno, UNIVERSIDAD sigue siendo un oasis de pensamiento, un oasis de libertad intelectual, de periodismo, de formación de periodistas, un oasis para el pensamiento político, social y económico”.
Recalcó que el Semanario tiene que continuar con la línea que fortalece su independencia, su libertad de información y su libertad de opinión, con el fin de establecer un equilibrio y que los ciudadanos puedan contar con elementos pertinentes para el análisis de la realidad nacional.
“Yo, al Semanario UNIVERSIDAD, no lo veo amenazado, por más ataques que sufra la universidad, por más que quienes dirijan en el futuro cercano nuestra casa de enseñanza se puedan sentir afectados. Si a las autoridades les da miedo, puede ser que eso influya en el periódico, pero las autoridades no pueden tener temor y, si lo tienen, hay que cambiarlas. En la Universidad de Costa Rica nadie puede tener temor a pensar y decir la verdad, a debatir, a disentir”.
Con la contundencia que caracterizan a sus columnas en diferentes medios, de la Cruz sostuvo: “Si las autoridades universitarias, en algún momento, plantearan un escenario de esos, en los que predomine el temor, ya no son autoridades de la universidad, porque estarían bajo el piso del Gobierno de turno, lo cual amenazaría la libertad y lo que en general representa la universidad en sí”.
Como si fueran aquellos años entre 1967 y 1972, en los que en condición de estudiante luchó por el bienestar estudiantil y la autonomía de la Universidad, el catedrático insiste en que es imprescindible el que se mantengan intactas la libertad y la autonomía.
“En la democracia nacional la autonomía es muy importante. Esta autonomía es una de las bases de nuestra democracia, porque es a partir de ella en la que se puede impulsar un pensamiento crítico nacional. Esta es la clave. A veces vemos la autonomía solo como un tema universitario y no es así. Es el espacio nacional que significa en términos de democracia. Y mientras ello exista, el Semanario UNIVERSIDAD será una valiosa fuente de información y espero que de formación de comunicadores. No hay ningún espacio como la Universidad de Costa Rica para formar periodistas”.
El columnismo
Además de dedicarse a la docencia durante más de tres décadas en la Universidad de Costa Rica y en la Universidad Nacional, de la Cruz comenzó de manera sistemática a escribir columnas después de 1998, aunque ya anteriormente enviaba artículos a diferentes medios.
Sobre este particular, recordó que en su caso es de suma relevancia tener documentos a mano que fundamenten sus argumentos, para lo cual la biblioteca, alrededor de la cual se construyó su casa, es esencial.
“Aquí hicimos primero la biblioteca y alrededor de ella se hizo el resto de la casa”, dijo con ironía, solo para dar a entender la importancia que tiene el respaldo documental a la hora de escribir, así como disponer de una biblioteca que facilite dicha labor.
Sobre el estado del columnismo, del que forma parte, expresó que el nivel no es el mejor y que no se da un debate inteligente, sano, profundo y oportuno en el país.
“Creo que el columnismo en Costa Rica se realiza a partir de la expresión de personas que escriben en los periódicos, pero el columnismo no está en condición de provocar debates entre los columnistas, o de estos con actores políticos”.
Se deduce, por lo manifestado por de la Cruz, que en este campo específico hay un margen de crecimiento para los distintos periódicos nacionales.
Lo extraño de todo, y que se comenta al finalizar la larga conversación de ese 9 de diciembre, cuando ya los aires de la Navidad empezaban a colarse en el horizonte, es que de la Cruz no sea columnista del Semanario UNIVERSIDAD, habiendo desarrollado una amplia experiencia en este campo, valorada incluso por medios con los que, en teoría, tiene poca cercanía ideológica, a diferencia de lo que sucede con este periódico, que un lunes 28 de septiembre de 1970 llegó por primera vez a la Ciudad Universitaria Rodrigo Facio, fruto de una serie de acontecimientos que se fueron concatenando, hasta producir un ornitorrinco informativo sin parangón en América Latina y el mundo.