En 2019 el arquitecto Mauricio Ordonyes hizo una solicitud formal al Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural, con el fin de que el conjunto de edificaciones conocido como las “Casas de Cuesta de Núñez”, se declarara patrimonio histórico y arquitectónico del país, sin embargo, casi dos años después las trabas en el proceso han impedido su culminación.
Mientras tanto, la preocupación respecto a que las casas puedan ser demolidas por los distintos dueños, crece en el entorno josefino. Ya se han publicado varios artículos en diferentes medios de comunicación sobre dicho tema.
Al consultarle al Centro de Patrimonio sobre el estudio relacionado con las “Casas de cuesta de Núñez”, la entidad reconoció que todavía está en proceso y que han tenido dificultades para acceder al conjunto de las edificaciones.
“El Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural asignó a un historiador y a una arquitecta para hacer dos informes técnicos, pues son dos propiedades con diferentes dueños. Ambos funcionarios hicieron juntos una visita al sitio y se constató el estado externo de las edificaciones, así como una pequeña parte de su estado interno. Se pudo ingresar a cuatro locales gracias a la colaboración de los inquilinos. Sin la autorización de los dueños no se ha podido ingresar a los restantes edificios”.
La alarma sobre la posibilidad de que las casas, ubicadas cerca de la Asamblea Legislativa, en concreto en la avenida primera, calles 13 y 15, pudieran desaparecer, la iniciaron Marité Valenzuela y María de los Ángeles Barahona, dada la preocupación que tienen de que la ciudad de San José, y por extensión el país, preserve parte de su patrimonio arquitectónico.
En el artículo Salvar nuestro patrimonio arquitectónico, publicado en La Nación, dieron cuenta de sus impresiones en cuanto al conjunto de edificaciones citado.
De acuerdo con indagaciones realizadas por UNIVERSIDAD, mientras no se permita entrar a las viviendas, el informe del Centro de Patrimonio no podrá ser conocido por la Comisión de Patrimonio, porque esta enfrentaría dificultades con lo establecido por ley, y por ende, podría encontrar inconvenientes con lo demandado por la Procuraduría General de la República.
Ante tal situación, el Centro de Patrimonio agregó en su respuesta: “Se solicitó la autorización a los propietarios para ingresar a los inmuebles y verificar el estado de todo su interior, pues la ley 7555 requiere de un informe completo y detallado en el que se analicen una serie de valores para que se pueda presentar ante la Comisión Nacional de Patrimonio, que es la que decide si se continúa con el proceso de declaratoria o se desecha por no contar con valores patrimoniales”.
Frente a esta situación, entre la solicitud del arquitecto Ordonyes y las dificultades que plantea el ejercicio, el proceso de declaratoria se encuentra actualmente estancado. Mientras ello no se resuelva, si mañana, por ejemplo, algunos de los dueños decide cambiar el uso de sus edificaciones y para tal fin requiere demolerlas, nadie podría impedírselo.
“Las casas de “Cuesta de Núñez” son, en realidad, dos bloques de viviendas o comercios. En el oeste, colindante con la Asamblea Legislativa están los “Apartamentos Cuesta de Núñez”. Allí se pudo ingresar a casi todos los negocios de la planta alta, pero a ninguna de las viviendas de la planta baja. Se contactó al dueño para realizar la visita técnica, no obstante, reprogramó la visita argumentando razones de salud. La reseña histórica de este bloque está muy avanzada”, adujo el Centro de Patrimonio.
Mientras la ley 7555 muestra su debilidad, como lo expresó Barahona ante una consulta de este medio, Costa Rica vive desde hace al menos medio siglo un vacío en la forma de manejar el patrimonio histórico y arquitectónico.
La Ley 7555 de octubre de 1995 se considera, por los expertos e incluso por los ciudadanos que se interesan por el tema del patrimonio, un texto obsoleto, y que no cumple a cabalidad con las funciones por las cuales fue impulsada en el plenario legislativo.
Ante lo cual, ni siquiera el Centro de Patrimonio puede avanzar, como aquí se consigna: “En la propiedad del lado con edificios a los que se llamará “Apartamentos Raúl González”, solo se tuvo acceso a algunos locales del piso inferior gracias a los inquilinos. La situación del contacto con los dueños es complicada, pues la propiedad de esa finca es en forma de fideicomiso, en el que están relacionadas personas físicas y jurídicas. En una segunda visita se habló con quien dijo ser la dueña, no obstante, indicó que lo dejaría en manos de su abogado”.
El párrafo anterior, que forma parte de la respuesta de Patrimonio a UNIVERSIDAD, deja en claro que ni la institución designada por el Ministerio de Cultura, para la gestión del patrimonio, cuenta con los recursos jurídicos para realizar en tiempo y forma su labor.
Y mientras en la población surge la incertidumbre por el rumbo que correrán dichas edificaciones, el avance técnico se dificulta por las razones antes esbozadas y que se confirman aún más con la siguiente explicación de Patrimonio: “En lo que al análisis técnico se refiere, este bloque es más complejo arquitectónicamente e históricamente porque, a diferencia de los “Apartamentos Cuesta de Núñez” que conforman un solo bloque, los edificios fueron construidos simultáneamente y está identificada la época de construcción; los “Apartamentos González” provienen –aparentemente– de épocas constructivas distintas y ha sido muy difícil individualizar para cada construcción la información encontrada, porque son una serie de fincas con una dinámica comercial muy activa de compraventas, de segregación para hipotecar, de reunificación en nuevas fincas para comercializar, etc. y a esto se une la inexistencia de planos catastrados históricos”.
El panorama, por ende, y como sucede con una amplia lista de inmuebles que podrían ser declarados patrimonio histórico y arquitectónico, no es halagüeño.
“Todo esto hace muy difícil verificar la información obtenida, por ejemplo, al menos en 1915 existía ya una casa en la propiedad, pero ha sido imposible triangular el dato para tener el grado de certeza de que esa vivienda es una de las existentes al día de hoy, y cuál de ellas sería. De igual manera, para 1934 existía un grupo de cinco viviendas y una bodega, pero el resultado es el mismo: hasta ahora no ha sido posible identificar su permanencia en el tiempo, ni la ubicación en el espacio”, asegura Patrimonio.
NUBLADOS
Ante el horizonte que se establece alrededor del caso de las “Casas de cuesta de Núñez”, Barahona considera que una vez más se le notan las costuras a la ley 7555, que entre otras razones carece de los incentivos idóneos para despertar entre los ciudadanos el interés por conservar el patrimonio nacional.
Pese a las dificultades que tiene el texto, Barahona estima que es más oportuno plantear una reforma a la ley, que impulsar una nueva. Asimismo, destaca el poco o nulo interés de la clase política costarricense y del propio Ministerio de Cultura para procurar un cambio amparado en la legislación.
Barahona no solo fue la primera mujer costarricense que obtuvo un doctorado en arquitectura, en la Universidad de Michigan, sino que comenzó a amar el valor patrimonial de su país desde la capital, donde vive actualmente y en la que ve cómo muchas veces edificaciones de un gran valor patrimonial desaparecen al no estar amparadas por la ley.
Para la exprofesora de la Universidad de Costa Rica (UCR) es imprescindible que los políticos creen conciencia sobre lo que significa el patrimonio de una nación, como una manera de conocer y preservar el pasado.
Además, sostiene que mientras ello no se dé, se seguirán dando palos de ciego al amparo de una ley que está obsoleta y que a todas luces es insuficiente. A lo anterior, debe agregarse que el Centro de Patrimonio hoy, por muchas razones, no tiene la dinámica que demandan los tiempos actuales.
Por eso, Barahona se lamenta de que las “Casas de cuesta de Núñez” puedan desaparecer si no hay una acción a tiempo, como ya ha pasado en numerosas edificaciones a lo largo y ancho de Costa Rica.
Para la arquitecta, las “Casas de cuesta de Núñez” tienen un gran valor, pues probablemente fueron construidas allá por 1940, o en décadas cercanas, y además “tienen una escala humana muy agradable y esa escala le da un gran valor de identidad al peatón”.
Incluso, los puentes que unen las casas con el sector público, es otro rasgo a destacar, de acuerdo con la especialista.
A esos elementos, hay que añadir “el valor del conjunto”, porque en efecto son seis edificaciones, puntualiza.
“Unas casas se encuentran en mejor estado constructivo, pero todas podrían rescatarse y mantenerse”.
A la falta de miras de la clase política costarricense en el tema de conservación del patrimonio, hay que cuestionar la actitud de la Ministra de Cultura, Silvie Durán, debido a que no le ha dado al patrimonio la importancia que requiere, sostuvo Barahona.
“Esta ministra que no da la cara para nada, no le interesa, para ella el patrimonio está en la cola del gato”, afirmó.
La historia, no obstante, en cuanto a patrimonio se repite como en un círculo vicioso. De esta manera, Barahona recordó que ella y Valenzuela dieron hace unos 25 años una lucha abierta por la preservación de la casa donde había vivido el pintor y escritor Max Jiménez, y que pese al esfuerzo, a las publicaciones y al movimiento que en aquel entonces se suscitó, la casa fue derrumbada.
Por eso, ella es del criterio de que se debe crear una conciencia popular sobre la relevancia que el patrimonio tiene en el país, como espejo de lo que ha sido una sociedad y de cómo ha evolucionado en el ámbito arquitectónico, así como en otras áreas.
“Hay un desconocimiento de lo que es el patrimonio. Hay un desconocimiento de su valor. A la gente le da miedo que le hablen de que su inmueble va a ser declarado patrimonio. Y se debe crear una coordinación entre lo público y lo privado para conservar nuestro patrimonio”.
La situación que vive el patrimonio nacional, estima, es de tal envergadura que se vive una verdadera “emergencia” en ese campo, sostiene
“Estamos en una emergencia en cuanto al patrimonio se refiere. Hay que impulsar un cambio de paradigma para modificar esta situación tan lamentable. He visto casas con un valor patrimonial, pero las botan. Yo vivo en Los Yoses y hace poco votaron una en La California para hacer un parqueo. Eso es un vacío. Una herida para ese barrio que tiene grandes valores”.
UN VERDADERO LABERINTO
Para quienes tengan duda de que el patrimonio histórico y arquitectónico está inserto en un laberinto, solo tienen que detenerse a analizar lo que sucede con “Las Casas de cuesta de Núñez”, porque el Centro de Patrimonio todavía tiene en curso la investigación, dado que todavía no ha podido ingresar a todas las edificaciones como lo establece la ley.
“Aunque los estudios estén avanzados, es imperante ingresar a la totalidad de los edificios para terminar de conformarlos, según lo establece la legislación”.
Ya pasaron casi dos años desde la solicitud que hiciera el arquitecto Ordonyes, y el proceso no termina por las razones antes puntualizadas
Y aunque en el país la conciencia sobre patrimonio arquitectónico e histórico no ha calado en la población, hay manifestaciones dignas de un reconocimiento, como el conjunto de casas victorianas en Cinco Esquinas de Aserrí, las cuales se conservan en un excelente estado por voluntad propia de sus propietarios.
De las cinco casas que hay en dicho sector, ninguna está en proceso de ser declarada patrimonio, de ahí que dependan del buen criterio de sus actuales dueños.
La casa más emblemática de ellas fue construida en 1942 y se conserva en un excelente estado por la familia heredera de Manuel Hidalgo Mora, quien fuera su primer propietario. Pero así como hay muestras que dan esperanza sobre preservación, también se generó una larga lista de inmuebles que llevan más de diez años de espera para una posible declaratoria, y cuyos procesos están estancados, como informó UNIVERSIDAD en el reportaje Lista de espera de declaratorias se acumula en Centro de Patrimonio, del año 2018.
El patrimonio se mueve en un laberinto, en medio de una ley 7555 débil y obsoleta, y por ende no se vislumbra un horizonte despejado sobre la conservación histórica y arquitectónica del país.