José Sancho, Premio Magón 2018, dejó la economía en 1982 para dedicarse por completo al arte y en especial a la escultura, luego de media vida entre despachos y tras haber empezado a realizar los primeros trabajos artísticos en 1973.
Oriundo de Puntarenas, dejó en Chacarita en 1975 una pieza de gran tamaño que llevaba por título “Fuga de peces”, con la que pudo más el tiempo y el olvido, dado que hoy está desaparecida, lo que exactamente le sucedió a su otra creación de gran tamaño “Bandada de pelícanos”, ubicada en Limón en 1976.
“A estas alturas este premio me alegra. No había trabajado para él y lo recibo con júbilo y regocijo. Estoy muy agradecido y muy estimulado”, expresó Sancho a UNIVERSIDAD.
“Yo la mitad de la vida la gasté haciendo economía, que no era para lo que yo había nacido. Yo no sabía que había nacido para otra cosa. En realidad, yo sí sabía que había nacido para carpintero, entonces hacía mis trabajos manuales cuando hacía economía, pero un día me puse a jugar con objetos encontrados de chatarra y a hacer unas figuras animales y ahí comenzó la cosa y ya no pude parar”.
Aunque a lo largo de su extensa carrera –Sancho tiene 83 años y 43 de dedicarse a la escultura— ha trabajado con diferentes materiales, hoy su predilección es la piedra: “Hoy estoy tallando piedras que encuentro en los ríos. Estoy entretenido con eso. Ahora me dedico más a este porque es el material más fácil de conseguir y me entretengo muchísimo”.
Para Sancho el Magón le resulta muy estimulante, por el solo saber que “personalidades como Francisco Zúñiga, Francisco Amighetti, Teodorico Quico Quirós, Rafa Fernández, Lola Fernández, Juan Rafael Chacón, Juan Manuel Sánchez y Guido Sáenz son gentes que han hecho una gran contribución al arte y la cultura costarricense, y ahora me han metido dentro de ese grupo y me siento muy, muy orgulloso”.
Nacido un 18 de abril de 1935, donó en 2014 una colección a la Universidad de Costa Rica (UCR), la cual se ubica en el jardín escultórico que está por la entrada de Derecho.
El Premio Magón es la máxima distinción que recibe un creador costarricense por una vida dedicada al arte. El año pasado le correspondió al escritor José León Sánchez. Lo han recibieron figuras como Alfredo Cardona (1985), Carmen Naranjo (1986), Fernando Centeno Güell (1989), Guido Sáenz (1998), Nestor Zeledón (1992), Carlos Meléndez (1993), Joaquín Gutiérrez (1975), Alberto Cañas (1976), Manuel de la Cruz (1981), Isaac Felipe Azofeifa (1980), Carlos Luis Fallas (1965), José Marín Cañas (1967) y Fabián Dobles (1968), entre otros.
El Premio al Patrimonio Cultural Inmaterial Emilia Prieto fue para el artesano que trabaja con cabuya, Juan Olivado Camacho.
En sus inicios, Sancho tuvo predilección por la chatarra como material y una muestra de ello es su primera escultura “El alacrán”, realizada con hierro de desecho.
El Jurado del Magón, integrado por Dyalah Calderón (Universidad Técnica Nacional); María Ximena del Río Urrutia (Universidad de Costa Rica); Eric Hidalgo Valverde (Asociaciones culturales); Rodolfo Meoño Soto (Universidad Nacional) y María Pérez Yglesias (Ministerio de Cultura), consideró que Sancho “ha desarrollado un intenso trabajo creativo, plasmado en obras escultóricas, que enorgullece al país y a Latinoamérica y lo proyecta al mundo”.
Aunque solo se dedicó por completo al arte a partir del año 82, primero en la pintura al óleo y luego se decantó en forma definitiva por la escultura, ya en 1976 obtuvo su primer reconocimiento al recibir el Premio Áncora, del diario La Nación y dos años después el Ministerio de Cultura le otorgó la Medalla de Oro del Salón Anual de Escultura.
Anterior al Magón, Sancho había ganado en 1985 el Premio Nacional de Escultura y el “Gran Premio de la Bienal de Escultura de 1997”.
Quienes estén interesados en profundizar en la obra del Magón 2018 pueden buscar el libro José Sancho, esculturas, publicado en 1984 por la Editorial Costa Rica, el cual se encuentra en la Biblioteca Carlos Monge Alfaro.
EL MÁRMOL Y LA PIEDRA
En sus diferentes facetas, Sancho no solo se decanta por las figuras de gran formato, sino que también experimenta el elaborar sus esculturas con diferentes materiales. Así en su larga carrera, de casi cuatro décadas, ha empleado la chatarra, la madera, el mármol de Carrara, Italia, el granito y la piedra de río.
En el año 2017 expuso en el Museo Pera de Estambul, Turquía, donde presentó un total de 36 piezas de distintas épocas. Dicha experiencia fue filmada y con base en ella se creó el documental Movimientos en piedra, madera y metal de Leslie Calvo.
A Sancho le gusta la escultura monumental y una prueba de ello es la “Guaria roja”, hecha en metal y que puede observarse en Escazú Village.
En su trayectoria ha expuesto en países, ciudades como Bruselas (Bélgica), West Palm Beach y Chicago (Estados Unidos), Ontario (Canadá), Lahr (Alemania), París (Francia), Jerusalén (Israel), entre otras.
Su formación en la escultura es autodidacta y para ello realizó viajes para descubrir tendencias y maestros, entre los países que ha visitado con tales propósitos se encuentran
México, India, Italia, Grecia, Argentina, Alemania, China, Egipto e incluso la Isla de Pascua (Chile), donde se encuentran las grandes esculturas denominadas moáis.
En uno de esos viajes, precisamente, descubrió la obra de Constantin Brâncusi, cuya monumentalidad le impresionó y lo convirtió algo así como en su inspirador y modelo.
Brâncusi, quien nació en 1876 en Rumanía, se trasladó a vivir a Francia en 1904, y de 1907 data una de sus obras más valoradas: “El beso”.
Así como Brâncusi tuvo después de 1909 como uno de sus temas principales a los animales, una de las facetas más conocidas de Sancho será, precisamente, su obra relacionada con la animalística.
JARDÍN EN UCR
“El Paseo escultórico” de Sancho en la UCR se compone de ocho piezas y se ubica por la entrada de Derecho. Fue donada por el artista en 2014. Anteriormente dicha obra se había ubicado en el desaparecido Instituto Nacional de Biodiversidad (Inbio).
“Leda y el cisne”, en granito de Escazú; “Tropel”, en mármol rojo de Verona; “Osos”, en mármol blanco; “Antárticos”, en acero doblado y pintado; “Hachas”, “Los amorosos”, “Gran sierpe” y “Reptil” en granito negro son las esculturas que conforman dicho paseo.
Como se puede apreciar en la descripción en este conjunto hay una muestra de la versatilidad del artista al trabajar con diferentes materiales, en este caso con cinco diferentes, que van desde el mármol blanco al acero.
De Sancho hay, además, otra obra en la UCR, la que se encuentra en la entrada de la Escuela de Biología y que fue hecha en mármol blanco y lleva por nombre “Osezno”.
La Fundación José Sancho, que es impulsada por el nuevo premio Magón, realiza de forma gratuita recorridos por apreciar el arte del campus universitario Rodrigo Facio.
El economista y consultor internacional, que incluso obtuvo un posgrado en economía industrial en 1965, probablemente no sospechaba entonces que su lucha diaria estaría con las formas múltiples que luego le demandaría la escultura.