Cultura

El reto de ser mujer visto desde el arte moderno

La exhibición reflexiona sobre cómo los condicionamientos sociales todavía influyen en la manera en que muchas mujeres se asumen en la Costa Rica de hoy.

La mirada propia y la ajena. El ojo que ve y que es visto. O mejor, como lo dijo Antonio Machado, en Proverbios y cantares: “El ojo que ves no es ojo porque tú lo veas; es ojo porque te ve”.

Entre esa mirada introspectiva y esa que viene con un tinte social entronizado en las costumbres, en los roles y en lo que, a vista de una época y una cultura no muy lejanas, tenía que ser la mujer, es el territorio en que se inserta la artista Lorna Loriane en Siendo mujer, una exposición que estuvo recientemente en la Casa de Cultura José Figueres Ferrer, en barrio Escalante, y que pronto estará de nuevo disponible al público en el Tecnológico de Costa Rica.

«Hay obras en la exposición que indagan en cómo a las mujeres se les ha inculcado que la sexualidad es algo feo y pecaminoso. Ello, a su vez, tiene que ver cómo muchas mujeres no conocen el placer y solo están para servir al marido o procrear, con una parte que arde, pero que tiene que ser escondida»,  Lorna Loriane.

Siendo mujer es una exhibición que Loriane fue construyendo entre los pensamientos, los apuntes, el trabajo con materiales de desecho, con ideas que venían de lejos y otras que había generado en el corto plazo y, entre medias, una fecha de inauguración y muchos objetos para construir un discurso que le permitiera integrar sus diversas miradas y el dolor y el desafío de ser mujer en una sociedad en que establece roles desde la cuna.

“Para nadie es un secreto que la juventud está sobrevalorada. Entonces, empecé a explorar cómo es ser mujer. Un complejo eterno. Me siento vieja desde que tengo 22 años. Por ahí empecé a examinar algo más que el envejecimiento”.

“La bicha” es una de las piezas que componen la exhibición que estuvo en la Casa de la Cultura José Figueres Ferrer, en barrio Escalante, y que tendrá otra ventana en al menos tres sitios más. (Foto: Kattia Alvarado)

El haber realizado, en 2024, una residencia artística en París, Francia, le permitió a Loriane entender por qué siempre había tenido que luchar para justificarse por sus diversos actos, incluidos aquellos marcados por la inocencia de la infancia, en la que jugar con los niños de su barrio, en vez de hacerlo con muñecas, ya era motivo para señalizaciones.

“Dividí la exposición en dos partes. Una, que es aquella con todo lo relacionado con los estereotipos, con la música, los roles de la mujer, siento que ahí nace ese miedo a envejecer, ese afán por lucir.  La otra parte, tenía conexión con la introspectiva: cómo me sentía, me convertía en mi peor enemiga, cómo el bagaje educacional, el haber sido creada en un hogar católico, me llevó a tener ciertos esquemas mentales”.

Y, aunque haya habido algunos asomos de rebeldía, para intentar ser más libre, incluso cuando ese discurso no estaba asimilado conceptualmente, pero sí en la práctica cotidiana, en medio de la bruma social, surge la programación inevitable, lo que dio paso a un combate interno.

Alma de caza es una revista a inventada por Loraine para ironizar sobre el papel que se la asigna a la mujer en una sociedad que, al día de hoy, no deja de ser machista. (Foto: Kattia Alvarado)

“El cuerpo es mi cuerpo, pero es pecado. Es una combinación de una programación social y un manejo propio y entiendo que haya gente más sensible que otra. Caemos en esa trampa, de idolatrar. En mi discurso de apertura de la exposición, dije que, a pesar de que de pequeña no tenía esas tendencias, porque quería alejarme de lo femenino, el adoctrinamiento llegó a mi vida y  empecé a maquillarme, a vestir de cierta manera, y a sentir culpabilidad, y a odiar por qué no era como las chicas de las revistas. Son complejos que creo que todas  las mujeres compartimos”.

Por más que la artista quiso huir de los convencionalismos, de los roles diseñados para la mujer, hubo un momento en que se dio cuenta de que aquello era una tarea titánica.

“Irremediablemente, el adoctrinamiento me alcanzó con sutileza y me fue llevando a normalizar el acoso callejero y laboral. El miedo a toparme con un hombre en alguna calle solitaria, los chistes, las frases y los sobrenombres que nos denigran. Caí en la trampa de obsesionarme con mi apariencia, con la juventud y con la falsa belleza, hasta el punto de maltratarme con complejos eternos y a odiarme, por no verme como las modelos de las revistas, los anuncios, las películas, hasta los cuentos de mi tía Panchita. Y también por envejecer”.

Una pugna interna que fue ganando la batalla de manera silenciosa, y que Loriane rescata en Siendo mujer, para evidenciar cómo lo social, la programación, ejerce un peso enorme en la manera en que se asume la mujer en la sociedad costarricense.

“Sí, el adoctrinamiento me alcanzó y la culpa se volvió una cliente regular: que si no hay comida lista; que si no se limpia todos los días; que si los hombres de la casa andan arrugados como ‘tontos sin mama’; que si las camisas de la escuela de mi hijo no alcanzaban el blanco ensueño de las de sus compañeros”.

Esa mirada. La ajena. Hacía su función de inducir a un comportamiento y a una manera de presentarse: “Entonces tenía que maquillarme para no verme descuidada, pero poco, para no verme como puta; vestirme al cuerpo, para atraer miradas, pero no demasiado, para que no se marcaran mis imperfecciones; no muy largo, para no parecer monja, ni muy corto, para que no me violen. Usar pantalón y mangas si no me he rasurado en varios días para que ningún ser vea que yo, mujer, también produzco pelos”.

Reacción a lo disruptivo

En las visitas guiadas que la artista ofreció en la Casa de Cultura José Figueres Ferrer, se topó con la sorpresa de que jóvenes estudiantes de distintas universidades, que acudieron a observar la exposición, coincidían con lo expresado en los diferentes componentes que conforman la propuesta.

Con lo cual, Loriane concluye que esos estereotipos de la mujer bella, perfecta, que no envejece, que no sufre, que viene de un cuento de hadas con final feliz, todavía se propaga en revistas y en plataformas digitales en la era de Internet.

En la revista Alma de caza, que forma parte de la exhibición, surge un personaje que es el estereotipo de cómo debe ser la mujer según la concepción que la determina a asumir una serie de roles sociales y sexuales.

En «Rutina», los roles a los que se expone a la mujer, vuelven a ser cuestionados por la artista, que busca reflexionar sobre lo que significa ser mujer desde la mirada del otro. (Foto: Kattia Alvarado)

“Un personaje de Alma de caza es el estereotipo de cómo veo que sería el rol de la mujer en un patriarcado. Todo el día pasa haciendo oficio, pero lo hace ridículamente con zapatos altos, toda peinada, como objeto de belleza, que es mucho de los 1900. Es el papel de la mujer para darle confort al hombre. Entonces, ella es como una personificación de las mujeres que pasan todo el día pensando en los postrecitos de la casa y que se alistan para recibir al esposo y para estar muy bonitas”.

Basado en la creación de diversos componentes, algunos de ellos a partir de materiales desechables, Siendo mujer es una indagación que va de lo introspectivo al exterior y viceversa y que pretende, según palabras de la artista, reflexionar sobre el ser mujer en una sociedad que aspira a dejar atrás muchos convencionalismos, los que, como por arte de magia, siguen imponiéndose pese a que desde el discurso se asumen otros parámetros.

“Hay obras en la exposición que indagan en cómo a las mujeres se les ha inculcado que la sexualidad es algo feo y pecaminoso. Ello, a su vez, tiene que ver cómo muchas mujeres no conocen el placer y solo están para servir al marido o procrear, con una parte que arde, pero que tiene que ser escondida”.

Loraine sostiene que la sociedad no le permite envejecer a la mujer, de ahí que «Obsesión con el cuerpo» invita a reflexionar sobre este tópico. (Foto: Kattia Alvarado)

Para adentrarse en esa indagación de Siendo mujer, Loriane recurrió a varias formas y técnicas, algunas disímiles entre sí, pero con el hilo conductor de convocar a la reflexión, al malestar, a romper moldes.

“El arte contemporáneo no es una escena que te muestre una historia, sino que son muy distintas técnicas: escultura, pintura, mixto, fotografía alterada, diseño, la revista con esas portadas”.

Para confirmar que lo suyo no partía de una plena subjetividad, antes de adentrarse en la creación de las piezas de la colección, Loriane realizó una encuesta digital que abordaba diferentes aspectos, en especial aquellos relacionados con la mirada sobre la mujer.

Entre los resultados de la consulta y la percepción de la creadora hubo un alto porcentaje de coincidencia, porque, en el fondo, la realidad no puede ocultar una visión prevaleciente durante muchos años, y que solo comenzó a cambiar de forma más acelerada en la segunda mitad del siglo XX.

Lo de Siendo mujer, en su integridad, invita a una reflexión en doble vía, por aquello que decía Machado: “El ojo que ves no es ojo porque tú lo veas; es ojo porque te ve”.

La mujer siempre está condicionada por esa mirada externa, que la obliga a rebelarse, porque, de lo contrario, la pondría «De rodillas», como en esta pieza. (Foto: Kattia Alvarado)

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