Cultura

El tejido infinito de las mujeres hebra

 La hebra infinita, mujeres que cuentan es una exposición producto del proceso literario que 35 mujeres tejen en los Talleres de Escritura Mágica, impartido por la periodista, escritora y actriz Aurelia Dobles Trejos.

Para visitar la exposición La hebra infinita en el Museo Calderón Guardia hay que tejer.

Tomar entre los dedos las hebras de las mujeres que escriben en el taller literario impartido por Aurelia Dobles Trejos y crear un tejido junto a ellas.

La exhibición de las 35 autoras de los Talleres de Escritura Mágica es una instalación con cinco capítulos que muestran el proceso por el que transitan estas mujeres aprendices.

No son Penélope porque, aunque tejen, no esperan a Ulises. Ellas, en cambio, se van tejiendo a sí mismas, mientras navegan en su propio mar, el de cada una y el de todas, en un círculo acorazado de sororidad.

“Todas somos posibles”, dice Dobles, cuando habla sobre la idea y el posterior montaje de la exposición La hebra infinita, mujeres que cuentan, que estará abierta hasta el 27 de marzo.

Hace dos años estas magas del taller se imaginaron la muestra que, al ceder un ápice la pandemia causada por la COVID-19, el público puede visitar atendiendo los protocolos para contrarrestar el contagio del virus.

Con el objetivo de realizar la muestra, Dobles reflexionó profundamente sobre lo que sucede en los talleres con las mujeres, qué proceso se mueve y qué es lo valioso, y a partir de ahí determinó que en sus cuadernos hay hallazgos conmovedores que deben ser visibilizados.

“Desde el punto de vista del arte y la literatura hemos sido miradas con una mirada patriarcal, como un objeto, estereotipadas. Sin embargo, ahora estamos enriqueciendo el universo con nuestra mirada, enriqueciendo el mundo con la perspectiva que faltaba, porque el espectro estaba volcado para un lado y haciendo un daño feroz”. Aurelia Dobles.

Lo que podría haber sido un gran libro abierto solo con palabras impresas, terminó siendo una instalación, conceptual y polifónica, en distintos formatos visuales con un acento en la expresión escénica.

Dobles reconoce con asombro que no fue su intención la teatralidad de la exposición; sin embargo, luego de realizada se dio cuenta de que el oficio teatral aprendido en el Taller Nacional de Teatro la cruza orgánicamente.

“Yo soy actriz, estudié teatro y pasé por esa formación”, explica. Por esa razón y de manera inconsciente recurrió a la vestuarista y diseñadora escénica Dedé Coseani para que asumiera el diseño de la exhibición.

Pero el teatro no es lo único que Dobles menciona como el motor sensible que la condujo a concretar el proyecto.

Tejidos en una sola manta, se aunaron la literatura, las artes plásticas y el teatro: sus tres amores, como Dobles misma los describe.

Lo escénico como elemento cohesionante también se percibe en los términos que Dobles utiliza al hablar de la exposición y de los talleres generadores del material literario.

Detonantes, puntos de giro y personajes, todos conceptos que, si bien no pertenecen solamente al universo teatral, para Dobles sí lo diseccionan.

“Lo que decía Konstantin Stanislavski: ‘todas las personas tenemos a todos los personajes adentro”, cita a propósito de aquellos que habitan los relatos de las 35 mujeres expositoras.

Tejido sororo

En el vestíbulo de la casa antigua, la exposición recibe a los visitantes con un quilt (manta) con los 35 retratos fotográficos en blanco y negro de las autoras impresos en una tela.

Iniciando el recorrido hacia la izquierda, hay una sala con el capítulo Entereza, en donde cuelgan 16 grandes cartones de relatos con diseños gráficos geométricos.

Esta sección fue concebida para expresar que las mujeres son capaces de transformar las realidades oscuras “en una existencia valiosa y luminosa”.

El apartado Raíces consta de siete textos que tocan el tema de la infancia, pues los talleres a menudo se dedican a recuperar la libertad de la imaginación que las autoras tenían cuando eran niñas.

“Ahí está la raíz de la creatividad”, apunta Dobles; “por eso los escritores hablan del paraíso perdido de la infancia, no porque haya sido un jardín de rosas, sino porque ahí reside nuestra capacidad de juego con las palabras; jugamos no obsesionados por el resultado sino por la maravilla de jugar”.

Luego para la galería Personajes, a Dobles le interesó que las talleristas incursionaran en conocer a los demás y a sí mismas, al transformarse en 12 caracteres variopintos.

La sección Memoria ancestral se refiere al recurso de la genealogía como cantera de la literatura, pues “la familia es el primer misterio que nos topamos; la literatura nos sirve para ahondar en qué nos pasa y por qué y para comprender esta aventura de estar vivo”.

Para abordar este pasaje, Dobles se inspiró en la novela Pedro Páramo del mexicano Juan Rulfo. “Tiene que ver con la sobre posición de voces de los ancestros. Por eso me la imaginé coral, polifónica, con muchas voces sobrepuestas, en un laberinto”.

En el caso del montaje en el Museo Calderón Guardia, esta imagen se adaptó en la forma de una crisálida o un capullo, en la que un sensor de movimiento se activa con el público, con el fin de que 23 grabaciones con las voces de las autoras narren extractos de sus relatos.

El espacio La magia de fabular consiste en un móvil de cuadernos de las 35 autoras, que “están abiertos a seguir volando y están sostenidos por una hebra y un gran tejido

que es común a todas las personas”, describe Dobles.

Por último, la antigua caja registradora del Museo Calderón Guardia “dispensa” 35  cuentos doblados en hojas de papel bond; y cual un palimpsesto, una pizarra de graffitis contiene frases escritas a mano alzada de cada una de las talleristas.

“Una de las cosas que siempre me ha fascinado es el concepto de palimpsesto, en el que estamos todos en una superposición de épocas y de vidas, en que el tiempo no existe”, señala Dobles.

La hebra infinita reúne los textos de 35 autoras que asisten al Taller de Escritura Mágica impartido por Aurelia Dobles Trejos. (Foto: Renata Bicalho y Museo Calderón Guardia).
Giselle Hass, Mireya Noboa Ochoa, Monique Giustiniani Reyes, Cecilia Antezana Rimassa, Ligia Salazar Chavarría, Peggy Taylor Filloy, Diana Stockwell Ulloa, Li Briceño Jiménez, Anabelle Hütt Crespo, Matilde Jenkins Rodríguez, Etty Kaufmann Kappari, Agnes Balmaceda Arias, Paola Fonseca Rojas, Tatiana Aguiar Montealegre, Guisella Flores Montes, Tere Menéndez De Mucha, Matilde Crespo Gallegos, Francisca Toro Del Río, Elizabeth Quirós Montealegre, Beatriz H. Rodríguez Silva, Ana Portocarrero González, Renata Bicalho Andrade, Ana Isabel Ruiz Carranza, Alla Jilobokov, Marianela Regidor, Umaña, Ofelia Deschamps Ortega, María Elena Pozuelo Pagés, Roxana Brizuela Prado, Robin T. Young, Felicia Morales Suárez, Ana Victoria Garro Vargas, Andrea Prado Barboza, Krista Sauter Ortiz, Ileana Piszk Kalina, Claudia Tredinick Brusco.

Magia, mujeres e infinito

La hebra infinita nace de los Talleres de Escritura Mágica, al descubrir Dobles que la creación literaria es un proceso espiritual.

La exposición pretende visibilizar a las mujeres escritoras, quienes aún no terminan de conquistar un espacio propio frente al patriarcado.

“Aquí están, esta es su presencia con una diversidad y variedad, y en un derecho —no de lo que está de moda— sino a decirse y a decir desde su verdad profunda”, advierte Dobles.

En el taller, Dobles pone las condiciones para guiar el misterioso camino de la magia, con la intención de que suelten el control del ego, enemigo de la creatividad.

“En el proceso creativo el ego es un estorbo, lograr quitarlo en la práctica permite tocar la magia y que se abra y que accedan a un espacio que no es explicable, porque accede a la memoria ancestral, a la memoria celular, colectiva, a la memoria de un ancestro que pueda haber nacido hace tres siglos y vos no supiste que existió; a ese misterio que es mucho más amplio que el inconsciente psicoanálitico. Eso lo he comprobado en los talleres. Es una magia bastante inexplicable desde el punto de vista del ego y de lo racional”.

Subvertir los valores, la verticalidad, las jerarquías; ser redondo y subir en una espiral en la que todas las mujeres son posibles, sin una mirada desde el estereotipo y el cliché del mandato.

El nombre de la exposición es dado al proceso creativo literario continuo, que teje y se desteje en un hilar infinito, donde el lenguaje desata hebras ancestrales compartidas por toda la humanidad.

Para Aurelia Dobles Trejos el teatro y sus personajes son motores sensibles del proceso de los talleres de escritura mágica, así como de la exposición La hebra infinita. (Foto: Renata Bicalho y Museo Calderón Guardia).

Así La hebra infinita expresa la noción de lo femenino en cuanto subversión, una subversión alerta para no ser absorbida por el sistema patriarcal. “La humanidad adolecía de lo femenino; no existía ni en la forma de administrarnos ni de gobernarnos ni de organizarnos”.

En un paradigma totalmente vertical, jerarquizado, dual e injusto, las mujeres han estado ausentes, y en este momento histórico reivindicar lo femenino es subversión.

De ahí que la diversidad de voces y estilos literarios sean vitales para el Taller de Escritura Mágica, con el fin de relatar la historia de las mujeres a partir de sus propias miradas.

“Desde el punto de vista del arte y la literatura hemos sido miradas con una mirada patriarcal, como un objeto, estereotipadas. Sin embargo, ahora estamos enriqueciendo el universo con nuestra mirada, enriqueciendo el mundo con la perspectiva que faltaba, porque el espectro estaba volcado para un lado y haciendo un daño feroz”.

Las 35 mujeres del espacio literario guiado por Dobles buscan su voz única. El proceso es cómo llegar a ella y manifestarla.

Dobles desea que este camino creativo no sea efímero sino sólido, que siga creciendo. Como le ocurre a ella, para quien el arte es contínuamente ser aprendiz. Tejer infinitamente.


Hortensia, por Ileana Piszk

“Como acero candente a 2000 grados centígrados disparó el insulto hacia el cuerpo de la mujer que tenía enfrente.

¡Malnacida!, escuchó ella… Su mente se obnubiló de repente. La zaranda de su cráneo quiso pasar la voz, pero esta no logró penetrar el casco.

Le costó asimilar la palabra y la hizo sílabas: Mal-na-ci-da. Mal, mala, sucia, bastarda, heces, caca, las asociaciones se convirtieron en zumbidos sin traducción que se fueron colando como remolinos por el cuello y por el plexo solar hasta llegar a su vientre.

Sintió el espasmo hecho corriente eléctrica. Ahí todo paró.

Malnacida se sublevó y lanzó el sartén hirviendo a los pies del dueño de la voz. Lo vio saltar, brincar hasta el techo, vociferar y convertirse en acero fundido.

¡Lo vio derretirse! Quedó hecho un remolino informe de metal doblado, con la cabeza en medio de sus piernas quemadas, carbonizadas…

Malnacida se fue corriendo a la pila y buscó un balde de agua fría para echárselo encima y apagar las brasas.

No le dio tiempo. La casa entera estaba en llamas y solo ella se salvó.

Logró escabullirse al jardín donde vio las flores recién nacidas y reconoció los pétalos de las hortensias sembradas en noviembre.

Les echó el resto del agua y zarandeó la tierra para sembrarse junto con ellas. Y volver a nacer, hecha flor”.


Un personaje, por Paola Fonseca

“Mario era alto, moreno y usaba sombrero. Se sentaba por las mañanas antes de …

––No, eso no es cierto, yo nunca uso sombrero.

Mario era alto, moreno y se paseaba por las mañanas por el muelle para escuchar el sonido de la madera podrida crujir con su paso firme.

––No, por las mañanas hace mucho calor en el muelle, si me va a hacer caminar que sea en la tarde.

Al terminar de caminar por el muelle al final de la tarde, cuando el sol imponente se acostaba remojándose en el mar poco a poco hasta hundirse y dar paso a una luna gorda que alumbraba el paso de Mario a la cantina de doña Vitalia, para llegar a las 7:00 en punto y pedir un refresco de horchata.

––No, no, no y no…. a todo buen viejo de mar le gusta el trago, mejor ponga ahí que se pidió un whisky.

Después de tomarse los tres whiskys de rigor que demandaba la noche, con tres bocas de picadillo de arracache en la panza como cena, Mario caminó a su barco, esa vieja casa flotante que lo acompañaba desde que todo sucedió, un barco de un cuarto, un baño, media sala y una hamaca. Mario era un viejo solo, pero esa noche alguien lo acompañaba, una lágrima, una lágrima lo acompañaba, a través de la cual de vez en cuando veía el reflejo de Francisca en el mar.

––Los viejos no lloramos.

––Ya es mucho, viejo necio, usted llora porque si no, no hay cuento.

El reflejo de Francisca, su esposa, se le aparecía con la luz de la luna llena en julio, que fue el mes en el que se la tragó el mar.

––Fue en noviembre, cuando llueve más, no ve que en julio es verano.

Y entonces el viejo se tiró al mar y murió en julio del año pasado, para no molestar a nadie más”.


Para leer los textos del Taller de Escritura Mágica y conocer más sobre el proyecto visite:

https://www.fabiandobles.com/presentacion-la-hebra-infinita/


 

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