Cultura

El retrato de la Costa Rica de 1922 de Gómez Miralles

La XXI edición de la Feria Internacional del Libro rendirá un homenaje póstumo a Manuel Gómez Miralles, con motivo de celebrarse el primer centenario de la publicación del volumen Costa Rica, América Central, 1922, un álbum que recoge magníficas gráficas realizadas por el enigmático pionero de la fotografía nacional. 

Un año después de cumplirse el primer centenario de la independencia del país, el fotógrafo Manuel Gómez Miralles publicó Costa Rica, América Central, 1922, un libro que un siglo después está considerado como una joya testimonial de la nación de entonces y que hoy permite realizar relecturas de aquella realidad.

Manuel Gómez Miralles está considerado como uno de los grandes pioneros de la fotografía costarricense. (Foto: Tomada de Internet).

Con motivo de la XXI edición de la Feria Internacional del Libro, a realizarse del 26 de agosto al 04 de septiembre, habrá un homenaje a la memoria y a la trayectoria de Gómez Miralles, quien a lo largo de su vida produjo miles de fotografías que tenían que ver con la política, el campo, la ciudad y personajes de la época.

La conferencia que analizará el libro, el cual incluye 200 imágenes, y que originalmente fue impreso en Alemania, estará a cargo de la artista e investigadora Susy Vargas.

Poner en contexto el valor del libro será uno de los desafíos de Vargas, quien al igual que otros se ha interesado por indagar en la vida y en la obra de Gómez Miralles.

Magnífica fotografía del Asilo Chapuí. (Foto: Manuel Gómez Miralles, Costa Rica, América Central, 1922).

En 2002, la Editorial de la Universidad Estatal a Distancia (EUNED) publicó una versión del volumen de 1922, con un prólogo a cargo del historiador Carlos Meléndez.

Gómez Miralles está considerado como uno de los grandes fotógrafos del país, por haber retratado a la Costa Rica fruto de la invención de los liberales, la cual se enrumbaba hacia el encuentro con el progreso a comienzos del siglo XX.

En el texto de 1922, Gómez Miralles incluyó una gran variedad de fotografías que en conjunto daban una idea de lo que era el país en los años anteriores a la fecha de publicación. Aunque no hay claridad en la publicación del año exacto de cada gráfica, se tiene la idea de que fueron tomadas en un tiempo no tan lejano al año 22.

Hay que precisar; no obstante, que quienes han indagado en parte de la obra de Gómez Miralles destacan su orden y su disciplina para identificar cada una de sus producciones.

La oferta visual en el libro es más que amplia, con una preeminencia de la capital, de la que se pueden observar una serie de estampas que a la luz de los años y con lo que ocurrió a mitad de 1950 —cuando se destruyeron edificios de un gran valor arquitectónico, político y social, como el Palacio Nacional y la Biblioteca Nacional— adquirieron un nuevo valor.

Teatros, almacenes, farmacias, caminos, edificios: nada escapaba a la lente de Gómez Miralles, quien  nació el 7 de septiembre de 1886, como apunta en su artículo “Carta abierta a don Manuel Gómez Miralles”, el periodista y escritor Gerardo Bolaños.

Luego de una vida prolífica en la que fue fotógrafo, pionero en el cine al lado de Amando Céspedes y comerciante, Gómez Miralles murió un 29 de abril de 1965, a la edad de 78 años.

Esta perspectiva de la Biblioteca Nacional ha circulado mucho, pero no siempre se le atribuye el crédito a su legítimo autor. (Foto: Manuel Gómez Miralles, Costa Rica, América Central, 1922).

El álbum

Costa Rica, América Central, 1922 fue un álbum para el que Gómez Miralles tuvo que hacer un gran esfuerzo con el fin de convencer al Gobierno de que le patrocinara la producción de libro. Después de conseguir importantes apoyos, logró que el Ejecutivo le comprara 2000 ejemplares. Para la época era una cantidad respetable.

Casi nada escapaba a la lente de Gómez Miralles, como esta corrida de toros en San José. (Foto: Manuel Gómez Miralles, Costa Rica, América Central, 1922).

Y las fotografías incluidas no solo dejan entrever que Gómez Miralles conocía muy bien su oficio, sino que también le permiten al lector de hoy tener una idea de una parte de la Costa Rica centenaria.

Si bien, más de la mitad de las fotos incluidas en el volumen representan a San José, también se incluyen gráficas de las distintas provincias.

Discípulo de Harrison Nathaniel Rudd, Gómez Miralles tenía una clara concepción de la fotografía y eso favoreció el que su legado vaya más allá del aspecto meramente documental. Mucha de su producción tiene un alto valor artístico.

Rancho en Villa Colón. (Foto: Manuel Gómez Miralles, Costa Rica, América Central, 1922).

En la revista Escena, volumen 49, número 1, año 2002, la profesora Gabriela Calderón apunta en La fotografía de Gómez Miralles que se le puede considerar “como enlace directo de los pioneros que arraigaron la fotografía en nuestro país, la cual se practicaba hacia 1850, principalmente, por extranjeros, con los limitados recursos de entonces”.

La presencia como fotógrafo en la guerra de Costa Rica contra Panamá, en 1921, conocida como la Guerra de Coto,  en calidad de corresponsal, aunque para la fecha no se le visualizara así; sus fotos del terremoto de Cartago en 1911; sus instantáneas del accidente del Virilla de 1926; así como el hecho de haber sido el fotógrafo oficial de los presidentes Alfredo González Flores 1914-1917 y Julio Acosta (1920-1924) hicieron que Gómez Miralles se convirtiera en una referencia cuando de ubicar grandes acontecimientos se trataba.

Gómez Miralles, también, tuvo un estudio que se ubicó por muchos años contiguo al Teatro Variedades, donde realizaba prácticamente todos los registros fotográficos de la época.

Esplendorosa gráfica de una calle en Limón centro. (Foto: Manuel Gómez Miralles, Costa Rica, América Central, 1922).

Un gran enigma

Aunque por muchos años se le consideró español, porque cuentan que él mismo se encargó de difundir esa narrativa, lo cierto del caso es que Gómez Miralles era costarricense por los cuatro costados. La confusión se pudo haber dado por el hecho de que su padre, Francisco Gómez, era oriundo de Cádiz. Su madre, María Ester Miralles, si bien era hija de españoles, había nacido en Costa Rica.

Y es que en el referido artículo de la profesora Calderón, ella aceptaba que al indagar en archivos bibliográficos la información disponible sobre Gómez Miralles no era abundante. A la fecha, esa situación no ha variado en demasía, lo cual da material para una futura novela sobre tan enigmático personaje.

Por muchos años, también, existió una confusión respecto de un gran archivo con materiales fotográficos que le perteneció a Gómez Miralles y que aparentemente se le había vendido al estadounidense Frank Schliker.

Al respecto, Susy Vargas, quien publicó el libro Una mirada del tiempo. Historia de la fotografía en Costa Rica 1848-2003, expresó que luego de indagaciones efectuadas logró confirmar que dicho archivo, que en un tiempo estuvo guardado en La Nación, sede de San José, nunca salió del país y que en la actualidad está en poder de familiares del fotógrafo. Se debe recordar que Gómez Miralles no tuvo hijos.

Bueyes en Agua Caliente de Cartago, un retrato de cómo era el país a comienzos del siglo XX. (Foto: Manuel Gómez Miralles, Costa Rica, América Central, 1922).

En relación con el archivo, se desconoce el estado en que se encuentra el material, por las complejidades de conservación que ello representa. Tampoco hay números exactos sobre la cantidad de fotografías que contiene el archivo, pero se estima que supera las 50.000 y que con ellas podría tenerse un retrato de la Costa Rica que pasó por la lente de Gómez Miralles a lo largo de medio siglo de idas y venidas por todos los rincones del país.

A este Gómez Miralles desconocido, enigmático y todavía en espera de un autor que lo retrate en toda su dimensión, es al que se le rendirán homenaje en la XXI edición de la Feria Internacional del Libro.

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