Cultura Entrevista al director Christopher Doyle:

“El gran placer es darles a las personas su propia voz”

El cineasta Christopher Doyle conversó con UNIVERSIDAD sobre su película Hong Kong Trilogy, presentada en el Costa Rica Festival Internacional de Cine.

En Hong Kong, el cineasta de origen australiano, Christopher Doyle, es conocido por su nombre en mandarín: Du Ke-feng (como el viento).

A sus 63 años, luego de haber salido de su país a los 18, escogió radicarse en ese país asiático; desde ahí, como un nómada del arte, desarrolló su apasionada y talentosa carrera de fotografía y dirección cinematográfica, además de ser guionista y actor.

A lo largo de esa prolífica y exitosa trayectoria “ha bailado” –según sus propias palabras– con grandes del cine como Wong Kar-Wai, Gus Van Sant, M. Night Shyamalan, Jim Jarmusch y Jon Favreau, entre otros destacados creadores.

Doyle es un referente del sétimo arte, posee la dúctil cualidad de moverse como el viento y, a la vez, ser un enorme y macizo árbol en sus propuestas estéticas sobre el abordaje de la expresión visual, de la luz, de la imagen en movimiento.

Su última película, que se presentó en el Costa Rica Festival Internacional de Cine en diciembre pasado, es un ejemplo de su capacidad metafórica. Doyle dice, luego de pensarlo unos segundos, que Hong Kong Trilogy es un poema.

Durante la entrevista realizada por Skype, él en su casa de habitación, ubicada en la bulliciosa Hollywood Road de la ciudad capital Victoria, en Hong Kong, y con 14 horas de diferencia (allá las 10 de la noche, acá las 8 de la mañana), habla con entusiasmo de muchacho.

Se muestra sin poses: ríe mucho con una risa ronca y potente, habla con su compañera de vida que deambula por la casa, se pone de pie, camina, abre la ventana para compartir el sentimiento que le provocan las sirenas de las ambulancias y el ruido nocturno de su querido Hong Kong.

En honor a este país que lo sigue acogiendo, Doyle entrevistó a personas de tres generaciones para que fueran los protagonistas y narradores de sus propias vidas en comunidad; con este material creó una película –poema– que no es un documental ni tampoco una ficción: son las voces de gente cotidiana que forman parte de la gran familia que es Hong Kong y de la cual se siente parte.

 ¿Cómo se siente de participar en un festival de cine tan joven?

–Ojalá siempre fuéramos jóvenes (risas). Seguir siendo joven es trabajar con gente joven. Por ser personas mayores no sabemos todas las respuestas. En las películas que he hecho –y he hecho muchas–, la gran mayoría de las personas con las que he trabajado son 40 años menor. Las personas con las que trabajo son idealistas y optimistas, y se hacen preguntas personales que la mayoría de la gente cree que no tienen respuestas. El punto no es buscar las respuestas, el punto son las preguntas, no hay respuestas. El punto es cómo nos hacemos esas preguntas y cómo las respondemos. Las personas jóvenes pareciera que han confiado en mí para responder esas preguntas de cierta forma, quizá con una cierta mirada, cierta estructura.

El placer para mí es estar en un festival tan joven o, hablando contigo ahora, a través de esta conversación, conectar con la gente joven de Costa Rica. Estamos juntos en esto, tenemos ambiciones, ideales y nunca, nunca, deberíamos perder esos ideales. Pero ¿cómo darles forma y cómo compartirlos con la mayor cantidad de personas? Esa es la gran cosa sobre esta época de la historia del cine: tenemos Internet, tenemos este diálogo por Skype, ahora tenemos Festivales como el de ustedes y alcanzamos a más y más gente. Es más, siento que es una época muy esperanzadora para la industria; si tienes ideas puedes hacer una película, entonces hay que seguir teniendo ideas, hacerse preguntas, continuar expresándote y encontrarás tu manera.

Las historias de la película son de tres generaciones distintas de Hong Kong que podrían representar las vivencias de muchas personas alrededor del mundo…

–Nunca he estado en Costa Rica, pero estoy seguro de que la situación familiar es muy similar en todos los países de Latinoamérica. (El filme) es sobre cómo tres generaciones viven juntas, que es muy distinto a como viven los anglosajones o los estadounidenses, para quienes no funciona. Tenemos que vivir juntos para saber de qué se trata la vida, tienes que ver a las personas envejecer para entender cuán importante es ser joven. Tienes que comprometerte con las personas en un área pequeña para realmente entender cómo vivir con otra gente. Esa es la gran cualidad de las estructuras de las familias tradicionales. Los protagonistas de la película no son todos de la misma familia, pero son de la misma familia que es Hong Kong.

Usted plantea en la película qué demanda una ciudad de sus habitantes y cómo la gente vive la vida urbana…

–Es un país pequeño con un gran vecindario, así es Hong Kong. Es un barrio muy agresivo ahora. Entonces, ¿cómo vivir en Costa Rica?, ¿cómo vivir en Hong Kong? La cosa es celebrar tu identidad y la mejor forma es con tu comunidad, y la mejor forma de hacer comunidad es con un festival.

En Hong Kong, hay una comunidad muy intensa con un movimiento en contra de la ocupación (de China). La única manera de ser alentado, de tener esperanza y tener voz es compartiendo con otra gente… Esa es la gran función de las películas. Si no hablamos, no estaríamos usando los dialectos tradicionales en las diferentes partes de China o la Australia aborigen. Pienso que nuestra lengua es nuestra cultura. El español en Costa Rica, Chile y Argentina es un español local, distinto. Entonces, la cualidad especial de las lenguas es lo que tratamos de celebrar, cómo en las películas las personas pueden hablar por sí mismas. Yo no puedo hablar por ellos, soy demasiado viejo para los niños de 10 años, soy muy amplio para hablar de gente que huyó de los comunistas en los cincuentas en China. Entonces, el gran placer es darles a las personas su propia voz.

Usted es un australiano que escogió vivir en Hong Kong hace muchísimos años, ¿es su película un homenaje a esta ciudad que lo acogió?

–Casi nadie sabe que no nací en Hong Kong y la mayoría sabe mi nombre chino. Me conocen por mis películas y no por el lugar donde nací y pienso que eso es un gran honor. Yo mismo también casi que solo me conozco por mis películas, porque las hago todos los días. Para mí es una oportunidad de retribuir a las personas y a la ciudad que me ha dado tanto. En un nivel personal yo digo: “En este lugar hemos compartido, esta es la forma en que ustedes lo ven”. Estas personas en la película no son actores, son locales. De hecho, de donde estoy sentado ahora, casi puedo ver al chico que es uno de los protagonistas que recoge la basura bajando las escaleras. No son personas especiales, pero las celebramos porque tienen algo que reconocemos todos, que nos importa a todos: el dar y el recibir en la rutina diaria, de cómo te sientes de vivir la vida, todas tus preocupaciones, todo lo que te importa de la familia, todos tus deseos, tus esperanzas como muchacho, sobre tu futuro.

La ciudad me ha dado tanto que es un honor darle algo a cambio de vuelta. Claro, tendríamos que hacer como 15 películas más, porque es una historia sin final. Como cineasta, el gran placer es que fue muy liberador, porque he hecho casi 100 películas, pero en este caso no era yo haciendo la historia. No pretendo ser Alfred Hitchcock o Scorsese. Porque sí, sé cómo crear la iluminación, sé cómo poner la cámara en algún lugar, pero estas personas me dijeron qué había adentro de ese marco, y eso fue lo emocionante. No tuvimos que complacer a alguien más y eso fue muy liberador. Y que usamos Kickstarter y Crowfunding.

¿Cómo fue el proceso de financiamiento?

–No tuvimos que pedir permiso para hacer algo ni que la gente nos “aprobara” cosas, y pienso que esa es la forma se seguir. Quiero decir, alguien en Costa Rica va a hacer Harry Potter número 25, no creo, (risas) O Fast and Furious, ¿James Costa Rica Bond? ¡A quién le importa! Se ve bien en los periódicos faranduleros. Tenemos que hacer nuestras propias cosas y la única manera de hacerlas es haciéndolas. No puedes esperar a que esta gente te dé el dinero, no puedes esperar a que digan que eres un gran cineasta.

Pero, entonces, ¿cómo fue ese proceso?

–(Se dirige a su compañera que está cerca de la habitación) ¿Escuchaste la pregunta? Ella está preguntando que cómo fue el proceso…

–Ella: fue mucho más fácil que ir de mano en mano entre inversionistas normales…

C.D.: El crowfunding fue mucho más fácil que ir a preguntarles a todas estas personas horribles que creen que son productores de cine (risas). De alguna manera, algunas personas, por alguna razón, piensan que lo que hacemos también les importa, eso es; que somos lo suficientemente sinceros, que no estamos jugando con ellos, que no estamos pretendiendo ser algo que no somos y que estamos haciendo algo que no importa.

Pasó muy rápido y con mucha espontaneidad, la respuesta fue muy fuerte, más fuerte de lo que esperábamos, porque me imagino que, número uno, confiaban en nosotros y, número dos, tal vez es algo que a este proyecto en particular realmente le importa. La pregunta de cómo son estas tres generaciones que viven juntas en un lugar pequeño, con todo su congestionamiento, el tráfico y toda la presión de la escuela y cómo hace para pagar el alquiler. Creo que la gente respondió a eso, con un poco de confianza en nosotros y una gran necesidad de escuchar sus propias historias.

¿Cómo recibió la película la gente en Hong Kong y afuera?

–Hace unos días lo mostramos acá en el parque más grande de Hong Kong y también en festivales. Lo interesante es que no es realmente una película, es un poema.

Desgraciadamente no pudimos estar en Costa Rica, para decirles antes de la proyección “no busquen la historia, solo disfruten y sigan las emociones”. Lo importante de esta película es que no está tratando de decir, como Alfred Hichtcok, “ahora se está robando el dinero”, no es Psycho (hice Physcho (1998) y lo sé). A veces la veo (Hong Kong Trilogy) y pienso: “El ritmo no es perfecto” y a veces solo te dejas llevar. Espero que sea un poema, espero que sea buena música… jazz.

¿Cómo ha sido trabajar con grandes directores como Kar Wai Wong, Gus vas Sant y M. Night Shyamalan y ahora hacer su propio proyecto?

–Y (Alejandro) Jodorowsky…

Como te dije, hice un poema. Lo que digo es que trato de encontrar el camino de las palabras, de tomar el guion, la manera en la que hablas o lo que no puedes decir para darles una forma visual. Ese es mi trabajo de todos los días. Para mí, siempre es el baile entre lo que está en frente de la cámara y lo que se comunica. Justin Timberlake es mi persona favorita porque me encanta cómo baila, porque es una gran persona y te lleva a algún lado y de eso se trata. Pero necesito a mi equipo para que me mantenga en línea, porque si fuera por mí solo me dejaría llevar por la imagen, me dejaría llevar por el placer de lo que vemos en frente de la cámara. Pero, por supuesto, no es suficiente. Es dar y recibir entre lo posible y lo imaginado. Jodorowsky y Wai Wong reconocen en lo que son buenos y en lo que yo soy bueno, entonces bailamos.

¿Podría hablarnos sobre su preferencia por el ruido y la energía de las calles de la ciudad y por qué escogió vivir en Hong Kong?

–De hecho vivo en una calle muy ruidosa que se llama Hollywood (abre la ventana para que escuche). Escogí vivir en Hong Kong porque la energía del lugar me empujó hacia eso. Gente en espacios tan pequeños, todos tratando de hacer mucho, la energía de las ideas. Es un collage, me gustan los collages. El montaje y los collages son los grandes inventos del siglo XX, Einstein… de ahí viene el cine. Es colocar imágenes juntas, es de lo que se trata la edición. Cuando había cinta (de película) la juntabas y sucedía otra cosa.

Para mí, Hong Kong es como una película, es un collage de experiencias, de ruido y gente, del ir y venir de caras. Desde acá donde estoy sentado ahora, a 200 o 300 metros, se hizo Hong Kong Trilogy.

He hecho otras seis o siete películas en esta misma zona. Cada día es una experiencia diferente y considero eso extremadamente estimulante, eso es lo que me da la energía, eso es lo que me recuerda que mire; si miras, ves cosas. Incluso ahora estoy viendo cómo la luz está cambiando allá o qué están haciendo miles de personas. Eso es el cine, es la respuesta a la experiencia de la vida.

La energía del lugar viene de las personas que viven aquí. Si vas a París y conoces gente linda te gusta París, pero si vas a París y te tratan como una mierda odias el lugar. La manera en cómo celebramos la vida tiene que ver con las personas.

Tres generaciones

Hong Kong Trilogy es la historia de Hong Kong narrada por tres generaciones. El equipo de producción pasó un año grabando entrevistas a cientos de personas de todas las edades y antecedentes. Estas grabaciones fueron editadas para hacer un anteproyecto para una película. A partir de ahí crearon una narrativa cuasi ficcional que las personas reales actúan mientras se oye cómo ven y experimentan el mundo.

Los personajes de cada generación se preguntan cómo vivir, aquí y ahora. Al final del viaje, no encuentran respuestas, sin embargo, lo que sí encuentran es que no están solos al hacerse estos cuestionamientos universales que todos compartimos: quiénes somos, cómo calzamos en el mundo y en qué quiere nuestra ciudad que nos transformemos.

 

Escogí vivir en Hong Kong por la energía”

El cineasta Christopher Doyle nació en 1952 en Australia, país que abandonó a los 18 años. Debutó en el cine a los 31 años, cuando fue llamado por el director taiwanés Edward Wang para hacer That Day, on the Beach. Durante su estancia en Taiwán, antes de trasladarse a Hong Kong, aprendió mandarín.

Desde finales de los 80, Christopher Doyle ha trabajado con Kar Wai Wong (Hong Kong), con quien realizó desde Days of Being Wild hasta 2046. En China, contribuyó en películas de los directores más importantes, entre los que destacan Chen Kaige (Temptress Moon) y Zhang Yimou (Hero).

A finales de los noventas, Du Ke-feng –su nombre oriental que significa “como el viento”– hizo una breve escala en Hollywood para rodar Psycho, de Gus Van Sant. Un año más tarde, en 1999, Away with words supuso su debut en la dirección y, en 2005, dirigió uno de los 20 capítulos de Paris, je t’aime.

Ha sido ganador de múltiples premios en los principales festivales de cine de Oriente (Hong Kong Film Awards, Golden Horse Awards, Golden Bauhinia, Thailand National Film Association Awards) y Occidente (Festival de Cannes, New York Film Critics Circle Awards, National Society of Film Critics Awards, Online Film Critics Society Awards, San Diego Film Critics Society Awards, Festival de Venecia, Chicago Film Critics Association Awards).

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